Javier Parra, experto en cuestión LGTBIQ+ en el cine de terror

El crítico de cine Javier Parra.

Hoy puede ser un día de miedo. Así que hablamos con Javier Parra (Reus, 1985), que creció viendo películas de terror. Graduado en Historia y máster en Estudios de Cine y Audiovisual Contemporáneo, es un experimentado crítico de cine. Es autor de ‘Terror en serie’ (Héroes de Papel, 2019), ‘La madre terrible en el cine de terror’ (Hermenaute, 2020) y ‘Scream Queer. La representación LGTBIQ+ en el cine de terror’ (Dos Bigotes, 2021). Ha coordinado la obra colectiva’ ¡Larga vida al trash! El cine de John Waters como nunca te lo habían contado’ (Dos Bigotes, 2023) y forma parte del podcast ¡Estamos Vivas!’ . Cual villano de una de sus películas favoritas, Javier Parra ataca de nuevo, con más fuerza si cabe, con ‘Scream Queer 2. La venganza’ (Dos Bigotes, 2024)   para hacer un exhaustivo repaso a la historia del cine de terror desde una perspectiva LGTBIQ+.

Como mucha gente se plantea con las segundas partes, ¿crees que la secuela de ‘Scream Queer’ era necesaria? ¿Qué te ha llevado a escribir ‘Scream Queer 2, La venganza’?

Aquello de que “segundas partes nunca fueron buenas” es algo que ya está obsoleto. Desde mi experiencia, en el momento en el que terminé Scream Queer, sabía que habría una segunda parte, ya que hubo muchas películas y varias temáticas que se quedaron fuera. La necesidad de querer seguir ahondando en el tema es lo que me lleva a Scream Queer 2. La venganza.

¿Qué relación hay entre un monstruo o un villano de una película y una persona LGTBIQ+?

Históricamente, les persones del colectivo nos hemos sentido fuera de lo marcado por la heteronorma, ya sea por situaciones de discriminación o porque no encajábamos en lo que la sociedad establecía como normativo. De ahí que, si eras un fan del terror, te vieses reflejado en en aquellos monstruos que el mundo rechazaba por el mero hecho de ser diferentes. 

¿Con qué personaje del cine de terror te identificas más y por qué?

Decir que me siento identificado con Jason Voorhees podría hacer saltar las alarmas. No voy por ahí matando a adolescentes que van de campamento, pero sí que es el primer psychokiller del cine de terror que se convirtió para mí en algo parecido a una estrella del rock. Una especie de no-muerto implacable con máscara de hockey que solo quiere estar tranquilo en Crystal Lake y que, además, viajó al espacio en Jason X.

Muchos nos enganchamos a la saga ‘Scream’ (Wes Craven, 1996) durante nuestra adolescencia. ¿Qué teclas tocó esta película (y sus secuelas) para hacer que un ‘slasher’ se convirtiera en el ‘happy place’ de varias generaciones?

Ahí juega el tema generacional, eso está claro. Supongo que del mismo modo que para otros lo fueron las sagas de Viernes 13 o Pesadilla en Elm Street. No hay más misterio que ese. Pregúntale a algún gen z sobre Scream y te vas a sorprender: muchos descubrieron la saga a raíz del revival de 2022, así que estoy convencido que tan solo apela a algo generacional.

¿Por qué alagunos gais nos obsesionamos con películas como La muerte os sienta tan bien ¿Qué fue de Baby Jane? o Queridísima mamá? ¿Qué tenemos en común con actrices venidas a menos que se niegan a envejecer o con una madre desquiciada y maltratadora?

Por lo general, y sin que eso tenga que ser canon, nos encanta un buen feud entre dos estrellas. Además, también juega el factor camp, donde las interpretaciones pasadas de vueltas, lo histriónico y otros elementos propios de la serie B pasan a otro nivel y hacen que las conviertan en pelis de culto. Hay quienes las llaman “guilty pleasure”, pero hay que dejar de sentirnos culpables por disfrutar de cosas que realmente nos hacen felices.

En esta ocasión haces referencia a experiencias personales, como el uso de apps de citas (y la masculinidad tóxica que a veces uno encuentra en ellas), el ghosting, los chills o incluso un encuentro sexual múltiple en la sala de sofás del KitKat club de Berlín. ¿Qué te ha llevado a desnudarte ante los lectores de esta manera?

Quise que la narración siguiera el patrón de la primera parte, en la que ya conté algunas cosas que relacioné entre mi vida y mi fascinación por el terror. Supongo que la catarsis de Scream Queer 2 ha sido mucho más fuerte que la del anterior, y pese a que en algunos momentos me planteé ¿por qué estoy contando esto?, me vi un poco en la obligación de seguir desnudándome como lo hago a la hora de tratar temas como el abuso, el ghosting o el chemsex. Mis amigas, que conocen estas historias más a fondo, me han dicho que en realidad no cuento tanto, así que con eso ya me quedo tranquilo.

