Jon Bilbao: historias de ‘raros’ que buscan silencio y soledad
Como ser social que es el humano, muchas veces no comprende los comportamientos solitarios. Y mucho menos cuando son autoimpuestos. A los que llevan a cabo este tipo de actos, se les suele tachar de raros y se proyecta sobre ellos una mirada de desconfianza. Tanto estas conductas como las reacciones que despiertan en la sociedad son los temas principales del último libro de Jon Bilbao, ‘El silencio y los crujidos’ (Impedimenta).
El escritor vasco realiza un acercamiento a la soledad a través de tres pequeñas novelas que se dividen en tres tiempos verbales muy diferenciados con la intención de explicar(se) cómo ha ido evolucionando esta idea en la sociedad. “Creo que es una idea que ha ido cambiando bastante con el tiempo”, comenta. “A día de hoy, en una sociedad tan integrada, con unas convenciones tan arraigadas, alguien que buscase la total soledad no sólo sería atípico, sino que sería visto con recelo y sospecha. Cuando en sí misma, es una opción de vida totalmente legítima”.
‘El silencio y los crujidos’ son tres historias sobre la soledad en tres momentos diferentes, pero con un hilo común muy concreto.
Sí. Las tres tienen un claro tema común, que es la soledad voluntaria como objeto de deseo. Tenemos a tres personajes que la persiguen cueste lo que cueste y le pese a quien le pese. Además, las tres tienen el mismo personaje, ya que las tres historias están bastante ligadas. Yo veo el libro en su conjunto como una historia de amor de un hombre con la soledad. Un hombre en tres encarnaciones diferentes a lo largo de la historia: primero en Constantinopla, luego en los años 60 del siglo XX en la jungla venezolana y, por último, en las Islas Baleares en un futuro próximo. En las dos primeras aproximaciones el personaje se encuentra con finales trágicos, mientras que en la tercera parte, este hombre, que ha aprendido un poco, parece que llega a una situación de equilibrio con la soledad.
Utilizas el personaje de Juan para encarnar esa búsqueda de la soledad y el de Una, protagonista femenino, para dar forma física a ésta.
Efectivamente. Una es la encarnación de la soledad. Fueron personajes bastante divertidos de retratar ya que intenté representarlos como los protagonistas de las antiguas tragedias griegas, es decir, muy poderosos, polimórficos…, pero al mismo tiempo con los defectos de los mortales. Esas Unas que conocemos a lo largo del tríptico son caprichosas, antojadizas, superficiales… y cuando se enfadan pueden ser dañinas y muy vengativas.
Es curioso porque se trata de una soledad autoimpuesta; un acto que muchas veces no es muy comprendido socialmente.
A mí el tema de la soledad es algo que me interesa mucho, ya que yo tengo en buena medida esa pulsión. Por ello, me resulta interesante ver cómo percibe la sociedad a esos solitarios voluntarios. Creo que es una idea que ha ido cambiando bastante con el tiempo. A día de hoy, en una sociedad tan integrada, con unas convenciones tan arraigadas, alguien que buscase la total soledad no sólo sería atípico, sino que sería visto con recelo y sospecha. Cuando en sí misma, es una opción de vida totalmente legítima.
Te interesaba tanto indagar en la soledad como la elección voluntaria de ésta.
De hecho, en la tercera parte del tríptico el protagonista ha triunfado y no se hace de carne y hueso en el relato; se hace referencia a él, a su vida, pero no tiene una intervención activa. El protagonista es alguien de fuera, alguien que media entre él y el mundo. Intentamos ver cómo la sociedad percibe a este solitario. Se siente continuamente ese impulso de violar su soledad, de saber qué le lleva a apartarse de todos sin una justificación comprensible.
Por cómo me estás defendiendo esto, veo que hay mucho de Jon Bilbao en Juan.
(Risas). No tanto como se podría pensar. Hasta ahora hemos hablado de la parte positiva. Pero también tiene otras interpretaciones, como la del egoísmo o el sentimiento de superioridad sobre los demás. Aunque la soledad en sí sea una opción totalmente legítima, los medios para llegar a ella sí que pueden ser cuestionables. Si tienes una serie de compromisos sociales o familiares, dar la espalda sin más a éstos no es lo más ético. Tú alcanzas tu meta, pero haces mucho daño a tu alrededor. Esto es justo lo que le sucede al tercer protagonista.
¿Por qué has usado tres tiempos verbales para narrar la soledad?
Para darle variedad al libro. Quería que las tres partes fueran muy distintas; de hecho, intenté que pareciera que hubiesen sido escritas por tres personas diferentes, ya que los estilos varían mucho. Y luego por otro punto del que me di cuenta a la postre, cuando el libro estaba casi impreso. Como el tema me resulta tan cercano y me interesa tanto, me daba pudor abordarlo desde una manera directa. Entonces, comencé a abordarlo de manera oblicua: me alejaba en el tiempo y en la forma de escribir. Y luego me fui acercando a mí mismo y al tema.
