Jordi Maranges: “La fórmula de familia nuclear burguesa es nefasta”

El músico Jordi Maranges.

El músico mallorquín Jordi Maranges lleva una carrera en solitario de más de una década practicando un cabaret pop. En el pasado impregnó de aires folk sus canciones; ahora le inspiran los tintes ‘synth pop’ y un activismo LGTBI. Posee gran talento para crear canciones grandiosas, pequeñas joyas que permanecen y que amplían su musicalidad. Formó parte de la banda El Diablo en el Ojo, y tuvo un dúo junto a Marc Melià. La pasada primavera sacó ‘Allau’ (alud en español), su octavo trabajo discográfico. En octubre publicó el single ‘Oro Puro (remáster)’  y ahora acaba de sacar ‘Premonición (remáster)’. Le acompaña un videoclip realizado por Veru Iché y estrenado ayer mismo. Sus opiniones sobre el trabajo de cantautor y su activismo no dejan a nadie indiferente.

‘Allau’, alud en castellano, es un torbellino de emociones, de otras sensibilidades. ¿Representa una declaración de intenciones, un alud sentimental diferente?

Allau nace como una purga, una catarsis. Es caleidoscópico y variado, contiene matices y giros inesperados, pero su eje es ese: Es un disco terapéutico. Nació a partir de unas vivencias personales muy duras.

¿Qué paso representa ‘Allau’ en tu carrera musical?

Me apetecía hacer canciones sencillas con el piano, volver a la idea de escribir sobre sentimientos personales, sobre heridas, sobre mis miedos. La vida me lo puso en bandeja y a partir de la muerte de mi madre y otros temas delicados el disco comenzó a coger forma.

Siempre te has ubicado en los márgenes pero has adoptado una clara posición queer y en pro del movimiento LGTBI. ¿Qué es lo que activó que te posicionaras de una manera explícita?

Imagino que el hecho de ser marica tiene un peso importante en mi mirada, en los temas que trato en mis canciones. Eso no significa que mi música esté destinada a un público LGTBI únicamente, de hecho ese público no es el principal en mis conciertos, ni tampoco he sentido un respaldo importante por parte del colectivo. Mis canciones hablan sobre fragilidad,  heridas emocionales y las fricciones entre individuo y sociedad. Yo creo que en el fondo son temas universales más allá de género u orientación sexual.

En relación a mi activismo, decir que me ha costado mucho encontrar el tono con el que expresar mis ideas a nivel social. Durante mucho tiempo (básicamente los 90) estuvo muy mal visto hablar de política en las canciones, no era cool. La ideología neoliberal había calado muy hondo en todos nosotrxs. Afortunadamente, ha habido un cambio en relación a esto y ahora muchísima gente se ha animado a tratar temas más allá de las subjetividades del yo. Creo que Nacho Vegas fue quien empezó a hablar de política de una forma directa en sus canciones en España, ¿no? Supongo que él abrió un camino en el indie que nos ha ayudado a muchxs.

Estuviste en una banda que se llamaba El Diablo En El Ojo, el título de una canción de Tindersticks. Hace tiempo me comentabas que Chris Garneau y John Grant han sido referentes, pero te has abierto a ritmos electrónicos y urbanos, y a otras sonoridades más allá de lo ‘crooner’. Versionaste ‘Ritme de la nit’, una canción de Eurodisco de Corona, ahora versionas a María del Mar Bonet. ¿Qué músicas te inspiran?

Soy extremadamente ecléctico en mis gustos e intento canalizar mis influencias  de forma ordenada. (Risas). Escucho de todo, música barroca, bandas sonoras, música mediterránea, electrónica vintage, cosas actuales. No soy de los que creen que lo de antes siempre fue mejor. Actualmente hay gente haciendo cosas espectaculares. Mi último descubrimiento es Vignesh Melwani.

En este disco acudes a la poesía de Aina Riera (en ‘El gresol’), de Marcos Augusto Lladó (‘Un adolescent va en patí’) y a Gabriel Alomar (‘Estrofa al vent’). En trabajos anteriores fue el caso de ‘Paraíso’ sobre una poema de Ignacio Vleming. ¿De qué manera la poesía conecta con tu universo musical y artístico?

