Francisco Superstar

Foto de Semilla Luz (Creative Commons)

WE’RE NOT IN KANSAS ANYMORE

PACO TOMÁS

Hace dos años, mientras observaba como la Plaza de Cibeles se cerraba al tráfico durante días, para celebrar un Vía Crucis en pleno agosto, y los mandatarios políticos de la ciudad se enorgullecían de un escenario de dimensiones celestiales para recibir a Benedicto XVI, empecé a creer que aquella gran canción de Irving Berlin, esa que rezaba que no había negocio como el negocio del espectáculo, también servía para hablar de religión. Un discurso de hace dos mil años rodeado de la más moderna tecnología para hacerlo más visual, más cautivador, más espectacular.

Los organizadores de aquellas Jornadas Mundiales de la Juventud se entretuvieron convirtiendo a un señor de 84 años en una estrella del pop. Los jóvenes allí congregados reaccionaban a la presencia del Papa como he visto a muchos y muchas hacerlo por Madonna o Lady Gaga. Ya entonces me interesó mucho esa concepción de negocio espiritual en el que se había convertido la religión católica. Precisamente dentro de esa política empresarial creo que hay que ubicar las simpáticas declaraciones del nuevo Papa.

Partiendo de la máxima de que si lo que van a decir no es más bello que el silencio, prefiero el silencio, puntualizo que me inclino a aplaudir antes a un Papa cuyo discurso no sea una ofensa continua a los derechos humanos y al sentido común. Podría desplazarles hasta la columna jónica que escribí a primeros de agosto (“Seis cosas que he aprendido en un mes”) en la que ya manifesté mi opinión respecto a las sobrevaloradas declaraciones del Papa Francisco. A diferencia de esa ola de optimismo ‘papista’ que invade a algunos cada vez que el Santo Padre habla de homosexualidad y matrimonio igualitario, me distancio de esas palabras para intentar analizar sus verdaderas intenciones.

Que no escuchemos al Papa decir que permitir el matrimonio igualitario tiene “funestas consecuencias para el futuro de la sociedad, para el fundamento de la convivencia democrática y para el bienestar y la felicidad de las personas”, como declaró en su momento el arzobispo de Valencia, García Gasco, no significa que el Vaticano vaya a sacar una carroza en el próximo Orgullo. Entonces, ¿a qué viene ese continuo interés por dar eufóricos titulares en las respuestas a las ya clásicas preguntas sobre la homosexualidad, la mujer, el aborto o los métodos anticonceptivos? Pues, y es solo una opinión, todo esto se debe al show business, a las teorías capitalistas de la empresa trasladadas a la gestión mundial de la religión.

El problema de la empresa religiosa más importante del mundo, con 1.214 millones de clientes, es que está perdiendo mercado. Los clientes se le van perdiendo por el camino y desde hace siglos que no regresa a buscarlos. Es como si hubiese alcanzado su techo de cristal y tuviera que conformarse con las nada desechables migajas de su poder. Pero, ¿qué empresa no es ambiciosa y qué ambición no ansía más poder? Las últimas declaraciones del Papa en las que defendió el papel de la mujer en la Iglesia y criticó esa obsesión en perseguir el aborto y el matrimonio igualitario, son marketing. Marketing empresarial para ganar clientes. Una especie de elixir que seda nuestra capacidad crítica y que nos adormece en un optimismo que, las cosas como son, también nos iba haciendo falta.

«Las últimas declaraciones del Papa en las que defendió el papel de la mujer en la Iglesia y criticó esa obsesión en perseguir el aborto y el matrimonio igualitario, son marketing. Marketing empresarial para ganar clientes.»

No se trata de un cambio trascendente en la orientación de la Iglesia católica. Simplemente es una elegante ambigüedad con la que abrir cuotas de mercado. Hace años que cualquier mente con un mínimo de inquietud empresarial habría comprendido que el discurso condenatorio, discriminador, provocador, había captado a un buen número de clientes que ya consumían en el negocio, ya sea directamente o a través de alguna franquicia tipo Opus Dei. No iban a ganar más clientes con palabras como las del señor Rouco, o las del obispo de Alcalá de Henares, o aquellas del arzobispo de Bruselas que definió el SIDA como “un acto de justicia”. Los clientes que había que ganar con ese discurso, ya los han ganado. Ahora toca buscar nuevos mercados. Y eso está haciendo el Papa Francisco. Pero no olviden nunca que el negocio sigue siendo el mismo.

‘Capitalismo de clientes’ lo llaman los expertos. La idea es sencilla: la razón de ser de una empresa es tener más clientes y conservarlos. Para eso hay que innovar en la propuesta, aumentar el valor de la marca, adaptarse a los cambios en el mercado,… O sea, acercarse a la realidad, a la gente, gestionar el poder con un cierto sentimiento, y no perderse en cifras macroeconómicas que son las que, con su frialdad, supuestamente han herido al capitalismo financiero. Una teoría empresarial que se adapta perfectamente a la religión si tenemos en cuenta que trabaja más desde las convicciones que desde las ideas.

Solo hay una frase en estas últimas declaraciones del Papa Francisco que no deja mucho espacio al matiz: “Jamás he sido de derechas”, declaró. Y confieso que me sentí recompensado cuando imaginé a todas las señoronas de todos los barrios de Salamanca que hay en España caerse redondas al suelo, víctimas de un desmayo, tras escuchar esas palabras.

Fotografía tomada durante la última visita del Papa Francisco a Brasil.

