Iglesias Noriega: «En Les Arts cabe cualquier música vocal de calidad»
Jesús Iglesias Noriega, director artístico del Palau de Les Arts Reina Sofía de Valencia, nos descubre las líneas maestras de su gestión al frente del tercer teatro de ópera de España. Un gigante que ha sido en ocasiones injustamente maltratado. Su proyecto integrador, aperturista y renovador infunde un nuevo rumbo para una institución que nació con la polémica y se asienta con una interesante y variada programación.
Desde mediados de 2018, el asturiano Jesús Iglesias Noriega es el director artístico del Palau de Les Arts de la Comunidad Valenciana. Al aceptar el cargo, aceptaba además una labor titánica. Por un lado, debía devolver la reputación a la institución y su buque insignia: el ultra-fotografiado edificio de Calatrava que costó 478 millones de euros, una de las estrellas de la Ciudad de las Ciencias y las Artes que tanto en la Comunidad Valenciana como en el resto de España ha sido, durante algunos años, uno de los símbolos de una política megalómana llevada a cabo por el PP valenciano que todavía hace frente a casos de corrupción en los tribunales de la Comunitat. Por otro lado, Iglesias Noriega encaraba el reto de diversificar el teatro y convertirlo en un referente no solo dentro de la Comunidad Valenciana, sino en el resto de España y el extranjero.
Desde su apertura en 2005 con Fidelio y hasta 2015, Helga Schmidt fue la intendente del teatro; murió un mes antes de que se iniciara un juicio contra ella y el ex director financiero del Palau de Les Arts, Ernesto Moreno, por presunta prevaricación y falsedad en dos causas. No duró ni siquiera tres años (de enero de 2015 a diciembre de 2017) el mandato del director de escena Davide Livermore, que dimitió alegando “trabas de la Generalitat” para dejar su puesto.
Entonces fue cuando llegó Iglesias Noriega con un currículo impecable y todas las ganas del mundo. Había sido director del Departamento Artístico de la Duch National Opera & Ballet de los Países Bajos; coordinador artístico del Teatro Real de Madrid entre 2002 y 2012, y ayudante de la Dirección Artística y Musical también del Real entre 1997 y 2001. Previamente colaboró en la Dirección Artística del Teatro Colón de Buenos Aires. Es máster en Gestión Cultural de Música, Teatro y Danza por la Universidad Complutense de Madrid y ha sido profesor de piano en el Conservatorio Superior de Música y Danza de Oviedo. Además, es licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Oviedo.
Un currículo impresionante, pero también una propuesta artística ambiciosa, abierta y novedosa que comienza a calar mucho entre el público no solo de la ciudad, sino también de toda la Comunidad Valenciana. Quedamos con él en un hotel de Madrid, adonde ha viajado para contarle a todos los españoles que en la ciudad del Turia hay un teatro con las puertas abiertas y con una programación diversa, de calidad y envidiable.
¿Cuál es la filosofía que impregna tu proyecto a largo plazo en Les Arts?
Creo que lo más sensato al principio es construir a partir de lo anterior. Y esa línea suponía aumentar la rentabilidad social de la institución. El Palau de Les Arts es un edificio emblemático por un lado y enorme por otro. Un edificio más propio de una ciudad como Londres o Nueva York que ha costado y cuesta mucho dinero –su conservación es muy cara– a la Comunidad Valenciana. Así que es una prioridad que una mayor cantidad de valencianos –que no sean sólo de la ciudad de Valencia– se beneficien de este edificio y su programación.
¿Y cuáles son las líneas maestras para lograr esa integración y esa atracción del público?
Fundamentalmente, denominarlo como teatro musical. Les Arts es ahora mismo un espacio en el que todo aquello que tenga que ver con la voz, siempre que sea de calidad, encuentre cabida. Hemos ido creado diferentes ciclos. El Lied, por ejemplo, porque me parecía importante defenderlo como género; los conciertos sinfónicos, siempre intentamos que tengan un contenido vocal; hemos creado un ciclo de flamenco vocal y otro de barroco que acabamos de inaugurar y que también está basado en la voz. Se trata de ir formando un tipo de teatro más abierto. En el que todo lo relacionado con la voz pueda tener presencia.
