Javier Santaolalla, el ‘rockero’ que hace atractiva la física
El físico Javier Santaolalla acumula millones de alumnos/seguidores en las redes. Dos y medio en Instagram , casi tres en Youtube con ‘Date un voltio’ , ‘Date un vlog’ y ‘Date un Mí’, y cuatro millones y medio en Tik Tok. Aparece en la pantalla de mi ordenador en una cita por zoom, sistema que ‘los de letras’ consideramos un auténtico milagro. Llama la atención su camiseta. Se trata de un diseño que imita el clásico del grupo de rock Ramones, con un rotundo ‘Physics’ en primer plano. Los nombres de la banda, Johnny, Joey, Deedee y Tommy, han sido sustituidos por, Gravity, Electromagnetism, Weak y Strong, “las cuatro fuerzas fundamentales del cosmos”, me aclara. Es nuestro segundo invitado de la serie mensual de influencers con sustancia, tras Susi Profe.
¡Ay, la física! Aquella asignatura llena de marcianadas que para los coeficientes intelectuales tirando a normalitos convertía el trayecto del pupitre a la pizarra en la verdadera Calle de la Amargura. ¿Principios de la termodinámica? ¿Perdón?
Santaolalla nos atiende con la hora de ventaja que disfrutan los residentes en Canarias. Allí creció, aunque vino al mundo en Burgos hace 42 años. Ha residido en México y Madrid, doctorándose en Física de Partículas con la tesis Los procesos electrodébiles en el decaimiento muónico (no se admiten preguntas de aclaración). Ha trabajado en el Centro Nacional de Estudios Espaciales en Francia, el CIEMAT y en la Organización Europea para la Investigación Nuclear, formando parte del equipo que descubrió el Bosón de Higgs dirigido por el premio Nobel de física Peter Higgs, fallecido el pasado 8 de abril. Aunque dicho bosón es conocido como “la partícula divina”, a Santaolalla no hace falta preguntarle si cree en dios porque lo dice muy claro su biografía. Religión: agnosticismo.
¿Entiende que la gente sea supersticiosa?
Creo que la superstición es un fenómeno bastante normal en el ser humano. Buscamos explicaciones a casi todo y queremos que las respuestas sean sencillas. Pero ¿es fácil entender el mundo? En absoluto. De ahí que nos decantemos por conclusiones inexistentes que nos facilitan un poco la vida. Me parece natural que haya supersticiones, pero también creo que, a medida que el ser humano va consiguiendo un estatus racional importante, todas esas creencias se han de cambiar por pensamientos lógicos racionales.
¿Usted se permite alguna?
Soy consciente de que las supersticiones no tienen sentido y me parecen inofensivas si son poco más que un juego. El problema es que se vuelven muy peligrosas cuando empiezas a tomar decisiones importantes de tu vida basándote en ellas. Tengo alguna, pero pequeñita. Me la tomo tan a broma que ahora mismo ni la recuerdo.
¿Qué es la física?
La física es la rama de la ciencia que intenta entender cómo funciona la naturaleza siguiendo el método científico. Un procedimiento que consiste básicamente en realizar experimentos de forma controlada para responder a la gran pregunta: ¿Qué es existir ? ¿Qué hacemos aquí? O, ¿de qué está hecho todo?
¿Recuerda el primer vídeo que grabó?
Claro, en realidad fueron dos primeros vídeos. El primero lo hice en 2012, para presentarme a un concurso de stand up comedy de ciencia. Lo recuerdo con emoción porque en esa época yo estaba experimentando nuevas formas de comunicar tantas cosas como llevaba dentro. Todo me parecía nuevo, curioso y divertido, así que aquello se convirtió en un punto de partida.
¿Le fue bien?
Sí, el vídeo funcionó y llegué a la final del concurso, aunque al ser una grabación para el certamen, no lo vio casi nadie. Más tarde, cuando surgió la noticia del descubrimiento de las ondas gravitacionales, me junté con unos compañeros y dijimos: “Venga, hay que explicar todo esto a ver qué pasa”. 423.000 visualizaciones.
2012 también es la fecha de su doctorado. He de confesarle que cuando he leído el título de su tesis me ha estallado la cabeza. ‘Los procesos electrodébiles en el decaimiento muónico’. ¿Qué cara pone la gente cuando recita ese título?
