Las 1.100 cabras malagueñas de Jorge y el proyecto ‘Secanos Vivos’
Jorge Antúnez lleva 12 años cultivando cereal en ecológico, como trigo y avena, y leguminosas como guisantes y habas en el campo malagueño. A pesar de la escasez de lluvias de los últimos años, las prácticas agrícolas ecológicas y regenerativas le han permitido tener cosecha. Además, habla orgulloso de su rebaño de 1.100 cabras de la raza malagueña y del Proyecto ‘Secanos Vivos’ de SEO/BirdLife del que forma parte. Nos lo cuenta en nuestra serie mensual de gente que lucha por campos que producen alimentos y biodiversidad.
La finca de Jorge es La Dehesa-El Campillo y se localiza en el término municipal de Almogía, en los Montes de Málaga. Tiene una extensión de 1.200 hectáreas de terreno ecológico y realiza siembra directa, rotación del cultivos para recuperar suelos y variedad de manejo. No ara ni labra casi nada y deja vegetación en el suelo para evitar que se evapore el agua y el suelo retenga la humedad. “A mí me va bien y las condiciones del suelo mejoran bastante”, asegura Jorge.
La finca era del abuelo de Jorge y desde hace 20 años la lleva él. Hace 12 decidió pasar a ecológico la finca entera. “Desde hace 12 años no pongo productos químico de nada y en las cabras tampoco”, comenta Jorge.
De las 1.200 hectáreas, 700 hectáreas corresponden a monte mediterráneo y se dedican a pasto para la ganadería caprina en extensivo y ecológico con cabras de la raza autóctona malagueña. “La raza malagueña que tenemos es muy rústica, de las antiguas, muy grandes y resistentes. Tenemos 1.100 cabras”, nos cuenta Jorge.
La cabra malagueña se caracteriza precisamente por su rusticidad, lo que favorece su adaptabilidad a distintos ambientes, incluso en zonas muy desfavorecidas.
El pastoreo en extensivo, como el de Jorge, ejerce un papel esencial en la generación de paisaje y en el mantenimiento de los espacios naturales, especialmente en la prevención de incendios forestales. El pastoreo contribuye también a la dispersión de semillas, lo que favorece la biodiversidad.
Jorge lleva la leche ecológica de sus cabras a la quesería Santa María del Cerro, donde elaboran uno de sus quesos denominado La Dehesa El Campillo. El queso de cabra de Málaga es un queso fresco realizado íntegramente con leche de cabra y también se encuentra semicurado o curado.
Los chivos también se venden como carne, pero al no haber un matadero en ecológico, no los puede vender con esa denominación, aunque lo son. “No hay ningún matadero ecológico cerca de Málaga y es imposible”, dice Jorge. El chivo lechal es una carne de excelente calidad y muy baja cantidad de grasa.
Las cabras que Picasso hizo famosas
La cabra malagueña es originaria de la comarca malagueña de la Axarquía y está vinculada a la historia y prehistoria de la zona. También se encuentra representada en formas de expresión artística como artes figurativas, poesía y prosa, e incluso existen alegorías a la cabra en numerosas obras pictóricas y escultóricas de Picasso.
En España hay unas 30.750 cabras malagueñas hembras y algo más de 800 machos, de las cuales 27.600 hembras y 760 machos están en Andalucía; el resto se reparten por Castilla y León, Castilla-La Mancha, Cataluña, Madrid y Baleares. En la actualidad hay 46 ganaderías con cabras malagueñas, 38 de ellas ubicadas en Andalucía. Hace tan solo seis años, había 76 ganaderías que mantenían esta raza autóctona, con cerca de 40.000 cabras.
Uno de los retos que todavía queda por abordar es la transformación de los productos derivados en las zonas de producción, ya que a pesar de existir un gran número de queserías artesanales en la zona, más de un 80% de la producción se transforma lejos de la zona de producción. Así, existe un verdadero potencial para crear todo un tejido productivo agroindustrial y artesanal en torno a los productos de la cabra malagueña, y potenciar la oferta gastronómica de la provincia de Málaga.
Proyecto ‘Secanos Vivos’
En la finca de Jorge también hay 240 hectáreas de cultivos herbáceos, olivar y almendro en menor medida. Todos, cultivos de secanos. Jorge forma parte del proyecto Secanos Vivos de SEO/BirdLife; cuando lo vio, se dio cuenta de que es lo que ya estaba haciendo. “Es para regenerar la tierra y yo al final lo que hago es agricultura regenerativa, y coincidía mucho con lo que hago”, comenta. “Se pretende fomentar la biodiversidad y yo llevaba mucho en eso”, añade.
A través del proyecto Secanos Vivos, los agricultores participantes reciben formación en nuevas capacidades, que les proporcionan nuevas líneas de negocio y oportunidades económicas. Uno de los riesgos actuales es que la producción de cereal no sea rentable; a través de este proyecto, se pretende dar un valor añadido a estos productos, con el aumento de la biodiversidad y la resiliencia climática. El objetivo es producir alimentos con mayor rentabilidad y competitividad en el mercado agroalimentario, a través de buenas prácticas agroambientales y usando soluciones basadas en la naturaleza, avaladas científicamente, capaces de aprovechar los servicios que proporciona la biodiversidad.
No hacen falta abonos ni químicos, solo agua
La situación desde hace tres años es bastante grave por la falta de precipitaciones. “No llueve, y lo único que me hace falta en la finca es que llueva. No me hacen falta abonos, no me hacen falta químicos, ni nada de nada. Nada más que lluvia y eso no hay”, señala Jorge.
“Este año ha llovido la mitad de lo normal, que ya es poco, y hemos podido sacar alpaca, y creo que es por lo que estoy haciendo”, comenta Jorge. “Si no lo hubiera hecho, no hubiera sacado nada, porque como no aireo las tierras con el arao, la humedad aguanta mucho más”, añade.
El proyecto Secanos Vivos (Secanos Vivos (seo.org) pretende desarrollar una nueva cadena de valor para los productos de cereal y vid de secano, basada en su contribución a la conservación de la biodiversidad y la lucha contra el cambio climático, mediante productos diferenciados en el mercado y el fortalecimiento del papel de los agricultores.
Con Secanos Vivos se quiere transformar el actual modelo de producción agraria de secano de cereal y vid, en riesgo de desaparición por su escasa rentabilidad, en un modelo que aporte un valor añadido a estos productos a través del aumento de la biodiversidad y resiliencia climática.
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