En Razas de noche (Clive Barker, 1990), los monstruos viven en Midian, obligados a esconderse de los humanos. En una escena del filme, uno de ellos afirma: “Es nuestro sitio. No hay cabida para nosotros en la Tierra”. ¿Consideras que la comunidad LGTBIQ+ ya puede vivir en paz a plena luz o todavía tenemos que escondernos en las sombras para evitar la amenaza de la homofobia en algunos ámbitos?

Por suerte, los tiempos están cambiando y no tenemos que seguir estando escondidos en Midian. Pero, por desgracia, muchas veces sí que debemos continuar escondiéndonos para evitar según qué contextos que no son espacios seguros. Colectivizarnos, tener el apoyo de las amigas y generar y promover los espacios seguros sigue siendo clave para les persones del colectivo en 2024.

Sin duda, Clive Barker es uno de los directores que más te han marcado. Hablas de Hellraiser (1990) como uno de los máximos exponentes del cine de la Nueva Carne. ¿A qué se refiere este concepto y qué simbolizan para ti este tipo de películas?

La filosofía de la Nueva Carne fue algo surgido del cine de Cronenberg gracias a Videodrome; a raíz de ahí, se conecta con varias líneas de pensamiento y podemos decir que nace como representación artística, en la que se divaga acerca del cuerpo y la presunta alma, sobre los límites entre el placer y el dolor, o propuestas de ciencia ficción en las que lo mecánico se fusiona con lo cárnico. Pese a que haya grandes representaciones queer (desde Tetsuo a la propia obra de Barker), predominan las visiones hechas por figuras que son grandes aliadas, como es el caso de los Cronenberg (padre e hijo). Me interesa por cómo hablan de transgresión, por cómo rompen las leyes impuestas por la heteronorma y presentarnos un universo fluido y de lectura queer más que evidente.

Si hay un título que reaparece en el libro en varias ocasiones ese es La posesión de Andzrej Zulawski; sin duda, un filme impactante. ¿Por qué te interesa tanto esta película y qué relación especial te une a ella?

De forma literal: La posesión me cambió la vida. Es una peli que no tiene término medio: o la amas o la odias. A Zulawski le salió una propuesta bastante radical en la que todos están over the top en todo momento. Es una peli que te lleva al límite como espectador, y con la que me he visto identificado en varios momentos. La primera vez, me hizo clic en la cabeza y fue cuando me di cuenta de que estaba inmerso en una relación bastante tóxica, marcada por cierto abuso del que sería consciente poco después. En Scream Queer 2, además de abordar ese tema, entro en ella a través del duelo por desamor que vive el personaje de Mark (Sam Neil), relacionándolo con otro de los horrores de la sociedad actual: el ghosting.

En el ensayo también hablas de películas eróticas queer de corte fantástico (o porno arty) como Pink Narcissus o The night before? ¿La trama es importante en el cine para adultos?

En determinado momento, está claro que lo fue. Por eso hoy en día son importantes para la propia historia del cine para adultos las pelis que menciono. Personalmente, siempre he preferido el porno con cierto argumento, aunque este sea un cúmulo de clichés. El hecho de que en aquellos primeros años en los que el cine porno se proyectaba en salas arthouse, tuviese cierto éxito, es algo a destacar teniendo en cuenta cuál ha sido la deriva que ha tomado la industria pornográfica con el paso de los años. Y para mí, cuando estaba investigando sobre el tema, fue todo un hallazgo darme cuenta de que existía un elemento común en todas aquellas primeras propuestas hoy en día consideradas de culto: de alguna manera u otra, apostaban por el fantástico, lo onírico y algunas jugaban con tropos del cine de terror para completar la trama de sexo hardcore.

¿A qué terrores se enfrenta la comunidad LGTBIQ+ en la actualidad? ¿Aparecen estos miedos reflejados en alguna de las películas que tratas en el ensayo?

Soy consciente de tener cierto privilegio al ser hombre blanco cis. También lo soy de que hace todavía falta mucho trabajo para que les persones que formamos parte del colectivo se sientan seguras. Siguen repitiéndose los casos de transfobia y lgtbifobia en general, muchos de ellos alentados por el aterrador auge de la ultraderecha en Europa. Siempre digo que el futuro será queer o no será, y quizá empieza a llegar el momento en el que tenemos que empezar a responder a la violencia con un contraataque. Estamos hartas y solo queremos vivir tranquilas.

Por otro lado, uno de los miedos que he querido reflejar en Scream Queer 2, y del que creo que se habla poco (pese a ser ya un problema de salud pública), es el aumento de casos de adicción a la metanfetamina, principal razón por la que quise incluir chemsex en el libro, que pese a ser un documental, es terrorífico y por desgracia es algo que está pasando hoy en día en España.

Para finalizar y citando a Scream: ¿Cuál es tu película de terror preferida? ¿Nos recomiendas alguna novedad?

Depende del día puedo decir una u otra, pero además de La posesión, hoy te diría La matanza de Texas de 1974. Pasan los años y sigue siendo una genialidad.

Como novedad, os voy a dar dos: Sangre en los labios, un thriller bollo pasado de rosca para ver en sesión doble junto a Lazos ardientes; e Immaculate, el nunsploitation protagonizado y producido por Sydney Sweeney.

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