Documentales de la lucha de indígenas y campesinos contra multinacionales
Las luchas de los pueblos indígenas y campesinos contra grandes y poderosas empresas transnacionales protagonizan el Another Way Film Festival 2024, que se está celebrando en Madrid hasta el próximo martes, día 22. De México a Brasil. David contra Goliat. Y con muchas víctimas por medio.
La vida de Roberto de la Rosa, campesino mexicano, dio un vuelco en 2010, cuando en su pueblo de Salaverna (Zacatecas) se comenzó a explotar la mina de cobre que justo había debajo de las casas, la iglesia, las calles. Se trata de la gigantesca herida en la tierra de la empresa del multimillonario Carlos Slim, propietario de FFC (la misma que en Madrid tiene contratos para ‘mantenimiento’ de parques). Tras años de batallar, Roberto tuvo que dejar su hogar, hoy apenas un montón de piedras, y construirse una casa con los restos que pudo rescatar. Todavía ahora, en el horizonte que le ofrece su ventana se ve la mina a cielo abierto. Es una de las historias que cuenta el documentalista canadiense Julien Elie en La guardia blanca, una de las producciones del Another Way Film Festival, certamen en el que las luchas indígenas y campesinas en defensa de su territorio van a más en cada edición.
La historia de Roberto, en la que su rostro surcado por profundas arrugas y los camiones que poco a poco desmenuzan los montes nos acompañan toda la película, se entrelaza con las de quienes, como él, luchan en México contra las transnacionales mineras, las grandes hidroeléctricas, los polígonos eólicos de miles de unidades, las petrolíferas o las concesiones forestales. Ahí está la historia del líder Julián Carrillo, asesinado en 2018 tras oponerse al desplazamiento del pueblo indígena tarahuamara por la explotación maderera de sus bosques. Sólo en 2023 hubo 18 asesinatos de líderes ambientales en ese país de Norteamérica. Según los datos recopilados por Global Witness, es el cuarto con más víctimas mortales del mundo. La familia de Julián tuvo que abandonar su aldea, Colorada de la Virgen (Chihuahua), porque, después de que también mataran a su hijo y su sobrino, todos corrían peligro. Llevan años viviendo como refugiados en un lugar inhóspito, lejos de sus raíces, sin poder volver a su tierra. Nadie fue detenido por estos crímenes.
Tom Kucharz, miembro de Ecologistas en Acción que lleva años siguiendo las batallas de las personas defensoras, lo dijo muy claro en el debate posterior a la proyección: “Nada de lo que ocurre en esos lugares nos es ajeno. Hay una clara relación entre las empresas que vulneran estos derechos humanos en territorios indígenas y las que tenemos aquí”. “Y también tiene que ver con el modo de vida que tenemos”, añadía.
En un momento en el que la demanda de materias primas se dispara, los territorios que hasta ahora lograron mantenerse al margen del expolio están más amenazados que nunca y esto tiene un reflejo en el aumento de documentales que profundizan en algunos de los miles de conflictos similares en América, África o Asia. Marta García Larriu, directora del Another Way Film Festival, lo ha constatado a lo largo de una década: “Las voces de estos pueblos se hacen oír gracias a estas producciones en las que se pone el foco en las crisis eco-sociales que reflejan estos casos”.
Casos que no son aislados, sino que afectan a miles y miles de personas que ven cómo se deteriora su tierra, sus fuentes de agua, sus ríos… A otro escenario del mismo continente en el que vive Roberto nos lleva Pedro de Filippis en Rejeito, el documental que narra lo que supuso la rotura en 2019 del dique de una presa con millones de litros de aguas mineras contaminadas. Fue en Brumadinho, en el Estado brasileño de Minas Gerais. En la cuenta, 272 muertos y 20 desaparecidos. Ocurrió apenas tres años después de otra rotura. En Rejeito vemos, años después, cómo las familias afectadas siguen intentando que la minera VALE S.A. y las autoridades que velaban por la seguridad asuman su responsabilidad. Lejos de conseguirlo, ven cómo nuevas comunidades enteras son desalojadas por potenciales nuevos riesgos de otras presas mineras, frente a cuya amenaza tan sólo les hacen cursillos de cómo escapar si ocurre o les desalojan de sus casas durante años, hasta que acaban vendiendo la tierra a la empresa porque no les dejan volver. “El riesgo no existe, es la excusa para echarnos”, dice un comunitario a Filippis.
Y, sin salir del país, ni de las salas donde se proyecta el festival, viajamos más al norte para acabar acompañando a los guardianes de la selva amazónica en We are guardians, película dirigida por Chelsea Greene, Rob Grobman y Edivan Guajajara. Ahí nos hablan de otra deseada materia prima: la madera tropical, que deja terreno libre para el ganado. El filme, que puede verse hoy domingo en Cineteca, ha sido premiado en varios festivales internacionales. Nos presenta la deforestación en la Amazonía desde el punto de vista del guardián forestal indígena Marçal Guajajara, de la activista Puyr Tembé y de un talador ilegal llamado Valdir, que explica cómo la vida le ha abocado a esa actividad ilegal. Edivan ha contado que durante el rodaje sufrieron amenazas de muerte de aquellos que no querían que la historia viera la luz, pero también que conocieron a personas inspiradoras en un mundo que no puede desaparecer, pero que lo está haciendo a pasos agigantados. No hay más que recordar que estas semanas los grandes ríos amazónicos están secándose, que hasta septiembre ha habido este año, según cifras oficiales, más de 50.000 focos de incendios en la cuenca, quemándose millones de hectáreas, y que, pese a todo ello, la Unión Europea ha aplazado un año la prohibición de importar productos que causan deforestación en zonas tropicales.
Por cierto, todas las películas de la programación del Another Way Film Festival pueden verse en Filmin hasta mañana lunes, día 22, aunque la pantalla grande siempre es más recomendable. Y además, cada proyección va seguida de un diálogo con especialistas en el tema y después se puede votar.
COMPROMETIDA CON EL MEDIO AMBIENTE, HACE SOSTENIBLE ‘EL ASOMBRARIO’.
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