Ginferno, la música que se baila en el averno

© Jesús Moreno

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Empezaron siendo una banda ruidista, pero con el tiempo el ruido fue mutando y adquiriendo formas para las que ni ellos mismos encuentran una etiqueta, al menos no una sola. Con 15 años de historia, los madrileños Ginferno publicaron hace unos meses su tercer disco, Erta Ale, al que sumaron a un espectacular cuarteto de saxofones, Los Saxos del Averno. Sus referencias son múltiples y el resultado en directo, arrollador, enérgico y muy divertido. Conversamos con Daniel Fletcher, guitarrista y el único en activo de los tres fundadores de la banda.

Ginferno, grupo de “música underground”. ¿Qué es el underground? ¿El Ginferno de la música?

Creo que todavía nadie ha conseguido encontrar una definición adecuada de qué es el underground, porque cuando se intenta definir siempre está la discusión de si es una estética o un escalón hacia algo más grande. Es decir, si es una decisión estética o si simplemente una cuestión de que te tienes que adaptar a las circunstancias y a los medios de los que dispones. En nuestro caso empezó siendo una decisión estética, nos movíamos en un entorno y en una escena en la que todos teníamos pocos medios. No te voy a negar que nos gustaba estar ahí. Con el paso del tiempo hemos ido suavizando un poco nuestras maneras y nos ha empezado a interesar llegar a más gente, a ampliar un poco más el espectro de público que venía a nuestros conciertos. Al final te encuentras que la realidad no siempre va con tus deseos y tienes que seguir moviéndote con los recursos y las capacidades que tienes.

Lo underground se puede entender como una propuesta alternativa a las convencionales y mayoritarias. ¿Uno es underground por convicción o porque el mundo lo ha querido así?

Ahí está siempre la discusión. Nosotros creemos en una forma determinada de hacer las cosas, en tener control absoluto sobre la parcela creativa y movernos dentro de unos parámetros musicales de absoluta libertad, sin atender a modas o a estéticas muy definidas. Pero si te fijas, la industria española de la música es tan pequeña que el listón de lo underground lo puedes poner bastante alto. Al fin y al cabo, bandas de rock o de electrónica o de lo que quieras que en España funcionen bien -y me refiero a que puedan hacer una gira por España de 20 o 25 fechas y metan bastante gente en los conciertos-, no hay muchas. Casi todos los que dedicamos nuestro tiempo a la música en este país estamos, en cierta forma, en el underground, lo queramos o no.

Ginferno nació hace 15 años. De entonces a hoy son tres los discos publicados. Una trayectoria en la que, ya has mencionado, ha habido una mutación estética, también cambios en la formación. ¿Qué era Ginferno en origen?

Éramos tres amigos, veníamos de diferentes bandas y experiencias. Nos juntamos porque queríamos ver hasta dónde podíamos llegar, sin pensar realmente qué queríamos hacer. Sólo queríamos experimentar, probar cosas. En nuestros inicios éramos muy ruidistas, íbamos a los conciertos con un montón de cacharros para hacer ruido. Probábamos con sonidos, con texturas, y con el tiempo fue evolucionando. Hacer eso es muy divertido, pero estar siempre haciendo cosas que no tienen demasiada forma, al menos a nosotros, nos acabó aburriendo. Empezamos a hacer música con estructuras un poco más reconocibles, incluso con melodías, ritmos más continuados… El primer disco, que lo publicamos en 2004, es un ejemplo muy claro de cuál fue esa evolución desde el ruidismo hacia algo un poco más estructurado, aunque realmente las canciones eran como pequeños collages de cosas que improvisábamos en el local y nos gustaban, que pegábamos unas con otras. Hay una estructura pero cada canción tiene como cuatro o cinco pequeñas canciones dentro.

A lo largo de los años hemos ido colaborando con muchos, ha entrado y salido de la banda un montón de gente, algunos estuvieron de manera muy efímera. Toda esa gente que ha pasado nos ha dejado algo y ha contribuido a mover el sonido y el trabajo de Ginferno en una dirección u otra. La formación más estable que hemos tenido es la de los últimos cuatro años. Por el camino cayeron los otros dos miembros fundadores, uno era guitarra y el otro un percusionista muy especial que tenía una tremenda creatividad con los ritmos –su kit de percusión prácticamente estaba construido por él y lo tocaba sentado en el suelo-. Hace cuatro años entró Javier Díez-Ena con el contrabajo y aportó un poco más de solidez en el aspecto rítmico; hace ocho, Kim Warsen, el cantante; Daniel Niño, que es saxofonista barítono, se incorporó con el disco anterior, Mondo Totale, hace unos tres años; y el actual baterista, César Martínez, entró hace uno.

