Hablamos con Cyril Dion, un referente europeo de activismo ambiental

El documentalista Cyril Dion, autor de la serie documental ‘Un nuevo mundo’.

Si hay una serie de largometrajes documentales que ha tenido impacto en Francia es la que Cyril Dion estrenó en este país en diciembre de 2022: ‘Un nuevo mundo’, miniserie que ha podido verse en el reciente Another Way Film Festival de Madrid y que en su país ya han visto 1,2 millones de personas. Dion, que ya en 2016 ganó un premio César al mejor documental por ‘Demain’ (‘Mañana’), además de director de cine y poeta, es hoy un referente del activismo ambiental en su país desde el mundo de la cultura. 

En Un mundo nuevo nos lleva de La Habana a Ciudad del Cabo, de Shangai a México, pasando por Benin, entre otros muchos lugares del mundo, para contarnos el diagnóstico científico de dónde estamos a nivel ambiental, los riesgos, las acciones y movilizaciones que se han generado en torno al cambio climático. Pero también cómo adaptarse, “prepararse”, para un fenómeno que ya está aquí, destrozando ciudades como Acapulco (México) con huracanes de fuerza 5 o inundando el sudeste de Somalia (en los mismos días que el huracán Otis, pero con mucha menos presencia mediática). Y, por último, explicando cómo regenerar lo destruido y “tener nuevos relatos” para reinventar un futuro mejor, como señala en su documental el ex presidente uruguayo Pepe Múgica.

Como le ocurre a tantos otros documentalistas ambientales, Cyril Dion cuenta que no fue fácil lograr financiación para su primer proyecto, Demain, que no era precisamente de bajo presupuesto. Al final, recurrió a la financiación social, mediante un crowdfunding, que logró superar con creces las expectativas: en dos días había recaudado los 200.000 euros que pedía y en dos meses y medio superó los 450.000. “Fue un proceso de aprendizaje importante, porque se creó una comunidad en torno a la película que se convirtió en embajadora de una producción sobre un tema no muy popular y que quería que llegara a todos, que fuera sencillo”, explicaba en un encuentro con documentalistas. Para Un nuevo mundo también ha recurrido al mismo sistema, logrando el 270% de lo que pedía: en total, 135.000 euros.

“Mi interés en la ecología fue progresivo desde 2002, leyendo libros y acudiendo a conferencias, y en 2006 me propusieron crear un movimiento inspirado en las ideas del filósofo Pierre Rabhi. Me di cuenta de lo poco que se hablaba de este tema y me planteé cómo comprometer a las personas para que pasen a la acción”, explica en una entrevista durante su estancia en Madrid, como parte del festival de documentales.

Una buena prueba de ese interés en que la ciudadanía se mueva es esa fórmula novedosa que puso en marcha para las presentaciones de sus documentales, que van más allá de un cine-fórum al uso y que él llama cine-acción. “Tras organizar muchos debates al término de las proyecciones, me di cuenta de que siempre era igual, que había personas que compartían sus experiencias, las que se quejaban del gobierno y otras que se mostraban desamparadas y no sabían qué hacer. Al final, se iban sin saber qué hacer. Por ello planteé un nuevo formato, con animadores, en el que primero se incita a descargar las emociones que generan las películas, sea esperanza, tristeza o rabia; luego, se les pide que imaginen con los ojos cerrados cómo podrían transformar su territorio, se trate de un barrio, una empresa, su casa, etcétera… A continuación, en parejas, comparten ese sueño y lo ponen en común con grupos pequeños, que tienen la misma o similar propuesta para que reflexionen sobre cómo se podría conseguir la meta en una primera etapa. Al final, tenemos al público dividido en pequeños grupos  que pueden entrar en acción juntos. A raíz de este cine-acción, la gente empezó a hacer cosas, a organizarse y sentirse más comprometidos, incluso también los políticos”, nos cuenta. Como ejemplo, relata que a raíz de ver sus documentales, la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, puso en marcha sus proyectos para impulsar el uso de bicicletas en la ciudad, como alternativa al vehículo privado.

Ahora bien, ¿es ese el camino para dar la vuelta a nuestro depredador estilo de vida occidental, para frenar fenómenos que en pocas décadas se han desencadenado?, ¿es  suficiente con movilizar a la gente? “No”, responde, “para cambiar la sociedad deben suceder varias cosas al mismo tiempo; debe haber nuevos relatos que pueden venir en forma de películas, como las iniciativas que yo cuento en los documentales que sirven para cambiar el sistema actual de agricultura, la economía, el consumo de energía… Pero también debemos cambiar la política, y no solamente a nivel de los países, sino también de las políticas de las empresas. Para que las iniciativas que funcionan para ese nuevo mundo se generalicen necesitamos leyes y que nuestros políticos puedan aplicarlas y reorientar a la sociedad en ese camino, que vayan de la mano las prácticas de la base social y las políticas”.

Para conseguirlo, reconoce, requerirá mucho compromiso y activismo, como el que recoge en sus producciones, pero también considera importante dar un paso más implicando al mundo de la ficción, que de momento ha centrado la crisis climática más en el retrato de la catástrofe que del futuro deseable. “Ni en el arte ni en la ficción se habla lo suficiente de la ecología. Tras la Segunda Guerra Mundial, los americanos utilizaron el cine y la publicidad, en general todos los medios, para introducirnos en el mundo el estilo de vida americano. Más recientemente, vemos que en el cine se trata sobre la igualdad de género o el racismo, pero la ecología casi no existe Hay algunas películas, pero la mayoría que abordan el tema tratan de colapsos, no existen las que nos ofrecen un imaginario positivo y alternativo desde el punto de vista ambiental. Es necesario trabajar más con guionistas y directores para que estos temas lleguen más a la gente y sean parte de las nuevas ficciones”.

En esa línea, el pasado año trabajó en un proyecto con actores y cineastas de todo el mundo para implicarles en la creación de ese nuevo mundo, realmente sostenible, que puede llegar a millones de personas que, a priori, no buscarán ese tipo de información. Historias que nos lleven a lugares sin coches colapsando las calles, sin comidas en las que no falta la carne. “El impacto puede ser muy grande. En la última película de James Bond se gastaron millones en grabar de nuevo e incluir un nuevo modelo de reloj y teléfono, después de que el estreno se retrasara por la COVID-19, porque saben lo importante de que nos lleguen los mensajes a través de la ficción”, explica.

Dion tiene otros proyectos en marcha mientras su mini-serie sigue triunfando. Más de 100 países, asegura, están ya interesados en emitirlo para seguir cambiando vidas, como lo hizo tras su documental Demain, que dio origen, explica, a lo que llama la “generación Mañana”, al convertirse en todo un fenómeno social. Por cierto, la miniserie Un nuevo mundo puede verse en el canal Arte TV.

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