En el último, el que está escrito en el futuro, lo abordas desde una óptica distópica.
Distópico, pero creo que muy cercano. Lo centro en 2022 y el protagonista es un ingeniero que desde una edad bastante cercana decide que sólo le interesa alcanzar esa soledad. Es un personaje muy racional, muy pragmático. Él sabe que lo difícil no es alcanzar la soledad, sino sostenerla en el tiempo a través de una cuenta bien nutrida. Por ello se le ocurre una aplicación relacionada con la pornografía que le hace inmensamente rico. Pero ésta tiene un importante defecto social; obliga a replantearse el concepto de intimidad. Y de ahí la paradoja: para que una persona alcance la soledad, ha tenido que sabotear la intimidad de millones de personas.
Incluso su propia intimidad se ve saboteada desde la propia aplicación.
Efectivamente. Él tiene que sacrificar parte de su propia intimidad. Eso también le obliga a crear una serie de cortafuegos que le proteja de todas las víctimas que ha dejado a su paso la aplicación y que le ven como un enemigo.
Esta soledad se ve continuamente diezmada por lo que tú calificas en el libro como ‘crujidos’. Aunque el tercer Juan sea el que más se acerca a ella, ¿resulta imposible?
El tercer Juan, que es el que está más cerca de alcanzarla completamente, se da cuenta de que esto es casi imposible porque los crujidos que va a oír van a provenir de su interior; él mismo va a dudar de la soledad completa. Por eso mismo, de vez en cuando sale de su encierro, va al supermercado, tiene cierto contacto social… Se codea con otras personas para recordarse que prefiere la soledad. La soledad perfecta de vez en cuando requiere un poco de compañía.
Para contar bien esta lucha por la soledad, utilizas una prosa muy lírica, pero plagada de brutalidad.
Al margen de los detalles o el lirismo, tiene que ser una prosa dura, ya que se narran situaciones muy difíciles: tanto emocionales como físicas. Los tres personajes lo pasan muy mal en esa búsqueda de la soledad.
Comentarios
Por Amparo Dominguez Domínguez, el 28 junio 2018
Intentaré leerlo. Para opinar.
Ahora sólo me atrevo a decir que hay muchas soledades. Las que se aman, las que se desean, las que se soportan, las que se odian…
Yo ahora estoy peleando con una : la vejez. Y parte deseada, parte lograda…y parte pactada para sobrellevarla con ilusión, amor…
Por qué no? Siempre me ha parecido mal que la sociedad nos juzgue negativamente a los solitarios, a los solos…por qué nos dicen raros? Que el ser humano es sociable? Bueno, hasta cierto punto! No? Somos aborregables? Yo creo que no. Este invierno he leído mucho sobre el ser humano primitivo…esos números asustan! Inmensas extensiones y números minúsculos de humanoides y humanos ya de hecho perdidos en esas inmensidades. No creo por lo tanto que lo de ahora sea lo normal. Este abigarramiento es insoportable en ciertos aspectos. No hace mucho le pregunté a un médico sí era algo serio el sentir los chillidos de los niños en los supermercados como dardos en el cerebro que me hacían dudar en un desmayo, dolor de cabeza, inconsciencia…
Me dijo que no era patológico, era sensibilidad!
Y sí, no tengo más remedio que soportar esos decibelios de más en muchos aspectos de mi vida cotidiana. Me gusta una reunión de amigos…pequeñita…en voz casi baja….si sube de volúmen, prefiero mi soledad. Porque llega a molestar esa pérdida de terreno propio.
Bueno, leeremos…y opinaremos. El tema me parece muy interesante. Y por favor, no somos raros. Ni tenemos problemas…más allá q cualquier otro ser humano alborotador, deseoso de gente a su alrededor las veinticuatro horas del día….!
Por Martha, el 29 junio 2018
La temática,ha,sido estupendamente tratada,en el film de Luchino Visconti «Grupo di familia (al interno) desde la perspectiva de lo imposible, cuando la vida invade la soledad cuidadosamente construida por el personaje que vive en un mundo estético y protegido por su fortuna, aun así la realidad lo penetra y lo enfrenta a muchos sentimientos e ideologías que ponen en duda la posibilidad misma de la verdad frente al amor y el imaginario social. Un clásico altamente recomendable, principalmente a Bilbao
Por Ana, el 29 junio 2018
Yo también me encuentro mejor en la soledad
No solo por la paz que siento en ella, no solo por ser el descanso del guerrero; es porque en ella puedo pensar mejor. Y soy sociable pero no de cualquier manera.
Amparo, yo también oigo los chillidos de los niños como dardos en mi cabeza. Ya ves, no estás sola en esto