“La masificación es un problema en las cumbres de la Tierra”

El fotógrafo y cámara Luis Miguel Soriano.

Casi acababa de deshacer la mochila, recién llegado de hacer cumbre en el K2 de la cordillera del Karakórum (Pakistán), cuando tiene lugar esta entrevista circular. El cámara y fotógrafo Luis Miguel Soriano es hoy uno de los más reconocidos del mundo para grabar en los ‘techos’ del planeta, esos lugares a ocho kilómetros de altura donde, dicen, que la Tierra parece detenerse y la transparencia del aire se puede casi tocar. Empeñado en mostrarnos la belleza de este mundo que habitamos, y que destruimos, Luis Miguel no pierde la esperanza en que un día reaccionemos y cambiemos el rumbo.

Su subida a la cima del peligroso K2 tuvo lugar el pasado 28 de julio, para realizar un documental con una expedición rusa. Fue justo al día siguiente de que un sherpa llamado Hassan falleciera en un complicado paso de esta montaña, cuando subía una larga cola de alpinistas que querían llegar a lo más alto. Soriano conoce varias de las más altas montañas de este planeta, comercializadas hasta extremos inimaginables hace pocas décadas, al mismo ritmo que la ciencia nos ha ido revelando cómo pierden masa sus glaciares y la basura asciende en sus cotas.

¿Cómo se convierte una persona en cámara de altura?

Te lleva la vida. Desde muy joven sentía pasión por la montaña y poco a poco acabé enfocando hacia ella mi profesión. Antes, hice mucha producción audiovisual para publicidad, eventos culturales, etcétera… Luego comencé a colaborar con el programa Al filo de lo imposible y con la editorial Desnivel. En los últimos 10 años he acompañado al gran alpinista que es Carlos Soria con mi cámara. Subí con él al Annapurna en 2014 y al Kangchenjunga, en 2016. Pero el primer ochomil en el que estuve fue el Gasherbrum I (K5) hace ya 30 años. Este año me llamó una productora rusa que quería que grabara en la cumbre del K2 para un documental. No es fácil, así que no es algo que se pueda garantizar por contrato, porque en estos casos siempre es la montaña la que decide. Pero al final estuvimos media hora en la cumbre grabando. Fue muy impresionante.

Justo un día antes murió un sherpa y su cuerpo allí sigue, como tantos otros en esas latitudes. Las imágenes de una cola de gente pasando por encima de su cuerpo dieron la vuelta al mundo ¿Por qué pasan estas cosas?

Para mí, hacer cumbre es una excusa para ir a una montaña, no un fin, aunque es verdad que llegar arriba hace ilusión. Lo que pasa es que cada vez son más los que van por el ego, por ser famosos en su entorno. Ese día, había una ventana de buen tiempo y todo el mundo que estaba esperándola quiso aprovecharla. Nosotros decidimos no subir y esperar un día al ver tanta gente, aunque sabíamos que el tiempo iba a empeorar algo. Subimos muy pronto y prácticamente solos. De hecho, con un sherpa fui abriendo huella sobre la nieve caída por la noche. El lugar donde Hassan se cayó y murió es muy complicado, un paso muy estrecho donde no hay margen de maniobra para pasar por otro lado ni se puede parar porque caen avalanchas. En 2008 murieron justo allí 11 personas. No es fácil que pueda ser recogido su cuerpo.

¿Cómo has visto cambiar las altas montañas en estas tres décadas?

Hace 30 años, ir de expedición era una aventura de un grupo pequeño de personas que iban prácticamente sin equipos de apoyo, sin oxígeno. A raíz de que salieron las empresas occidentales del negocio y entraron las nepalíes, se lanzaron a la comercialización. Ahora, en las ascensiones se ponen muchas cuerdas fijas y los que suben usan el oxígeno desde mucho más abajo, porque es más fácil, aunque también más arriesgado en caso de problemas. Al final, se han masificado y va mucha gente con más afán de notoriedad que por conocimiento y por sensibilidad hacia la montaña. Eso hace más frágil la seguridad y causa impactos.

Uno de ellos es el impacto ambiental, ¿no?

Pues sí. En las ascensiones, encuentras botellas de oxígeno que no se recogen, aunque algunos sí procuran hacerlo. En el K2 no hay tanta gente, pero es muy evidente el impacto de los residuos que se abandonan en el Everest, donde ves en las zonas de campamentos muchos materiales tirados, tiendas, de todo. Y eso nadie va a recogerlo. Luego está el cambio climático, que hace que las temporadas sean cada vez más inestables y extrañas en cordilleras como el Himalaya o el Karakórum. A simple vista, hay tanto hielo allá arriba que no se nota tanto su desaparición.

¿Cuál es el reto medio ambiental que más te preocupa de los que tenemos delante?

Si hablamos de las montañas y las cordilleras, esa masificación es un problema, aunque hasta ahora se concentra en unos pocos lugares y unos pocos días, y en cuanto sales de esas cumbres emblemáticas, el resto sigue estando inmaculado. Eso es algo muy visible en el Karakórum. Si hablamos más en general, me preocupa mucho la situación del océano, porque lo estamos contaminando a niveles que no puede soportar.

¿Qué prácticas ambientales forman ya parte de tu vida?

Desde luego, separar para el reciclaje todos los residuos. Como vivo en un pueblo, solemos comprar la comida en el mercadillo semanal, a granel, no envasada y lo más natural posible. Y luego usar el transporte público. Hasta hace cuatro años ni siquiera tuve carné de conducir, pero ahora lo necesito al vivir en un pueblo pequeño. Eso sí, cuando voy a Madrid siempre lo dejo a las afueras y me muevo en transporte público.

¿Qué piensas de la economía circular y su función?

Lo importante es ser consciente de lo que se consume. Uno de los problemas que tenemos en esta sociedad es esa necesidad de consumir continuamente, de cambiar de coche cada poco tiempo, o de móvil. Cuando voy a Nepal o Pakistán veo lo que tiene la gente allí y, al compararlo con lo que pasa aquí, me doy cuenta de lo que derrochamos. La mejor economía es la de no gastar tanto en cosas superfluas. Reducir el consumo. Yo compro muy pocas cosas.

¿Te definirías como optimista o pesimista respecto al panorama ambiental?

Es complicado, pero prefiero tener confianza y seguir sensibilizando a la gente a través de mis imágenes, donde trato de mostrarles la belleza de los lugares que hay en este planeta. Mi objetivo es concienciar de lo importante que es cuidar y preservar la naturaleza enseñándola. Creo que está aumentando la conciencia ambiental entre la gente joven, con la mente más abierta y las ideas más claras. Además, aunque yo muestro altas montañas en mis fotos y vídeos, la belleza natural está en todas partes.

¿A qué lugar te gusta regresar?

Por mi trabajo tengo la suerte de regresar una y otra vez a los lugares que más me gustan. El Karakórum es de los lugares más importantes de la Tierra y me encanta volver. En breve, también saldré de nuevo a grabar en Patagonia, es otro lugar al que me gusta volver.

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