Imaginemos el futuro, de ‘Blade Runner’ a ‘Black Mirror’

Una imagen de la icónica película ‘Blade Runner’.

En ‘El Asombrario’ no hemos repasado el año 2021, pero sí vamos a repasar el futuro. De la mano de ‘La gran imaginación. Historias del futuro’, exposición que recorre 250 años de imaginación futurista en la Fundación Telefónica de Madrid y que durará hasta el 17 de abril. Presenta ejemplos de lo imaginado, que van desde las primeras utopías del siglo XVI hasta las especulaciones más actuales. Del ‘metaverso’ de Zuckerberg y la exploración espacial de Elon Musk y Jeff Bezos a los riesgos de un progreso sin valores, retratado en series como ‘Black Mirror’ o ‘Years and years’.

Desde la ciencia, la tecnología, el medioambiente se ha ido describiendo un posible futuro, interpretado al mismo tiempo por el cine, la literatura, el diseño. Los escenarios de ese futuro han ido cambiando; la imaginación sobre él, también. En el pasado todo eran vuelos espaciales, extrañas tecnologías para el hogar, simpáticos robots. Un futuro tecnológico que ya vivimos sin complejos, sí con algún trauma cuando no se disponen de todas las habilidades digitales ya requeridas.

Se imaginaron coches voladores para 2019 en Blade Runner: todavía no es así. Ciudades hacinadas llenas de contaminación: estamos en ello. Todavía no hemos llegado a ciudades futuristas como la Metrópolis de Fritz Lang o la de Blade Runner, pero quién sabe. Estamos explorando las posibilidades de la ingeniería genética, presentes también en la película. Por ahora no se atreven a realizar robots biológicos y se están conformando con desarrollar los tecnológicos. Todo actualmente nos proyecta hacia un futuro, no sin agobio, con agendas 2030-2050, digitalización, cambios en los paradigmas laborales, Antropoceno, emergencia en el clima y una larga lista de posibilidades –dañinas o beneficiosas– para la Humanidad.

Antes los productos culturales sobre el futuro eran optimistas, la fe en el ser humano estaba llena de idealismo. Ahora, más bien aparece una cultura incrédula y la gran aceleración se pone en duda y el porvenir no parece muy diáfano. ¿Qué futuros alternativos podemos imaginar para dar respuesta a los retos a los que nos enfrentamos? Palabras como utopía, distopía y ucronía han llenado las descripciones de los posibles futuros, así como crecimiento y colapso.

Las llamadas ucronías del siglo XVIII abrieron las puertas a 250 años de explosión imaginativa orientada hacia el futuro. Literatura y cine se han usado para advertir a la humanidad sobre los riesgos de un progreso sin valores. Series como Black Mirror o Years and years retratan un futuro cercano y verosímil, planteando la deriva del actual desarrollo tecnológico, la crisis climática y migratoria o el auge del totalitarismo.

¿Quién inventa ahora el futuro? Del metaverso a Elon Musk

Zuckerberg y su metaverso, Elon Musk con Tesla y SpaceX –portada del hombre 2021 para Time–, Jeff Bezos con Amazon y sus viajes por el espacio y su empresa Blue Origin. Los dos últimos desean llegar Marte, olvidándose de la Tierra; millonarios queriendo hacer realidad futuros ya inventados, que antes eran retos para la humanidad y ahora solo para estos “visionarios” multimillonarios, gracias por ahora a la Tierra y sus habitantes.

“Otras opciones como las tímidas opiniones y acciones de la sostenibilidad son poco imaginativas y aburridas, argumentan algunos”, dice Jim Dator; para otros, son catastrofistas. Este ex profesor y director del Centro de Investigación de la universidad de Hawai para Estudios de Futuros describió cuatro arquetipos de futuros que representan cuatro escenarios alternativos. “Una de las lecciones más importantes que debemos aprender de todo esto es que no existe un futuro normal, frente al cual todos los demás futuros son excepciones. No hay un futuro más probable ni un futuro menos probable. No hay cartas salvajes, no hay cisnes negros, no hay imágenes del futuro más verosímiles o inverosímiles que cualquier otra”, expresaba en la revista Centro de Investigación Creativa de México.

