José M. Montero: “Reducir, Reutilizar, Reciclar. Y Responsabilidad”

El periodista y divulgador científico José María Montero.

Periodista ambiental y científico, todoterreno y multimedia, de amplísima y prestigiosa trayectoria. En la actualidad dirige los programas ‘Tierra y Mar» y «Espacio Protegido» en la televisión pública andaluza (Canal Sur Televisión). Traemos a José María Montero Sandoval a nuestra entrevista circular a propósito de la publicación de su libro ‘Naturaleza en calma’, cuya segunda edición acaba de salir.

¿Qué es el proyecto Aula Savia y qué es tu libro en concreto, ‘Naturaleza en calma’?

Aula Savia es una iniciativa que nació en Málaga, hace más de una década, de la mano de Héctor Márquez, un agitador cultural comprometido con la conservación de la biodiversidad desde el conocimiento y la acción compartida. Un fértil contenedor al que se han ido sumando conferencias, talleres, debates, conciertos… Ahora, gracias a Ediciones del Genal, se incorpora a esta escuela, abierta y cooperativa, una colección de libros. Obras, como dice Héctor, que nos pueden ayudar a amar la naturaleza “como acto de salvación”. Yo participo en el estreno de esta colección con Naturaleza en calma, una selección de artículos en torno a cuestiones muy diversas, que, como periodista ambiental, despiertan mi curiosidad. La calma que anuncia el título es la del observador, la que, creo, se requiere para enfrentarse al reto de conocer el mundo que nos rodea, un esfuerzo en el que necesitamos implicar a la razón, a los sentimientos y, sobre todo, a la conciencia. El libro es un resumen de ese afán por mirar con asombro lo cotidiano y con serenidad lo extraordinario.

¿Cuáles son las principales ideas, conceptos, sensaciones que desprende tu libro?

En esta selección de textos, aunque no los escribí siguiendo un eje temático organizado, palpita, desde muy diferentes ángulos, el poderoso vínculo con la naturaleza. Por eso, y admitiendo que puede resultar una combinación extravagante, la poesía y el periodismo conviven en estas páginas, y también lo hacen la ciencia y la cocina, la medicina y el rock, los bosques y el asfalto, los amigos y los desconocidos, el piano, la biología, el vino, el amor, el humor o el olvido. También hay oscuridad y zozobra, porque escribir de medio ambiente en estos tiempos es escribir de una terrible crisis existencial, pero aún en un escenario así de áspero no me valen la angustia, ni el pesimismo, ni la apatía. No concibo la contemplación de lo vivo desde la rabia o la indiferencia. Creo que, a pesar de todo, hay esperanza, la que nace del conocimiento, que a su vez conduce a la voluntad y al compromiso colectivo, y un libro compartido siempre alimenta esa esperanza.

Veo que es una selección de entradas de tu blog. ¿Sigue activo?; para alguien que ya tiene la proyección de una televisión pública, ¿qué puede aportar un blog?

Un blog es la antítesis de la televisión, de manera que para mí es el bálsamo que me repara de todo aquello a lo que me arrastran las cámaras. No hay urgencias, la actualidad o la audiencia no ejercen dictadura alguna, no hay límites de espacio ni de tiempo. No necesito de sofisticadas herramientas, no dependo de ninguna otra persona, puedo reescribir lo que dije ayer y dejar en manos de la imaginación lo que no puedo mostrar con una imagen. Escribo, literalmente, de lo que me da la gana, y eso me conduce, en no pocas ocasiones, a un ejercicio de sinceridad extrema que, creo, es algo muy sano en este oficio. El blog me devuelve a mis orígenes profesionales en la prensa escrita, con el añadido de que puedo establecer un espacio de intimidad con mis lectores que, siento, está más cerca de la literatura que del periodismo. Cuando escribo en El gato en el jazmín siempre lo hago pensando que lo hago para una única persona y, además, en muchos casos, se trata de una persona concreta, de manera que es casi un diálogo, una conversación, mientras que la televisión lo que invita es al discurso.

¿Ves que ha cambiado la información ambiental mucho en los últimos años?, ¿cómo han impactado en ella toda la ‘internet-esfera’, las redes, los blogs…?

Mi primer reportaje de medio ambiente, dedicado al Brazo del Este, un espacio natural del Bajo Guadalquivir, lo firmé en el vespertino Nueva Andalucía a finales de 1981. Han pasado más de 40 años y la información ambiental ha cambiado mucho, por supuesto, y creo, además, que ha cambiado para bien. Se han abierto nuevos espacios de comunicación, se ha incorporado la voz de la ciencia, se ha pulido el discurso para facilitar una mejor comprensión entre públicos generalistas, se han conectado los problemas a nuestro entorno inmediato y a nuestra calidad de vida, se han implicado en esta tarea de divulgación líderes de ámbitos muy diversos (desde la religión hasta el arte), pero hay que seguir trabajando en todos estos capítulos, y, sobre todo, es urgente un cambio en el lenguaje y en las narrativas, lo cual se traduce, también, en el uso de nuevos canales y soportes de difusión. Y todo este esfuerzo hay que realizarlo manteniendo a raya esa corriente, dominante sobre todo en televisión, que arrastra hacia el puro entretenimiento, sin más consideraciones, cualquier contenido informativo.

