‘Las aves’: 2.437 años violando la democracia

Una escena de ‘Las aves’, por la compañía La Calòrica. Foto: Anna Fabrega.

La Calòrica ha regresado a Madrid con su exitoso espectáculo ‘Las aves’ en el Teatro Pavón (¿dónde encontrar mayor afinidad de plumas?). La obra está basada en ‘Las aves’ de Aristófanes; en ella, el dramaturgo griego denunciaba cómo los políticos instrumentalizan los problemas del pueblo para alcanzar sus objetivos individuales. Casi 2.500 años después, la compañía catalana revisita esta obra para estudiar los mecanismos emocionales que hacen funcionar el populismo neo-liberal, esa estrategia de poder en plena expansión mundial. En cartel hasta este domingo, 14 de mayo. Hablamos con Esther López y Aitor Galisteo-Rocher, actores de ‘Las aves’ junto a Xavi Francés y Marc Rius. 

Así se presenta la obra, estrenada en 2019 en el festival Temporada Alta, en Girona: “En tono de comedia, de humor negro y absurdo, sitúa al público frente a cuestiones clave: ¿Qué hemos hecho nosotros para detener el populismo? ¿Hasta qué punto somos impermeables a sus contundentes eslóganes? ¿Qué queda realmente democrático en las democracias occidentales? Con dramaturgia de Joan Yago y dirección de Israel Solà, la obra extrae el máximo potencial cómico de sus integrantes para crear una comedia mayúscula, excesiva, a veces incluso insoportable. Una comedia que hace hablar a las aves y convierte a los líderes políticos en dj’s mesiánicos”.

En la versión de La Calòrica, el joven empresario Pistetero y su compañera Evélpides se topan con una inocente abubilla en mitad del bosque, lo que les hará plantearse un cambio de estrategia: ¿Y si renunciaran a su condición humana y se convirtieran en aves? O todavía mejor: ¿Y si convenciesen a las aves del mundo para crear una nueva sociedad basada en los principios fundamentales del Individuo, la Propiedad y la Competencia? Como instrumento para convencerlas, usan y manipulan (e incluso violan)…

¿A quién?

A la democracia.

La empresa no será sencilla. Tendrán que convencer a las masas con un relato sólido y apasionado (el populismo que tanto nos suena ahora a diario) y tendrán que negociar con los más poderosos poderes, como son los jueces y los curas.

¿Por qué creéis que conecta tan bien el público con la obra?

Aitor: El hecho de que sea una comedia, y no una comedia fácil; no trata al público de tonto, no es humor fácil, y eso el público lo agradece. No es solamente un caca-culo-pedo-pis, que también lo es, pero no sólo, y eso el público lo agradece

La comedia de Aristófanes cuenta la historia de dos atenienses adinerados que, hartos de la injerencia pública en sus asuntos particulares, como la obligación de pagar impuestos, abandonan el mundo de los humanos y convencen a las aves para crear una nueva civilización…

Esther: Son temas universales que atraviesan a todos. Parte de una obra de hace 2.500 años, y sigue ultra-vigente. Ya Aristófanes dijo que esto de la democracia no funciona mucho. Ahora lo retomamos para decir: oye, que esto sigue sin funcionar, que a lo mejor hay que seguir buscando vías, que evidentemente la democracia es el sistema menos peor que tenemos, pero que no funciona del todo. Es una trasposición desde los dioses de Aristófanes a la actualidad; no está Prometeo, pero está el capitalismo.

Aitor: Nos planteamos cuáles son los dioses de ahora: la democracia, el capitalismo, la judicatura, el Ejército… la Iglesia.

Ahí llega una de las escenas más controvertidas, ¿no?

Aitor: Sí, totalmente, dependiendo de dónde haces el bolo, se nota que se corta el ambiente, aunque no más allá de levantarse la gente e irse.

Esther: Pero es una realidad, los abusos perpetrados por la Iglesia son públicos, están saliendo a la luz, quedan millones por salir, y hay que poner luz en todos esos temas, por mucho que piquen.

Aitor: Es el tema de los límites del humor, hasta dónde sí y hasta dónde no, y con esa escena ves que en este país hay un límite muy fuerte, que es la Iglesia.

Sentís que es la parte donde más al límite llegáis.

Aitor: Cuando sale el juez, hay un momento de ay ay ay, ay ay ay, pero en cuanto sale el cura… Bueno, en cuanto sale no; cuando sale, hay risas, siempre en una obra de teatro, cuando sale un cura, hay risas; no es cuando sale, es cuando empieza a hablar de lo que habla [el abuso de menores]. Es El Momento.

¿Y la escena de la violación de la democracia?

Aitor: Tú dices violación de la democracia por parte de los poderes, pero yo, que hago de Democracia, nunca me lo he tomado como una violación, sino como, bueno, pues me voy a aprovechar yo también, vamos a jugar todos aquí… Pero sí, tienes razón, la pasan por quirófano, la cambian… Pero el público nunca comenta ese tema, no se ofende por eso, es como que la democracia se puede adulterar… A fin de cuentas, la democracia es el único sistema que permite su propia destrucción.

La Calòrica es una de las compañías catalanas más reconocidas y premiadas de la última década. La fundaron en 2010 un grupo de amigos recién salidos del Institut del Teatre con la idea de hacer un teatro comprometido, que aborde con humor las problemáticas más serias. Desde entonces, han estrenado espectáculos como Feísima Enfermedad y muy triste muerte de la reina Isabel (2010/2020),  Sobre el fenomen de les feines de merda (2015), Fairfly (2017) o De què parlem mentre no parlem de tota aquesta merda (2021).

