Jordi Costa: “A menudo, no puedo ni comprarme un libro cuando lo necesito”

El crítico cultural Jordi Costa. Foto: Sarah Bienzobas.

El crítico cultural Jordi Costa. Foto: Sarah Bienzobas.

Jordi Costa, referente cultural obligado de una generación entera, se abre hoy en canal para mostrarnos su maquinaria impredecible, inmensa y milimétrica. La tragaperras que da premio seguro. El fantasma en la máquina salvaje.

ESTHER GARCÍA LLOVET

Eres crítico cultural y de cine pero en tu análisis encontramos siempre una referencia constante a lo inconsciente, a lo irracional y a todo lo que escapa a la cultura.

Creo que vivimos un epidemia de racionalidad que, en el mundo del cine, por ejemplo, se manifiesta a través de la proliferación de ese instrumento diabólico que es el manual de guión y su predilección por las historias cerradas y el rechazo a toda ambigüedad. Ya Berlanga se refería al guión como la Gestapo del cine, aunque trabajó, como sabemos, con uno de los guionistas más notables del cine español. Desde sus mismos orígenes, en su naturaleza fotográfica, el cine era un arte abierto a la intromisión del azar. Ahora lo que hay es una obsesión por el control que ha neutralizado lo mejor del cine y de cualquier manifestación artística: que ocurra lo inesperado y que se manifiesten las pulsiones irracionales más inconscientes. Lo más importante al hablar de una película es su lenguaje y para mí una película nunca es lo que cuenta, sino la tensión entre lo que se cuenta y el cómo se cuenta. A mis alumnos les digo que el cine es lo que no está en el guión, lo que no puedes poner por escrito y escapó al control, o respondió a algo tan incontrolable como la inspiración del autor. Siempre voy a preferir lo caótico y descontrolado a lo ordenado. Aunque, por supuesto, no es ninguna regla de oro: directores tan espartanos y con­trolados como Bresson u Ozu lograron capturar lo que no es visible o no es fácil de reducir a palabras.

¿Dónde colocarías al humor en este sentido?¿Como manifestación cultural, impregnada del carácter local, o como manifestación menos consciente?

El humor nacional es muchas cosas. El humor inglés es, por ejemplo, Wodehouse, que introduce el caos en un universo ordenado, jerárquico y reglamentado, y son los Monty Python, que juegan continuamente a chocar racionalidad y desorden, combinando lo chorra con lo culterano. Con el humor español pasa igual: el “humor de Cuñao”, homófobo y misógino, no tiene nada que ver con el de Tip y Coll que siempre jugaron a desarticular lo racional y, en su momento, resultaban muy británicos. A mí el humor me interesa porque desarticula la seriedad y lo consensuado. Mi escena de comedia preferida es la primera de Luces de la ciudad, cuando está reunida toda la oficialidad para descubrir el monumento a la ciudadanía y, al hacerlo, aparece Charlot, que, al intentar salir de esa situación de apuro, pone en cuestión todo lo que el monu­mento representa: la justicia, la cultura y el orden militar. El cuerpo del cómico es siempre un cuerpo flexible que se burla del cuerpo dogmático.

¿Cuál te parece que es la situación actual de la crítica en España y cómo es la tuya en particular?

No me siento demasiado legitimado para dramatizar, porque cualquiera que trabaje en este oficio ahora lo está pasando tan mal como yo, si no peor. Trabajo no me falta: escribo en ElPaís y en Fotogramas y doy clases en la Camilo José Cela y en la Escuela de Escritores. Lo triste es que con todo esto no llego a fin de mes. La angustia cotidiana es la misma que al comenzar en esto, cuando tra­bajaba con Marcos Ordóñez en el ABC: entonces, reunir 100.000 pesetas era un trabajo titánico y ahora solo hemos cambiado la situación por los desvelos del autónomo ni-mileurista. Pienso en la generación de mis padres, que luchó para que nosotros tuviéramos una carrera creyendo que eso nos resolvería la vida: fueron figuras heroicas de la clase media y es triste que la evolución de las cosas haya condicionado tanto el resultado de sus esfuerzos. Cuando mi padre tenía la edad que yo tengo ahora, la situación en casa era bastante más desahogada que la mía en este momento. Trabajo mucho pero mi margen de maniobra es tan precario que, a menudo, no puedo ni comprarme un libro cuando lo necesito. Es peor bajar a la mina y, sin duda, hay mucha gente así: no soy yo solo. Lo malo es que no sé si la situación va a ser transitoria o vamos a quedarnos ya así. El futuro parece cada vez más corto y más estrecho.

¿Qué opinión te merece la crítica en internet, el medio, y las películas que solo se pueden ver en internet, como ocurrió con littlesecretfilm?

El gremio de la crítica de cine ha sido siempre muy conservador, poco dinámico, e internet ha dado lugar a una cierta posibilidad de relevo generacional. Lo malo es que muchas voces y blogs de crítica repiten la mecánica y el formato de crítica convencional. Y lo malo también es que estos medios convencionales no han sabido proteger su territorio, el activo de su equipo. Es muy significativo que, en los medios en los que yo trabajo, cuando una crítica no se publica en papel y solo lo hace en formato digital, cobras la mitad, aunque el trabajo sea exactamente el mis­mo. Los medios han entendido lo digital como una propina que ofrecer a los anunciantes, sin posibilidad de generar ingresos. La culpa de todo esto no es del joven bloguero que cuelga su contenido en internet, sino de un ámbito profesional que no reaccionó a tiempo, o que decidió que era una ocasión propicia para devaluar la retribución al co­laborador. Yo actualmente colaboro en www.neupic.com, una página que funciona por suscripción a cada periodista en concreto, y próximamente lo haré en blog.contex.to.

¿Qué película dirías que estás viviendo ahora?

Bueno, acabo de matricularme para hacer el doctorado (en Filología Hispánica) y tener una cierta estabilidad profesional en el futuro. Voy a hacer mi tesis doctoral en tres años y me agobia algo la gestión del tiempo pero me estimula mucho la parte de investigación del proceso. También querría dirigir una tercera película, pero no a la intemperie como las otras. Y hay libros que me gustaría hacer. Las ganas siempre están. 

¿Qué actor serías en este momento?¿Y en qué película te gustaría estar si cambiara tu situación?

En este momento sería Cassen en Plácido, preguntan­do: “Qué hay de lo mío”, corriendo por la mera subsisten­cia. Y, si pudiera escoger, uno de los sitios más divertidos donde uno podría estar es en una película de Lubitsch. En Un ladrón en la alcoba. Llevando la supervivencia con elegancia.

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Comentarios

  • Rafa

    Por Rafa, el 21 abril 2015

    Muy interesante, solo un detalle personal, llevo 52 años sin poderme comprar el libro o el disco que necesito

    • Miquel Àngel

      Por Miquel Àngel, el 25 abril 2015

      Y?

      • Miquel Àngel

        Por Miquel Àngel, el 25 abril 2015

        Quiero decir, qué aporta tu comentario a la entrevista?

  • Lola

    Por Lola, el 21 abril 2015

    Vaya panorama… Lamento tu situación Rafa, está claro que la desigualdad no la inventaron ayer, pero desde luego se encuentra en un momento estelar, y pisándonos unxs a otrxs no vamos a acabar con ella.

  • Jorge

    Por Jorge, el 27 abril 2015

    ¿Doctorarse en filología hispánica para mejorar tu situación profesional? Yo soy doctor en esta misma especialidad y trabajo de teleoperador. No pierdas esos tres años si ya tienes enfocada tu carrera.

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