Fira de Tàrrega: un impulso al teatro documental

Un momento de la representación de The Blind. Foto: Fira de Tàrrega.

'Malmenats' de la Compañía. M. Antònia Oliver se representa en una de las calles de Tárrega. Foto: FiraTarrega

‘Malmenats’ de la Compañía M. Antònia Oliver, representándose en una de las calles de Tárrega. Foto: FiraTarrega

‘El Asombrario’ asistió el pasado fin de semana a la Fira de Tàrrega, una de las grandes citas teatrales y artísticas de España, que terminó el domingo su edición de este año. Más de 80 compañías, 52 espectáculos y hasta 273 representaciones en cuatro días. Nos invitaron incluso a participar en una obra. Esto es lo que vimos y lo que vivimos. 

–        ¿Quieres probar?

–        Bueno, ¿en qué consiste?

–        Es una idea del National Theatre de Londres. Se trata de reproducir una de las obras de Shakespeare con objetos. Una persona se coloca detrás del escenario y mueve los objetos mientras escucha las instrucciones en unos auriculares y otra persona delante va escuchando una historia. Consiste en que cualquiera puede hacer teatro.

Este diálogo tuvo lugar la semana pasada en la Llotja de la Fira de Tàrrega para referirse a un extraño artilugio, el Micro-Shakespeare, creado por la compañía Laitrum Teatre i Toti Toronell, y resume lo que es este encuentro teatral que ya ha cumplido su 34 edición: meterse en las entrañas del teatro, vivirlo y sentirlo como muy pocas veces se consigue. Más de 80 compañías –de España, Europa y Latinoamérica-, 52 espectáculos y hasta 273 representaciones en cuatro días que han hecho de este pueblo de Lérida un parque teatral donde cualquiera puede convertirse en cualquiera. Una Feria de lo teatral a la que la revista El Asombrario fue invitada el pasado fin de semana.

Calles empedradas y plazoletas donde a todas horas hay alguna obra, ya sea de circo, de danza, multidisciplinar, para niños… La Fira es el evento que más obras mueve de toda España. Aquí se compran y se venden, y también se disfrutan. Como dicen los cientos de programadores que pasan cada año por ella: aquí es donde hay que estar. Prueba de ello es que, a pesar de la crisis económica y de que este año han contado con un 1% menos de presupuesto (1.083.000 euros), la Fira sigue manteniéndose e incluso va a más.

“La Fira ha crecido y ha sabido adaptarse a los tiempos, con un punto de mayor profesionalización. Además, es el mejor sitio para que tus obras comiencen a rodar y de forma casi inmediata”, sostiene Ana Sala, de la compañía catalana Kamtchakta, que este año trajo el espectáculo de calle Fugit, uno de los más aplaudidos por el público (y programadores). Con él han cerrado una trilogía que comenzaron en 2007 con Habitaculum, presentado en su primera incursión en la Fira.

De la misma opinión es Richi Dichous, del Circo La Raspa, del Altorricón, en Huesca. Uno de sus espectáculos nació en la propia Fira en 2009 y ahora han llegado como expositores. “Es genial que haya un evento que se implique tanto en la venta, la creación y la formación teatral, sobre todo en estos momentos en los que está todo tan mal”, afirma. De hecho, el altavoz es tan grande que se encuentran a muchos programadores internacionales, como Sara Zandarín, del Circuito Urbano Lombardo di Teatro e Danza, que se plantó en Tàrrega para ver “lo que se cocía en el teatro de calle” y poder llevárselo a Italia.

¿Y qué es realmente lo que se cuece? La tendencia camina hacia el teatro callejero, interactivo y con un punto de reflexión política en torno a lo que sucede. Un teatro que pretende remover las emociones del espectador y hacerle pensar: un teatro documental. De ahí que algunas de las obras más solicitadas fueran aquellas que abordan temáticas como el maltrato a las mujeres, a los animales, la locura inmobiliaria, los problemas por tener una voz disidente y protestar, y la búsqueda de un mundo mejor. Y todo ello en múltiples formatos y con una mezcla multidisciplinar. No sólo teatro de texto, sino también música y danza, como mostró el espectáculo inaugural, La ira de los peces, del chileno Ignacio Achurra, que trata sobre la diversidad cultural, y a la que asistió casi todo el pueblo. Precisamente en Cataluña y precisamente el 11 de septiembre. Si algunos no quieren dialogar, al menos el teatro sí lo hace.

