Javier Morales: “Aún no hemos hecho la digestión del franquismo”

Autor de dos libros de relatos, Lisboa y La despedida, colaborador semanal de este Asombrario con su columna Área de Descanso, Javier Morales acaba de publicar la novela Pequeñas biografías por encargo (Huerga y Fierro), una historia contada en tres tiempos donde gravitan la búsqueda de la felicidad, la memoria como motor vital y donde la ecología es uno de los protagonistas.

ÁLEX CHICO / FOTOS: SOLE GONZÁLEZ

¿Es cierto que una importante editorial rechazó tu novela porque era demasiado literaria?

Es verdad. Una amiga me convenció para que se la enviase a uno de los editores. El hombre en cuestión me respondió con una carta muy amable, muy sincera, en la que me decía que no podía publicarla, entre otras cosas porque era muy literaria. Se lo agradecí, al fin y al cabo sabía de antemano que mi novela no encajaba demasiado con la línea de sus publicaciones. Pero reconozco que me hizo gracia eso de que era literaria. Cuando uno escribe una novela o un cuento es literatura, ¿no?, ¿qué otra cosa iba a ser? Aunque en este mundo de mistificaciones en el que vivimos, donde las cosas ya no son lo que pensábamos que eran, no me sorprendió la respuesta.

La novela está estructurada en tres partes muy diferentes, con distintas voces narrativas, en la primera incluso se respira un cierto aire policiaco.

En el primer momento el protagonista, Samuel, debe investigar la vida de David Blount, un científico británico que desapareció tiempo atrás, sin dejar rastro. Quería hacer un pequeño guiño al género negro, que me encanta, sin construir una novela negra porque al final, como ves, parece que pesa más la vida del propio narrador. La segunda parte, la más intimista, está contada en segunda persona. Era necesaria esta voz narrativa para recrear un episodio en la adolescencia de Samuel, quizás la más importante, y que de alguna manera marcó su madurez, el tercer momento de la historia.

¿Cuánto hay de autobiográfico en la novela?

Las historias siempre surgen de la realidad. Como el protagonista de Pequeñas biografías por encargo, también en mi adolescencia trabajé en una plantación de tabaco. Hay otras coincidencias, pero creo que están más en los sentimientos, en las emociones, que en los hechos.

Me llama la atención la cita con la que abres el libro, de John Coetzee: “Supongo que es mucho más fácil crear personajes malos, personajes despreciables, que buenos”.

El mal está ahí y ha sido fuente de inspiración en la literatura y en el cine desde el origen de los tiempos. En nuestra lengua, sin ir más lejos, tenemos dos grandes novelas más o menos recientes que han abordado el mal y su banalización, que diría Hannah Arendt. Pienso en La fiesta del Chivo, de Vargas Llosa, o en Estrella distante, de Bolaño. Coetzee, sudafricano, sabe bien de lo que habla. A mí me resulta estimulante contar la vida de los seres anónimos, las personas de las que al fin y al cabo está hecha la piel del mundo. En el prólogo de un libro ya clásico de David Lodge, El arte de la ficción, cuenta Eloy Tizón que lo que diferencia a la literatura de un mundo maniqueo como puede ser Facebook es que la literatura es el único lugar donde la luz de me gusta o no me gusta puede estar encendida al mismo tiempo. Esa zona gris es la que me interesa.

La naturaleza, la ecología, tiene un protagonismo especial.

Es cierto, pero no ha sido algo buscado. Era necesario que lo tuviera para construir a David Blount, uno de los personajes. Desde luego, la ecología, la conservación del planeta, está entre mis preocupaciones, pero como dice Juan Gelman, el lugar que la ideología ocupa en la subjetividad de un escritor es pequeño. Por otro lado, no es extraño hablar de la naturaleza cuando somos parte de ella, mal que les pese a algunos, y que nos pese a nosotros por tener como congéneres a determinados individuos.

No parece que el medio ambiente sea ahora una prioridad para los políticos.

Nunca lo ha sido, pero la crisis ha conseguido que nos olvidemos aún más de amenazas como el cambio climático, que ya está aquí. La crisis económica y la ambiental van de la mano, son fruto de un modelo económico depredador que antepone el beneficio inmediato al bienestar de las personas. La crisis viene de lejos, aunque ahora nos haya golpeado a nosotros. Y la única salida es una respuesta global.

Folleto Hopper-page-001

¿España tiene remedio?

Espero que sí. Aún no hemos hecho la digestión del franquismo, que educó no solo a la derecha, también a la izquierda. Lo vemos con la corrupción. Aparte de exigir responsabilidades, la sociedad debe hacer autocrítica para que lo que ha ocurrido no vuelva a suceder. Dejemos de reírle la gracia a alguien que no paga sus impuestos, por ejemplo. Por no hablar de la corrupción del capitalismo financiero, una corrupción legal. Igual parezco decadente, pero creo que la izquierda debe recuperar sus señas de identidad, la idea republicana de un Estado que garantice la libertad y los derechos sociales y económicos de las personas, en todos los ámbitos, un Estado participativo y vigilado muy de cerca por la sociedad civil, para que no se desmadre ni tenga derivas autoritarias.

