La alambicada búsqueda de la imagen más sencilla

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De izquierda a derecha: Alejandro Marote e Iñaki Domingo. © Roberto Villalón

Los fotógrafos Iñaki Domingo y Alejandro Marote son los encargados de continuar con 1+1=12, los Encuentros de Fotografía Contemporánea que organiza el Instituto Francés en Madrid, presentando su colaboración “LÁSER”. Coinciden en que son madrileños, nacidos en el constitucional 78 y que son altos, muy altos. Bueno, y en la búsqueda de la esencia formal de la fotografía que nos desgranan en esta charla.

El primer elemento del binomio es Iñaki Domingo, el más flaco. Luce bigote recortado y muchos años en el mundo fotográfico donde ha jugado en casi todas las posiciones: autor, profesor, alumno, becado, miembro de un colectivo, comisario, editor, divulgador, jurado, ganador de múltiples premios… tanto en ligas nacionales como internacionales.

Enfrente, Alejandro Marote, el de la melena rubia y barba. Es todavía más alto pero de trayectoria más corta aunque, eso sí, muy intensa. También colectivista, en este caso de Blankpaper, ha desarrollado un trabajo muy personal centrado en la forma, consiguiendo un estilo muy definido que roza la abstracción.

¿Cómo nace LÁSER?

Iñaki: Surge de buscar un punto de encuentro entre los cuerpos de trabajo que viene desarrollando Alejandro, por un lado, y yo por otro. Es uno de los posibles lugares donde se tocan, donde se interrelacionan y se genera cierta tensión, cierta posibilidad de diálogo.

¿Os fue complicado buscar ese punto de encuentro?

Alejandro: En realidad no, ha sido ir juntando los trabajos y que las fotos, ellas mismas, se fueran haciendo amigas.

¿Habéis hecho trabajo nuevo para la exposición o partís de material anterior?

Iñaki: Cada pareja dentro de los Encuentros ha seguido una estrategia diferente. La nuestra no ha sido tanto generar trabajo nuevo como hacer una especie de fondo común de unos trabajos que no se han mostrado apenas y ver de qué manera esos trabajos encajaban el uno en el otro y así establecer un diálogo.

¿Qué decisiones tomáis durante este proceso?

Alejandro: Más que tomar nosotros las decisiones, ha sido el propio trabajo el que ha ido mandando, el que ha ido delimitando hacia dónde íbamos. Hemos juntado imágenes para que ellas se hermanaran y luego ya ir dejando que se fuera formando la cadencia de la exposición.

Iñaki: El punto de partida era establecer el tono-diálogo y nos parecía importante que se diera un diálogo natural, una conversación entre amigos, que de hecho lo somos, una conversación que no fuese demasiado alambicada o construida, sino que fluyese y que a través de las imágenes se crearan sinergias, interrelaciones, capas de lecturas sobre los diferentes trabajos.

¿Cómo definiríais el resultado?

Iñaki: LÁSER.

Habéis optado por el menos es más. El estilo de Alejandro ya partía de ese minimalismo, en cambio Iñaki tiene una trayectoria más variada. ¿Por qué habéis tomado esta opción?

Iñaki: Yo he cambiado mi forma de trabajar en los últimos tiempos. He pasado cuatro años trabajando en un sitio; cuatro años que me han venido bien para reflexionar, para pensar, que me han venido bien para ver cómo quiero desarrollar mi fotografía. De todas formas, todos los trabajos que he realizado hasta ahora, aunque son de aspecto formal distinto, tienen una raíz común en el eje de búsqueda, y en esta exposición sucede una vez más lo mismo. Cada vez hay más depuración, menos necesidad de agarrarse a cuestiones que pueden acabar siendo superfluas. Cada vez hay más ganas de llegar a la raíz del asunto, que tiene que ver con la forma, la luz y el color.

Alejandro: Nos hemos encontrado en un punto en el que estamos buscando una sencillez en el lenguaje. He tratado este último año de ir desmaterializando mi lenguaje para llegar a un punto en el que apenas hay sujeto, tendiendo hacia la abstracción, y es en este punto donde nos hemos encontrado. Parece que no hubiera autores de las fotos, hemos generado un cuerpo en el que es difícil saber quién ha hecho cada foto. El lenguaje manda.

¿Os ha servido para experimentar?

Iñaki: Esta es la selección en la que nuestras imágenes se encuentran. Comparando el cuerpo entero de trabajo de Alejandro y el mío, también hay desencuentros. Aquí hemos hecho el ejercicio de ver cuáles son las partes que más se parecen entre sí. También para nosotros, LÁSER es una forma de abordar el trabajo desde la exigencia y el compromiso; entender que es necesario abordar las cosas frontalmente y con determinación.

