François Ozon: “Descubrir la sexualidad es descubrir la vida”
El cineasta François Ozon leyó, cuando tenía 17 años, la novela ‘Dance on My Grave’, del británico Aidan Chambers. Aquella lectura coincidió con su descubrimiento del sexo que, desgraciadamente, llegó al mismo tiempo que el encuentro con la realidad del sida. Hoy dice que recuerda perfectamente lo que sintió con el libro, “me conmovió profundamente”. Tal vez, la turbación ha permanecido en él desde entonces y por ello ahora ha querido adaptar esa historia a la gran pantalla. ‘Verano del 85’ se estrena mañana en cines.
Verano del 85 es el resultado del reencuentro del cineasta con sus emociones de juventud y del deseo de compartir la sensación de la primera libertad. Protagonizada por Félix Lefebvre y Benjamin Voisin, la película compitió por la Concha de Oro en la reciente edición del Festival de San Sebastián.
Con una atmósfera visual próxima al cine de Hitchcock en el arranque, un suspense que se va alargando con la historia, mucha ternura y un aire de pura libertad, la película cuenta la historia de Alexis, un chico a punto de cumplir 16 años que casi se ahoga al volcar su barco en la costa de Normandía. Le salva David, un joven de 18 años que se convierte en el amigo de sus sueños. “Pero ¿durará ese sueño más de un verano? El verano del 85”.
¿Por qué una adaptación de un libro de juventud ahora?
Después de hacer Gracias a Dios necesitaba algo más ligero, pero no pensé en esto, fue una casualidad. Me reencontré un día con el libro, lo releí y me volvió a hacer sentir algo como hace años. No intelectualicé nada, fue instintivo, pensé que era el momento de llevarlo al cine. Las películas llegan cuando deben llegar. Es como si hubiera hecho una película para el adolescente que fui.
¿Sentía nostalgia de la libertad que se vive en la juventud?
Más que libertad diría descubrimiento de la primera vez, y ése es el que da pie a la libertad. Eso es lo maravilloso, porque nunca volveremos a descubrir lo que ya hemos descubierto. Es una gran sensación de libertad.
Además, en la juventud la percepción de la muerte es distinta, ¿menos intrusiva?
La percepción de la muerte cambia, sí. Yo descubrí esta novela al mismo tiempo que el sida y que la sexualidad. La novela fue un enorme éxito en Francia, porque para los jóvenes descubrir la sexualidad es descubrir la vida. En aquel momento fue para mí un impulso vital, pero también una espada de Damocles. La muerte ligada a la sexualidad y viceversa.
¿Estrenar una película de pulsión de vida en medio de la pandemia es una declaración de intenciones?
Para el distribuidor y para mí ha sido asumir un riesgo. En Francia estrenamos el 14 de julio, al final del confinamiento, cuando empezaban a abrir los cines, pero a nosotros nos parecía que era un buen momento para estrenarla. Y acertamos, vimos que la película hacía a la gente sentirse bien. Ahora llama a la nostalgia de un modo más amplificado.
Doble nostalgia, ¿por la juventud y por el redescubrimiento del cine?
Sí, pero sobre todo es una película para el adolescente que fui. Todo está inspirado en los años ochenta y por eso he rodado en 16 mm., una cosa que ya no hace nadie. Podría decir que es una película de época, que no tiene nada que ver con hoy. El mundo ha cambiado mucho en estos 40 años. Seguro que hay adolescentes hoy que querrían ser como éramos nosotros entonces.
Esta es una historia de descubrimiento de la sexualidad donde no se habla de homofobia, pero sí se tienen en cuenta las diferencias de clase…
Desde el principio me pareció importante colocar a cada personaje en su espacio social, porque eso es importante para muchos. Además, me permitía mostrar, por ejemplo, cómo esa madre habla con su hijo de una forma distinta a los padres del otro chico. Esa mujer participa incluso en la seducción de su hijo. Tienen casas muy diferentes, uno tiene un barco y una moto, y el otro, nada. Ello permite a uno escapar de su propia historia, emanciparse de lo que le rodea, y ese encuentro le hace florecer.
Ha dicho que con la película ha recordado lo que sintió cuando leyó el libro en 1985, ¿qué sintió?
Me conmovió profundamente, sobre todo porque trataba la homosexualidad de una manera natural, sin problemas. La historia era lo único importante. Y eso en los años ochenta no era en absoluto natural, pero el autor había escrito la novela para los adolescentes que sentían esa libertad.
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