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Comentarios

  • miguel

    Por miguel, el 25 septiembre 2013

    Paco Tomás, punto uno, para situar, el que te escribe es más ateo que dios. Pero eso no quita que leyendo tu columna me ratifico en lo que llevo pensando bastante tiempo, no tanto tiempo como el que me planteé la cuestión de la discrepancia teológica pero el suficiente tiempo como para tener la opinión bien convencida; y es que los que escribís y hablais en los medios de comunicación no sois menos vocazas, metemierdas y vendidos que el Papa, la Mama y todos y todas las que en nombre de cualquier iglesia se pongan a predicar con tal o cual intención, ¿o me vas a negar que tu columna y opinión es tan aséptica como la bata de un cirujano en el quirófano?
    A partir de aquí, haciendo acopio de tu base filosófica oriental en la que hablas de la belleza del silencio hago mi aportación de mi base filosofíca de barrio; y en tal caso mi máxima es que no permitas que el mensajero te joda el mensaje.Así, al margen de que si quien lo dice es un all star, un pornostar, un vendido, un hipocrita o cualquier calificativo que se le ocurra a uno, si lo que dice va encaminado a respetar la dignidad humana, a facilitar la convivencia y construir un mundo mejor, pues simplemente lo cojo, lo leo, lo escucho e intento aplicar aquello que en mi coherencia de conciencia me sirva; y no me preocupo si el que lo dice es un sicario de conciencias o el mismísimo satanas, sinceramente, que cada cual gestione lo mejor que pueda sus contradicciones. Lo que veo en tu columna más que tu opinión, es tu necesidad de opinar, porque si el tal Francisco dice que las personas homosexuales son unos desviados enfermos,seguramente será un monstruo retrógrado, si por el contrario el mismo personaje dice que él no es quien para juzgar a nadie en su conciencia, entonces resulta que es el típico marketing propio del capitalismo que busca encarecidamente clientes; y me juego una pierna y se que no la pierdo que, si no dice ni lo uno ni lo otro y no emite opinión, o bien tu u otra persona con similar necesidad de opinar diría que ahí está encerrado en su palacio de cristal, aislado de la realidad en lugar de ayudar a las personas que lo pasan mal por ser discriminadas…Al final pasa como el cuento del padre el hijo y el burro.
    Por terminar,creo que te iria bien aplicandote tus máximas y en caso contrario espero que tengas la suficiente madurez para ser capaz de gestionar lo mejor posible tus contradicciones.

  • j

    Por j, el 25 septiembre 2013

    Otro ateo aqui.

    Que el Papa se haya cargado a toda la cupula del banco de Vaticano por corruptos, tambien es marketing?

    Que rechace privilegios que le corresponden por su cargo (desde el alojamiento hasta el calzado!), tambien es marketing?
    Porque ojala los politicos espanholes, que pierden clientes mucho mas rapido que la iglesia, siguieran las mismas tecnicas de ventas.

    saludos.

    • Chimo

      Por Chimo, el 25 septiembre 2013

      Sí desde luego todo es marketing. Esta campechanía resulta sospechosa y no gusta ni a tirios ni a troyanos.

    • Xosé

      Por Xosé, el 26 septiembre 2013

      Hola:
      Es muy fácil remunciar a todo eso y a más, cuando sabes que nada de eso te va a faltar!
      Lo de la limpeza en el Vaticano no es nada si lo comparamos con los cambios que la sociedad y el mundo espera de una institución como la Iglesia. Dejando al margén la cuestión espiritual en la que no me meto, a nivel terrenal tienen mucho campo que trabajar. No vale con pronunciarse, hay que actuar. Si al final va se que Dios no existe y es cosa de hombre el sin-dios en el que vivimos.
      Nada más, paz y amor, hermano.

  • Columnista

    Por Columnista, el 25 septiembre 2013

    Me suscribo al 100% con lo que comenta Miguel en el post anterior.

    Diga lo que diga el Papa, hay quién nunca estará contento. Pero bueno, es cosa de la incoherencia humana.

  • rafa

    Por rafa, el 25 septiembre 2013

    miguel, no puedo estar más de acuerdo contigo.
    También atea, no puedo evitar pensar que es una maravilla que alguien cuyas palabras son tan importantes para un gran número de gente en este planeta, vaya rompiendo esquemas día tras día.
    Este artículo me parece un poco «criticar por criticar»

  • srpacotomas

    Por srpacotomas, el 25 septiembre 2013

    Gracias a todos por dar vuestra opinión aquí. Algunos con un poquito más de respeto que otros pero os la agradezco de todos modos. Me gusta leer a los lectores.

    Si bien estoy de acuerdo con parte de lo que apuntáis en vuestros comentarios, esa idea de que se haga lo que se haga siempre habrá una opinión en contra, creo que malinterpretáis la mía en esta entrada.

    Como apunto en esta columna y en la otra que se enlaza, por supuesto que valoro las palabras del Papa. Estamos tan acostumbrados a que nos agredan que la amable opinión del Papa ya es, en sí misma, un respiro. Pero claro, si pensamos que estamos acostumbrados a testimonios tan inquisitivos por parte de la Iglesia, no es raro creer que cualquier pasito, por pequeño que sea, nos resultará gigantesco. Y a eso me refiero, especialmente enfocado al colectivo LGTB. Desde ese colectivo se viven las últimas declaraciones del Papa con una euforia tal que me parece que confunden la realidad. El Vaticano no está a favor de la homosexualidad (ni del aborto, ni de los anticonceptivos) simplemente no está haciendo sangre con ello, no agrede. Y esa es una manera de atraer a la fe católica a todos aquellos que, ante un discurso tan extremista, se estaban alejando.

    En cualquier caso, siempre preferiré este tipo de declaraciones a las del señor Reig Pla, por poner un ejemplo. Aunque, jugando al poli malo y al poli bueno, al final engordamos la misma arca.

    Gracias

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