‘El gran Gatsby’, más actual que nunca

Robert Redford como ‘El gran Gastby’ en la película dirigida por Jack Clayton.

Robert Redford como 'El gran Gastby' en la película dirigida por Jack Clayton.

Robert Redford como ‘El gran Gastby’ en la película dirigida por Jack Clayton.

 

Movido por la pregunta de un lector, el articulista repasa su novela preferida, ‘El gran Gatsby‘, una obra de más actualidad que nunca, pues su autor, Francis Scott Fitzgerald, retrata en ella una época que en tantas cosas se parece a la nuestra: avidez de dinero fácil, pérdida de valores, el abismo entre las clases sociales, la frivolidad, la condena de vivir en el momento presente.

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En el último artículo de esta Área de Descanso (que como saben ha cambiado su periodicidad y ahora se publica cada 15 días, siempre los fines de semana) hablábamos de poesía, de panteones de poetas y de cómo en mi altar personal relucía el nombre del polaco Adam Zagaweski. Reconocía en dicho artículo que no me considero un lector perspicaz de poesía, quizás algo más de narrativa, al menos estoy más entrenado porque le he dedicado miles de horas a lo largo de mi vida. Viene al caso esta introducción porque un lector, muy amable, me pide que al igual que hice con la poesía diga qué novela está entre mis preferidas. Y sin dudarlo le contesté que El gran Gatsby. A los amantes de las listas les adelanto que esta obra de Francis Scott Fitzgerald ocupa desde hace años uno de los primeros puestos de la The Library of America como una de las mejores novelas en inglés de todos los tiempos.  Y yo diría que no sólo en inglés, sino de la literatura universal. Solemos leerla y analizarla en los talleres de escritura y lectura que imparto y, al principio, algunos alumnos, sin despreciarla, se sorprenden de mi entusiamo.

–Está bien, pero no es para tanto –me dicen.

Por supuesto, no trato de convencerles de lo contrario, pero a medida que van pasando las clases la mayoría de los escépticos cambian de opinión, aunque algún alumno irredento mantiene su legítima indiferencia hasta el final.

Publicada en 1925, Fitzgerald (Minnesota, EE UU, 1896) escribió El gran Gatsby (EGG) a lo largo de 1924. La idea le surgió en el verano de 1922. Antes, en 1920, había publicado con gran éxito A este lado del paraíso, un reconocimiento que le permitió vencer las dudas sobre su futuro de la rica y alocada Zelda Sayre y llevarla al altar. Sobre los propósitos que se traía entre manos con EGG, Fitzgerald le contó a su editor Maxwell Perkins: “Quiero escribir algo nuevo, algo extraordinario y bello y sencillo”. Fitzgerald se proponía, y lo consiguió, ser el portavoz de una nueva generación. Describió como nadie una época, los años veinte, no tanto en el detalle, a la manera de Zola o Balzac, del realismo tradicional, sino en el espíritu.

Como suele suceder con las grandes obras de la literatura, la trama de la novela no es nada del otro mundo. Está narrada por Nick Carraway, un joven licenciado en Yale que se describe a sí mismo como de espíritu liberal y tolerante (alguien perfecto para escuchar y, por tanto, para contar una historia), procedente de la burguesía de Minnesota. Nick (que tanto tiene del propio Fitzgerald) llega en el verano de 1922 a Nueva York para trabajar en el negocio de los bonos. Alquila una casa en Long Island, en el West Egg, un lugar poblado por lo que hoy llamaríamos nuevos ricos, gente que ha hecho caja rápidamente –la mayoría en negocios turbios o a través de la especulación–, ostentosos, necesitados de que se les reconozca su nuevo estatus. Uno de ellos es su vecino Jay Gatsby, un hombre misterioso, propietario de una mansión donde se celebran fiestas desenfrenadas. Casualidades de la vida, o no, en el West Egg, donde habita la clase alta tradicional, vive su prima Daisy (inspirada en parte en Zelda) con su marido Tom Buchanan, antiguo atleta y millonario, “una de esas personas que destacan tanto a los veintiún años, aunque sea en un campo muy limitado, que todo lo que sucede después en sus vidas tiene el sabor amargo de la derrota” (EGG, Alfaguara, traducción Luis López Muñoz).

Fitzgerald retrata una época que en tantas cosas se parece a la nuestra (avidez de dinero fácil, pérdida de valores, el abismo entre las clases sociales, la lealtad, la frivolidad, la condena de vivir en el momento presente) sin caer en una aburrida descripción pormenorizada. No es un documentalista, sino un escritor capaz de sacar agua de un pozo sin necesidad de excavar. Su exquisita prosa, como un rayo de sol que se adentrase en medio de una tormenta, toca a sus personajes y nos devuelve su alma en un claroscuro que nos enfrenta a nosotros mismos. Quizás, como a algunos de mis alumnos, no les atraiga El gran Gatsby por su aparente sencillez. Pero en esta novela nada es lo que parece. Para vislumbrarlo es necesario mirar más allá hasta, hacia lo que se esconde debajo de la superficie, una superficie que en el caso de Fitzgerald está tejida con palabras que abrazan al viento y cuya lectura nos llena de placer.

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Comentarios

  • Nely García

    Por Nely García, el 18 mayo 2014

    Lo grande siempre es sencillo. El Gran Gatsbi plasma el amor y su obsesión por alcanzarlo, empleando todos los métodos a su alcance, hasta superar el nivel económico de la amada. Cuando lo consigue descubre la banalidad de todo y los valores equivocados de la sociedad, donde la ostentación y el valor económico predominan, y al mismo tiempo el amor obsesivo pierde importancia. La lucha de toda una vida por alcanzarlo, no puede soportar la decepción.
    Esos avatares están presentes en todas las épocas.
    http://nelygarcia.wordpress.com

  • Hugo h oyarce j

    Por Hugo h oyarce j, el 18 mayo 2014

    Los Valores se pierden, por la obsesión,la ostentación luego viene la desesperación

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