Joe Strummer vive, del punk al mestizaje comprometido de The Mescaleros

Joe Strummer en el Tower Theater. Foto: John Coffey

El pasado agosto habría cumplido 70 años si no hubiese sido por ese ataque al corazón que le dejó dormido para siempre en su residencia campestre de Somerset (Inglaterra) a finales de diciembre del 2002. Joe Strummer se había erigido desde sus tiempos en The Clash como el artista comprometido con los movimientos sociales, adalid de los derechos humanos, azote del capitalismo feroz y voz de los más desfavorecidos. Una línea ideológica que venía construyendo desde que era casi un crio. Para celebrarlo, el sello que fundó a medidos de los 70 el beatle George Harrison, Dark Horse, ha editado ‘Joe Strummer  002: The Mescaleros Years’, una exquisita caja que contiene todos los discos que grabaron The Mescaleros remasterizados más todas los demos y descartes que se han encontrado de esa etapa, como añadido, impreso, un libreto a todo color con mucha información, fotos y facsímiles de algunas notas de trabajo y borradores de las canciones escritos por el propio Strummer.  

El deceso del carismático cantante y guitarrista se produjo nada más terminar una gira por Gran Bretaña con The Mescaleros, banda con la que llevaba funcionando desde 1999. Tenía tan solo 50 años, pero ya era un icono de carne y hueso, alguien accesible, dicen, uno de esos artistas a los que le gusta estar a pie de calle, que se interesaba por sus fans y que desafiaba el poder de las compañías discográficas multinacionales. Voz cazallosa, nervio a flor de piel, ojeras y encima de estas unos ojos curiosos que sabían ver lo micro y lo macro, siempre ideal en sus pintas, original en sus planteamientos, Joe Strummer era rara avis en el mundo del show business. 

Joe Strummer formó los 101´ers a mediados de los 70 en Londres, era el número de la casa que ocupó en Londres, lugar donde ensayaban y vivían en comunidad los miembros de aquella banda, una comunidad pseudo hippy capitaneada por Woody Mellor, que es como se hacía llamar Joe Strummer por entonces. Tenía ya 22 años. Era su tercer intento para formar una banda de rock, quizá el más notable hasta la fecha.

De padre diplomático y madre enfermera, John Graham Mellor (Turkia, 21 de agosto de 1952) había estado hasta los 9 años viviendo con toda su familia (tiene un hermano) en diferentes lugares de Egipto, Alemania, Turquía y México; a esa edad, sus padres matriculan a sus vástagos en un internado situado a 40 kilómetros de Londres, mientras Joe asimila no poder ver mundo y viajar de un lado a otro y tener que conformarse con los grandes ventanales que muestran un cielo gris y un paisaje británico mustio, su hermano mayor se alista en el National Front. En pocos años, ese aislamiento en la escuela y esos ideales nazis harán que se suicide. Es su hermano pequeño, Joe, quien acude a la morgue para reconocer el cadáver.

Lo cierto es que los 101´ers no progresan musicalmente, son todos músicos amateurs que comparten una okupa en Londres, se lo pasan muy bien, hacen giras por pubs, pero no despegan. En una de esas veladas, ya en el año 1976, actúan antes que un grupo llamado Sex Pistols. Esa noche, Joe ve el futuro y decide que no solo él, sino el mundo entero, debe cambiar. Se despide de los 101´ers y conoce a sus nuevos amiguitos: Mick Jones, Paul Simonon y, al poco, Topper Headon. Todo un logro que cambiaría el curso de la música punk y del rock auspiciado por el inefable mánager Bernard Rhodes, avispado y desgarbado buscavidas que también tuvo la brillante idea de poner a Johnny Rotten al frente de los Pistols, en este caso, juntó a los cuatro Clash en una habitación y les proporcionó las llaves de un sótano londinense donde poder ensayar.

Lo demás ya es historia. The Clash estuvo en activo entre 1976 y 1986; con solo seis discos grabados fueron capaces de dotar al punk de la cultura y el mestizaje necesarios para alcanzar el respeto global del gran público. También tuvieron espacio en los surcos de sus discos para desconcertar a su público abriéndose a estilos e influencias que chocaban frontalmente con la doctrina punk.

Joe Strummer, llegado ese momento del final de The Clash, algo que provocó él mismo, y habiendo alcanzado una fama mundial, se baja a España para huir del foco mediático. Sin Mick Jones en la banda, al que se le había disparado el ego ante tantísimo éxito internacional y este había colisionado con el temperamental Strummer, publican un último disco, Cut the crap, para muchos, un disco que se podrían haber evitado. Joe se refugia en Granada, en casa de una de sus amigas de los tiempos de la ocupa en la calle 101 y desde allí, empieza a dejarse caer por la noche granadina. Quiere encontrar la tumba de Lorca y también producir un disco a una banda local que se llama 091. En ese proceso de producción llega hasta Madrid, donde también se deja ver por las noches en Malasaña, teniendo su cuartel general durante aquellos meses en la casa de Luis Auserón. En este viaje será cuando conozca el Cabo de Gata y adquiera una propiedad en ese pueblecito costero y entrañable llamado San José. Desde entonces, serán constantes las estancias en este tranquilo (por aquellos años) pueblo. Para profundizar más en esta relación del inglés con el sur peninsular, imprescindible ver el documental Quiero tener una ferretería en Andalucía (2011), firmado por Carles Prats.

