Iniciativa 50/50: ahorrar energía y agua en la escuela sin ninguna inversión

Un sol formado por niños y niñas. Foto: ecooo

Un sol formado por niños y niñas. Foto: ecooo

Un sol formado por niños y niñas. Foto: ecooo

Un sol formado por niños y niñas. Foto: ecooo

Hoy traemos a este espacio abierto a las colaboraciones de ‘ecooo’ una experiencia colectiva que supone importantes ahorros de energía y agua en centros educativos. La iniciativa 50/50 comenzó en Alemania y en España arrancó en el municipio catalán de Rubí. Ahora, gracias al proyecto ecooolocal, que suma las experiencias de participación ciudadana en materia de energía de ecooo revolución solar, la iniciativa 50/50 está presente en otros 21 colegios de siete municipios. Con un objetivo claro: implicar a toda la comunidad educativa mediante la toma de conciencia del consumo energético y de agua para poner en marcha medidas de ahorro y eficiencia energética basadas no en inversiones, sino en simples y eficaces cambios de hábitos.

Por Vanessa Álvarez (ecooo revolución solar)

Nos acercamos de nuevo a este espacio, a esta ventana que nos asombra con historias muchas veces no contadas, y donde las cifras y datos se transmutan en relatos, a contar lo que tienen en común 33 colegios repartidos por toda España. En la era de los números y el individualismo, siempre a la caza de un personaje protagonista, se van quedando en el camino las gestas colectivas, esas que reflejan las transformaciones socioambientales desde la suma, el apoyo mutuo y el sentido común.

La historia que traemos hoy comienza en Alemania, hace más de dos décadas, donde surge la iniciativa 50/50. Un proyecto que desembarca en varios colegios de Hamburgo, en 1994, y rápidamente es replicado por todo el país, extendiéndose en los años posteriores a más de 500 colegios y edificios públicos de 13 países europeos. Con un objetivo claro, implicar a toda la comunidad educativa mediante la toma de conciencia del consumo energético y de agua, esta metodología busca poner en marcha medidas de ahorro y eficiencia energética basadas en cambios de hábitos que se traduzcan asímismo en ahorros económicos. Para incentivar la aplicación del proyecto, las entidades gestoras y administradoras de los edificios escolares, los Ayuntamientos en el caso de España, revierten la mitad del ahorro conseguido en nuevas medidas de eficiencia energética y la otra mitad se dedica, mediante subvenciones directas, a lo que decida colectivamente la comunidad escolar. Cuanto más ahorro, más incentivo para seguir adelante en estos nuevos hábitos.

En el caso de nuestro país, la iniciativa 50/50 se instauró por primera vez en el municipio de Rubí, en el año 2012, tras llevar a cabo algunos cambios metodológicos. A través del proyecto Rubí Brilla se logró disminuir el coste energético un 24% en los centros escolares de esta localidad barcelonesa en el curso 2014/2015, lo que supuso un ahorro de 74.000 euros. En los años posteriores, gracias a la implicación de toda la comunidad educativa de los 12 centros escolares donde se ha implantado, que se ha traducido en una disminución progresiva de los consumos de energía y agua, el ahorro económico acumulado supera los 300.000 €.

Actualmente, gracias al proyecto ecooolocal, que suma las experiencias de participación ciudadana en materia de energía de la empresa sin ánimo de lucro ecooo revolución solar y sigue la estela marcada por el proyecto Rubí Brilla, la iniciativa 50/50 está presente en otros 21 colegios de siete municipios. Un trabajo continuo junto a la comunidad educativa y los Ayuntamientos comprometidos con una transición energética ciudadana, que comenzó en el curso 2016/2017 y que se traduce en un ahorro, hasta la fecha, de 205.507 €. Y ante este éxito colectivo, sólo queda seguir trabajando para contagiar este proyecto a otros centros educativos así como de otros ámbitos (culturales, deportivos, empresariales, etc…).

Más de 300 personas, entre alumnado, profesorado y PAS, han participado activamente en la iniciativa 50/50 en estos 21 colegios, poniendo en valor el potencial transformador de la comunidad educativa y su amplia capacidad para incidir, de manera indirecta, en otros espectros de la ciudadanía, como por ejemplo el entorno familiar. Pero, sobre todo, situando al alumnado como agente activo y empoderado de dicha transformación. Niñas y niños entre 3 y 12 años que se van empapando de una cultura de la participación y la responsabilidad para conseguir que los cambios en el entorno local perduren en el tiempo. Una iniciativa con un amplio recorrido que impulsa, por tanto, una nueva generación de personas concienciadas y reporta no sólo unos beneficios económicos sino también medioambientales y sociales.

Una comunidad educativa que ha hecho los deberes durante el curso y se irá de vacaciones estivales sabiendo que han conseguido grandes ahorros en los suministros de agua y energía. Pero que también se lleva tareas para el verano: decidir qué hará con el 50% de lo ahorrado. En muchos de estos colegios son las propias alumnas y alumnos quienes deciden de manera asamblearia en qué quieren gastar el dinero que vuelve al colegio: nuevos libros para la biblioteca, incorporar más juegos en el patio o reformas en las infraestructuras. En otros, sirve para incorporar mejoras que permitan una mayor eficiencia energética del edificio.