¿Cuáles han sido para vosotros las obras de mayor impacto de las que habéis representado?

Aitor: Fairfly, que ganó dos premios Max. Habla de la burbuja del emprendedurismo, del háztelo tú mismo, capitaliza el paro, haz una empresa y que todo te vaya bien… Marca un antes y un después en la compañía. Ese tema, en ese momento justo, creó un antes y después.

Esther: Para mí, De què parlem mentre no parlem de tota aquesta merda ha sido el gran boom… La obra que ha llegado a más público, la de mayor impacto social. Trata del cambio climático.

¿Vuestros referentes?

Aitor: En realidad, nos los atribuyen. Dicen: se parecen a…, vienen de…, hacen de…

Esther: En realidad, somos hijos de la precariedad, de la crisis económica de 2008. Tras salir del Institut del Teatre nos vimos abocados a juntarnos, porque, si no, teníamos la sensación de que íbamos a morir de inanición.

Aitor: En Cataluña llegó un momento en que dominaba el star system, que solo funcionaba con las caras conocidas de los que trabajaban en la televisión, los conocidos, los que hacen series, los que traen gente al teatro, un pez que se muerde la cola, un sistema que tú crees natural, pero que en realidad es injusto… Entonces, nosotros nacimos en el momento de la crisis de 2008/2010, veníamos de la nada, no teníamos nada, ningún padrino, empezamos a trabajar en la precariedad.

Esther: A base de sudor. Y de construcción de grupo. ¿Referentes? Bueno, de compañías como Els Joglars, en cuanto a lo que significa trabajar en equipo…

También les recordáis por la astracanada, en el sentido de estirar y estirar el chicle del absurdo…

Aitor: Es que nosotros en nuestra vida somos así. Y están cortadas por el director, porque, por nosotros, las astracanadas serían mayores. Menos mal que hay una cabeza que sabe cómo hilarlo todo.

Esther: Para mí un referente importantísimo es Animalario. Para mí, La Compañía. Con mayúsculas. Me parecían dioses. Yo iba a ver sus obras tres veces. Eran buenísimos.

Hay un tema fundamental en ‘Las aves’. Cómo la gente está dispuesta a renunciar a su libertad a cambio de una comodidad, un orden, una hipoteca, una casita, una sociedad con unas normas… ¿Nos hicieron así o nos tienen engañados? Las aves renuncian a su libertad para crear una ciudad con casitas, aunque se caigan a cachos. Una metáfora de plena actualidad.

Aitor: Es esta cosa de no mirar por el bien común, sino solo por el bien individual. Mi instagram, mi internet en casa, mi plataforma para ver vídeo en streaming, con un horario de trabajo, un sueldo… Y con eso nos conformamos.

Esther: Es otro mecanismo del capitalismo. Meternos miedo. Todos imaginamos ahora un futuro horrible y fatal dentro de 50 años. Entonces, pensamos, nos hacen pensar: bueno, por lo menos tengo esto, aquí estoy bien, voy a mantenerlo… Un error. Porque tenemos que poder imaginar mundos y situaciones mejores.

Aitor: Hay una aceleración brutal hacia el individualismo. Yo y mi mundo, y lo que pasa alrededor me da igual. Gente de 16, 17 años, ojo, estoy generalizando, con una apatía absoluta por lo que pasa a dos metros.

La política cada vez está más hecha de eslogancitos.

Aitor: Eso es el populismo. Es el tema central de Las aves. Y la obra está además escenificada y actuada de una manera muy populista. Vestidos, luces, micros, pendones, cacas que se caen… Un mecanismo absolutamente populista. No hablamos de ningún partido político y hablamos de todos.

Esther: En ese sentido tenemos suerte, porque no para de haber elecciones desde que estrenamos esta obra. Y es muy gracioso, porque ves cómo la gente dice: os referís a Ayuso o a Vox, pero en 2019 apenas se conocía a Ayuso y Vox estaba empezando. Pero también es Podemos y los socialistas.

¿Un eslogan que os reviente de especial manera?

Aitor: A mí me pone muy nervioso lo de ‘tú puedes conseguirlo’. Porque el tú ya implica que eres tú solo, y que el esfuerzo lo tienes que hacer tú, y nadie te va a ayudar si te caes.

Esther: Si no lo consigues, es porque no eres válido.

Aitor: Y la cuestión es que tenemos derecho a no ser válidos. El problema es cuando la sociedad considera que esos no válidos no tienen que existir. El sistema debe estar preparado para acoger a esos, según ellos, no válidos.

Esther: Hazlo, hazlo tú, y si no puedes, lo sentimos, no nos sirves, es que no tienes que estar aquí. No sirves al sistema.

¿Proyectos para este año?

Aitor: Estrenamos nuevo espectáculo en septiembre en Barcelona, que tratará del Congreso de Viena de 1815. Tras la Revolución Francesa y la derrota de Napoleón Bonaparte, para restablecer la vuelta al Antiguo Régimen. Siempre dando vueltas a los mismos temas, que siguen ahí.

Esther: La historia es un bucle que nos va dando puñetazos.

¿Vuestra escena preferida de ‘Las aves’?

Esther y Aitor: La de la familia de las palomas en torno a la mesa para comer.

Aitor: Después de tanto populismo, es un choque de realidad fuerte en la obra.

Eso que dice el palomo cojo a su hija revolucionaria: “A mí no me utilices para hacer tu revolución”.

Esther: Te prohíbo que uses la muerte de tu padre para hacer política.

Fuerte y muy bien traído.

Esther: Fuerte y real.

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