Alejandro: Es como si en lugar de coger un lenguaje y utilizarlo para contar algo, hemos tratado de mostrar cómo es el lenguaje, sin necesidad de contar nada.

¿El estilo es el mensaje en sí?

Alejandro: Sí. Hemos ido a ver la estructura del lenguaje. El lenguaje no tiene dueño, es algo que cada uno utiliza y le da forma. Y una de sus características es la simplicidad. Hemos ido a esa esencia del lenguaje, para podernos encontrar, poder dialogar y no pasar uno por encima del otro.

¿Es vuestra primera colaboración?

Iñaki: Sí, es la primera vez que trabajamos juntos en una exposición.

Me gustaría que describierais cada uno el trabajo del otro, no en esta exposición, sino su fotografía en general.

Iñaki: Creo que Alejandro es un artista realmente talentoso y es un auténtico placer trabajar con él. Su trabajo es una maravilla y me encanta su necesidad de búsqueda constante, de crearse nuevos retos y de superarlos. Y que siempre haya un norte, aunque a veces no se sepa dónde está, y esa voluntad de recorrer el camino.

Alejandro: Considero a Iñaki unido a su trabajo. A mí los trabajos que me interesan son aquellos en los que noto o intuyo que el artista está ligado a ellos, aunque no conozca al artista, más allá de que en apariencia sea o no un trabajo personal o de autorretrato. El trabajo de Iñaki lo considero valiente. Y esta evolución de su fotografía, lo que aquí está presentado, lo considero un salto al vacío, un desprenderse de un montón de cosas, casi empezar de cero. Yo me encuentro en un lugar parecido, lo que a veces te hace sentir en el abismo y dudar hacia dónde vas. Pero desmaterializarse tiene esa cualidad, en un momento ya no te hace falta nada, y es en ese momento cuando puedes empezar a construir y a mostrarte. Creo que a partir de ahora empezarán a verse nuestros “primeros trabajos”. Hasta ahora ha sido una especie de etapa de formación, conocer el lenguaje…

Iñaki: Y eso que en mi caso llevo más de 15 años en la fotografía, que he hecho muchos proyectos personales, con cierto reconocimiento aquí o allá… Pero hay algo en este momento que es más definitivo.

¿Se puede decir que LÁSER es el punto desde el que podemos definir vuestra madurez fotográfica?

Iñaki: Podría ser, sí.

Alejandro: A partir de ahora podemos empezar a saber lo que queremos. Llevo unos siete años trabajando en fotografía, durante estos años me he conocido mirando hacia fuera y ahora es cuando he entendido un poco lo que me rodeaba, he podido ver mi sitio y ahora puedo empezar a construir.

Iñaki: Y, tal vez, ofrecer algo a los demás.

¿Puede que esto que estáis viviendo vosotros tenga algo que ver con el momento fotográfico general? Parece que ha habido una explosión fotográfica española, no solo por el fotolibro, sino en la búsqueda de nuevas maneras de contar, de buscar las fronteras de la fotografía e incluso atravesarlas si es necesario. Hay un nuevo perfil de fotógrafo y otra mentalidad en la fotografía. ¿Estáis de acuerdo?

Iñaki: La fotografía ha evolucionado y evoluciona a pasos agigantados. Cada año pasan cosas y va creciendo. Pero diría que en realidad este trabajo nuestro no es tanto una mirada a la actualidad sino un retorno al origen de la creación, a esa búsqueda del rasgo elemental,  de la unidad primaria. Ese tipo de búsqueda que ya en los primeros tiempos de las vanguardias surgió y que ha surgido muchas veces en la historia de la representación. Es cierto que el clima actual de la fotografía ayuda y te motiva. Ayuda que haya un caldo de cultivo de mucha exigencia en la fotografía española, que haya una necesidad de los fotógrafos de expandir las fronteras y equiparar sus trabajos a los de artistas internacionales.

Alejandro: Lo que más ha ayudado en España para la evolución en conjunto ha sido tener a gente con búsquedas personales muy potentes, tenerlos muy cerca, ver su evolución fotográfica y su evolución personal. Poder conocer a estas personas hace que veas la íntima relación que hay con su trabajo, la búsqueda de la verdad , y por ende, tener espejos de comparación para ver cómo lo estás haciendo tú. Si ves a alguien como Julián Barón, gran amigo mío y miembro de Blankpaper, y ves que es una persona muy de la tierra y que tiene mucha fortaleza, te ayuda mucho, aunque a mí me interese más lo leve, lo aéreo.

Iñaki: En todo caso, ninguno de los dos somos animales sociales dentro del coto de la fotografía. Es nuestro medio y trabajamos en él, pero en mi caso es importante mantener una cierta distancia. La contaminación es muy positiva, pero a veces hay demasiada.

