La felicidad poética de ordenar la casa y los libros

Foto: Manuel Cuéllar.

Foto: Manuel Cuéllar.

En esta ocasión nos encontraremos con el asombro ordenando nuestra biblioteca. Seremos poetas de nuestra existencia a partir de hallazgos singulares. Del caos al orden, preparados para revelaciones sobre nuestra manera de vivir. La magia está asegurada por la autora japonesa Marie Kondo. Y la alegría. El libro ‘La magia del orden. Herramientas para ordenar tu casa… ¡y tu vida!’ suma más de 3 millones de entusiastas en todo el mundo, todos muy felices. ¿Lo probamos?

Hay muchos métodos para poner orden. Recientemente Marie Kondo ha creado uno diferente. Es producto de 15 años de experiencia. En todas las reseñas de su libro La magia del orden. Herramientas para ordenar tu casa… ¡y tu vida! (Alfaguara) se menciona que se trata de un método muy japonés nacido de la tradición katazuke de orden en el hogar. Difícil de creer si tenemos en cuenta su éxito arrollador en Occidente a lo largo y ancho de 33 países y que ella ha sido declarada una de las 100 personas más influyentes de la actualidad por la revista Times. Marie Kondo hace muy felices a sus clientes y a unos 2 millones de lectores en Occidente. Los testimonios son incontables. Marie Kondo es pequeña y determinada como un samurái, comprensiva como una hermana zen, traviesa como una sacerdotisa sintoísta, accesible y amable como la gran mayoría de japoneses. Sobre todo, apasionada. Resulta evidente que ha abrazado su destino cifrado en darnos las claves del sentido de las cosas.

“Es el mejor hombre en todos los sentidos el que por sí mismo se da cuenta, tras meditar, de lo que luego y al final será mejor para él.” Hesiodo, ‘Trabajos y días’.

En la cita anterior encontramos la esencia de la propuesta de Marie Kondo. Ella nos sugiere crear orden a partir del caos. Marie Kondo es el ora et labora 3.0. No se trata de simple pulcritud, se basa en la reflexión de la alegría. El animismo anida en algunos aspectos de su método y se debe a la influencia del sintoísmo, una religión que se entrega a la alegría de la vida y que convive en armonía con el zen en Japón. Es una religión vitalista de sacerdotisas, colores y bailes que defiende el alma de todo cuanto nos rodea y cuya energía interactúa con la nuestra. Resulta más fácil de aceptar para el pensamiento occidental, porque es contagioso. Hay otros elementos muy claros tomados del zen. De éstos, el primero de ellos es vernos como parte del Universo y que dentro de cada uno anida lo sagrado. En el zen, al igual que en el hermetismo occidental olvidado, todo está unido. Somos un todo: nuestras ideas y nuestra manera de caminar; la forma en que comemos y la que marchamos en una manifestación, nuestro trabajo y nuestro tiempo de ocio. Nada está separado. Ni nosotros del Universo. Un pequeño movimiento lleva a algo mayor y a la inversa. Si ordenamos nuestros libros, nuestra vida cobra un nuevo sentido. Si nuestra vida toma un nuevo sentido, nuestra casa será diferente. El método de Marie Kondo lo demuestra.

El segundo elemento tomado del zen es hacernos uno con la actividad que emprendemos. Ya no vale poner la mesa y estar pensando en mil cosas a la vez. Los rituales cobran importancia por eso mismo, porque nos unen con el todo. De ahí la ceremonia del té. Por ejemplo, si ritualizamos nuestro caminar, pasamos a ser uno con cada pisada y cada respiración. En el zen hay una práctica que consiste precisamente en caminar y cada paso se vuelve lento, consciente al máximo, sentimos cómo se apoya el talón, luego la planta y finalmente cada uno de nuestros dedos del pie mientras nos acompañamos de la respiración. Nos olvidamos de nosotros y ya no estamos separados. Somos uno con cada pisada. Y con nuestra respiración. Y con nuestro cuerpo. Y con nuestro centro. Y con el Universo. Se trata de la misma concentración de cuando leemos un libro o escribimos y el tiempo ni nada más existe. Marie Kondo propone una serie de muy simples rituales antes de comenzar cada tarea. El objetivo es el mismo: centrarnos en lo que estamos haciendo.

El tercer elemento zen que podemos identificar es el de hacernos con aquello que es necesario pero que no nos gusta. Hay muchas parábolas zen que hacen reflexionar sobre ese tema, sobre la empatía y la compasión hasta no separarnos de algo necesario. Por ejemplo, puede que no te guste nada cocinar. Preparar los alimentos es una de las actividades más sagradas del zen porque depende de la generosidad, la entrega y la aceptación. Dado que es necesario comer, poco a poco aprenderemos a amar el cocinar hasta lograrlo. No es una imposición, es una entrega a algo necesario que nos brinda un servicio que aceptamos con humildad. En las próximas líneas se podrá verificar la importancia de estos elementos que se manifiestan de muy variadas maneras en el método de Marie Kondo.