Es el nombre técnico del trabajo. Cuando lo explico con mis propias palabras puede que se entienda un poquito mejor. Esa fue mi pequeña contribución a un esfuerzo enorme en el que muchas personas aportamos lo mejor de nuestro conocimiento para conseguir, entre otras cosas, el descubrimiento de El bosón de Higgs.
Que le sirvió de excusa para escribir el libro ‘El Boson de Higss no te va a hacer la cama’.
(Risas). Ciertamente no de forma directa, pero espero que sí de forma indirecta. Yo intento mostrar que el conocimiento ya tiene interés por sí. Saber por saber es algo muy valioso y la misión de la ciencia es dar respuesta a las grandes preguntas del ser humano para conseguir una vida más plena. Acercarnos a grandes cuestiones nos conecta con nosotros mismos y con nuestro mundo. No, no te hace la cama, pero igual te ayuda a entender un poco mejor cómo funciona el Universo, y así la vida cobra más sentido.
Hablamos mucho de ansiedad climática y de ansiedad pre-bélica. ¿Padece alguna de ellas? ¿El conocimiento baja el nivel de estrés?
Reconozco que yo también tengo mis bucles mentales y me puedo enganchar a temas como los que generan tanta ansiedad a muchas personas. Yo también me hago preguntas. ¿Hay otros mundos? ¿Cómo podría funcionar otro tipo de vida? ¿Qué pasará cuando muera? ¿En qué consiste la vida? No las pienso con ansiedad, porque son dudas que no me llegan a incapacitar, pero sí que siento cierto ruido existencial bastante consustancial con mi trabajo. Eso significa que estoy haciendo bien las cosas.
Se habla mucho de las expediciones a Marte. ¿Viajaría hasta él?
Pues depende del momento vital en el que esté. A medida que pasamos por distintas etapas de la vida, los seres humanos cambiamos mucho. En ciertos momentos mi respuesta inmediata sería un sí. Pero ¿y si mañana yo tuviera un hijo o cualquier otra circunstancia familiar urgente? Sería una gran irresponsabilidad por mi parte. En otro escenario, si mis condiciones vitales se ajustaran al proyecto, me encantaría.
¿Y qué cree que encontraría allí al llegar?
En ese tipo de viajes lo más bonito es encontrar lo que no se espera. Si los mayores descubrimientos de la ciencia siempre han sido sorpresas, imagínate pisando otro planeta. Habría cambios tremendos a nivel tecnológico, científico y posiblemente biológico. Pero por encima de todo, yo creo que los grandes pasos de la Humanidad respecto a la ciencia conllevan un cambio de paradigma sobre nosotros como especie. Copérnico, Darwin, Newton… lograron enormes saltos filosóficos e intelectuales que variaron nuestra propia percepción del ser humano. Llegar a otro planeta podría ser uno de esos cambios abruptos que nos generarían una nueva conciencia.
¿Cómo son sus seguidores? ¿Gente joven? ¿Estudiantes? ¿Colegas de profesión?
Tengo mucho feedback por suerte desde el principio. Trabajando en redes sociales se consigue mucha interacción. Me siento orgulloso de que me reconozcan por la calle, la verdad. Hablo con muchas de las personas que me siguen para poder tener una especie de retrato robot.
¿Y cómo queda ese retrato?
Me apetece destacar, por bonito, que cualquier persona puede estar entre mis seguidores. Eso le da mucho sentido a mi trabajo. La curiosidad es inherente al ser humano y aunque yo quizás esperara llegar más fácilmente a círculos académicos, intelectuales o personas afines, lo que más me sorprende cuando voy a un evento es el interés de las clases trabajadoras, que demuestran tener esa gran curiosidad. Y ahí noto la labor social de democratizar el conocimiento para llegar a casi todos los rincones. Me siguen muchos jóvenes, muchos universitarios, pero también muchos curiosos. Por suerte la curiosidad es transversal a todo.
¿No hay impacto en redes si no hay ‘haters’?
¡Claro! Se suele decir que una persona está consiguiendo sus objetivos cuando tiene detractores. Que haya gente a la que no le gusta mi trabajo me parece lógico, sano y normal. Si cometo errores, es natural recibir críticas.
