Estrella Morente ‘Lisístrata’ y la revolución pendiente de las mujeres

Estrella Morente, en el centro, con todo su coro de mujeres en ‘Lisístrata’. Fotografía de Jero Morales.

Estrella Morente, en el centro, con todo su coro de mujeres en 'Lisístrata'. Fotografía de Jero Morales.

Estrella Morente, en el centro, con su coro de mujeres en ‘Lisístrata’. La más alta es Antonio Canales. Fotografía de Jero Morales.

Por Rafa Ruiz

Lleno total en el estreno anoche de ‘Lisístrata. La guerra de las mujeres’ en el Festival de Teatro Clásico de Mérida para asistir a una nueva representación de elegancia de Estrella Morente. La comedia de Aristófanes, con más de 2.400 años, ha pasado por el tamiz de dos grandes de la escena teatral española, Miguel Narros y José Carlos Plaza, y en manos de la familia Morente ha perdido mucha de su emoción y tensión sexual para convertirse en un espectáculo flamenco y un alegato por la paz y un mayor protagonismo de las mujeres en la resolución de las crisis sociales.

Lisístrata habla de la fuerza y de la inteligencia de la mujer para manejar los conflictos sin recurrir a la violencia, para crear sociedades menos hipócritas por su entrega a la patria, el honor y la bandera. Lisístrata, el personaje creado por Aristófanes que organiza una huelga sexual de mujeres en la Atenas clásica para obligar a sus hombres a que se dejen de tantas guerras y disfruten de la vida y la pareja, ha tenido muchas encarnaciones en España. Desde Maribel Verdú en la película de 2002 de Francesc Bellmunt, a Victoria Vera, que pasó por este escenario romano en 1980 causando conmoción de la mano del director Antonio Corencia -tiempos aquéllos de despertares-, a Miriam Díaz-Aroca, que también pasó por Mérida en 2007 con más éxito de público que de crítica -tiempos ésos de pre-crisis y fuegos de artificio.

Y ahora vuelve al Festival de Mérida en la versión que dejó inédita Miguel Narros, fallecido hace tres años, y que ha recuperado su amigo José Carlos Plaza en un cóctel de sensaciones que puede dejar al público un poco descolocado.

Los ingredientes de este musical flamenco son de alta graduación: Antonio Canales en su doble papel de macho-macho como comisario y de travestido bufonesco; Aida Gómez, una de nuestras estrellas de la danza, como coreógrafa y personaje vodevilesco y perdulario; Juan Carmona al frente de la composición musical -resolutiva aunque repetitiva-; y la familia Morente-Carbonell al completo en escena: acompañan a Estrella Morente sus hermanos Soleá y Kike, y su madre, Aurora Carbonell. Así que, claro, el espectáculo salía con todas las de ganar: es una de esas apuestas seguras que los productores saben que van a copar portadas de la prensa y espacios en los telediarios, a priori, antes de tocar y catar. Y así ha sido. Tanto que las entradas para esta semana están ya agotándose.

Aida Gómez y XXX en su sensual número de danza. Fotografía de Jero Morales.

Aida Gómez y Mariano Bernal en su sensual número de danza. Fotografía de Jero Morales.

Estrella Morente demuestra una vez más su profesionalidad, carisma y presencia de voz, cuerpo y alma. Otra cosa es todo lo que la rodea. Falta rodaje y coherencia. Pues si los músicos, Soleá, Aida y Canales cumplen con su función, aunque la amalgama despista mucho; no se puede decir lo mismo de vestuario, iluminación y escenografía. ¿Por qué apuestan por tanto humo efectista, tanta bombilla de feria de pueblo, tanto cojín pop? ¿Por qué eligen tanto vestido rojo y fucsia -por no hablar de otros trajes demasiado caricaturescos-, en vez de quedarse con el original de las representaciones de Aristófanes, que resultaba mucho mejor hace 2.400 años: con transparencias y colores azafranados en las vestimentas, que era lo que se llevaba en la época, y también ahora habría resultado apropiado? De hecho, lo que proponía Aristófanes está plenamente vigente, pues la estrategia de imponer la abstinencia -las huelgas sexuales por la paz- se ha convertido en símbolo feminista y en campañas en las últimas décadas en Kenia, Liberia, Colombia… Nada al hombre caliente si no templa sus ansias de batallar.

Lo mismo sucede con la tensión sexual del original de Aristófanes; se han perdido aquí los hombres que aparecían empalmados en escena en la Grecia clásica. Y se han diluido por el camino del cóctel las frases que aludían a los consoladores de cuero de ocho dedos, a los cipotes, a los toros y los hombres calientes, a las piernas hacia arriba, frases como «¿Qué riñón resistiría o, di, qué alma, qué cojones, qué rabadilla ni qué culo esos espasmos sin joder de mañana?», o la repetición masculina de «la tenemos levantada»; se ha suavizado lo soez a favor de un alegato más expreso por la paz y la igualdad de las mujeres. Lo dijo José Carlos Plaza al terminar la función ante un grupo de periodistas: «Este es un espectáculo de la igualdad, la sexualidad libre y la capacidad revolucionaria de la mujer, y parece mentira que aún haya que seguir insistiendo en ello casi 2.500 años después». Y lo escribió Aristófanes: «Ellas que saben tejer la lana y sacar adelante su hogar están capacitadas para ocuparse de la ciudad».

Pero, vamos, que si en escena hubieran dejado a Estrella Morente con el magnífico coro de cuatro bailarines flamencos y Mariano Bernal (bailarín cedido por el Ballet Nacional) en el papel del voluptuoso y ardiente Cinesias, en un arrebatado diálogo-enfrentamiento entre lo femenino y lo masculino, y poco más, seguramente habría habido menos ruido y menos color, pero más emoción y un mensaje más claro y rotundo en contra de las hipocresías y a favor de la autenticidad, que es lo que, aparte de hacer pasar un buen rato, sí buscaba Aristófanes.

Soleá y Estrella Morente en 'Lisístrata', de Miguel Narros. Fotografía de Jero Morales.

Soleá y Estrella Morente en ‘Lisístrata’, de Miguel Narros. Fotografía de Jero Morales.

‘Lisístrata’ se representa en el Festival de Mérida hasta el 14 de agosto, salvo el lunes día 8. Después viajará al Teatro Romano de Sagunto los días 19 y 20 de agosto.

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Comentarios

  • jose manuel

    Por jose manuel, el 05 agosto 2016

    Me parece tremendo que alguien pueda decir qué es lo que pensaba, sentía y quería transmitir Aristófanes en su momento.
    Pero bueno…

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