Casi 300 espectáculos son, eso sí, imposibles de absorber. Hay que armarse de paciencia, no caer en el estrés –no pensar que te estás perdiendo algo bueno, porque seguro que es así- y dejarse llevar por lo que te vaya pidiendo el cuerpo. No obstante aquí va una pequeña guía con algunos de los montajes que desde El Asombrario tuvimos la oportunidad de disfrutar.

Un momento de la representación de The Blind. Foto: Fira de Tàrrega.

Un momento de la representación de ‘The Blind’. Foto: Fira de Tàrrega.

ALGUNOS HITS

‘The Blind’: La violación a las mujeres

Una especie de manicomio con camas como tenían los sanatorios de los años cuarenta. Casi una veintena de actores moviéndose como si aquello fuera la nave de los locos. Y entonces, se desata la violencia: los hombres comienzan a agredir a las mujeres, a violarlas ferozmente. El público se sobrecoge, pero poco después llega la revancha. Y los espectadores, entregados a un espectáculo con muchos aires de La Fura dels Baus, aplaude. La compañía polaca Teatr Kto ha creado con The Blind uno de esos espectáculos que no te sueltan. Un alegato contra la violencia y el machismo que debería circular por más festivales de España.

‘Menut Cabaret’: volver a ser un niño

Los espectáculos de títeres para niños también son uno de los puntos fuertes de la Fira. Uno de ellos ha sido este Menut Cabaret, de la compañía La Manofactoria (Ronan Tully y Helena de Sola), que esta semana además se puede ver en Fuenlabrada. Muy pocas palabras, pero muchísimo sentido del humor para un montaje que logra que hasta un adulto se sumerja en la historia y pueda ver esos extraños personajes que Helena crea sólo con sus manos. Para quedarte con la boca abierta.

‘El rei Gaspar’: el desamparo del inmigrante

Este es uno de esos espectáculos itinerantes que comienzan en un parque y te van llevando por distintos lugares. Los actores pasan por ser gente de la calle, y el protagonista es ese rey que en el fondo nos intenta contar su desolación y desamparo en una tierra que no conoce, en una cultura que no es la suya y que le provoca eso que se conoce como el síndrome de Ulises de los inmigrantes. Ha sido creado por la compañía Fora de Lugar y está basada en el libro de Gabriel Janer Manila.

‘Fugit’: el poder de la esperanza

Posiblemente esta haya sido una de las obras que más ha entusiasmado al público. Tiene varios componentes para ello, pero el principal: el espectador es el propio actor de la obra. La compañía Kamtchatka te introduce desde el principio en un viejo solar abandonado y te va conduciendo por distintas casas, garajes, un descampado. No hay texto, sólo gestualidad, pero es terriblemente divertido. Y la experiencia sensorial, en habitaciones donde no hay luz o por el mero hecho de caminar con los ojos vendados, es brutal. La intención: huir hacia un mundo donde todo puede ser mejor que en el que ahora mismo habitamos.

Imagen promocional de la obra 'La velocidad del zoom del horizonte'.

Imagen promocional de la obra ‘La velocidad del zoom del horizonte’.

‘La velocidad del zoom del horizonte’: la palabra del disidente

Es uno de los espectáculos mexicanos que este año se han podido ver en Tàrrega. Escrita por David Gaitán, la compañía Teatro de Arena pone sobre el escenario una obra que busca transmitir la crueldad que recibe el que se atreve a hablar a la contra del flujo oficial. Teatro de ciencia-ficción –en ocasiones parece un mundo cercano a Matrix-, y con un punto de existencialismo distópico, plantea interrogantes acerca de la condición humana y nuestro conocimiento. Un texto en ocasiones complicado, pero que tiene los ingredientes suficientes para mantener interesado al espectador. Al fin y al cabo, cuenta en qué podrían convertirse nuestras vidas si nos salimos del camino marcado.

Som, de la compañía Amantis; Chicken legz, de Animal Religion o Constructivo, de Fundación Collado, también han sido algunas de las obras más aplaudidas. Una muestra de que el teatro, aunque se le reprima, siempre intenta sacar la cabeza. Y, además, con mucho talento.

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