Has dicho antes, recordando esos primeros tiempos de Ginferno, que os divertíais mucho y que después pasó a ser aburrido. Lo que es divertido de tocar, ¿puede ser aburrido de escuchar? (y viceversa).

Desde luego que sí. En esa primera época en la que nos dedicamos a hacer ruido, nosotros nos lo pasábamos muy bien pero el público no solía aguantar mucho tiempo.

En Japón hay una gran afición al ruidismo y al flamenco, y me consta que teníais un aficionado japonés en el que confluían esas dos aficiones, ¿no?

Efectivamente. Dentro de estas colaboraciones que te comentaba que hemos tenido a lo largo de los años -que hemos pretendido que fueran multidisciplinares, con gente que se dedicara al arte o a la expresión de otra manera-, una de estas personas era un pintor japonés que había venido a España a estudiar no sé qué técnica de pintura y que venía a todos nuestros conciertos. Un día tratamos de comunicarnos con él, pero no hablaba más que japonés. Acabó bailando en los conciertos de Ginferno durante un año y medio, más o menos. Fuimos a Portugal de gira con él, estuvimos en el Primavera Sound… Cuando llegó a España entró en contacto con el flamenco y con Ginferno, y su objetivo era crear una especie de danza con música nuestra de fondo en la que mezclara parte de flamenco y parte de teatro kabuki. Iba con unos cuernos de toro, máscaras de kabuki, medio desnudo. Verlo era bastante impresionante.

¿Y no se quedaba el público a los conciertos, a pesar de su atractivo?

Sí, en aquella época nuestra música tenía ya más estructura y más melodía, éramos todavía una banda instrumental, y teníamos bastante público, la verdad. Cuando salía este hombre dejaba a todo el mundo extasiado.

¿Y no os ha llevado a Japón de gira?

No, porque perdimos el contacto. Se fue a Jerez a profundizar en el tema del flamenco y no supimos de él hasta muchos años después cuando nos contactó por Facebook.

Creo que hay por ahí algún documento escalofriante del japonés y la música de Ginferno.

Sí, creo que se puede buscar, aunque no sabría cómo. Está colgado de una página japonesa. Nos mandó un enlace a un vídeo en el que salía él con música de Ginferno en un campo, en Japón, con banderas tipo película de [Akira] Kurosawa corriendo de un lado a otro y haciendo figuras con ellas.

Música ahora con un fuerte peso de lo instrumental pero con el contrapunto de la voz de Kim Warsen. Sin voz, ¿es todo más difícil?

La verdad es que cuando empezamos a estructurar un poco más nuestra música y a usar elementos más reconocibles coincidió con un momento en el que, tanto los medios de comunicación especializados como los generalistas, empezaron a prestar mucha atención a lo que estaba ocurriendo en Madrid. Era un momento en el que había un montón de bandas muy interesantes, cada una de su padre y de su madre, de estilos diferentes. Curiosamente, para la música tan, no sé si decir, complicada o extraña que hacíamos, recibimos mucha atención en aquella época.

En ese sentido, ¿ha habido una regresión? Y no me refiero sólo a los medios y lo que cubren sino incluso a la curiosidad del público. ¿Has detectado eso?

Si te hablara en base a la experiencia de Ginferno, te diría que desde luego hay mucha menos curiosidad. Yo voy mucho a conciertos e intento estar informado a través de múltiples medios, en papel y electrónicos, y sí me da la sensación de que, al menos en España, hay una tendencia, y puede ser un tema cíclico, de ir hacia cosas más convencionales. A lo mejor el riesgo no se valora tanto en estos momentos. Pero a la vez que te digo esto, el disco del año en Rockdelux ha sido el de Za!, que es un disco fantástico y muy difícil. No sé, me llama la atención que hay conciertos que veo abarrotados y suelen coincidir con propuestas más convencionales… No digo que malas, simplemente más convencionales… Y, sin embargo, los conciertos con propuestas más arriesgadas a los que suelo ir no tienen tanto público como hace unos años.