“Nuestras vidas son muy complicadas, y a menudo tiran de nosotros al mismo tiempo en diferentes direcciones, como un calcetín en dos pies”. Marie Kondo

Al principio fue el Caos. De él nacieron la tierra y el amor de la pasión. Y luego la noche, lo subterráneo, el cielo, el mar y las montañas, la memoria y por último, el tiempo. Después surgió lo divino y, así, el orden para abrir paso a puentes y alianzas de los hombres hacia los dioses y entre los hombres consigo mismos. Lo contó el poeta Hesiodo en su Teogonía entre los siglos IX y VII a.C. Desde entonces, incluso mucho antes, nos debatimos entre el sentido de caos y el del orden. Es un baile sobre el abismo. Somos los humanos quienes llamamos a los dioses en el origen de los tiempos. Más concretamente fueron los poetas, ya que pueden observar sin juzgar ni argüir; llegan a ver el Universo en momentos de hallazgos que los dejan asombrados. Cada vez que participamos de un hallazgo y un momento de asombro significativo, compartimos con los poetas el encuentro de los dioses eternos. Son ideas que circulan por las venas de nuestra civilización occidental y que entre otros María Zambrano, Simone Weil y Heidegger han analizado y mencionado. Por todo ello el método de Marie Kondo atrae a muchos de forma apasionada, hay algo que vibra dentro de quienes lo prueban y que a los occidentales nos retrotrae a algo enraizado en nuestro ADN cultural. Mientras seguimos los pasos indicados por Marie Kondo, nos vamos conociendo y ordenando nuestras prioridades para ser felices. Nos propone momentos de hallazgos sustanciales de alegría para organizar nuestra vida, como poetas de la felicidad. Y funciona.

“De las cosas que tienes, escoge las mejores y después medita cuán afanosamente las hubieras buscado si no las tuvieras”. Marco Aurelio

El método nos exige que nos apliquemos por categorías, nunca por habitaciones. Es importantísimo que ni le ordenemos los libros a otra persona (a menos que sea un niño hasta 3 años de edad) ni que nadie nos vigile, mire o inspeccione. Vive y deja vivir. Ordena y deja ordenar. Tu espacio y tus objetos son tu responsabilidad y de nadie más. Marie Kondo recalca que es importante no comprar más cajas para guardar más cosas porque esa es la estrategia para acumular y llenarse con más objetos. La alegría necesita oxígeno. Los adornos que tengamos en las estanterías no pertenecen a la categoría de libros, por lo cual se harán junto a todos los adornos de la casa. A medida que hacemos sitio y se va despejando nuestra biblioteca, nos vamos abriendo a albergar nuevas historias, información y, sobre todo, inspiración.

Sigamos adelante paso a paso:

Observa cómo están tus libros, ¿crees que se sienten cómodos, felices y libres tal como están ordenados ahora mismo?

Lo primero es retirar todos los libros que tengamos diseminados por la casa y colocarlos en una habitación. Todos sin excepción. Solo de esta manera podemos conocer nuestro mundo de libros en un mapa abierto. Se produce un primer impacto de asombro y hallazgo.

Despertamos a los libros para sentir mejor su energía. Por favor, con mucho cariño.

Tomamos cada libro en nuestras manos, hay que tocarlo con las palmas y sentirlo. Y con cada uno nos preguntamos, sin abrirlos ni leer las primeras páginas: ¿este libro me despierta alegría? Permanecemos atentos a cómo reacciona nuestro cuerpo, es una cuestión de segundos, la alegría se siente, acuden imágenes que nos abrazan con calidez, el pecho vibra, respiramos más pausadamente. Si ya ha cumplido su función, podremos descartar el objeto y atesorar su recuerdo. Los hallazgos se suceden paulatinamente. A continuación, colocamos ese libro en la pila de los que continúan con nosotros o de los que nos despedimos. Ya no se trata de tener en cuenta de qué nos deshacemos, como suele ocurrir en cualquier método de orden conocido, sino de concentrarnos en lo que queremos guardar.

Si tenemos libros que no hemos leído, Marie Kondo defiende que es una demostración de que se trata de cosas que no necesitamos en nuestra vida, estamos ocupando un espacio con algo que no nos ha dicho nada.

Si necesitamos determinados libros para estudiar o trabajar y no despiertan ninguna alegría personal, es importante ser humildes y agradecer a estos ejemplares su ayuda en nuestra formación. Aprenderemos a apreciarlos por lo que nos aportan, no al contrario.

