Julián Barón, el azote fotográfico del poder
El fotógrafo y codirector de la escuela BlankPaper Julián Barón (Castellón, 1978) acaba de autopublicar ‘Los últimos días vistos del rey’. Un libro que cierra una trilogía que comenzó en 1975 y ahora inmortaliza la mediática abdicación de Juan Carlos I y la proclamación del nuevo rey, Felipe VI. Pero lejos de continuar con las aspiraciones propagandísticas de los dos primeros volúmenes, Barón presenta a través de una recopilación de fotogramas una visión alternativa mucho más próxima a su exitoso fotolibro ‘C.E.N.S.U.R.A.’ y con una fuerte crítica al poder político e institucional.
Tu fotolibro ‘Los últimos días vistos del rey’ cierra una trilogía que comenzó a mediados de los setenta con la publicación de ‘Los últimos días de Franco vistos por TVE’ y ‘Los primeros días del Rey vistos por TVE’. ¿Cómo conociste los libros que dieron pie a este nuevo proyecto?
Horacio Fernández me enseñó ambos libros en 2011 durante su proceso de investigación y desarrollo del trabajo Fotos & libros. España 1905 – 1977, que en 2014 culminó en la exposición homónima del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid. Intuía que F. Nuño se habría distraído mucho realizándolos. En una conversación con Horacio el 3 de junio de 2014, – día en que abdicó el rey Juan Carlos-, surgió la idea de poner punto y final a esos dos libros publicados en 1975, realizando un tercero sobre la definitiva y teledirigida proclamación en directo del nuevo rey Felipe, el 19 de junio de 2014.
¿Por qué optaste por una plataforma de ‘crowdfounding’ para financiar ‘Los últimos días vistos del rey’?
En primer lugar porque me permitía independencia editorial. Los editores reales de este trabajo han sido los mecenas que han hecho posible que el proyecto saliera adelante. En segundo lugar porque los otros dos libros se vendieron a través de kioscos a pie de calle y consideré que lo más interesante sería salir ‘a la calle’ hoy, pero a través de plataformas de crowdfunding en Internet, como Verkami, que además están sacudidas por la legislación que propone el Estado para protegernos. Y, en tercer lugar, porque era un reto generador de una experiencia para continuar cuestionando la tecnología, la historia y las leyes.
La aparición en 1975 de los dos primeros libros tenía una finalidad claramente propagandística, ¿cuál ha sido tu aportación en este tercer volumen si tenemos en cuenta que, 40 años después, vivimos en una democracia que ya presuponemos consolidada?
Mi aportación a este tercer volumen -diseñado por Eloi Gimeno- describe prácticamente la misma casta política que dominaba España hace cuarenta años, con rituales casi idénticos, lo que proporciona nuevos datos para la crítica de la transición política que permitió el paso de la dictadura a la democracia en los años setenta. Una transición “pacífica” generalmente se suele considerar como mínimo inacabada. La maquetación del fondo del libro usando el color verde Chroma fue una decisión que actúa a diversos niveles de percepción, además de servir como elipsis de todo lo que falta en las ceremonias del poder. En particular, la ausencia de los ciudadanos y sus críticas.
¿Consideras que los fotolibros pueden ejercer de contrapoder ?
El libro se activa a través de su público y a lo largo de su propia vida. Para mi lo importante de un libro es quién está detrás construyéndolo y qué posición toma con la realidad de su tiempo a través de las imágenes. Los libros en sí mismos son como una palanca para ir moviendo el mundo a nuestro ritmo.
Ambos ejemplares formaron parte de la exposición ‘Fotos y libros. España 1905-1977 del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía’, ¿ cómo valoras la evolución del fotolibro español?
Creo que estamos ante un momento muy interesante con muchos y variados desafíos. Más que la evolución del fotolibro español como objeto, valoro de modo muy positivo la evolución de todas las personas que están construyéndolos y encontrando posición. Para mí eso es lo valioso de este momento: un grupo de personas dedicadas a sacar adelante sus proyectos sin ayudas institucionales, como una gran cooperativa, aunque considero que lo que falta es más crítica.
A mediados de enero presentaste en LE BAL (París) ‘Los últimos días vistos del rey’ y ‘Tauromaquia’ junto a los trabajos de otros colegas como David Hornillos y Juan Diego Valera, ¿cómo ha resultado la acogida fuera de nuestras fronteras?
Fenomenal. Fuera de nuestras fronteras existe un espíritu crítico constructivo hacia los trabajos que estamos realizando, y, personalmente, lo agradezco porque nos hace crecer.
Además de codirigir la escuela BlankPaper con Fosi Vegue, también te encargas de la plataforma online de formación fotográfica, ¿qué tal llevas tu otra faceta pedagógica?
Esta otra faceta es apasionante. Resulta motivador estar trabajando con todas las personas que pasan por la escuela, y, si tiene que haber algún alumno, el primero soy yo. Considero que se está desarrollando un trabajo que será valioso para el futuro. Aunque en este tiempo en que todo es valorado por la velocidad de la información y el lenguaje salvaje de la publicidad, las exigencias en la educación son máximas. De nuevo un reto importante para tod@s. Las crisis nos acercan a la autocrítica.
¿A qué crees que se debe el interés de estos últimos años por la fotografía y, muy especialmente, por los fotolibros ?
La fotografía desde su nacimiento ha ido evolucionando. Del daguerrotipo al .jpg hay un intenso tránsito. Al principio la fotografía era alcanzable sólo para la clase social burguesa, más tarde atravesó a otros sectores de la población hasta llegar hoy a todo tipo de persona y clase social. La fotografía es un canal que hace posible la comunicación entre personas y grupos. A partir de aquí veo con mucha naturalidad todo lo que está sucediendo, y, por mucho que nos empeñemos, no vamos a frenar ni limitar ese interés. Respecto a los fotolibros opino lo mismo. Al fin y al cabo son herramientas útiles. ¿Quién usa esa herramienta y para qué? ¿cuáles son sus esquemas mentales?… es lo que me cuestiono todo el tiempo. Somos testigos de la imagen de nuestro tiempo.
¿Eres de los que piensa que el papel está en crisis?
¿Qué papel? Lo que está en crisis es el papel con el que ‘actuamos’ en esta sociedad. Como escribe el filósofo Luis Navarro en las últimas líneas de un texto que escribió a propósito de la serie “TAUROMAQUIA” : “Las multitudes se auto organizan y reclaman por todas partes otra plaza y otra representación, basada en pequeñas ocurrencias y no en grandes ejecuciones, pero la estampa final que registran las crónicas es siempre la misma folclórica estampida: el orden contra el caos. En la sociedad del espectáculo el público es soberano, pero no reconoce todavía su papel en el drama.”
Tu trabajo es un fiel reflejo de la realidad de nuestro país. En este sentido, ¿ cómo resultó tu experiencia en la reciente exposición colectiva ‘Querida Corrupción’?
Una experiencia colectiva interesante, de la que no pude participar por completo por motivos de trabajo. Teníamos una serie de planteamientos iniciales cada autor e individualmente fuimos desarrollando. De ahí surgió una pieza que me ha abierto otras puertas. ACTAS Y CLÍMAX es una novela que no he escrito yo, pero que sí se encuentra escrita en gran parte de los ayuntamientos de nuestro querido país.
¿Algún otro proyecto para este 2015 ?
Si, actualmente estoy trabajando en el diseño y desarrollo de una exposición y una serie de acciones que se llevarán a cabo durante este 2015, en Francia y Alemania.
Más información: www.julianbaron.es, www.blankpaper.es
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