¿Se trata de abrir la mente y los oídos?
Pero no solo eso; fuera del edificio es muy importante también aumentar la presencia de actividades en el resto de provincias de la Comunidad Valenciana. Hemos inaugurado esta temporada de la orquesta en Teulada Moraira y en Alcoi. Tenemos que contar con los espacios que tenemos disponibles, en los que caben conciertos y también óperas de pequeño formato como Un Avvertimento ai gelosi, de Manuel García, que ha ido a Castellón y Teulada. Una presencia que hace que toda las personas de la Comunidad puedan beneficiarse de la institución.
Pero supongo que tendrás una ambición que va más allá de las fronteras de la Comunidad Valenciana.
Es fundamental estar asentado en el entorno local. Si no cuentas y cuidas al público de tu comunidad autónoma, difícilmente puedes llevar a cabo tu proyecto. Pero está claro que también tenemos nuestra ambición a nivel nacional y hasta internacional. Nos ayuda tener una orquesta de la calidad que tenemos y algunos de los montajes que hemos coproducido. Sé que hay directores internacionales que solo quieren dirigir nuestra orquesta en España. Y todo a precios muy competitivos.
Eso es algo muy curioso, la verdad. En Valencia, en ocasiones, se puede ver el mismo espectáculo que en Madrid o Barcelona, por ejemplo, pero a precios mucho menores. ¿Cómo es eso?
Animo a la gente a que se pase por Les Arts y lo compruebe. Efectivamente, en ocasiones puedes ver el mismo espectáculo que ha ido de gira a Madrid y Barcelona, pero a un precio abismalmente menor. Y encima, pues te puedes pasar un fin de semana en una ciudad que es una preciosidad y cuenta con una oferta turística inmejorable.
Pero cómo es posible que un grupo de nivel internacional como Les Arts Florissants, haciendo el mismo programa, con los mismos músicos y cantantes, pueda llegar a costar 150 o 200 euros menos en patio de butacas que en Madrid o Barcelona, por ejemplo.
Pues porque en Valencia, si pusiéramos esos precios, el teatro estaría vacío.
¿Crees que en cierto modo Les Arts como tercer teatro de ópera de España y con esa orquesta que tiene, está un poco discriminado por el Gobierno a la hora de las subvenciones?
El Ministerio nos está dando cada año un poco más. Del año pasado a este, se ha pasado de 600.000 euros a un millón [El Teatro Real recibe en torno a los 9.800.000]. No es suficiente, pero vamos avanzando. Pero es cierto, la programación que hace el Palau de Les Arts no desmerece para nada de la que puedan hacer el Real o el Liceu. Dejando esto aparte, está, claro, el número de funciones y esas cosas.
¿Que merecería un tratamiento equivalente? Sí. Y se está trabajando en ese sentido. No depende tanto de mí. Es más una cosa a nivel patronato y a nivel político. Va dando sus frutos. Pero ya sabemos que los tiempos de la administración son los que son. En estos tres años no puedo tener queja ninguna. Pero siempre hemos de reivindicar ese trato equitativo, porque la calidad y la oferta lo merecen.
Yo solo puedo hablar bien de los políticos. La Administración es otra cosa, pero los políticos… El ministerio se acaba de incorporar al patronato del Palau de Les Arts y eso ya es un paso muy importante.
¿Notas que siga existiendo cierto rechazo al complejo realizado por Santiago Calatrava como símbolo de alguna forma de un momento político un poco lamentable de la Comunidad Valenciana?
Me gustaría pensar que ese tipo de dinámicas se vaya quedando atrás y coja peso el contenido de lo que hacemos. Siempre hay historias alrededor del Palau del Les Arts: que si el edificio, que si el sobrecoste, que si el trencadís, que si Helga Smith… Son cosas que pasaron, ya no tienen solución y yo no tengo nada que ver con ello. Pero es cierto que la asociación o la imagen del edificio a una determinada época o manera de hacer pesa en cierto sector del ambiente cultural de la ciudad. Y eso en algunos espectáculos lo hemos podido notar.
