‘King Arthur’ de Purcell: tratado sobre la humanidad en el amor y la guerra

El grupo Vox Luminis el domingo en el Teatro Real, durante su interpretación de ‘King Arthur’, de Henry Purcell. Foto: Javier del Real.

El ‘ensemble’ belga Vox Luminis ha traído por primera vez al Teatro Real la semi ópera ‘King Arthur’ de Henry Purcell en una versión semi representada. Una velada triunfal para un texto sobre el amor y la guerra que recordó sin duda a la tragedia que se vive estos días en Ucrania.

“Nada se gana por la fuerza y la brutalidad. No hay tierra que se gane así, y aún menos un corazón de mujer. Las verdaderas conquistas deben hacerse con amor”. Inmersos como estamos en esta injusta y terrorífica zozobra de misiles, tanques, muertos y refugiados, qué inspirador resulta el texto que Isaline Claeys y Simón Robson han ideado, inspirándose en el libreto que el gran poeta John Dryden escribió para la semi ópera de Henry Purcell King Arthur, que el pasado domingo, 27 de marzo, el prestigioso ensemble belga Vox Luminis estrenó en el Teatro Real de Madrid, en una única función.

Esta fue la primera vez que la partitura de Purcell y los versos de Dryden se escuchaban en el Real, y el resultado fue prácticamente impecable. Elegante, excepcionalmente bien cantado, con un tempo y actitudes perfectas. Fue deliciosamente trepidante, humorístico y, sobre todo, conmovedor cuando tocaba. Este Rey Arturo terminó convirtiéndose en una especie de manual de buenas maneras para afrontar el amor y la guerra. La luz y la oscuridad -que terminan por ser la misma cosa- para el caudillo que dirigió la defensa de Gran Bretaña contra los invasores sajones a comienzos del siglo VI. El Sajón Oswald contra el cristiano Arturo en la encarnizada lucha por la tierra -Britania- y el corazón de una mujer -Emmeline-, pero siempre, tanto en la luz como en las sombras, con un poso de humanidad en la contienda.

“El rey sajón avanza en solitario ante los britanos, se detiene a diez pasos de Arturo y dice así: ‘Esta guerra no sirve para nada, ha durado demasiado’. Puesto que Arturo y Oswald desean lo mismo, les corresponde a ellos, y solo a ellos, luchar en un combate singular”.

“Serán los dioses quienes decidan cuál de estos dos hombres, iguales en valor, sobrevivirá”.

“Pero, cuando empiezan a luchar, ¿qué dios decidirá? ¿El de Oswald o el de Arturo? Lo que es seguro es que el combate será largo y amargo. Cada golpe que asesta uno es respondido por un golpe que asesta el otro”.

Lionel Meunier, fundador y director artístico de Vox Luminis, encandiló al público tanto por su faceta como cantante en la tesitura de bajo, como con la flauta, uno de sus instrumentos predilectos. Él y su grupo estrenaron esta versión semi escenificada con dramaturgia de Isaline Claeyns en 2016 en el Théatre Hardelot de Condette, Francia, un moderno teatro isabelino creado por el estudio del arquitecto británico Andrew Todd. Un edificio sostenible realizado básicamente en madera y bambú y con un aforo de 388 personas. Tal vez esta circunstancia hizo que, en la enormidad del Teatro Real, las evoluciones de los cantantes entre sí perdieran cierta capacidad de sorpresa. Es el único pero que se le puede poner a la velada.

King Arthur es una historia plagada de dioses, magos, pastores, sacerdotes, ondinas, pociones y encantamientos. Los personajes principales de la obra no tienen parte cantada, sino hablada; así, la dramaturgia y los textos -que se tradujeron y fueron leídos por el actor José Luis Martínez en el papel de narrador- ayudaron muchísimo a la comprensión de esta épica historia. Hubo grandes momentos durante la velada como el coro Brave Souls del primer acto y la famosísima Come if you dare para tenor y coro. Maravillosos todos los números de la escena de los pastores y las pastoras del segundo acto. Pero, sin duda, el momento más sobrecogedor de la noche se lo llevó la soprano húngara Zsuzsi Tóth cantando una de las pieza más hermosas de esta obra y de la ópera barroca en general, Fairest isle, en el quinto acto.

“Bellísima isla, que supera a las demás,

sede del placer y del amor.

Venus fija aquí su morada

renunciando a su bosque chipriota.

Cupido de su nación favorita

suprime las preocupaciones, la envidia,

los celos que envenenan la pasión

y la desesperación que ansía el amor.

Dulces susurros, delicados lamentos,

suspiros que aventa el fuego del amor,

tiernas negativas, amables desdenes,

serán los únicos sufrimientos que conoceréis.

Cada joven presentará sus ofrendas,

cada ninfa se mostrará agradecida

y si éstas destacan en belleza

serán llamadas al amor”.

¿Cómo acaba la guerra del Rey Arturo? Con honor y sabiduría:

“Finalmente Arturo desarma al rey sajón. Inmovilizado por la punta de su espada, le bastaría una pequeña estocada para acabar con él. El momento que había soñado está ahí: en la punta de su espada”.

“Arturo y Emmeline vuelven a estar juntos y Osmond es arrojado a un calabozo. A Oswald, el rey derrotado, le espera la ignominia y la miseria”.

“Sí… pero no. Porque en Britania las cosas no son tan obvias como parecen. La luz acoge las tinieblas y la unidad prevalece: Arturo invita a Oswald y a los sajones a aliarse con los britanos”.

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