Hugo Silva, un abogado sin escrúpulos en ‘Marbella’

A la derecha, el actor Hugo Silva en un fotograma de la serie ‘Marbella’. Foto: Movistar +

“Hay que tener amigos hasta en el infierno”. Este, o parecido, ha de ser el lema de César, un abogado salado y sin escrúpulos, afincado con éxito en Marbella. Su trabajo consiste en retorcer las leyes hasta ponerlas de su parte y a favor de los delincuentes que le dan de comer, de beber y algunas cosas más. César no tiene nada en contra de la buena gente, esa que siempre va al cielo, pero en la Costa del Sol lo que renta es codearse con la antítesis de lo impecable. En este ambiente de cadenas de oro y anillos de platino en manos poco limpias; de drogas y clanes de mafiosos, putiferio, noches interminables y la ropa más hortera y más de marca a la vista, se mueve el abogado al que interpreta Hugo Silva en el primer papel protagonista de su carrera. Hablamos con él.

Dani de la Torre y Alberto Marini, directores de Marbella (a punto de estrenarse en Movistar Plus+), diseñaron la serie inspirados por un reportaje publicado en el diario El País en 2021, en el que los periodistas Nacho Carretero y Arturo Lezcano recorrían los escenarios de los fondos más bajos de la Costa del Sol, los mismos que escudan las maniobras de la delincuencia organizada. Lo malo del asunto es que mafias hay más de una; en Marbella opera un centenar largo de ellas, y no es fácil delinquir a gusto de todos. Sabiamente lo cantaron Los Chichos: “¿Qué tendrá Marbella, qué tendrá la costa? Que todo el que viene aquí se coloca, coloca, coloca…”.

Este trabajo es una gran zancada en la carrera de Hugo Silva. El actor lo tiene todo para hacerse con el personaje. Modales de pícaro, guapo sin que le vaya la vida en ello y versátil como para mimetizarse igual con las paredes de un tugurio que entre los brillos de la mansión más ostentórea, que diría Jesús Gil. Eso que en el lenguaje de la actual cultura urbana se ha dado en llamar fronteo (presumir sin pudor, dar mucho el cante)

Esa Marbella podrida de crimen organizado y tráfico de drogas al más alto nivel da un poco de miedo si pensamos en el clásico destino turístico. 

¿Sí? ¿Tú crees? Espero que no piensen lo mismo los veraneantes y turistas;  a ver si se van a enfadar los hoteleros. (Risas). La serie tiene parte de realidad porque está inspirada en un reportaje periodístico, pero no creo que la fama de Marbella corra peligro. Los asuntos turbios están bastante soterrados. A mí me parece un lugar fantástico, con una oferta de mucha calidad y no solo para el turismo. Tiene todo tipo de servicios y un clima maravilloso. Tiene mar. Creo que hay sitios mucho más peligrosos.

Imagino que habrás disfrutado mucho del rodaje. Lo digo por ese paisaje tan duro y tan distinto que vimos en la película de Isabel Coixet, ‘Un amor’ (Hugo Silva estuvo nominado al Goya al mejor actor secundario).  

Son historias completamente distintas. Para contarlas bien, cada una necesitaba su paisaje correspondiente. Marbella es una serie trepidante. Con personajes divertidos cuyas aventuras enganchan. Sin olvidar los giros de guión. Hay muchas sorpresas impactantes. Yo la veo un estilo muy Martin Scorsese. 

La mafia es muy cinematográfica. ¿Tu eres más de ‘Los Serrano’ o de ‘Los Soprano’?

La mafia es una mina de historias, un estilo en sí mismo. Un género que a mí me gusta mucho, como tantas películas de finales de los 70. Admiro la forma de articular el relato, los planos secuencia y esas voces en off que van a la contra. En Marbella mi personaje rompe incluso la cuarta pared. También me ha recordado mucho a El Lobo de Wall Street. Dani de la Torre y Alberto Marini son los directores de La Unidad, un thriller muy dramático. Imagino que habrán querido divertirse con algo más gamberro.

Cuando te planteaste la creación del personaje, ¿pensaste quizás en un cantamañanas muy espabilado?