Todos los soportes que se apoyan en Internet multiplican el alcance de cualquier mensaje, facilitan la conexión directa con las fuentes o permiten el diálogo entre los comunicadores y su audiencia, por citar sólo tres virtudes, pero para un periodista ambiental las buenas prácticas valen lo mismo en un documental de televisión que en un tuit, y son tan imprescindibles hoy como lo eran hace medio siglo. Atender al contexto, primar la proximidad y la precisión, alimentar la credibilidad basada en el rigor, la independencia, la diversidad y la ética, apostar por la profundidad, esforzarnos en interactuar con nuestros receptores para conocer sus inquietudes, y estar atentos siempre a la educación y la empatía, son algunos de los valores a los que jamás debe renunciar un comunicador.

¿Qué es para ti la economía circular?

La Economía Circular es una propuesta muy atrevida, quizá hasta utópica en alguna de sus aspiraciones, pero es de los pocos planteamientos que defienden, sin rodeos ni eufemismos, la necesidad de modificar el sistema productivo y de consumo actual basado en una economía lineal (producir-consumir-eliminar los residuos producidos, y toda esta línea devorando de manera ilimitada energía y materias primas). De forma simplificada, la Economía Circular propone que imitemos a la naturaleza y creemos un sistema (circular) en donde se alcance la máxima eficiencia en el manejo de energía, materias primas y residuos. La Economía Circular propone una manera mucho más eficiente y justa de usar los recursos, finitos, que nos brinda el planeta. Aquellas famosas tres “erres” (Reducir, Reutilizar, Reciclar) se multiplican en este modelo en el que también se Repiensa, se Rediseña, se Reintroduce, se Reorganiza, se Repara… Pero quizá las dos “erres” más importantes de este nuevo catálogo de acciones son la de la Responsabilidad y la del Respeto. La Economía Circular es una economía que respeta la naturaleza, que respeta a los ciudadanos (sobre todo a los más desfavorecidos), que respeta a los trabajadores (evitando las anomalías más perversas de la globalización), que respeta a nuestros hijos brindándoles un futuro mejor… Una economía mucho más responsable y humana.

¿Sabes lo que es la basuraleza? 

El lenguaje es muy poderoso, como bien sabemos los periodistas, y por eso el nacimiento de una palabra supone que nacen también sentimientos asociados a la misma, acciones, connotaciones, evocaciones… Cuando en el marco del Proyecto LIBERA se usó por vez primera el término basuraleza se creó una nueva palabra que ayudaba a entender algo muy evidente pero que no tenía una expresión tan certera: el impacto de nuestros residuos en la naturaleza. Es una palabra que tiene la fuerza emocional de un oxímoron, esa agitación disruptiva que origina la combinación de dos términos opuestos. Basura y naturaleza son dos expresiones opuestas cuya combinación resultaría absurda si no fuera porque la ceguera humana hace de este absurdo una realidad.

¿Cuál crees que es ahora mismo el principal reto ambiental?, ¿el que más te preocupa?

Lo que más me preocupa es la voluntad real de cambiar de rumbo, de aplicar políticas ambientales sensatas en un corto espacio de tiempo. Creo que en los países más desarrollado hemos acumulado suficientes evidencias en torno a la crisis ambiental y sus consecuencias y, además, también hemos reunido abundante conocimiento en torno a las mejores soluciones disponibles para atajar esta crisis. ¿Qué nos falta? Voluntad de acción a todas las escalas, pero sobre todo en el ámbito de la política y de la economía. Y en este esfuerzo, que está directamente relacionado con lo que decidimos en las urnas, no hay que dejarse engañar por esa constante atribución de responsabilidades, desproporcionadas, a los ciudadanos, diluyendo así los deberes, mucho más trascendentes, de las diferentes administraciones, empresas u organismos internacionales.

¿Quién te ha inspirado/inculcado los valores ambientales?

Los valores se construyen sumando las experiencias que vives en tu familia, en la escuela, en tus primeros grupos de socialización, en las lecturas de juventud… No soy capaz de señalar una única persona o un único acontecimiento, pero sí que recuerdo esa celebración de lo rural que mantenía mi familia, la atracción por el mundo de la biología que descubrí en el colegio o el universo de la conservación que me llegó de la mano de Félix Rodríguez de la Fuente y Jacques Cousteau. Con el paso de los años esos elementos se fueron cargando de un profundo sentido ético, y en ese proceso han sido decisivos pensadores a los que visito una y otra vez, como Bertrand Russell, Rachel Carson o Satish Kumar. Y desde luego, en el día a día son muchas las personas en las que encuentro inspiración, la mayoría de ellas anónimas, mujeres y hombres que trabajan a favor del bien común desde lo sencillo, lo próximo y lo cotidiano.

Una película o libro o documental o serie que recomendarías.

Una película por la que no pasan los años y es cada vez más oportuna: Dersu Uzala (Akira Kurosawa). Un libro para los que gustan de caminar haciéndose preguntas: En los senderos (Robert Moor). Un documental, rodado en España, que habla del poder de transformación que habita en las pequeñas comunidades del mundo rural: Cabeza, corazón y manos (Astrid Vargas). Y un disco, reciente, porque no concibo el mundo sin música: Se nos lleva el aire (Robe).

Un lugar en la naturaleza al que te gusta regresar porque te relaja, inspira, da energía…

Me gusta descubrir, y por eso ando siempre de aquí para allá, pero si se trata de regresar, buscando una mezcla de serenidad y energía, tengo el corazón dividido entre el Valle del Silencio, en el Bierzo leonés, y la Bahía de Cádiz.

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