El impacto del ‘like’ en el mundo y en nosotros mismos
Tuvo visión de futuro Eduardo Nave cuando en 2003 comenzó el proyecto que con el tiempo se transformó en un libro y una exposición (en 2017) y que ahora ha llegado a la sala de EFTI en Madrid con el título ‘LIKE’. Tuvo visión porque entonces ni existía Instagram (nació en 2010), pero Nave ya vislumbraba el impacto del turismo masivo y de las ansias humanas por intervenir en los paisajes. Comenzó a perseguir como una obsesión cómo captar el paisaje intocado y ha acabado atrapando –con cierta preocupación– imágenes de turistas apelotonados haciéndose selfis con un palo o el brazo estirado.
Esa democratización o vulgarización (que de las dos formas podemos llamarlo, dependiendo de si ponemos el acento en lo positivo o en los impactos negativos) del viaje y de la fotografía que ha puesto contra las cuerdas el placer pausado y profesional de ambas disciplinas es lo que da sentido a esta exposición de Eduardo Nave (uno de los creadores del colectivo de fotografía contemporánea que tantas satisfacciones nos ha dado en las primeras décadas del nuevo milenio, NOPHOTO).
“Aprovechaba los viajes que realizaba para otros proyectos, he colaborado mucho con El País Semanal”, me cuenta, “para reflexionar en imágenes sobre la cada vez mayor imposibilidad de encontrar el paisaje sin huella humana”.
Y así vertebró su proyecto en capítulos que iban desde la búsqueda de ese casi imposible paisaje prístino a la intervención, apropiación y domesticación del entorno por el ser humano. Hasta llegar al –para muchos de nosotros– absurdo del selfi continuo, del viaje por el selfi, del viaje como objeto industrializado de consumo, del selfi omnipotente para tratar de construir una imagen virtual de una vida plena e interesantísima.
Con esta deriva, el interés se fue trasladando del conocer y mostrar mundo al mostrar nuestro estar en el mundo, algo, por más que nos empeñemos, bien alejado del ser. “He de reconocer que la primera vez que vi un palo de selfi me impactó”, dice Nave.
“LIKE es un síntoma”, así explica su exposición. “Una alteración en el ecosistema de la producción visual que pone de manifiesto la existencia de un comportamiento desquiciado, más preocupado por señalar nuestro estar en el mundo que por enseñar el mundo. Instalados en el capitalismo de las imágenes –en su exceso, acceso y asfixia– de la era postfotográfica, surge la siguiente pregunta: ¿Es posible aún experimentar la emoción del descubrimiento?”.
Quién le iba a decir a Eduardo Nave que lo que ya vislumbraba en 2003 se iba a convertir en avalancha en 2022. ¿Qué nos depara este alud de imágenes de aquí a 2033 (por poner una fecha)? “Es un impacto tremendo en el medio, en el planeta, en nosotros mismos y en la fotografía en sí”, me resume Eduardo, que es un fotógrafo que siempre ha perseguido el retrato del lugar de los acontecimientos, el lugar de los hechos, más bien sin gente, como sus proyectos A la hora en el lugar (2008-2013, sobre los espacios donde ETA asesinó), Once de marzo (2010-2013, sobre los escenarios de los atentados terroristas del 11M en Madrid) y Normandie (2003-2005, sobre las playas del desembarco de Normandía, que marcó un punto de inflexión en la Segunda Guerra Mundial), transformados todos en libros. Como LIKE, publicado por Ediciones Anómalas. En el último año, Eduardo Nave ha estado centrado en el volcán de La Palma, que entró en erupción en septiembre del año pasado. El resultado son 85 vistas realizadas a lo largo de un año en la isla canaria, que quiere ser también un homenaje al famoso trabajo Treinta y seis vistas del Monte Fuji, realizado por el artista japonés Katsushita Hokusai. Pronto se presentará el libro. En este proyecto, aunque también hay componente humano, sigue predominando el poder del lugar.
“LIKE comienza con paisajes puros, vírgenes, a los que ni el ser humano ni su mano han llegado todavía y evoluciona hacia un espacio que, lentamente, se va poblando de objetos y personas, un paisaje que se va degradando de la mano del ser humano. También muestra cómo ha cambiado la experiencia del viaje en los últimos años”, leemos en la explicación de la exposición de EFTI.
Ahora visitar en fin de semana o época de vacaciones la Ciudad Prohibida de Pekín o la Mezquita de Córdoba se asemeja bastante a la experiencia inmersiva masiva de las colas y sensación de estabulamiento de una macrogranja que proporciona un gran aeropuerto al inicio de un puente.
Tanto ha cambiado esa experiencia del viaje que en una primera mirada a LIKE el visitante cree que las imágenes de la muestra están realizadas en su mayoría en Egipto. Nada más lejos de la realidad; hay tomas realizadas en Egipto, sí, pero también en Almería, Lanzarote, Menorca, Nueva York… “La masificación del turismo va homogeneizando todo el planeta tanto que llega un momento en el que da igual donde estés, que todo parece igual”.
“El clímax llega cuando entra el selfi, esa manera compulsiva de autorretratarse en cada lugar que visitamos, algo terrorífico y fascinante a partes iguales en nuestra manera de entender el lenguaje fotográfico. Ahora ya da igual el paisaje o el escenario, lo que importa es publicarlo y tener muchos likes, estar constantemente comunicando algo”, dice la nota sobre la exposición. “LIKE es una impresión de nuestro tiempo, esa aldea global que habitamos donde la figura humana aparece fusionada con el fondo, como un ser desleído. Un signo suspendido en la superficie sin orden, ni concierto, ni identidad”.
Oye, Eduardo, ¿y tú qué uso haces de las redes? “Intento profesionalizarlas, porque reconozco que sirven para darte visibilidad… Pero no las llevo yo”.
Nota: (El autor de este artículo espera que el apreciado lector valore este texto de forma que le dé like en redes sociales).
‘LIKE’, de Eduardo Nave, puede verse en la Sala FUJIFILM de EFTI hasta el 10 de diciembre.
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