Antonio Romeo publicaba en el Diario del Alto Aragón una crítica de vuestra reciente actuación en Huesca titulada, entre exclamaciones, “¡52.284 abducidos en Huesca!”, en referencia al número de ciudadanos censados que no acudieron a la actuación de Ginferno en una ciudad con 52.296 personas censadas en 2012; echen cuentas. Una crítica encendida a la sociedad en la que asegura que ésta “pasa olímpicamente de la cultura”. Somos de gatillo fácil contra las políticas culturales del Gobierno, pero ¿en qué grado es responsabilidad nuestra la dejación de la cultura en este país?

Este es un tema del que hablo muy a menudo con amigos míos y gente de mi entorno, la verdad. Muchos de mis amigos coinciden conmigo en que parece que ha habido un descenso del interés por determinados aspectos de la cultura, lo que es bastante preocupante. No te sabría decir cuáles son las razones, porque, efectivamente, es fácil echar la culpa a la política cultural de los ayuntamientos o de las comunidades autónomas, es posible que tengan alguna responsabilidad. Pero también intento no echar sólo la culpa a eso porque algo tendrán que ver los gestores culturales y la propuesta creativa que hay, los medios de comunicación, los canales en que se comunica… A lo mejor es que tenemos un producto que ahora no interesa tanto o que, con todos los cambios que ha habido respecto a la difusión de la cultura en los últimos años, a lo mejor no estamos sabiendo llegar de la forma más adecuada.

Pero, ¿es culpa de los que hacen la música porque no se adecuan al interés del público o tiene más que ver con la falta de interés del público hacia lo desconocido? Porque tengo la sensación de que hay un funcionamiento muy gregario con las propuestas culturales y musicales en particular. Si me suena, voy; si no, ni me lo planteo.

Es curioso eso que dices porque el advenimiento de Internet iba a eliminar supuestamente determinadas barreras entre las bandas y el público. Mentira. Entre los gestores y promotores culturales y el público. Mentira también. También iba a eliminar la barrera del acceso a la cultura, parecía que todo el mundo iba a poder acceder a infinitas referencias culturales, y eso iba a hacer a todo el mundo más inteligente, más guapo y más culto. Y la realidad es que hay tantísima información poco filtrada y tantísimos canales a través de los cuales acceder que mucho público opta por meterse en un nicho y no salirse de él.

También nos dijeron en su momento, cuando empezó el tema de la piratería de discos, que la música era para el directo y que el dinero se iba a hacer en los conciertos. Ahora parece que tampoco es así.

Es verdad, otra de las grandes mentiras. Como decían en una entrevista mis amigos de Los Punsetes, un grupo de aquí de Madrid, lo próximo que dirán cuando abran la puerta de atrás de las salas, para que entre todo el mundo gratis, es que tenemos las camisetas de merchandising.

© Jesús Moreno

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En todo caso, vosotros no habéis sido muy prácticos. Ahora que cada vez se llevan más los grupos con un número más pequeño de músicos para poder girar y conseguir conciertos, vais y para el último disco ampliáis con Los Saxos del Averno. Poca inteligencia, Daniel.

De lo que nos hemos dado cuenta es de que en aspectos prácticos es un auténtico suicidio pero, desde el punto de vista creativo, es una de las experiencias más bonitas que hemos vivido en nuestras vidas. Todo el proceso creativo de Erta Ale, el disco que hemos grabado con Los Saxos del Averno, ha sido fantástico, hemos aprendido muchísimo todos. Ha sido muy bonito y enriquecedor. En lo práctico, te diriges a promotores y a festivales, te preguntan “¿cuántos sois?”, respondes que ocho, “¡podríamos ser nueve!”. Algunos te cuelgan, otros tienen la amabilidad de explicarte: “Sois un grupo español y pequeño, ¿adónde vais? No se pueden cubrir los costes de mover y alojar a ocho personas para un grupo como vosotros”. Pero claro, esto también tiene un poco que ver con las expectativas que había hace unos años, con cómo estaba evolucionando la música en el mundo en general y también en este país. Conforme crecieran los festivales -aunque es posible que sacaran público de las salas de conciertos-, iban a permitir dar mayor cobertura a las bandas pequeñas. Al final lo que te encuentras es que, una vez que se han profesionalizado más y han ido creciendo, empiezan a pensar también en cuánto publico meten si te contratan. Y nosotros ahí no podemos competir. Ginferno es una banda, como comentábamos antes, del underground. Y quien nos contrate pensando cuántos abonos puede vender de su festival se está equivocando, eso está claro.

