Jóvenes rurales sobradamente preparados gracias a los ‘espacios test agrarios’

Jóvenes durante el periodo de formación en Aleko.

“Hijo, ve a estudiar a la capital, fórmate, y luego buscas allí trabajo, que el campo es muy duro”. Desde sus propias casas y familias, muchos jóvenes recibían, y aún reciben, este mensaje. ¿Realmente el campo y el medio rural son tan duros? Como en muchos otros trabajos y ambientes, no lo son tanto si emprendes tu propio proyecto agrícola, ganadero o forestal. “Hay personas que han probado otras realidades, con trabajos en la industria y los servicios en ciudades. En realidad están hasta las narices y quieren probar con esto, pero no tienen tierras, ni medios; por qué no abrirles las puertas”. Iñigo Arruabarrena es uno de los responsables del espacio test agrario Aleko, en Álava. Hay diez de estos espacios en toda España que favorecen algo imprescindible para luchar contra la despoblación: el relevo generacional. Abramos sus puertas.

Aunque prevalecen personas jóvenes entre 20 y 30 años, en Aleko hay algunas que rozan los 60. “¿Por qué no abrirles las puertas también a ellas?”, añade Íñigo Arruabarrena. Catorce téster (llaman así a las personas que pasan por los espacios test agrarios) que iniciaron en febrero de 2024 la primera fase en Aleko, la de formación, están en marcha con la segunda, la de testar su proyecto o idea de negocio centrado en uno de los seis modelos de agrosistemas regenerativos que impulsan desde este espacio: cultivos extensivos de secano, fruticultura, ganadería diversificada, gestión forestal mediante silvopastoreo, horticultura biointensiva y horticultura extensiva.

Los espacios test agrarios comenzaron su andadura en 2018, año de inicio del grupo operativo RETA (Red de Espacios Test Agrarios). Los grupos operativos de la Asociación Europea para la Innovación en Materia de Productividad y Sostenibilidad Agrícolas se encargan de preparar y/o ejecutar proyectos innovadores enfocados a las necesidades del sector agroalimentario y forestal. Entre esas necesidades está la de lograr el relevo generacional en el campo facilitando la formación, el acceso a la tierra y la puesta en práctica de proyectos personales. Los espacios test agrarios se constituyen con ese fin: facilitar procesos progresivos de incorporación de personas al sector agrario, coordinados mediante una gobernanza estructurada y consensuada entre los agentes implicados, que principalmente pertenecen a los territorios rurales.

Jóvenes con soporte legal, físico e integral

El grupo operativo RETA resultó esencial para servir de faro y guía en la creación de estos espacios y ahora la red sigue su camino de apoyo y asesoramiento a los nuevos que quieran abrirse. Laura Megías, coordinadora de RETA, reconoce que, a pesar de contar ya con diez espacios –seis en Cataluña, dos en el País Vasco, uno en Navarra y otro en Extremadura–, “se está empezando a conocer ahora, con el interés de personas de diferentes zonas que lo entienden como una herramienta más para el relevo agrario. El proceso de arranque es crítico, porque se necesitan entidades con músculo para desarrollarlo. Pueden ser ayuntamientos, consorcios, asociaciones de propietarios y productores, cooperativas, grupos de acción local, fundaciones… Lo importante es que los espacios y las personas nunca se sientan solas, porque trabajan con otras entidades del territorio, privadas o públicas”.

Jon Berasaluze y Ander Zorraquin, tésters en Haztegia

Jon Berasaluze y Ander Zorraquin, tésters en Haztegia

Todos los espacios disponen de tres tipos de soportes: legal, que regula los aspectos laborales y fiscales en la relación entre el téster, el espacio y el propietario del mismo; físico, que incluye el espacio donde se desarrolla la actividad, pero también los equipamientos, instalaciones o maquinaria que se precisen; e integral, que atañe al proceso de acompañamiento y asesoramiento continuo al téster por medio de mentores locales, desde la formación a la puesta en marcha del proyecto.

Las estancias suelen durar en torno a tres años, con una primera fase de formación, una segunda donde prueban (testan) sus ideas de negocio y una fase final de desenganche y contraste de la experiencia. A su vez, en las dos últimas fases se trabaja el acceso a la tierra, la vivienda, el desarrollo de la empresa, el apoyo en la búsqueda y establecimiento de canales de comercialización y la relación con otros agentes del territorio.

“Horticultura regenerativa en el pueblo de mi madre”

“Todo esto resulta muy positivo, sobre todo para aclarar dudas, porque te pasas tiempo dando vueltas a lo que quieres, pero no sabes por dónde sacarlo adelante”. Aitor Vigalondo es uno de los jóvenes que gracias a estos soportes de un espacio test agrario, el de Aleko, va a sacar adelante su proyecto. Como el resto de sus 13 compañeros en Aleko, ha repartido su formación entre el Centro de Empresas Agroecológicas Basaldea de Vitoria/Gastiez  y una finca de 17 hectáreas en Monasterioguren. “Diez se quedan produciendo bajo el paraguas de la segunda fase en esos espacios y a cuatro les seguimos dando servicios de asesoramiento en los lugares donde han decidido desarrollar su idea”, explica Arruabarrena. Uno de ellos es Vigalondo, que ha decidido continuar su proyecto en otro pueblo de Álava, Antoñana: “Es el de mi madre; aunque mi familia no se dedicaba a la agricultura y yo he vivido y estudiado en Vitoria, tampoco nada de agricultura”.

