‘Julie’, la película que se enfrenta al sistema desde una ecoaldea hippy
‘Julie’, la película sacada adelante por la canaria Alba González de Molina cuando contaba entre 24 y 26 años, rodada por un equipo mayoritariamente de mujeres e impulsada gracias a una campaña de ‘crowdfunding’, marca una manera distinta de hacer cine, «con verdad y mucho amor». Esta historia sobre una joven que se encuentra a sí misma en una ecoaldea del Bierzo leonés, sobre gente que huye del sistema y se parapeta entre la naturaleza, se encuentra ahora en su carrera hacia los Goya.
En su carta a los miembros de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, la directora Alba González de Molina, 27 años, destaca de su película Julie que fue hecha “con verdad y mucho amor”. Este filme de espíritu libre sobre una joven que se encuentra a sí misma en una comuna hippy del Bierzo leonés, protagonizada por Marine Discazeaux, Silvia Maya y Rikar Gil, realizada por un equipo técnico mayoritariamente primerizo y femenino, obtuvo dos premios en el último festival de Málaga y ha viajado a ciudades como Madrid, Barcelona, Bilbao, Vigo, Las Palmas de Gran Canaria, Montpellier, Varsovia y Calcuta.
Julie nació en la cabeza de Alba González de Molina (Las Palmas de Gran Canaria, 1989) con 24 años. Acababa de terminar la carrera y su primer largometraje documental, Stop. Rodando el cambio, firmado con Blanca Ordóñez, había sido colgado gratuitamente en Internet bajo la licencia Creative Commons. Hoy suma más de 141.000 visitas. Para hacerlo, seis jóvenes amigas recorrieron en una furgoneta zonas de España y Francia buscando formas de vida alternativas al sistema. El primer lugar que aparece en el documental es la ecoaldea de Matavenero, en el Bierzo leonés, un lugar aislado entre montañas a mil metros de altura, ocupado por casas octogonales de madera diseminadas en el paisaje cuyos habitantes se iluminan con la energía del sol y el fuego de las hogueras, y cuyos primeros pobladores eran hippies descendientes del Movimiento Rainbow de los años 60. De lo poco que Alba González de Molina tenía claro desde el primer momento era que la película debía rodarse ahí. Para ganarse la confianza de los habitantes de Matavenero, convivió temporadas con ellos. En Julie, los miembros de la ecoaldea finalmente formaron parte del reparto junto con los ocho actores profesionales de la película.
Conseguir rodar donde no se había logrado antes demuestra la tenacidad de Alba González. Hoy Julie ya se ha proyectado a la comuna en la cercana ciudad de Ponferrada. Y en Madrid dos de las niñas de la ecoaldea, que apenas habían salido del lugar y nunca habían visto una película antes, salieron al escenario del cine Capitol donde se estrenó antes 1.300 personas portando con una sonrisa en los labios unos enormes cubos de palomitas y coca-colas gigantes, productos cuya existencia también desconocían.