Varios de los libros que me acompañan desde hace más de 25 años, mudanza tras mudanza, son de poesía. Aunque tampoco creas que soy un gran lector de poesía, me apasionan algunxs poetas. De alguna forma la música me llevó a algunxs escritorxs y viceversa. Patti Smith me llevó a Rimbaud o Lautreamont, los psicodélicos de los 60 a los simbolistas y de ahí  a un montón de autores y autoras más. Ahora mismo no dejo de leer a Alda Merini, una poeta italiana que pasó media vida en psiquiátricos.

El cine, el teatro (y el universo performer) y la literatura han influido en tu obra dese Jean Genet (‘Un chant d’amour’) hasta el director Sébastien Lifshitz (su documental ‘Bambi’ en tu videoclip de ‘Lucas’). Son la resistencia del universo de lo diferente, de otras sexualidades, de otras maneras de vivir ¿Cómo calan en ti esos otros lenguajes y cómo los traes a tu obra?

Lo marginal siempre ha ejercido un poder de atracción muy fuerte sobre mí. La vida del diferente, el drama de su encaje en la sociedad, su fortaleza, sus contradicciones… De alguna forma, siempre me he sentido marginal y los artistas que han trabajado en esos márgenes o han hablado de ellos me han inspirado mucho: Jean Genet, Blai Bonet, Fassbinder, Pasolini, Pedro Lemebel… Resulta irónico ver cómo muchas de sus luchas han ido a parar a la estantería del supermercado como un objeto de consumo más.

¿Todas esas referencias de artistas fundamentales que muestran otras realidades maltratadas, silenciadas y despreciadas te sirven de faro? ¿Cómo te estimulan?

Primero de todo, me dan cobijo, me dan sensación de hogar; aparte, pueden ser buenos maestros y, sí, me sirven de faro. A la hora de escribir, sin embargo, estás solo y has de respetar esa soledad. Las influencias a veces van mucho más allá de determinados autorxs… La calle, una conversación con amigos, un paseo por el campo también pueden ser influencias poderosas a la hora de componer.

En ‘Oro puro’ hablas de otras familias, más allá de la natural y ortodoxa. ¿Crees que hay que recordar muchas veces ese espacio ‘a los diferentes’, a los ‘perdedores’, a los ‘fuera de la ley’ para no perder una serie de derechos adquiridos después de tanta lucha?

Bueno, la canción defiende la idea de que los lazos cosanguíneos no son exclusivos a la hora de formar familia. Una red de apoyos y cuidados no tiene que estar constituida necesariamente por Papá, Mamá y dos hijxs. De hecho, la fórmula de familia nuclear burguesa es bastante nefasta. El concepto de familia tradicional ya está, desde hace tiempo, en un proceso de quiebre y reinvención, y es buen momento para reinventarla, sugerir propuestas a través de la creación.

Vivir de la música es complicadísimo. Pero tú apuestas siempre por la calidad. ¿El arte necesita mayor visibilidad? ¿Cómo llamar la atención en un mundo de sobreinformación y saturado de posts, redes sociales y bajo la tiranía del me gusta, del compartir, del retuit…?

Vivir de la música aquí es una quimera para el 80% de la gente. Creo que es extensivo al mundo artístico o creativo en general. Generalmente tienes que alternar con otros trabajos reglados. Remedios Zafra diseccionó de forma magistral y durísima la situación de muchos entusiastas que compran la idea neoliberal de que todo depende de su esfuerzo y la fe en su proyecto y viven en la absoluta precariedad sin apenas rechistar; poco más se puede añadir después de leer ese libro. No sé, es complicado moverse en un ecosistema tan competitivo y fugaz, pero, en mi caso, intento ser fiel a mi corazón, a mis pálpitos, a lo que me apetece. Has de ser un poco bicho raro  y amar de forma desmesurada la música para seguir después de tanto tiempo con un retorno que muchas veces es pírrico.

