Greenpeace crea un cómic de ‘Ecotopías’ con grandes ilustradores
Ampliar el foco a espacios que no se habitaban hasta ahora desde el mundo de la lucha ambiental, generar esperanza e incentivar a la acción, reflexionar sobre las muchas alternativas que hay para generar cambios. Estas son algunas de las premisas propuestas por Greenpeace España a conocidos artistas de la ilustración que han culminado en las historias gráficas del cómic ‘Ecotopías: imaginar el futuro para cambiar el presente’ (Ed. Astiberri), resultado de un proceso creativo que forma parte de una nueva apuesta para la organización ambiental.
En Ecotopías nos encontramos a una extraña gente que vive en sótanos y son conocidos como “los Prepas”, aquellos supuestamente preparados para un cataclismo global que, metidos en sótanos, no se enteran de cómo ha cambiado el mundo, a mejor; también se habita un lugar sin Google Maps y, en general, sin internet; se comparten los objetos con la comunidad; y se cultivan huertos entre los edificios de oficinas. Es un mundo habitado por gentes a las que ni el trabajo ni el consumo les roba el tiempo, un lugar en el que lo colaborativo triunfa sobre lo individual. Y hay alegría.
Este peculiar cómic lo componen siete historias muy distintas y, a la vez, unidas por el hilo que surgió en los encuentros organizados por la ONG ambiental –con sus especialistas, pero también con personas de otros movimientos sociales– a los que acudieron los y las artistas implicados: Darío Adanti, Flavita Banana, Miguel Brieva, Harkaitz Cano e Iñaki Landa, Miguel Ángel Giner Bou y Cristina Durán, Núria Tamarit y Josune Urrutia. Juntos se lanzaron a la aventura de soñar un mundo más justo y sostenible y así colaborar en “virar el rumbo” hacia lugares que, no por imaginados, dejan de ser posibles realidades.
Ya en 2021, en La Casa Encendida, Greenpeace convocó a Miguel Brieva, autor en esta obra del título La espiral de Andévora, para un taller que acabaría siendo el germen del proyecto. Eva Saldaña, directora de Greenpeace, explica que desde entonces buscan nuevas vías para lanzar el mensaje de que otros futuros son posibles. “Estamos en un momento en el que no solo son necesarios los datos científicos, que también, porque vemos que se extiende la eco-ansiedad entre los jóvenes, que se generan situaciones muy complejas en las que parece difícil imaginar que hay opciones, que no todo son catástrofes inevitables, distopías y conflictos. También en este mismo mundo hay iniciativas que de momento están en los márgenes, como ocurre en los inicios de toda revolución, pero son el comienzo de una transición y tenemos que hacer que la masa crítica aumente”.
A la presentación de Ecotopías, en la librería Traficantes de Sueños, en Madrid, acudieron siete de los nueve autores que han participado, y todos dejaron claro que el reto que les plantearon los ecologistas no les fue nada fácil.
“En nuestro caso, elegimos como escenario un lugar que existe, la Plaza Circular de Bilbao, que está llena de bancos y comercios, y la transformamos para que tuviera un suelo fértil. Desde luego, este ha sido uno de los encargos más complicados que hemos tenido, porque se trataba de generar una historia sin conflicto, de ralentizar el ritmo, de estimular el debate poniendo cebos sueltos de muchos temas y, encima, hacerlo en solo 10 páginas”, reconocía el ilustrador Harkaitz Cano que, junto a Iñaqui Cano, es autor de Hiru Ahizpak.
En la misma línea, Darío Adanti, uno de los fundadores de la revista Mongolia, añadía que en su Canción del mañana fue todo una odisea ir a contracorriente: “Pero me consta que hay más gente creativa que quiere participar de iniciativas de este tipo, también con otros géneros, así que intuyo que si modificamos cómo hacemos hoy los relatos, si salimos del esquema de la cultura de Occidente, podemos colaborar en expandir que existen otros modelos de funcionar, podemos dejar de idolatrar lo nuevo y recuperar cosas del pasado, lo que no es ir para atrás. En mi caso, más que hablar de decrecimiento, diría que es crecentismo, porque vamos a mejorar la forma de vida, aunque disminuya el PIB”.
Por su parte, Nuria Tamarit, autora de la portada (un árbol rosa cuyas raíces atrapan coches convertidos en chatarra) y de la historia Nuestro futuro anterior, recordaba que para ella “un artista siembra semillas, pero no recoge la cosecha”. Así que no ofrece soluciones en su relato ilustrado, o eso cree, porque ese contraste entre los valores en una vida más unida a la naturaleza y otra a los dispositivos queda en evidencia en sus viñetas.
Lo que sí hay en ese mundo ecotópico al que todos nos llevan, es una clara coincidencia a la hora de primar la visión colaborativa de la vida en sociedad, en su feminismo, en la protección de la biodiversidad, en su adiós a hábitos consumistas, en tener muy presentes los límites planetarios… “También es muy interesante comprobar que para ello utilizan diferentes herramientas, sea el humor o la espiritualidad, y que no obvian nuestra relación con la tecnología o la importancia de una salud pública y universal, y que siempre conectan con la alegría que supone ponerse en acción”, apunta Saldaña, quien reconoce que hay tantos matices en las historias que “es recomendable releerlas varias veces para captar todo su contenido”.
En el proceso de creación, Cristina Durán, premio nacional de Cómic 2019 y autora de La torre de Babel junto a Miguel Ángel Giner Bou, reconoce que tuvo algún parón, porque no fue fácil cumplir esa meta de no caer en el colapsismo y construir algo en positivo. “Incluso siendo una persona optimista, hubo tiempos de sequía”, reconocía. “Para mí”, aseguraba por su parte Miguel Brieva, “el encuentro con Greenpeace fue tal subidón que el entusiasmo me bloqueó, pero ha sido muy importante que fuera un proceso cooperativo, sin la presión de hacer historias con un principio y un final”.
Saldaña está convencida de que esta nueva línea de trabajo en Greenpeace, colaborativa con el mundo de la cultura, se tiene que profundizar, “generando alianzas y nuevos espacios que nos permita llegar a otros públicos, con más paletas de colores, sin dejar nuestro activismo con acciones de protesta, pero ensanchando nuestro márgenes para poder crecer”. De hecho, apunta que ya están tratando de implicar al mundo del cine para que, desde la ficción, no sólo desde los documentales, “se vaya más allá de las catástrofes del fin del mundo que nos vende Hollywood y podamos trasladar que hay formas de vida factibles que serán fundamentales para ese futuro que queremos”. De momento, ya hay un plan para transformar estas historietas en murales.
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