Alejandro: Yo ahora estoy empezando la búsqueda hacia dentro. Estar todo el rato justificando o explicando tu trabajo hace que llegue el momento en el que hay que encerrarse y no ser tan abierto.

Tenéis una preocupación por la divulgación de la fotografía. De hecho, Iñaki tiene un blog para promocionar nuevos valores fotográficos. ¿Qué opinas de la facilidad actual de dar a conocer a gente nueva?

Iñaki: Siempre he tendido a separar el territorio de la creación frente al territorio de la difusión. Me gusta verme como un hombre renacentista, a lo mejor es demasiado verme, que por un lado crea, pero por otro edita, publica, ayuda a difundir, comisaría, da clase… En ese sentido me considero un activista de la fotografía. Desde luego 33y3 nos pareció tanto a Luis Díaz Díaz como a mí una apuesta necesaria para empezar a fomentar la fotografía española contemporánea más allá de nuestras propias fronteras. Pensábamos que era el momento para hacerlo, que se estaban produciendo trabajos de calidad más que razonable y que por determinadas circunstancias no tenían la suficiente visibilidad ni aquí, ni fuera. Lo hacemos de forma altruista, pero hemos recibido muchos agradecimientos y satisfacciones al margen de lo económico que nos hacen seguir adelante y seguir impulsando el trabajo de los autores. Hay mucha gente muy buena, muy bien formada.

Ambos pertenecéis a sendos colectivos, Nophoto y Blankpaper. ¿Qué papel juegan?

Alejandro: En el panorama fotográfico actual en España, los diversos colectivos se han convertido en uno solo. Han traspasado sus propias fronteras, y forman parte de esta “gran familia” gente como Gonzalo GolpeEloi Gimeno… que no pertenecen a ningún colectivo

Iñaki: El colectivo es un lugar de encuentro para hablar, discutir y crear. Y en ese sentido es útil, porque la profesión de fotógrafo tiene mucho que ver con el lobo estepario. Tener de vez en cuando dónde recalar y hablar con otro de cómo va progresando tu investigación o cómo se ve desde fuera es muy útil. Pero ahora siento más que hay un gran grupo con intereses, ganas y empuje al margen de los colectivos. Esto no es un MadridBarça. Pero sí que creo que los colectivos son útiles, aportan fuerza y visibilidad.

También ocasionalmente participáis en la formación. ¿Se están adaptando las escuelas a estos tiempos fotográficos?

Iñaki: Creo que sí, que están haciendo una labor fundamental en el desarrollo de la fotografía en España. Antes no era tan fácil estudiar. Ahora hay escuelas estupendas como Blankpaper, Lens, EftiIdep… por citar algunas. Las escuelas surgen porque no existe una información reglada como en otros países. También, al no ser reglada, es menos rígida y se readapta rápidamente, no como la estructura universitaria. Los contenidos varían constantemente en función de las necesidades y de cómo evoluciona la fotografía.

Alejandro: Y de cómo evolucionan los estudiantes. Yo fui alumno hace siete años y ahora cuando voy a la escuela veo cómo ha cambiado el perfil del alumnado.

¿En qué ha cambiado?

Alejandro: La gente ya no está interesada en la fotografía documental al uso. Internet ha cambiado las retinas de todo el planeta, y los alumnos que llegan ahora son muy variados. Antes en Blankpaper se decía el chiste de que todos salían con el estilo Blankpaper, y ahora es muy variado. Considero que las escuelas, si hay un buen criterio educativo, te conducen por una senda marcándote las posibilidades que hay y tú vas eligiendo.

Iñaki: La escuela funciona como una especie de dj, es un seleccionador de contenidos y va aportando a los alumnos las cosas que van considerando más necesarias.

¿Creéis que el gran público está empezando a valorar el cambio de la fotografía española?

Alejandro: El mundo visual ha cambiado por completo. Venía por la calle y veía los anuncios de un iPhone y el nivel de abstracción es bastante interesante, colores planos… Ya no hace falta verlo todo. El acercamiento al símbolo es brutal . Salgado seguirá funcionando, pero hay otro tipo de lenguaje que está entrando con mucha fuerza; dentro de unos años se hablará de otros autores.

Iñaki: De todas formas, sigue habiendo una enorme carencia de formación y de apreciación del arte en nuestro país. Creo que si ahora preguntáramos a alguien al azar para qué sirve el arte, nos sorprenderían bastante las respuestas. A mí me gustaría que, no ya que se consuma, sino que se entienda su función, que para mí es absolutamente necesaria. Y, bueno, el coleccionismo en España es residual y tenemos mucho que aprender del mundo anglosajón o de otros países europeos.