En cuanto a las redes sociales es importante desmitificarlas. Conozco a gente con pocos seguidores y likes que lo peta en todas sus actuaciones; eso contradice el credo general de que sine qua non has de coleccionar y amontonar seguidores de forma neurótica. Es una lógica muy capitalista, deberíamos rebelarnos y no depender tanto de ellas. En mi caso intento mantener un cierto equilibrio, pero admito que no siempre lo consigo.

En ‘David y Jonatán’ hablabas del amor maduro entre un joven y un hombre maduro, pero de una manera muy consciente. ¿Aún sigue habiendo muchos prejuicios sociales frente a esas diferencias de género, sexuales y de edad?

Sí, absolutamente. La vejez es un tema controvertido en nuestra sociedad (en el mundo LGBTI ya ni te cuento) que pocos quieren tratar. En David y Jonatán quise crear una historia romántica a partir de dos realidades contemporáneas: la vejez de un hombre gay que de joven fue transformista, y el encaje de un inmigrante colombiano en la sociedad de acogida. Siempre he sentido curiosidad al ver por la calle a un señor mayor en silla de ruedas ayudado por un chico joven, generalmente latino. ¿Qué tipo de relación mantienen? ¿De qué hablan cuando están en casa? De ahí surgió la idea de escribir esta canción de amor intergeneracional. El título es un guiño a dos personajes bíblicos, David y Jonatán, que se querían mucho y que seguramente tenían un sexo maravilloso, aunque los ultra de Vox  nunca lo admitirán. (Risas).

‘Sentimental’ abrió tu proyecto a la música de baile, a lo performativo y a la liberación sexual. ¿Seguirás explorando ese camino?

¡No lo sé! Es cierto que esa canción es una rara avis en mi repertorio. Recuerdo que quise hacer algo muy dance, tipo Robyn o Róisin Murphy, a quienes escuchaba mucho en aquella época. Utilicé un sampler muy Giorgio Moroder y canté encima, improvisando unas líneas que había escrito dedicadas a un ex. De ahí salió la canción. En las mezclas, en el estudio, casi ni tocamos lo que yo había hecho en casa, así que se puede decir que es una canción lo-fi-disco.

Has abandonado las guitarras y tu lado más crooner de ‘El Baile de los Cangrejos’ (2010), ‘Circo del Amor’ (2012), ‘El Cazador’(2014) y ‘Món Fisíc’ (2016). ¿Qué nuevas búsquedas han surgido en ti?

Es cierto que he dejado de lado la guitarra. Desde hace unos años me he centrado en las teclas, en los pianos y sintetizadores. Me siento mucho más cómodo a la hora de componer, siento más libertad. Pero sigo siendo muy crooner, ¿no crees? La balada del hombre penetrado es una canción muy de crooner. De hecho, la compuse pensando en Camilo Sesto y Julio Iglesias.  Los cantantes melódicos de los 60 y 70 siguen siendo una gran fuente de inspiración para mí.

En tus canciones hablas del deseo LGTBI, de espacios de encuentros (sexuales), de símbolos, de mitologías…, de temas que antes se rehuían. ¿Es necesario poner el foco y también naturalizar la diferencia?

Todo ese mundo es uno de mis motores creativos; por tanto, es normal que mi mirada se pose sobre determinadas relaciones y ambientes. Creo que es importante visibilizar, imaginar, proyectar formas alternativas de relacionarnos, de querernos, de desearnos. La música puede ser un elemento a partir del que crear nuevas realidades, proyectar utopías, etcétera. Nada más poderoso que la imaginación para cambiar el mundo.

¿No te da un poco de vértigo exponerte tanto?

Es interesante reflexionar sobre cómo ha cambiado nuestra visión de lo privado/público. Cada vez tenemos menos miedo a mostrar aspectos de nuestra vida que antes quedaban velados por pudor. Como todo, tiene su parte buena y su parte mala. Muchas veces nos perdemos en eso de una forma narcisista y banal, aunque personalmente siempre he creído que el trabajo de cantautor tiene mucho de estríper: Te la has de jugar a la vista de todxs, y a veces has de apostar por un desnudo integral frontal en el que a lo mejor no sales muy favorecido.

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