Y sin embargo, y me consta por experiencia, quien va a un concierto de Ginferno sale exclamando: “Pero, ¡esto lo podría escuchar cualquiera! ¡¡Es divertidísimo!!”.

Efectivamente, es lo que te iba a decir. Toquemos donde toquemos, la verdad es que acaba todo el público pasándoselo muy bien, bailando y disfrutando. Hemos tenido experiencias como, por ejemplo, en el Festival Faraday, donde creo que no nos conocía nadie y al final teníamos a 800 personas dando botes delante del escenario.

Eso me preocupa más a mí que noticias como las que surgen diciendo que Prince no ha venido a España por el tema del IVA. ¡Lo que me preocupa es que la gente no vaya a los conciertos, se llame Prince o se llame Ginferno!

Claro, efectivamente. No voy a negar que el tema del IVA puede ser un factor más, y es algo que a los festivales le está haciendo seguramente mucho daño porque, ante la perspectiva de subir el precio un 11% o un 13%, no sé cuánto ha sido exactamente, muchos han preferido comérselo y no subir el precio de las entradas. Efectivamente, algo de daño ha hecho el tema del IVA y no hay que negarlo, pero no creo que sea la única causa, desde luego. Probablemente es un factor más que ha llevado a la gente fuera de las salas o de los conciertos.

Jazz etíope, rock, psicodelia… Etiquetas. Incluso en vuestra web lanzáis preguntas: “¿afro-rockabilly?, ¿calypso-punk?, ¿swing asiático?, ¿garage aborigen?”. Cuando se usan tantas etiquetas es porque: A) No se tiene claro lo que se es. B) Se tiene clarísimo, pero vete tú y explícaselo al personal. C) Respuesta a rellenar.

C. De hecho nosotros vamos usando etiquetas al tuntún y las vamos dejando por ahí. Nos hace mucha gracia el tema de las etiquetas. Es bastante complicado definir lo que hacemos, por lo menos a nosotros nos cuesta bastante, y probablemente alguien desde fuera tenga más facilidad pero, como todavía no hemos encontrado una definitiva, seguimos lanzando etiquetas que nos hacen gracia.

¿Con cuál te sentirías tú más cómodo de primeras?

Con todas ellas, la verdad. (Risas)

Bien, ¿tienes algún antecedente gallego en tu familia?

No, de un poco más al norte. La verdad es que nosotros escuchamos muchísima música, un montón. Todos los miembros de Ginferno, hasta la mascota. Escuchamos además todo tipo de música de todas las épocas y siglos, de todos los estilos… Engullimos música, por decirlo de alguna forma. Cuando nos ponemos a tocar y a crear en el local de ensayo, tenemos tendencia, porque además nos gusta, a ir hacia cosas que suenen un poco diferentes, pero intentamos evitar caer en los ejercicios de estilo, que es algo que estamos de acuerdo que no nos atrae mucho. Tenemos canciones que parecen de rockabilly pero de repente te encuentras una escala árabe por medio; o cogemos ritmos africanos y los juntamos con armonías latinoamericanas. La verdad es que estamos en un momento tan divertido para escuchar música -porque se ha reeditado tantísima música de otros países fuera del mercado anglosajón-, que al final es natural que se refleje toda esa música que escuchamos, pero siempre intentamos que no suene a que estamos copiando algo.

El viernes tenéis concierto en Madrid. ¿Qué hay en el futuro próximo de Ginferno?

Hemos estado ahora de gira en varias ciudades y este próximo viernes 21 de marzo, muy a nuestro estilo, despedimos la gira en Madrid. Luego tocamos en Barcelona al día siguiente. El viernes tocamos en la sala El Sol con Imperial Surfers, que es un grupo de frat-rock y surf de Madrid muy divertido, y con Javier Colis, que es un mito del underground de Madrid. Y el sábado 22 tocamos en la sala Music Hall de Barcelona con una banda de allí que se llama Akron, que acaba de publicar un disco con el sello Munster que se lo recomiendo a todo el mundo. Es una maravilla. Hacen una especie de…

¡Las etiquetas!

Vale, vale… ¡Me voy a arriesgar! En este caso es relativamente sencillo ponerle etiquetas, porque Akron hace una música muy inspirada en la exótica de los años 50, Martin Denny, Les Baxter… Es fantástico, el disco es una maravilla. Os lo recomiendo.

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