Para mí la referencia, como te decía, fue El Lobo de Wall Street. Si analizas  moralmente lo que hace mi personaje, llegas a la conclusión de que es un despropósito. Pero no deja de tener sus líneas rojas, y no sale siempre de rositas. Es uno de esos tipos que consiguen que te pongas de su parte. Claro que, en definitiva, cada espectador escogerá con qué bando quedarse.

Dice una frase cargada de razón: “Defender al inocente no tiene ningún mérito. Defender al culpable es reconocer un derecho fundamental”. 

Exacto, es una gran verdad. Todo el mundo tiene derecho a que le defiendan. No es difícil dar con gente que justifica lo que hace para no dejar de hacerlo. Personas y personajes que viven el límite porque les gusta aparentar y tienen que agarrarse a algún argumento. ¿Poca vergüenza? Que juzgue cada cual.

Te habrás hecho un máster de leyes.  

Realmente ha sido algo muy técnico. Aunque sí he hecho algunas preguntas para que todo estuviera bien documentado. César tiene mucha labia, una de sus mejores armas que yo también he utilizado para darle agilidad. También he confiado plenamente en los guionistas.

¿Eres más de apoyar causas perdidas o de defender lo indefendible? (Hugo Silva recientemente en la prensa: «Lo que más me indigna es el asesinato diario de niños en Gaza. Me ha superado”).

Con lo que estamos viviendo ahora mismo en la guerra en Oriente Próximo no creo que haya necesidad de posicionarse, porque ahí está la realidad. Supongo que habrá gente a la que no le llame tanto la atención. A mí me horroriza. Entiendo que hay dos relatos, pero no sé que se podría debatir teniendo delante los hechos: muchos miles de muertos.

¿Cómo se siente un chico de San Blas con unos 60 trabajos en un  currículo que no para de crecer? (San Blas es un barrio madrileño tradicionalmente de clase obrera). 

Yo igual que el primer día, realmente. Con mucha ilusión y afrontando cada trabajo como si fuera el primero. Yo tengo muchas ganas de seguir conociendo personajes. No me veo todavía como alguien con una carrera extensa.

¿Sigue siendo tu entrada en la Real Academia de Arte Dramático el momento más emocionante de tu carrera como actor? 

Sí. Bueno, con el tiempo me han pasado más cosas igual de importantes, pero la entrada en la RESAD me sigue pareciendo algo increíble. Ingresé en el segundo intento en una convocatoria para mayores de 21 años (él tenía 23) en la que se ofrecían menos plazas. El recorrido hasta aquí ha sido muy bonito. Aquel primer día sentí que la profesión le estaba dando una oportunidad a alguien muy ajeno al mundo de la interpretación. Como si el propio arte me abriera los brazos. Eso no se olvida.

Se oye decir: ¡Qué buen actor se ha vuelto Hugo Silva! Ya no necesita quitarse la camiseta para que se le admire. ¿Qué piensas?

Cualquiera de nosotros, los actores, trabajamos con el cuerpo, con la cara, con el movimiento y las emociones. Luego la industria te va demandando otras cosas y tú te esfuerzas para cumplirlas. Pero ¿qué haces cuando empiezas en esta profesión y te toca comerte el mundo? El paso del tiempo ha jugado a mi favor y me he ido reubicando. El hecho de haber hecho tantas cosas te proporciona técnica, más seguridad, mejor forma de relacionarte con la gente y más coherencia. Esto último es muy importante para mí. También ayudar a crear un buen ambiente de trabajo, a no exigir más de la cuenta. Aparte de la profesionalidad, facilitar las cosas a quienes te rodean es algo que se agradece mucho a largo plazo.

¿Algún detalle anecdótico que te lleves del rodaje de ‘Marbella’?

Me impresionó la cantidad de lenguas que se oyen en la historia. Era como trabajar en una Torre de Babel. Tantas bandas, tantos perfiles distintos. ¡Toda una ONU de clanes! Ha sido un rodaje muy internacional.

Hugo Silva tiene que cerrar las maletas para coger un vuelo a un destino y un proyecto que aún no puede comentar. Nos despedimos deseándole mucha suerte y que, ¡ojalá!, sea el pregonero oficial de las próximas fiestas de Marbella, a cuyo patrón, San Bernabé, se rinde homenaje el 11 de junio. Estaremos pendientes.

‘Marbella’ se estrena el 2 de mayo en Movistar Plus+.

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