¿Como por ejemplo?
Les Arts no había invitado a compañías locales. Desde mi llegada incorporé en cada temporada una compañía de danza valenciana o un coreógrafo valenciano. [Las compañías de Marcos Morau y Sol Picó están en Barcelona, pero son creadores valencianos]. La primera experiencia fue con Ananda Dansa, que es una institución en Valencia y costó mucho vender las entradas en Les Arts. Al público de Ananda le costaba venir a nuestro edificio aun siendo la despedida de los escenarios de esa compañía indiscutida en Valencia.
Aparte del tiempo, ¿cómo se puede romper con esa asociación tan nefasta?
Con el tipo de programación que estamos realizando, más ecléctica; creo que estamos ayudando a romper con lo que quede del estereotipo. El ciclo de flamenco o el ciclo de música de cámara ayudan mucho a esto, por ejemplo. El tiempo pasa y los esfuerzos que hacemos también dan sus frutos, pero sí conozco gente que te dice ‘Yo no voy a ir nunca al Palau de Les Arts’, cosa que me parece absurda, seamos sinceros. Hombre, si hay algo que te interesa y te gusta, pues ve a verlo y ya está…
Una de las herencias positivas indiscutibles de aquel momento es la orquesta que se creó en Valencia. Sin embargo, hay algunos aficionados que insisten en decir que ya no es lo que era.
La orquesta sigue siendo de primerísimo nivel. De eso no hay ninguna duda. No hay maestro que venga y no se quede sorprendido. Todos terminan diciendo que es mejor de lo que habían escuchado. Hay gente que prefiere vivir del pasado y que siempre va a decir que el pasado fue mejor. Pero cualquiera que venga a Les Arts y escuche a nuestra orquesta se va a dar cuenta al minuto de su altísima calidad.
¿Cómo se afianza una orquesta como esa?
Tras una dinámica de la administración que no nos permitía la estabilidad total de la orquesta, esto va a cambiar. De la plantilla estable de 74 músicos ya podemos sacar a concurso todas las plazas disponibles. Ya hemos contratado a 18 nuevos músicos. A lo largo de este año tendremos los 74 músicos fijos y eso es un paso muy grande sobre la consolidación de la orquesta. La selección de instrumentistas que se está haciendo es muy seria y estamos consiguiendo músicos de muy alto nivel. Ampliar el repertorio lleva también a que la orquesta gane en calidad. Aunque todo es mejorable.
¿La elección de James Gaffigan como director musical incide en ello?
Empezó en septiembre. Ya había tenido muy buen contacto con la orquesta cuando dirigió el Réquiem Alemán de Brahms. Iba a dirigir Falstaff, pero nos quedamos a las puertas del estreno por culpa de la pandemia. Creo que es la persona adecuada para la tarea que le espera. En este momento hace falta trabajar en la orquesta; integrar los nuevos 18 músicos con el resto y un trabajo de conjunción. Y en ese sentido creo que la escuela de la que viene Gaffigan puede aportar mucho. Es una persona joven y viene con mucha energía. Pero ya se sabe que este negocio necesita de mucho trabajo y de ese trabajo dependerán los resultados que se verán o no. Pero yo creo mucho en él.
El año pasado, cuando todos los medios daban al Teatro Real como faro de resistencia frente a la pandemia, hubo un momento en el que otros teatros como Les Arts también ofrecieron bastante actividad, pero parecía que no, que solo existía Madrid. ¿No te dio un poco de rabia?
