‘La ola’, lo fácil que es montar un sistema totalitario y manipulador

Representación de 'La ola' en el Teatro Valle Inclán de Madrid. Foto: David Ruano.

Representación de ‘La ola’ en el Teatro Valle Inclán de Madrid. Foto: David Ruano.

California, año 1967. Los hippies, las manifestaciones contra la guerra de Vietnam y las marchas antirracistas de Luther King ocupan la calle. Ron Jones, profesor de un instituto de Palo Alto, intenta enseñar a sus alumnos de historia cómo pudo forjarse la sociedad que dio pie, en la Alemania de los años 30, al nazismo y los campos de concentración. La clase le pregunta cómo es posible que sucediera algo así y él decide hacer un experimento. A partir de ahí, ‘La ola’, la obra sobre la manipulación y el silencio culpable que se representa ahora en el Valle -Inclán de Madrid.

Durante varias semanas los alumnos deberán seguir unas reglas estrictas que les permitirán experimentar en primera persona lo fácil que es convertirse en parte de un aparato totalitario.

Marc Montserrat, el director del montaje, cuenta la génesis del proyecto: “Fueron dos o tres años de investigación. Cuando montamos la obra en Barcelona en 2013, me puse en contacto con Ron Jones y me dijo que todas las historias que se habían hecho sobre la novela que se publicó después, estaban edulcoradas, así que nos dedicamos a recopilar toda la información disponible y a analizarla. También me puse en contacto con dos de los que participaron en el experimento, Philip Neel y Mark Hancok”.

El punto de partida era un artículo de 15 páginas en el que se cuenta lo que sucede día a día en una semana de lunes a viernes como si fuera un diario. En la obra la acción transcurre en 24 días.

“Una de las cosas que nos hizo dedicar tanto tiempo a este proyecto es que en este país vamos retrasados. En 1984 la novela de Jones era de lectura obligada en los institutos de Alemania y de muchos países de Europa, pero aquí no se tradujo hasta 2010. La ola puede ocurrir en una clase pero también en un matrimonio o por la calle cuando se desprecia a alguien por ser distinto. Es un experimento que se transforma en una historia brutal porque parte del Holocausto. Uno de los motivos de la obra es la memoria histórica del Holocausto y, por extensión, de cualquier fascismo”

“En el año 1967 la gente no hablaba de los campos de concentración, era un tema tabú. Los supervivientes no hablaban de eso. Los países implicados tampoco. Se sabía algo por los polacos, pero los Aliados tenían otras prioridades. Hasta los años 70 los campos de concentración no eran algo de lo que se hablara en la calle”, afirma Ignacio García May, autor del texto. “En la obra hemos respetado la época porque hoy día la reacción no sería así por la cantidad de información que manejan los jóvenes con los móviles. Lo interesante es que pone los mecanismos que propiciaron el nazismo y lo hace en un instituto de clase media en el que había un programa de integración de blancos y negros y los alumnos estaban sobreprotegidos. Queríamos que hubiera un punto documental en la obra. Hay muchas cosas que no sabíamos y decidimos ser fieles a lo que sabíamos de verdad. La historia tiene dos niveles. Lo que la detonó y lo que supone para los espectadores de hoy”.

¿Qué pasó con el experimento?

“No creo que el experimento se le fuera de las manos, pero cuando juegas con fuego, te quemas. Él sabe lo que está haciendo y cuál es la razón. Si se le hubiera ido de las manos, hubiera acabado en la cárcel. El esquema que utilizaba era cercano al nazismo y a los alumnos que no entraban en el juego los expulsó», apunta García May.

Xavi Mira interpreta a Ron Jones: “Era un profesor carismático por su forma de enseñar. Tenía éxito entre los alumnos, por eso tuvo facilidad para manipularlos y decirles: yo te manipulo para que luego te des cuenta. Un par de años después, le apartaron de la docencia en ese instituto».

“Si de algo habla La ola es del mal del silencio, de no actuar, de ver y no decir y de la incultura que hace que tengamos miedo a lo desconocido y que nos callemos, y ese silencio es lo que provoca cosas como el Holocausto. La síntesis de la obra es la violencia del silencio”, asegura el director.

“A mí lo que me interesa es lo que tiene que ver con los mecanismos de la realidad”, concluye García May. “En España los ciudadanos le han dado un cheque en blanco al sistema hasta que ha llegado la crisis, y ahora nadie se reconoce como culpable de nada y se echa la culpa a los políticos. Hay una parábola de San Mateo que lo describe muy bien: Oyendo no oyen y viendo no ven».

‘La Ola’. Hasta el 22 de marzo. Teatro Valle Inclán. Plaza de Lavapiés. De martes a sábados: 20.30 h. Domingos: 19.30 h. Encuentro con el público, el 21 de febrero.

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