Pero volvamos a 2013, cuando Alba González de Molina vivía en su ciudad natal después de haber terminado la carrera de Comunicación Audiovisual en la Universidad Complutense de Madrid. “Empecé a hacer los primeros trazos del guión de Julie», explica la directora, “tras una conferencia en Las Palmas del profesor de Ciencia Política Carlos Taibo, a quien ya había entrevistado en Stop. Rodando el cambio”. La directora empezaba a rumiar la historia y sabía el lugar donde quería rodar el filme, pero necesitaba apoyarse en alguien para desarrollarla. La francesa Marine Discazeaux trabajaba de camarera en El Bote, un bar de Las Palmas presidido por una enorme cita de Eduardo Galeano. La bella Discazeaux, natural de Bayona, “mochilera en el alma”, como ella se define, había aterrizado en 2009 en Gran Canaria con 300 € en el bolsillo dejándose llevar por el destino. Alba González de Molina se había fijado en ella y una noche se atrevió a proponerle ser la protagonista de su película después de tomarse dos tragos de licor. Discazeaux, sin experiencia como actriz, le dijo que sí. Sobre el encuentro ha dicho Alba: “Me impresionaba su cara, su físico, su pelo rojo, me recordaba mucho a la actriz Brit Marling. Marine tiene algo que engatusa. Físicamente es muy fuerte, pero después sus ojos transmiten tristeza, debilidad”. La francesa, por su parte, recuerda así el momento: “Fue muy raro, pero no me sorprendió porque ese mismo día, por la tarde, y de forma totalmente casual, me había planteado lo que se sentiría al interpretar en el cine a una mujer con circunstancias parecidas a las de Julie. Esa tarde, además, me llamaron de El Bote para trabajar un día que no me tocaba. Soy muy de señales. Le dije que sí enseguida”. En salidas conjuntas a la cercana playa de Tufia y en la azotea de la casa de la futura actriz en Las Palmas fueron dando forma al personaje principal. Tras mes y medio en Inglaterra trabajando en granjas por estancia y comida, Alba González de Molina dio forma al resto del guión en verano de 2013. Año y medio más tarde empezaría a rodar.
Mediante una campaña de crowdfunding, Julie fue materializándose. La llegada al proyecto del empresario Mariano Baratech, también sin experiencia anterior en cine, permitió hacer frente al rodaje. Con él como productor a través de El Gatoverde, la película se filmó con un presupuesto de 300.000 euros, incluyendo los ingresos por el crowdfunding y los sueldos capitalizados del equipo. El rodaje fue entre abril y mayo de 2015, en 24 días, en jornadas de 12 horas de lunes a sábado, en León (en los pueblos de Matavenero y Salentinos) y Madrid (en Lavapiés y La Pedriza). El equipo estuvo formado mayoritariamente por mujeres, entre ellas, todo el equipo de eléctricos, un trabajo que suele ser llevado a cabo por hombres. En el equipo destacan la música Belén Álvarez, la fotógrafa Zhana Yordanova, el montador Óscar Santamaría y el director de fotografía Álvaro Sanz Pascual. El reparto se completó con Silvia Maya, Rikar Gil, Emilio Linder, Nahia Laiz, Daniel Martín, Mario Miñano, Javier Tolosa, Irene Ferradas y Juan Martín Gravina.
El rodaje en Matavenero fue especial. El lugar no dispone de conexión a la red eléctrica, los equipos fueron llevados al interior del valle con tirolinas, salir y entrar de la aldea implicaba horas de caminata, por lo que el 80% del equipo convivió esos días allí, completamente aislados, sin agua potable ni conexión a redes de telecomunicaciones por satélite ni wifi. Alba González recuerda un rodaje emotivo con aldeanos ajenos al mundo del cine. ”Íbamos con un generador que usábamos para las jornadas nocturnas, de resto usábamos las placas solares de las casas que nos prestaban la gente del pueblo”. Las secuencias con niños que nunca habían visto una película fueron especiales. Recuerda que, por superstición, ningún lugareño quería interpretar al muerto que aparece y lo salvaron con un amigo que pasaba de visita. “La gente de la aldea nos ayudaba a cargar, a hacer la claqueta, yo trabajaba prácticamente con una niña en brazos todo el rato. Los habitantes nos cedieron sus casas. La comida nos la hacía la gente de la comuna, dormíamos en colchones en el suelo, las duchas eran muy eventuales, nos bañábamos en pozos”, dice la directora.
El primer gran paso de Julie fue entrar en competición en Sección Oficial del festival de cine español de Málaga, una selección que, como apuntó en la rueda de prensa el crítico Fernando Méndez-Leite, “fue una apuesta del festival por un cine independiente hecho con calidad y creatividad que puede competir con otras películas con modelos de producción radicalmente distintos”. La crítica andaluza le dio a Julie el premio a la Mejor Ópera Prima del festival y el jurado oficial distinguió con el premio a la Mejor Actriz de Reparto a Silvia Maya, que hace el papel de la profesora de la escuela de Matavenero. Maya ha declarado que el rodaje de la película “fueron cinco semanas, pero hubiera estado tres meses, fue la felicidad absoluta”. Para Alba González de Molina, “en Julie todos fuimos primerizos, nos desvirgamos con ella, aprendimos mil lecciones de profesión y vida”.
