Este libro denuncia el “panaché edificatorio y chabacano” en España

Panorámica de malformación urbana en la ciudad de Soria. Foto: Francisco de Gracia.

‘Sin arquitectura’, de Francisco de Gracia –que ha sido profesor de Composición Arquitectónica en la Politécnica de Madrid–, publicado recientemente por Ediciones Asimétricas, denuncia “la construcción chabacana del modelo español de democracia desparramada e inculta, su desidia urbanística, un auténtico ‘panaché edificatorio’ compuesto de excedentes inmobiliarios de baja calidad”. Un enfoque analítico y crítico “especialmente válido y necesario para la sociedad española, tan acomodaticia y tan poco desafiante ante la abrumadora avalancha de urbanismo y construcción basura”. Os dejamos aquí el prefacio que ha escrito para este libro Andrés Rubio, autor del ensayo ‘España fea. El caos urbano, el mayor fracaso de la democracia’ (Debate).

Una frase de Francisco de Gracia, cercana al aforismo, define el tono de este bello libro: “Una contemplación a vista de pájaro de un pueblo nevado lo convierte paisajísticamente en más armonioso de lo que resulta ser desprovisto de ese camuflaje meteorológico”. Y la argumentación continúa, puesto que, añade el autor, de esa coherencia figurativa de la nieve cubriendo los tejados “deberían aprender los arquitectos”.

Tal es el empeño teórico, sobrio, sincero y esencial, de Sin arquitectura, una reflexión acerca de las formas y variaciones visuales y de los aspectos psicológicos del espacio cívico cohesionado; casi de naturaleza poética en su refinada escritura, y que contribuye a actualizar con sus aportaciones el canon de la expresión arquitectónica en castellano, dada la precisión de los términos y el amplio rango contextual abarcado y sintetizado con elegancia y alta tensión intelectual.

Pero hay algo más. El espíritu activista. No se lo pierdan. Sin arquitectura es un texto insobornablemente crítico en el que se encausa al “populista” Rem Koolhaas y se nos atragantan “las tartas de gran formato” de Bjarke Ingels y “los delirios formales” de Zaha Hadid. Se desenmascara valientemente, en el medio profesional español, a mandarines al mando de un conglomerado endogámico marcado por la confusión ética, la adulación y los favores mutuos. Se critica la presencia en las escuelas de protochamanes que hablan para no dibujar y prefieren convertir sus clases en performances lúdicas y emotivas antes que transmitir el conocimiento reglado técnico-científico y el concepto de “la aspereza del oficio”, todo ello con la consecuencia penosa de una legión de alumnos y alumnas con escasa competencia. Y se denuncia, en fin, la construcción chabacana del modelo español de democracia desparramada e inculta, su desidia urbanística, un auténtico “panaché edificatorio” compuesto de “excedentes inmobiliarios de baja calidad (material, funcional y perceptiva)”.

Conducción de gas en la céntrica calle de Bárbara de Braganza, en Madrid. Foto: Francisco de Gracia.

Esa frescura crítica y analítica del autor, su disidencia, resulta especialmente válida y necesaria para la sociedad española, tan acomodaticia y tan poco desafiante ante la abrumadora avalancha de urbanismo y construcción basura. No es de extrañar que semejantes sombras constantes e insoportables sobre la realidad subleven a este profesor de probada sensibilidad y autoridad, que ha enseñado composición arquitectónica en la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid durante una larga y productiva etapa académica e intelectual, con libros de referencia como Nueve ensayos en torno a la arquitectura o Pensar, componer, construir. 

Esta nueva propuesta ya es desde el título, Sin arquitectura, un manifiesto que deja al descubierto, lacerantemente, las realidades políticas que nos rodean y que enturbian y restringen la vida comunitaria, pues dinamitan la noción genesiaca de igualdad. Aun así, no todo es disentimiento. Más bien al contrario, puesto que el pensamiento humanístico y progresista del autor, que escribió en el pasado páginas muy sutiles y nostálgicas sobre la eclosión de talento avant-garde en la República de Weimar, se activa para ahondar en una visión de la arquitectura como disciplina transhistórica y social, que es lo que pedía su admirado Louis I. Kahn. Francisco de Gracia, por tanto, ofrece en el libro un contrarrelato en positivo frente a la descontrolada chusma de promotores y adláteres, incluidos muchos arquitectos, de ese capitalismo inmobiliario tan ajeno a la ciudad diversificada e imaginativa en el cuidado de las cosas. Y se lamenta de que no sea posible en las urbes de nuevo cuño padecer el síndrome de Stendhal (esa especie de turbación ahogada que sufrió el escritor francés en su promenade por Florencia ante la belleza renacentista).