El proyecto de Vigalondo está impregnado de la filosofía de Aleko y del proyecto europeo LIFE que lo sustenta, CROPS4LIFE , cuyo objetivo es incrementar la producción local de alimentos frescos con manejos de agricultura regenerativa y lograr que esos alimentos se consuman localmente dentro de una economía social y solidaria. “Antes de entrar en Aleko”, relata este joven de 23 años, “tenía intención junto a mi hermano y unos amigos de desarrollar algo así, y con la formación recibida me he dado cuenta que podemos hacerlo en Antoñana. Lo nuestro es horticultura intensiva con una línea de negocio con una huerta, otra de restauración para dar salida a la verdura y una futura con ganadería. También está el acceso a una plataforma on line para vender nuestros productos que nos facilita Aleko”.

Enrique Izquierdo, mentor en Granja Cooprado.

Enrique Izquierdo, mentor en Granja Cooprado.

Dos modelos diferentes desde el mismo espacio

En Berriz, Vizcaya, a unos 80 kilómetros al norte de Antoñana, otros dos jóvenes, Ander Zorrakin y Jon Berasaluce, ponen en práctica similares conceptos y distribución de cultivos en ecológico en el espacio test agrario Haztegia. “Los proyectos que están probando son muy diferentes en lo que producen, en las cantidades y en el público al que va destinado”, comenta Juan Mari Totorika, uno de los responsables de Haztegia. “Un modelo está más relacionado con el cliente final”, prosigue, “con cestas para particulares y servicios al pequeño comercio y restaurantes. Tiene mucha variedad, pero menos cantidad. Y el otro es con menos cultivos y más cantidad, para mayoristas. Ahora comienzan los cultivos de invierno, con puerro, calabaza, berzas, coliflores. Hasta ahora no han faltado tomates, pimientos, calabacines…”.

Totorika, que es gerente de la Asociación de Desarrollo Rural de Durangaldea (Urkiola), entidad que forma parte de Mendinet, grupo de acción local del País Vasco, pone en valor la apuesta por el espacio test agrario del asociacionismo rural y de los 13 ayuntamientos de Urkiola: “Hubo consenso entre todos los ayuntamientos de muy diverso signo político; lo vieron bien, conscientes de la necesidad del relevo en el sector primario; el espacio está dentro de la planificación anual de la asociación y cada ayuntamiento dedica un presupuesto a ello”.

Quienes impulsan estos espacios consideran fundamental el apoyo de las administraciones públicas para impulsarlos –la inversión inicial es muy alta– y consolidarlos en el tiempo.

Espacios que se amoldan a los proyectos

Normalmente, un espacio test agrario requiere un año de gestación hasta su puesta en marcha. Una vez operativo, incluso se plantea la necesidad de adaptarlo a medida que avanzan las fases de formación y puesta en práctica de los proyectos. En Haztegia cuentan con una hectárea de una antigua explotación hortícola alquilada a su propietario. Todo iba bien, pero, como señala el gerente de Urkiola, “en lo que creíamos que era una infraestructura ya cerrada, nos dimos cuenta que faltaban cosas indispensables para equiparla adecuadamente, de ahí que construyéramos unos invernaderos que ocupan la mitad de la parcela y mejoran la producción”.

La Asociación de Desarrollo Rural Urkiola fue una de las cuatro entidades que en 2022 fundaron RETA, junto a la Asociación para el Desarrollo rural Zunbeltz (Navarra), la Associació d’Iniciatives Rurals i Marítimes de Catalunya (ARCA) y la Fundación Cooprado (Cáceres). “En nuestro caso hemos aprendido mucho tras cerrar el primer ciclo del espacio, tanto durante el proceso de formación y acompañamiento como por el tipo de ganado con el que se trabaja”. Habla María Soto, directora de la Fundación Cooprado, impulsora del espacio test agrario Granja Cooprado , en Cásar de Cáceres, dentro de la cooperativa del mismo nombre. Ese aprendizaje, que empezó en 2021 y que tenía un banco de pruebas previo muy importante con la Escuela de Pastores de Extremadura y la participación en el grupo operativo RETA, ha hecho que durante el actual ciclo las dos téster, ya en la fase de asentamiento, tengan más claro su futuro como ganaderas.

Alba Barrantes, téster en Granja Cooprado.

Alba Barrantes, téster en Granja Cooprado.

“¿Qué va a pasar con todo esto cuando mi padre se jubile?”

Una de esas dos jóvenes es Alba Barrantes: “Yo hice la Escuela de Pastores en 2020, cuando terminé la carrera de Ciencias Ambientales. Mis padres tienen una explotación de caprino y ovino. Estuve con mi padre tres años y todavía le ayudo cuando necesita que le eche una mano en las parideras, o para ordeñar, pero decidí entrar en el espacio test, probar sin mi padre. Aquí voy yo sola, me han dado la oportunidad de decidir, de saber si vas bien encaminada y quieres dedicarte a esto, y además no tienes el riesgo de meterte desde cero, te sientes acompañada”. Barrantes concluye: “Sí, mis padres eran de los que insistían en que yo estudiara y estudiara, pero yo me preguntaba: ¿Qué va a pasar con todo esto, con los animales, cuando mi padre se jubile? Tengo claro que me quiero dedicar a la ganadería”.

El de esta joven ganadera de Casar de Cáceres es uno de los muchos perfiles que entran en los espacios test agrarios: con o sin ascendencia rural, con o sin experiencia agroganadera o forestal, con o sin formación en estos sectores, con o sin proyecto definido a desarrollar en el espacio… Desde Aleko, Íñigo Arruabarrena apostilla: “En general, los téster no han tenido vínculo directo con la agricultura y la ganadería, proceden de sectores diferentes, y lo que quieren es un cambio en sus vidas, acercarse más a la tierra. En nuestro caso valoramos sobre todo que vengan con ganas y que lo que tienen entre manos lo quieran hacer de forma colaborativa. No importa tanto la edad o la formación”.

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