De hecho, vuestros familiares y amigos que no tienen nada que ver con la fotografía, cuando ven vuestros trabajos, ¿qué os comentan?

Alejandro: Lo intentan. Es complicado. Esto requiere un esfuerzo de actitud. Pero el problema es de sensibilidad en la vida en general. Si aquí hubiera habido sensibilidad artística, por ende estética, no se habría permitido esta avalancha de centros comerciales, pilas de adosados, viviendas de 15 m²… Si hubiera una sensibilidad artística la gente exigiría. No tiene que ver tanto con el arte como la sociedad en general.

Iñaki: También si le pregunto a cualquiera de mis familiares qué opinan de un partido de croquet me dirían que parece bonito o interesante… Es que hay que hacer un esfuerzo por entender las reglas. Al espectador se le presupone un esfuerzo. El arte ha crecido tanto que ya no estamos en la idea del arte para todos. El que quiere arte, como en cualquier cosa en la vida, necesita una cierta actitud o un esfuerzo. No se trata, por lo menos en mi caso, de que tengamos un lenguaje hermético, ni mucho menos; de hecho, hablo de cosas muy primarias: forma, luz y color. Pero no hay una narrativa lineal, no hay nada que entender, hay más que sentir, tiene más que ver con conectarse… Es quitar esa forma más racional e ir a lo intuitivo. No hay dicotomías bueno/malo, blanco/negro… Hay otra forma más fluida de hacer o de entender las cosas.

¿Qué papel juegan las instituciones españolas en la fotografía?

Iñaki: En España nos hemos instalado en el no, y esto es lamentable. El no deja muy poco margen de acción, poca posibilidad de inventiva. Se sabe que los periodos de crisis son fértiles en términos creativos, y con poco que dejaran hacer se podrían estar viendo iniciativas maravillosas. En el caso de Madrid, el otro día Elena Vozmediano publicaba un artículo sobre cómo habían variado las direcciones de las distintas instituciones del área de las Artes en la última legislatura y me dio la sensación de que estaba decapitada.

Alejandro: No interesa que la gente se acerque al arte para que no tenga sensibilidad estética. Si tienes esa sensibilidad, te empieza a molestar que tus calles no estén limpias, por ejemplo. He estado hace poco en Paris Photo, y es maravilloso ver un país donde en las exposiciones cuidan la luz y todos los detalles para que tengas una experiencia en una sala. Y es maravilloso que en cualquier museo haya niños, porque hay una cultura de acercamiento al arte. Y eso se ve reflejado en la sociedad.

Iñaki: También el arte no deja de ser una forma de sublimación de la vida. El arte nos ayuda a preguntarnos qué hacemos aquí. Cuanta más gente se haga preguntas, más exigencia va a haber. Y a los dominantes eso no les interesa. Lo que quieren es que la gente esté enajenada, viendo la televisión en su casa y sin hacerse demasiadas preguntas. Y van por el buen camino.

¿Y las instituciones privadas sí están siendo más receptivas?

Iñaki: En pequeña medida. Sí hay algunas galerías que son más sensibles y que intentan apoyar de alguna forma u otra, pero aquí seguimos teniendo esa cosa de que algo está bien si pita fuera y mientras no pita seguimos trayendo artistas extranjeros. Por eso es encomiable cuando un galerista apuesta por lo que sucede aquí, pero no es mayoritario.

¿Proyectos a la vista?

Iñaki: Los dos estamos trabajando en maquetas de libros y están bastante avanzadas.

1+1=12. Encuentros de Fotografía Contemporánea en el Instituto Francés de Madrid.Comisarios del proyecto: Érika Goyarrola y Nicolás Combarro.

Calendario exposiciones:

Collaje, de Cristina De Middel y Ricardo Cases: 4 de marzo – 14 de marzo.

LÁSER, de Iñaki Domingo y Alejandro Marote: 20 a 28 de marzo.

Horizon, de Jon Cazenave y Julián Barón: 2 a 16 de abril.

Porno Miseria, de Fosi Vegue y Óscar Monzón: 24 de abril a 9 de mayo.

Contact, Complot, Combat de Juan Valbuena y Roger Guaus: 14 a 23 de mayo.

GIGANTE, de Antonio Xoubanova y Aleix Plademunt: 28 de mayo a 6 de junio.

Horarios y direcciones:

Charlas: el día de cada exposición a las 19:30. Institut Français. Espacio Prosper Mérimée (Mediateca). Calle del Marqués de la Ensenada, 12, Madrid. Inauguración de exposiciones a las 20:30. Galerie du 10, Consulado de Francia. Calle del Marqués de la Ensenada, 12, Madrid. Horario de la sala: De lunes a viernes, de 10.00 a 20.00 h. Sábados y domingos, cerrado.

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