Un aspecto de la exposición ‘La gran imaginación. Historias del futuro’ en Fundación Telefónica.

Historias del futuro

Ejemplos de lo que hemos imaginado –se hayan hecho realidad o no, o incluso se hayan superado– se pueden ver ahora en la exposición La gran imaginación. Historias del futuro, que recorre 250 años de imaginación futurista en la Fundación Telefónica de Madrid y que durará hasta el 17 de abril. Comisariada por Jorge Camacho, experto en diseño de futuros, presenta ejemplos de lo imaginado, que van desde las primeras utopías del siglo XVI hasta las especulaciones más actuales, pasando por todo el imaginario que se difunde a partir de la Revolución Industrial y del que seguimos bebiendo en gran medida. La exposición se estructura a través de cuatro grandes apartados: Futuros presentes, Antes del futuro, La Gran Imaginación y Cuatro Alternativas: El mundo en 2050.

En Futuros presentes, el visitante se encontrará la proyección Seoul City Machine, de Liam Young, y sus drones asumiendo el trabajo de los humanos. Una gran escultura tridimensional de visualización de datos creada por Domestic Data Streamers muestra cómo el interés por el concepto futuro varía dependiendo de cada época. Basada en datos de Google Trends, recoge el número de artículos y noticias que incluyen el término “futuro” publicados entre 2008 y 2021.

Antes del futuro recoge ediciones de la Utopía de Tomás Moro, La Nueva Atlántida de Francis Bacon, La Ciudad del Sol de Tommaso Campanella o Los Viajes de Gulliver de Jonathan Swift, cada uno de ellos interpretados bajo la mirada del Premio Nacional de Ilustración 2016, Javier Sáez Castán.

En La Gran Imaginación, la ciudad y su arquitectura, la movilidad y el transporte, la vida automatizada, la telecomunicación o la conquista del espacio son de nuevo algunos de los temas sobre los que se agrupan ficciones populares que van desde el siglo XIX hasta los años 80 del siglo pasado. La imaginación aplicada al transporte se plasma en ilustraciones que van desde las ensoñaciones del cielo parisino repleto de coches voladores de Albert Robida (1893) hasta los dibujos de ciudades plagadas de automóviles de Norman Bel Geddes para Futurama.

La visión de casas domotizadas aparece ya en películas como el Hotel eléctrico, de Segundo de Chomón, (1908) o La casa eléctrica, de Buster Keaton (1922). Las fantasías de aparatos de comunicación que integran voz e imagen en movimiento se popularizan ya a finales de 1870. “Aún en la década de 1960, las imágenes de un futuro siglo XXI seguían especulando sobre transformaciones tecnológicas radicales en nuestros hogares sin considerar la posibilidad de que las mujeres se liberaran de sus roles tradicionales en la economía doméstica”, dice Camacho, y matiza: “En otras épocas se pensaba que el futuro estaba escrito y que se podía predecir, ahora pensamos que no es tan predecible y que lo máximo que podemos hacer es plantear diferentes posibilidades de futuros alternativos”.

Crecimiento, Colapso, Disciplina y Transformación

La exposición arranca y finaliza con referencias a Dator, quien propone que los millones de visiones que hemos creado pueden agruparse alrededor de cuatro arquetipos o “imágenes genéricas del futuro”, a saber: Crecimiento, Colapso, Disciplina y Transformación. En sus propias palabras: “Los estudios futuros son a la vez una disciplina académica y aplicada. Cada uno informa y enriquece al otro. No se puede ser un buen futurista si no se tiene la formación académica requerida. No se puede ser un muy buen académico, si no se involucra en la praxis: al diseñar y probar teorías basadas en la experiencia actual”.