Tras su exitoso estreno en Málaga, Julie ha sido proyectada en ciudades como Madrid, Barcelona, Varsovia, Montpellier, Calcuta, Bilbao, Las Palmas de Gran Canaria, Vigo y Ponferrada. La película se encuentra ahora en la fase de preselección para los Premios Goya 2017.
Julie es una historia de descubrimiento personal rodada en un territorio inédito en el cine, un soplo de aire puro entre películas diseñadas para triunfar. El personaje de Julie huye de la gran ciudad a la más pequeña de las aldeas para encontrar lo que no sabe, el desasosiego de su rostro expresa sus dudas sobre el sentido de la existencia. “La película también trata del peso que los padres transmiten a sus hijos”, ha declarado Alba González. “Llevar a Julie de Madrid a una aldea era como sacar a un pez de una pecera y meterla en otra. Si ella huye, la ecoaldea me interesaba porque sus habitantes son gente que, de alguna manera, también ha huido”.
Con su localización en una comuna real con personas que viven al margen del sistema, la película entra de lleno en el cine social. Porque Julie también habla de unas minorías fortificadas contra un sistema que les acorrala y aplasta la naturaleza. En sus años de estudiante en Madrid, Alba González vivió intensamente el Movimiento 15-M en Madrid. “Sin el 15-M no sería quien soy. El movimiento generó grupo, hizo tomar conciencia y nos provocó a todos y todas un mismo sentimiento, que no estamos solos y las cosas sí se pueden cambiar”. Sobre el momento actual, la directora opina que “estamos en una crisis de dimensiones sobrecogedoras». «La búsqueda de la felicidad por parte de un grupo de personas que la persiguen para sí mismos y por un ideal común es muy poco frente al sistema. Por mucho que quieran escapar, la tierra es de quien tiene el dinero, ahí está el problema”.
Si la mayoría de las películas se ruedan tratando que el espectador crea que lo que pasa en la pantalla ocurre de verdad, Julie es cine con verdad, jovencísimo cine de autor, realizado por una directora entre los 24 y los 26 años, comprometido socialmente y producido contra viento y marea. “Por otro lado”, concluye la cineasta, “quería desnudar la historia, despolitizarla y dejarla lo más pura posible. En Julie todos los personajes son, de alguna forma, enemigos de sí mismos. Por eso hablo mucho de ‘desnitrificar la utopía’. Vivamos la realidad que sea, seguirá habiendo gente que maltrata, intolerantes, los conflictos no desaparecerán nunca. El cine es una herramienta de transformación social perfecta, pero no quiero un público predispuesto. Me gustaría que fuera el espectador el que saque sus propias conclusiones”.
Comentarios
Por Social, el 14 noviembre 2016
«nuevas formas de hacer cine» para hacer un refrito del clásico dogma neoliberal «alejate y rompe con todo», el cual se expresa en la cinéfila expresión «tienes un IN-TO-THE-WILD en la cabeza» (en referencia a la película fetiche que ya abordó esta manida temática).
En fin, los posmodernos ya han perdio hasta su única virtud: su capacidad de sorproender. Están muy vistos sobre todo ahora que están tan apoyados institucionalmente (sobre todo a gracias a pseudo-reivindicaciones parcialemtne progresistas como el femimismo o las minorías culturales».
Por Luis, el 15 noviembre 2016
Hola: gracias por compartir. Creo que no has entendido el texto que he escrito y, en esa medida, entono el mea culpa, seguramente no he sabido contarlo bien. La película no tiene nada que ver con eso que dices, ni en la forma ni en el fondo. Saludos! Luis