Así son los espectáculos más vanguardistas que se avecinan
De vuelta de Girona, del Festival Temporada Alta de artes escénicas, podemos contar algunos de los espectáculos más rompedores que se avecinan. Destacar la colaboración de dos mujeres, Rocío Molina y Silvia Pérez Cruz, que están dando forma a un espectáculo, ‘Impulso’, que emociona desde la libertad, el amor, la complicidad, la ternura, la sensualidad.
Siempre que puede, Salvador Sunyer, director del excelente Festival Temporada Alta de Girona, expresa su compromiso con las propuestas de vanguardia. Se queja de que en España no haya tejido ni mimo institucional para este tipo de propuestas y se lamenta de que los principales talentos de nuestro país sean más apreciados fuera que dentro de nuestras fronteras. El pasado fin de semana fue especial para el Temporada Alta: era la cita con programadores -casi 80-. Tres días en los que tuvieran la oportunidad de asistir a trabajos ya completos o todavía en construcción y decidir si se los mostrarán al público de sus salas o no. El Asombrario fue invitado al festival durante ese fin de semana crucial, lo que nos permitió tener una aproximación certera a lo que se cuece en la vanguardia del teatro, no solo español sino internacional, y presenciar algunos de los espectáculos de los que se hablará en un futuro no lejano. De dos de los espectáculos más interesantes, Ethica, de Romeo Castelucci, y No se registran conversaciones de interés, de Roger Bernat, ya os hablamos hace un par de días.
EL ‘IMPULSO’ DE DOS MUJERES
La acertada mezcla de danza contemporánea y baile flamenco de Rocío Molina le ha valido, entre otras cosas, para ser artista asociada al Teatro Nacional de Chaillot, en París, desde 2015. Cuenta la bailaora-bailarina que el pasado mayo se encontró por casualidad a la cantante y compositora Silvia Pérez Cruz en un avión y que fue como mirarse en un espejo. Tanto que unos meses después ya estaban juntas sobre un escenario improvisando y haciendo pruebas para un espectáculo que se llamará Impulso y que tiene fecha de estreno en julio de 2018.
Esta es la magia del Temporada Alta. Molina lleva dándole vueltas a este espectáculo desde, al menos, julio de 2016, cuando contó con el cantaor José Ángel Carmona para una performance del mismo título que interpretó en el Chaillot parisino. Este año ha entrado en la ecuación la extraordinaria Silvia Pérez Cruz y las dos últimas sesiones de investigación sobre el espectáculo han tenido lugar en Girona. Conclusión: lo que pudimos ver en la basílica del monasterio de San Pedro de Galligans no volverá a repetirse nunca más, pero habrá servido para llevar a buen puerto la propuesta.
La actuación de Molina y Pérez Cruz el pasado domingo en Girona ha sido uno de los espectáculos más emocionantes a los que ha asistido este cronista. Bajo la supervisión de Carlos Marquerie, que firma el planteamiento artístico de la propuesta, ambas mujeres trazan una propuesta que desborda libertad, amor, complicidad, ternura, sensualidad, fuerza, delicadeza… En ocasiones era el Coro de Cámara de la Diputación de Girona quien ponía banda sonora a una coreografía sin ningún tipo de prejuicios en la que participaban ambas mujeres. Música de Anton Bruckner (Locus iste y Christus Factus Est) y de Antonio Lotti (Crucifixus para 8 voces). Otras veces era la propia Pérez Cruz la que cantaba al oído de Rocío Molina fados de Amalia Rodríguez o su versión del Pequeño Vals Vienés de Lorca musicado por Leonard Cohen, o se unía al coro o le cantaba como quien dice una nana el Corrandes d’exili, de Pere Quart, musicados por Lluis Llach.
Si el camino es este, ¡cómo será el resultado! Emoción pura asegurada.
UN ‘MACBETH’ INMERSIVO
Una de las imágenes más potentes de la literatura universal es la del bosque de Birnan avanzando hacia el castillo en el que Macbeth se hace fuerte para conservar el poder. Es el triunfo del pueblo sobre el tirano. La brasileña Christiane Jatahy toma esta imagen como punto de partida para firmar un interesante espectáculo titulado A floresta que anda, un ejercicio de teatro inmersivo que no llega al nivel de espectacularidad del Sleep no more de la compañía británica Punchdrunk que todavía puede verse en Nueva York tras cinco años de arrollador éxito.
El Teatro Municipal de Girona es una especie de bombonera con butacas de terciopelo rojo, y ya que esta obra trata sobre el empoderamiento del pueblo, es el espectador el que toma el escenario donde todo tiene lugar. A primera vista parece que estamos en una exposición de vídeo-creaciones que se proyectan en cuatro pantallas diseminadas por las tablas. En el mutis por el foro, una barra de bar atendida por dos personas que sirven cervezas, vinos y agua por la voluntad. Poco a poco todo irá cambiando frente a nuestros ojos. Entre el público que deambula de pie sobre el escenario, la actriz Julia Bernat, Lady Macbeth, paseará sus pesadillas entre el respetable. A unos cuantos espectadores se les hace cómplices con unos pinganillos por los que reciben instrucciones. Las pantallas muestran problemas de abusos sociales y políticos en Brasil, la propuesta es tremendamente política. Una llamada a la acción, pues no hay término medio. En ese escenario se puede ser parte del bosque o cómplice del tirano.
UN CIRCO DE BARRO LLENO DE REFERENCIAS
El catalán Quim Giron trae la propuesta Fang (Barro), una especie de circo que esconde en su aparente sencillez y trivialidad referencias a cientos de artistas como Chillida, Oteiza, Picasso o Miquel Barceló. Un enorme bloque de barro sirve al artista para evolucionar sobre él como una propuesta circense. Y sale algo más que airoso del intento. Logra que veamos acróbatas, funambulistas, trapecistas, fieras, volcanes… Pero también escultura, tradición e imágenes de gran potencia en una performance con música de Joan Cot. Un espectáculo inteligente y delicado que merece mucho la pena.
LITERATURA, TEATRO Y MILLENIALS
Tanya Beyeler y Pablo Gisbert son las cabezas de la compañía El Conde de Torrefiel, en la que la literatura, el texto, la danza y lo dramático se dan la mano. El espectáculo que han traído al Temporada Alta se titula Guerrilla; en él no hay actores y no se dice una sola palabra. Todo hay que leerlo, como quien se lee un libro, en texto proyectado sobre una pantalla. El montaje se articula en tres secuencias diferentes: una conferencia de Romeo Castelucci, una clase de taichí y una rave en una discoteca de música electrónica.
El texto resulta ser una mezcla un poco imposible de conceptos deslavazados. Una sociedad distópica, atentados, víctimas de la Guerra Civil, la imposibilidad de la paz como concepto en contraposición al instinto animal; la conciencia de clases reducida al término chusma… Demasiados mensajes para poder ser abarcados con rigor. Al final podría decirse que gran parte del texto se hubiera sacado de conversaciones pretendidamente filosóficas en redes sociales. El segundo cuadro se desarrolla con lo que parece la música de una de las sonatas para piano de Antonio Soler y el último con una tralla de música electrónica bastante ratonera a un volumen premeditadamente incómodo. Particularmente, este espectáculo resulta prescindible.
Comentarios
Por Álex Mene, el 02 diciembre 2017
Emocionantes espectáculos.