Hasta la llegada de The Mescaleros a finales de los noventa, el carismático artista se dedica a componer bandas sonoras para películas, incluso se marca algún cameo en alguna de ellas. Publica, durante su estancia en EE UU, el disco Earthquake Weather, firmado con su nombre y se une a The Pogues en su gira del 87/88, sustituyendo al indispensable guitarrista oficial, Philip Chevron, cuando este se puso malito. No cualquiera podía cubrir esa baja temporal.

Una buena parte de la década de los noventa la dedica a buscar motivación, la encuentra a pie de fogata, alejado aún del foco mediático, introduciéndose en la cultura rave y en la música tecno, fenómenos que empiezan a desarrollarse en esos años. Con el rumbo artístico perdido, Joe Strummer disfruta de una vida disipada. Es en estos años cuando empieza una relac​ión con Lucinda Tait que durará hasta el día de su muerte; con su anterior pareja tuvo sus dos hijas, Jazz y Lola. Hoy en día es Lucinda quien organiza, cuida y vela por el legado de Strummer; es ella la testaferro del legado del artista inglés.

En esos años noventa de fogata y rave, de observar y empaparse de cómo funcionaban los nuevos antisistema, de grandes festivales, tranquilos amaneceres en la playa de San José y largos fines de semana, se topa con Antony Genn, un músico y agitador cultural británico bastante más joven que él, partícipe y contemporáneo de esa nueva generación de revolucionarios contraculturales. Ese encuentro (también la gira con The Pogues) le dará la luz, iluminará a Strummer, que se deja llevar por la energía del fiestero Anthony Genn. Así nacen The Mescaleros, con un Strummer que siente que ya ha hecho su travesía por el desierto; lo de The Clash había terminado hacía casi diez años, ahora ya puede volver a dar su música desde un escenario.

La caja con vinilos que nos presenta el sello Dark Horse, Joe Strummer 002: The Mescaleros Years, ​recoge esta nueva etapa de Joe Strummer, este renacer que se vio frustrado a mitad de camino por un paro cardiaco. La formación de The Mescaleros fue cambiando con el paso de los años; Joe, habiendo recuperado su luz, estaba volviendo a ocupar su lugar en el mundo del rock, dejando cada vez más atrás su vinculación con The Clash.

Joe seguía buscando con sus Mescaleros el mestizaje comprometido, la evolución era una constante en su carrera, combinar el jazz, el hip hop, country, dub, punk rock, y hacer de ello una pista en la que poder aterrizar sus letras, sus pensamientos y reflexiones. Unos textos que muchas veces eran collages de un viaje infinito, tan real como espiritual, tan inalcanzable como bonito.

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Comentarios

  • Pepe

    Por Pepe, el 30 septiembre 2022

    El último disco de los Clash no es «Cut the crab», sino «Cut the crap». No había cangrejo que cortar, sino que la mierda (o el rollo) que Joe pedía que se cortase parece aludir a los desencuentros que tuvo con Mick Jones en la preparación de lo que pudo ser el disco «Rat patrol from Fort Bragg» y resultó ser «Combat rock». Un nuevo disco doble, después del «London calling» o del (triple) «Sandinista» parecía ser demasiado para la discográfica y para el recuperado Bernie Rhodes (el de la mítica frase que abre «Gangsters», de The Specials: «Bernie Rhodes controla, no discutas») que preguntó, al oír las mezclas que presentaba Jones si «todo tenía que ser un puñetero reggae». Lo podemos resumir en que a Mick Jones se le había disparado el ego, pero el caso es que se descartó una nueva (entonces) doble entrega de algo puramente Cláshico: novedosa fusión de estilos, el reggae ya citado, funky, hip-hop, surf, calipso, dub…
    En fin, que al disco póstumo le da título una frase sacada de un diálogo de Mad Max II (también muy del espíritu Clash, hay que reconocerlo) o un insulto al compañero expulsado.
    Por cierto, que en The Pogues (a quienes había producido el 5º disco, «Hell’s ditch» en 1990) Strummer sustituyó al cantante, Shane Macgowan (a quien se dedica el reciente «Crock of gold», en la que se recogen declaraciones de Strummer en las que lo califica del «poeta del grupo» -sin duda- y de «uno de los mejores escritores del siglo» -en todo caso, un genio-) después de que éste -Macgowan- fuese expulsado del grupo por borracho.
    Si es que ni ser punk es tan sencillo como nos habían contado.

  • Diego

    Por Diego, el 30 septiembre 2022

    Gracias, chavales !

  • Javi rubio

    Por Javi rubio, el 30 septiembre 2022

    Está muy bien la historia de strummer, me encantó ir a Granada e investigar por donde se movía

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