Los libros que ya no se quedan con nosotros y que ya han cumplido su cometido, necesitan que nos despidamos de ellos y que les demos las gracias por cuanto nos han ofrecido. Así se cierra un ciclo. Por favor, con mucho cariño.

Aquellos libros con los que nos quedamos han de ponerse en un mismo lugar donde estén todos visibles para que nos inspiren al acercarnos a ellos.

Mi experiencia personal es muy positiva. Elegir con qué nos quedamos resulta altamente liberador a la vez que representa un apoyo fuerte para crecer, descansar o contemplar el futuro. Para quienes acumulamos libros por inercia o por amor a ellos, no es especialmente pesado ni frustrante, todo lo contrario. Porque cada libro responde a un hallazgo, a un destello interior único. Es nuestro y es nuestra verdad. Si tienes niños, es mejor pedirle a alguien que se quede con ellos, siempre dependiendo del volumen de libros que tengamos. Aunque la experiencia de que los niños ordenen sus libros así dejará con la boca abierta a más de uno. Personalmente he optado por inclinarme ante cada hallazgo definitivo, aunque no despertara alegría sino otras emociones igualmente importantes para mí. Ahora cada uno de los libros que tengo está unido a algo muy significativo aquí y ahora. Hay mucho más espacio para mis próximas lecturas determinantes. Arigato gozaimashita, mina-sama.

Felices bibliotecas, olas de hallazgos y océanos de felicidad.

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Comentarios

  • Isabel

    Por Isabel, el 18 enero 2016

    Me ha encantado Preciosa manera de contarlo Me has animado a pasear por mis libros y mis sensaciones A tratar de transformar ese caos que justifico como otra forma de orden ¿lo es? Gracias por este regalo en un día donde la lluvia no cesa y soñamos con la primavera

  • Alex Mene

    Por Alex Mene, el 18 enero 2016

    Me ha gustado mucho el artículo. Hermosas reflexiones sobre los libros que nos acompañan, o no.

  • José Manuel H.H.

    Por José Manuel H.H., el 19 enero 2016

    Maravilla de artículo. Estoy seguro que me va a servir para poner un poco de orden en mi casa, donde precisamente los libros… Los encuentras por todas partes.

  • Sardiflor

    Por Sardiflor, el 19 enero 2016

    Hola, Isabel,

    Muchas gracias por tomarte tiempo para dejar este mensaje. Bueno, el caos necesita su espacio, por supuesto.Y la relación con él es compleja, como debe ser. El método de Marie Kondo se aplica a dejar espacios libres y por allí entra oxígeno y el caos (creo, y es una opinión muy personal) también puede extender sus brazos. Es una cuestión personal en todo caso. Y siempre se puede probar, a ver qué pasa y luego volver al caos 🙂

    Olas de besos

  • Sardiflor

    Por Sardiflor, el 19 enero 2016

    Hola, mene,

    gracias por dejar estas líneas aquí y compartir tu opinión. :-)El método de marie Kondo me parece muy interesante precisamente porque aúna lo personal e íntimo al orden, ya no se trata de un actomecánico. Esta mujer es realmente apasionante en su tarea. Y creo que es una gran manera de luchar contra el consumismo desorbitado al que nos aboca nuestra sociedad. una vez que saber qué te importante interiormente ya no acabas comprando cualquier cosa.

    Un mar de abrazos

  • sardiflor

    Por sardiflor, el 19 enero 2016

    Hola, José Manuel HH,

    muchísimas gracias por tus maravillosas palabras. Una casa con libros por todas partes parece una casa con claves secretas jijiji 😉 El método de Marie Kondo no es una religión, así que puedes probar y degustar y luego decidir si vuelves a tus secretos 😉 Lo que encontré muy interesante y sí que produce un momento de hallazgo muy intenso es cuando colocas todos los libros en una misma habitación. es una foto de uno mismo, es un reflejo. Es muy interesante. peor no hay que juzgarse, sino tratarlo como un cuadro que ves y te acercas, te alejas, miras y nace una sensación, una chispa del alma. Y eso me parece fascinante.
    Un abrazo,

    Sardi

    • José Manuel H.H.

      Por José Manuel H.H., el 19 enero 2016

      Hola Sardi., cuanta razón tienes. Mi casa es un poco de locos… Jeje. Y desde que he leído el artículo y ahora tu comentario, me ha generado una sensación agradable y de alegría lo de revisar todos los libros, ordenarlos y tratar de que «vivan todos juntos»… Estoy pensando que, debe de ser una pasada y del todo recomendable… Recordar sobre todo, muchos momentos agradables y alguno menos, al revisar y pasar por mis manos todos y cada uno de ellos. ¡Cuanta razón tienes!… Los libros son un poco nosotros mismos… Otro abrazo.

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