¿Y el odio por el odio?
También lo tengo, obviamente. Pero comparado con el que sufren otros generadores de contenido, es un fenómeno bastante aislado. Lo más importante es que esos pequeños gestos de odio se ven compensados con el cariño abrumador que recibo por la calle. La gente me abraza, me dicen cosas muy bonitas cuando escuchan mis conferencias. Así que llevo con mucha dignidad tener contrarios.
También frecuenta platós de televisión.
Estuve en los programas Órbita Laika y La última frontera, de TVE. En México pasan mis vídeos por el Canal 22, también en Costa Rica y ahora tengo un proyecto para la Televisión Canaria. Me gusta la tele, porque me entretiene y aprendo una barbaridad.
Javier Santaolalla, ¿qué hacemos con la Inteligencia Artificial?
Los avatares ya existen y parte de mi trabajo podría ser realizado por uno de ellos. Pero, personalmente, me parece que el ser humano sigue teniendo algo especial respecto a la inteligencia artificial. Es bastante evidente que la capacidad humana sigue estando muy por encima de las máquinas. Yo mismo podría utilizar la IA para descargarme de trabajo, pero no quiero porque dejaría de entrenar, de ejercitar ese músculo que por ahora no tiene ninguna máquina. Delegar demasiado en la Inteligencia Artificial para cierto tipo de trabajos podría atrofiar la capacidad exclusivamente humana de enriquecernos con el conocimiento. La originalidad y toque intuitivo de los humanos no están al alcance de una máquina.
¿Se iría de cañas con un terraplanista?
Sí, sí, claro que sí. De hecho, tengo un vídeo que titulé Todos somos terraplanistas. Yo mismo he tenido varias fases en mi relación con esa creencia. La primera fue de burla, la segunda de rechazo y la tercera está intentando ser más profunda y de comprensión, dejando de lado la superioridad, para tratar de entender de dónde viene ese fenómeno. Porque motivos, hay. Si rascas un poco, hay muchos tipos de terraplanismo.
¿En serio?
Sí. Profundizando en la psicología de ese tipo de personas que caen en sectas de creencias extrañas, te das cuenta de que es imposible convencerlas, porque se hacen trampas mentales continuamente. Las trampas mentales también existen cuando se sigue a un partido político.
¿Qué pasa con las mujeres y la ciencia?
Pasa que ha habido un histórico que ha perjudicado su integración dentro del mundo científico. Lo que viene sucediendo desde hace siglos no se puede cambiar en cuatro años, ni con cuatro eslóganes, ni con dos campañas políticas. Es un trabajo a largo plazo. Se están haciendo cosas bien y cosas mal, pero mi opinión es que en los últimos 20 años ha habido un cambio brutal. Soy optimista.
Me permito un inciso para comentar ciertas declaraciones del propio Javier Santaolalla respecto a cómo era en sus días de escuela. “Un empollón raro y un nerd atípico”. (Nerd: alguien más interesado por asuntos científicos que por su propia apariencia física y sus relaciones sociales). Pues a día de hoy, puedo confirmar que nuestro entrevistado goza de un aspecto estupendo y unas habilidades sociales envidiables, a juzgar por sus apariciones en los medios, siempre cuidadas y divertidas.
¿Cómo lo explica?
Siempre he tenido un sentido de la responsabilidad súper desarrollado. Mi peor pesadilla era suspender un examen o no llevar una tarea hecha. Sacaba diez en todo: literatura, historia, matemáticas… En todo.
¡Qué barbaridad!
Además, soy muy hiperactivo y me han encantado los deportes. Así que he sido un empollón que combinaba de forma bastante equilibrada mis espacios interiores con mi desarrollo social. Un empollón que hacía cosas impropias de los empollones, como por ejemplo, jugar mucho al fútbol. Poco a poco y por suerte he encontrado herramientas sociales para desarrollarme más allá del mundo académico. La vida es muy rica.
Nada más despedirnos, urge visualizar trabajos de Javier Santaolalla. El físico que recibe a sus seguidores como Miguel Ríos a los asistentes a un concierto. “A los hijos del rock and roll, ¡bienvenidos!”. “¡Hola, hijos de Einstein!”. A ver si van a ser los mismos.
Comentarios
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