Creo que de hecho fue el Palau de Les Arts en realidad el primer teatro que abrió y el primero que propuso dos ciclos adaptados a aquel momento: una serie de conciertos tanto en el edificio principal como en otros teatros de la Comunidad Valenciana. No quiero que esto parezca un ataque al Teatro Real. El Real lo hace muy bien y lo ha hecho muy bien. Lo que sí creo es que políticos y medios de comunicación quieren que se dé sólo esa información y no otra. Critico al político que sabe que estás abierto y al medio de comunicación que sabe que estás abierto, pero a los que no les interesa dar esa información. Da rabia, sí. Da mucha rabia. He contestado muchas veces en redes sociales. Pero que quede claro que nada contra el Teatro Real, que ha tenido mucho mérito como lo hemos tenido todos los que también nos hemos sobrepuesto con todas las medidas de seguridad.
Pero hay una cosa tremenda respecto a los medios de comunicación en estos momentos y es que todo lo que no pase en Madrid, parece que no ocurriera.
Visto el trabajo que llevas haciendo, parece que la ampliación de repertorio y la presencia de nuevos directores de escena un poco más rompedores son dos elementos que se quieren cuidar.
Son dos de los objetivos artísticos. Primero, ampliar el repertorio, que realmente estaba muy centrado en el XIX romántico italiano-francés. Les Arts es un teatro joven, con 15 años de vida nada más, por lo que tiene lagunas importantes de repertorio. Hay que extenderlo en el tiempo e incorporar obras que nunca se hayan representado en nuestro teatro. Como Los cuentos de Hoffman, Ariodante, Woozeck…
Por otro lado, estamos invitando a directores de escena que habían estado ausentes, como Robert Carsen, por ejemplo, que es casi un clásico. Parece increíble que su primera puesta en escena en Les Arts fuera Elektra; el primer Richard Jones va a ser ahora con Ariodante. El Woozeck que traemos es el de Andreas Kriegenburg, que es uno de los grandes nombres del teatro alemán. Hemos traído a Romeo Castellucci con el Réquiem en coproducción con Aix-en-Provence y a Christof Loy con Rusalka, en coproducción con el Teatro Real. Es importante incorporar nuevas estéticas. Creo que también se puede llegar a otro público a través de estas otras estéticas más acordes con lo que una persona actual esperaría. Pero también buscando el equilibrio, porque es indudable que hay una gran parte del público de Valencia a los que les gustan las cosas clásicas.
¿Cuál es tu política respecto a las producciones propias de Les Arts y las coproducciones?
Nuestro problema es presupuestario. A veces hay que optar, y yo opté por traer producciones invitadas de directores de escena que creía que hacían falta, porque, tal vez, la alternativa habría sido hacer producciones propias más modestas. Hoy por hoy, el presupuesto de Les Arts, con este nivel de programación que tenemos, no permite afrontar producciones propias grandes. Por eso hemos optado por desarrollar producciones más modestas en el Teatro Martín y Soler y coproducciones con otros lugares, como fue el Réquiem o La Cenerentola, o como va a ser un Ciclo Tudor de Donizetti (Anna Bolena, Maria Stuarda y Roberto Devereux) que presentaremos a partir del año que viene en coproducción con la Dutch National Opera. Confiemos en que las aportaciones de todas las instituciones se mantengan o se incrementen y podamos no solo recuperar repertorio, sino hacerlo también con producciones nuevas propias.
¿Y qué pasa con las estrellas del canto?
A todos nos encantan las estrellas, a mí el primero. Pero centrar un proyecto como el nuestro en un desfile de estrellas… Creo que hay que hacerlo todo en su justa medida. Contamos con una orquesta y con un coro de altísima calidad y unos cantantes de primera línea en todas las producciones. Las estrellas son algo muy efímero e inestable. Lo que hay que asegurar es que la base tenga un nivel alto. Y si de algo estoy satisfecho en estos dos años, es de haber afianzado ese nivel alto en los cimientos de Les Arts.
¿Cómo se hace para que la gente de 20 años vaya a la ópera?
Esa es la piedra filosofal. Conseguirlo lo hemos conseguido con los pre-estrenos, con entradas a 10 euros para público de hasta 29 años. El problema está en mantenerlos en el tiempo.
Aquí puedes consultar toda la programación del Palau de Les Arts Reina Sofía.
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