Su contrarrelato se formula más bien como utopía, ya que, lamentablemente, la firme y apasionada intensidad del libro no acaba de impregnarse del carácter de arte y ensayo de la optimista nouvelle vague, movimiento cinematográfico citado, sino por el contrario, ya desde el título, del western crepuscular, un paisaje para outsiders solitarios y errantes que contemplan un horizonte agónico. Aquellos principios de la composición arquitectónica formulados en 1924 por Howard M. Robertson, “quien creyó en la existencia de un repertorio estable asimilable a una gramática de la composición”, escribe el autor, se dan de bruces con una sociedad “cada vez menos representada por los arquitectos de alta capacitación”. Triunfa la comercialidad, reflejo del “formalismo caprichoso y vacuo” de las vedettes de la arquitectura, como llamaba Oriol Bohigas a los arquitectos-estrella, aparentemente rompedores, pero cuya supuesta estética radical puede, de hecho, “enmascarar e incluso promover una política reaccionaria”, según la frase del arquitecto y teórico británico Neil Leach recogida en el texto.

Francisco de Gracia va hilvanando aquí y allá, como buen profesor que es, referencias a la necesidad de orientar éticamente al alumnado de las escuelas de Arquitectura. Se trata de que aprendan a detectar la mentira de la supuesta auto-ajustabilidad de la urbe, y que se vuelquen en el aprendizaje de la ciudad sensorial, peatonal, adaptada, de recorridos cortos, no solo referida a un plan, sino también a la idea de “cierta excelencia figurativa de conjunto” que poco tiene que ver con el “historicismo de decorado” del movimiento New Urbanism y mucho con lo que él califica de nociones fundamentales: orden formal, técnica, contexto, racionalidad, perfección, armonía… Es decir, la formalización del espacio público desde principios psicocognitivos.

Una de las omnipresentes e invasivas instalaciones eléctricas en Madrid, que nada respetan. Foto: Francisco de Gracia.

En el libro se hace un llamamiento a la mímesis, a la emulación del maestro. Y se cita a Alejandro de la Sota y su enseñanza de que lo primero que debe saber quien se vaya a dedicar a la arquitectura es “no construir”. Al leer esto me vino a la memoria un acto cultural celebrado en mayo de 2023 en el Colegio de Arquitectos de Madrid, donde Juan Mera, director de la Escuela de Arquitectura de Toledo, habló de la necesidad de que se reconozca en las escuelas la paternidad de los verdaderos maestros, afirmando conocer a catedráticos de otros centros que no explican a figuras como la señalada porque se consideran a sí mismos, vanamente, de un nivel superior. Y, como correlato a esta anécdota, recordé la genial frase de aquel almirante estadounidense, Hyman G. Rickover: “Tenemos que aprender de los errores de los demás, no vivimos lo suficiente para cometerlos todos nosotros mismos”.

En su libro, Francisco de Gracia participa de ese respeto a los mejores y más lúcidos artistas de la forma urbana. Él cifra el aprendizaje con método, que tantos pasos en falso evitará a los estudiantes y debutantes, en las enseñanzas y las obras más depuradas de maestros como William Morris, Adolf Loos, Louis I. Kahn, Peter Zumthor, Hans van der Laan, Sverre Fehn o Rafael Moneo. Mentes integradoras de ayer y de hoy capaces de reconectar pensamiento y acción. Es ahora, viene a decirnos, cuando más se necesitan discípulos que sepan vislumbrar los contornos imprecisos del espacio contemporáneo y sus retos, donde las nuevas narrativas digitales amenazan con devaluar el espíritu de la conversación en la plaza pública para dejar paso a códigos impredecibles de los bots en el Internet inmersivo. Nuestro autor modula su delicado y comprometido libro a través de una vitalista apuesta por lo real, como en aquel celebrado lema turístico de la capital austriaca: “Vea Viena, no #viena”. Ya que la arquitectura pertenece al espacio existencial, veremos qué ocurre en el metaverso.

Ediciones Asimétricas  ha organizado este miércoles, 17 de enero, un encuentro de Francisco de Gracia, autor de ‘Sin arquitectura’, con los lectores, en el que también participará el autor de este texto, Andrés Rubio. Será en el canal de Instagram Directo de Ediciones Asimétricas. A las 19.00 h.

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