¿El periodismo tiene futuro?

Este Asombrario demuestra que sí. Quizás porque la idea no surgió de una sociedad anónima, de una empresa que cotiza en Bolsa, sino de un periodista, Manuel Cuéllar, que ha creado un proyecto ilusionante al que luego nos hemos ido sumando los demás. Mientras haya historias que contar, un poder que vigilar, habrá periodistas.

Además de escritor y periodista, eres profesor.

En septiembre inicio un seminario de lectura en el museo Thyssen, Un cuadro, un libro. El primero está dedicado a Hopper y Cheever. ¿Qué tienen en común? Hopper era un gran lector, le apasionaba la poesía francesa. Y admiraba la obra de Hemingway, pero creo que su pintura conecta más con los relatos de Cheever, con el retrato realista y a la vez onírico que ambos hacen de nuestras vidas, de nuestra soledad. Gail Levin, biógrafo y estudioso de la obra de Hopper, cuenta que lo que confiere modernidad al pintor norteamericano es la tensión que respiran sus cuadros, una pintura que es a la vez familiar y lejana, que incide en nuestra memoria, en nuestras esperanzas y en la incertidumbre de la vida moderna. Características que pueden aplicarse a la obra de Cheever, de ahí su actualidad. Por si fuera poco, ambos tuvieron matrimonios complicados. Además del Thyssen, en octubre impartiré un taller de relato corto en la librería Alberti. Escritores, lectores y libreros debemos cooperar para sobrevivir. Como decía Bolaño, cada uno tiene la librería que se merece y una de las mías, sin duda, es la Alberti.

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Comentarios

  • esther garcia llovet

    Por esther garcia llovet, el 01 septiembre 2013

    hopper y cheever. taquillazo asegurado.

  • José María

    Por José María, el 01 septiembre 2013

    Aún no hemos hecho la digestión porque todavía lo estamos comiendo.

  • Javier Morales

    Por Javier Morales, el 01 septiembre 2013

    Ja,ja, Esther, eso espero. Un abrazo

  • Javier Morales

    Por Javier Morales, el 01 septiembre 2013

    Llevas razón José María, nuestra dieta tiene altas dosis de franquismo

  • DANIELON

    Por DANIELON, el 01 septiembre 2013

    No creo que lo estemos digiriendo….nos prepararon un menu de comida obligatoria:
    De primero: revuelto de monarquia impuesta por el dictador ( lo comes si o si…)
    De segundo: Asado al horno de Transaccion con guarnicion bajo tutela militar (degustacion muy sutil…)
    Postre: Souffle de banqueros,familias,monopolios,militares y demas cuerpos represivos en su estado puro (sin depuracion).
    Este el el menu de base de un imaginario del restaurant «democracia supuesta»
    Salut i bon profit ¡¡¡

  • alberto

    Por alberto, el 01 septiembre 2013

    me encanta que rescates a cheever de su relativo «olvido»… a mí personalmente me cuesta crear personajes «malos-malos» (y también buenos-buenos). que tengas suerte con tu libro (todavía no lo leí, pero espero hacerlo pronto)

    • Javier Morales

      Por Javier Morales, el 01 septiembre 2013

      Gracias, Alberto, jm

  • ateo

    Por ateo, el 01 septiembre 2013

    Sólo podremos olvidar el franquismo cuando sea condenado por todas las instituciones y sus propaganda sea considerada delito punible. http://diario-de-un-ateo.blogspot.com.es/2013/08/el-portavoz-del-partido-popular-rafael.html

  • Alicia

    Por Alicia, el 01 septiembre 2013

    1975-2015: Los Borbones a por la sucesión; nosotros a por la República Federal Española!
    Elecciones 2015 = Referéndum! http://cort.as/4hRa

  • Dieta de dignidad

    Por Dieta de dignidad, el 01 septiembre 2013

    Señor Morales: el franquismo no hay que digerirlo, hay que vomitarlo del todo. Nuestro pueblo lleva demasiado tiempo con este plato podrido encima de la mesa. Acabemos con este régimen.

  • JVM

    Por JVM, el 01 septiembre 2013

    Eso de ser un libro «muy literario» no tiene desperdicio, de verdad. Me ha gustado la entrevista y espero que también me guste el libro literario.

  • Carlos Tomás

    Por Carlos Tomás, el 03 septiembre 2013

    ¡¡¡Enhorabuena Javier por el nuevo libro!!! Ten por cuenta que le comprare. Mucha suerte en tus proyectos que son muy interesantes.

  • Yo mismo

    Por Yo mismo, el 07 enero 2014

    Otra vez la excusa del franquismo, y adenmas el entrevistado no tiene pinta ni de haber estudiado en el colegio a Franco, en fin, quizas tenga razón y sea culpa de paternalismo del franquismo.
    Salud

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