Algunos principios fundamentales de los estudios de futuros, según Dator, son: Los futuristas no pueden predecir el futuro (nadie puede). Una vez vivimos en comunidades donde la predicción era posible. ¡Ahora no! Pero los futuristas pueden y lo hacen, pronosticar futuros alternativos.

¿Y si transformamos el actual crecimiento desigual por otro verde y más justo?

Planteadas desde la teoría de este pionero de los Estudios de Futuros, Camacho plantea para terminar la exposición cuatro instalaciones basadas en estos cuatro arquetipos para ejemplarizarlos y cómo será el mundo en 2050.

Crecimiento: ¿Qué pasaría si, dentro de 30 años, hubiéramos transformado el paradigma de crecimiento actual, desigual e insostenible, en un nuevo tipo de crecimiento verde, innovador y más justo? Esa es la propuesta teórica y política de Carlota Pérez, profesora honoraria del Instituto para la Innovación y el Propósito Público (University College London, Reino Unido).

Para Raphaël Stevens, el colapso es el horizonte de nuestra generación. Stevens es investigador y especialista en transición ecológica, uno de los iniciadores del movimiento intelectual que le da nombre al libro Colapsología, del que es coautor junto con Pablo Servigne. El estudio N O R M A L S, conformado por Cedric Flazinski y Régis Lemberthe, parte de esta idea para ofrecernos una provocación fabulosa: ante la inminencia del colapso, y tras la victoria aplastante de un referéndum, el gobierno de Pyria decide eliminarse a sí mismo como Estado para garantizar la supervivencia de sus habitantes.

Disciplina: Seremos capaces de vivir bien con menos, priorizando la equidad y la sostenibilidad. Giacomo D’Alisa es ecologista político en el Centro de Estudios Sociales (Universidad de Coímbra, Portugal) y uno de los expertos mundiales en decrecimiento. Para su instalación ha colaborado con Becoming, un estudio de investigación que explora escenarios emergentes para repensar el mundo. Juntos nos invitan a visitar la sede de las ERRES, un grupo intergeneracional que se reúne para participar de la regeneración de ecosistemas humanos y urbanos.

Su sede se sitúa en un antiguo centro comercial que en 2050 ha sido reconvertido para albergar otro tipo de servicios centrados en el bienestar de la comunidad y el planeta.

La vida simple y en equilibrio con la Tierra puede ser atractiva para algunas personas, pero fundamentalmente anodina para otras. ¿Dónde quedaría la aventura de descubrir nuevos mundos? ¿Qué pasaría si para mitigar el cambio climático transformáramos el planeta y sus ecosistemas? ¿No sería atractivo entonces redescubrirlo? Ese es el futuro que representa Blue Marvel Travels en su transformación.

‘La gran imaginación. Historias del futuro’, en Fundación Telefónica.

¿Crecimiento o muerte son nuestras únicas alternativas?

Para Dator, “el Antropoceno es real. La humanidad y nuestra biosfera están en medio de una profunda transformación. Si lo cultivamos, podemos llevar a la humanidad y a la post-humanidad a experiencias y valores nunca antes experimentados a escala planetaria”. Por tanto opina: “Mientras el crecimiento continuo tal como se practica es insostenible, ni el colapso ni la disciplina son alternativas aceptables. Entonces, ¿crecimiento o muerte son nuestras únicas alternativas? ¿No hay forma de que la humanidad pueda abandonar el camino suicida hacia el crecimiento sin fin de otra manera que no sea pisar el camino igualmente suicida hacia el colapso, incluso con la esperanza de un nuevo comienzo?”.

Por tanto, para este estudioso del futuro, “la humanidad debe enfrentar las poderosas fuerzas que nos atacan como olas gigantescas. No estamos indefensos contra ellas. Debemos estudiarlas de cerca y aprender a surfearlas con destreza y disfrute”.

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