En este sentido, el concejal de Ecología y Modelo de Ciudad de Pinto (Madrid), Raúl Sánchez, señala: “En definitiva, el proyecto trata de implicar a los colegios para adoptar medidas, en este momento, a coste cero, de ahorro de luz y agua. Los ahorros obtenidos a lo largo del año, irán destinados a los propios centros; el 50% para nuevas medidas en eficiencia nergética y el otro 50% restante para que lo utilicen como consideren oportuno”.

Y ante estas cifras, surge la pregunta ¿y cómo lo han hecho? ¿Cómo han conseguido ahorrar esa cantidad de dinero sin invertir en medidas directas de ahorro y eficiencia energética? En cada colegio nos encontramos diferentes respuestas, pero todas ellas con un denominador común: cambio de hábitos y de comportamiento sustentados en la observación, la concienciación y la participación. Una iniciativa que incide en el compromiso y la cooperación de toda una comunidad educativa implicada en un proyecto común: construir un futuro energéticamente sostenible.

Comprender cómo funciona la energía y toda la maquinaria que mantiene en marcha al centro escolar es vital para conseguir la implicación de todo el colegio pero también de la Administración pública. Por ello, la iniciativa comienza con la realización del diagnóstico del gasto energético y de agua que supone el mantenimiento de las diferentes instalaciones que lo componen y que puede alcanzar hasta el 20% del gasto corriente anual de un Ayuntamiento. Explica el director del CEIP Los Negrales, en el municipio madrileño de Alpedrete: “Después de conocer el gasto que se hace, las niñas y niños han sido las primeras que han querido implicarse en esta iniciativa“.

Tras este diagnóstico, en el que participa un equipo multidisciplinar y heterogéneo, compuesto por personal técnico y político, desde el ayuntamiento, responsable del mantenimiento y conservación de los edificios, se ponen en marcha medidas de monitorización y gestión energética. Además, en algunos municipios se cuenta con Our City Our Energy, herramienta de software y aplicación móvil creada e impulsada por ecooo junto a IN2 y el Ayuntamiento de Rubí, con la que la propia comunidad educativa puede hacer un seguimiento en tiempo real de los costes y el consumo de agua y energía en infraestructuras y edificios, promoviendo la transparencia y la participación de las personas en programas de ahorro de energía y agua.

En este punto, comienza la formación a la comunidad educativa y la creación de un equipo energético, formado por alumnas y alumnos, docentes y personal de comedor, limpieza y/o conserjería del colegio. Éste se reúne una vez al mes con personal del ayuntamiento para analizar el funcionamiento del programa e intercambiar ideas y experiencias para continuar con el ahorro de suministros energéticos y de agua.

Las buenas prácticas y experiencias que cada colegio va teniendo se transmiten entre las y los estudiantes a través de un comité local en el que se reúnen representantes de cada colegio para hablar de las medidas puestas en marcha: “Por ejemplo, hemos copiado la idea del CEIP Negrales y ahora colocamos termómetros en las clases para descubrir la temperatura ideal de las aulas, o cómo desciende si se abren las puertas o ventanas”, indica el jefe de estudios del CEIP Clara Campoamor del municipio de Alpedrete.

Como resultado del proyecto se han puesto en marcha buenos hábitos de consumo, pero también una mirada en la detección y corrección de problemas existentes como fugas de agua y una especial precaución con el mantenimiento básico de los elementos de los edificios. Más de 700.000 kWh de electricidad, 1.750.000 kWh de gas natural o 40.000 m3 de agua ahorrados en el último año, dan cuenta de cómo medidas sin gasto económico o de un gasto mínimo, es decir, medidas de sentido común, como apagar las luces cuando no se utilizan así como todos los dispositivos electrónicos, aprovechar la luz solar levantando las persianas, medir la temperatura de las aulas para mantenerla constante y bajo criterios objetivos, cerrar los grifos de los lavabos, colocar reducidores de caudal en las cisternas, programar la caldera para que no funcione los fines de semana ni festivos, etc., han conseguido no sólo empoderar a la comunidad educativa sino también unirla en un objetivo común: reducir la huella ambiental en el planeta.

Conocer, entender, ser consciente y participar en el cambio de hábitos de consumo es la apuesta de este proyecto, la iniciativa 50/50, para construir un futuro energéticamente sostenible, justo y democrático. Contar con la implicación de toda la comunidad educativa es clave en esta transformación del actual modelo energético y encuentra en el alumnado a las y los mejores promotores del mismo, convirtiéndose así en el mejor altavoz de la iniciativa, más allá de las puertas, paredes y ventanas del centro escolar. El objetivo último no es otro que conseguir que las nuevas generaciones se conviertan en agentes energéticos de sus propias casas y ciudades, difundiendo, compartiendo y ampliando esta nueva cultura energética.

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