Las Cientovolando, activismo social desde la fotografía

ciento volando

©Roberto Villalón

Almudena Caso (1982) y Eva Sala (1974) son dos pájaras. Al menos es así es como ellas mismas se definen: mujeres, astutas y cautelosas. Son dos fotógrafas que han formado un microcoletivo, Las Cientovolando, para hacer fotografía social participativa. Tienen una amplia formación tradicional, de esa que parece que va al peso (licenciaturas, másteres, postgrados… ), pero, sobre todo, una gran formación humana, la que da viajar y conocer mundos diferentes al tuyo, aunque estén sólo a metros de distancia.

Por separado, tanto Almudena como Eva llevaban tiempo realizando proyectos sociales en los que la fotografía era una herramienta de integración y de colaboración. Como Las Cientovolando realizan trabajos con la Fundación Once, la Fundación Telefónica o el Festival 10 Sentidos de Arte e Integración

Sus talleres se dirigen a muy diferentes colectivos, como personas con discapacidad visual, discapacidad intelectual, mujeres víctimas de violencia machista… o jóvenes, artistas y cualquier persona que busque fomentar su creatividad. En ellos buscan favorecer procesos de desarrollo personal, incentivar el pensamiento crítico mediante la expresión y hacer que la creación artística sea un acto cotidiano al alcance de todos. También dar visibilidad a estos colectivos y su realidad, haciéndolos protagonistas de su propio trabajo, cediéndoles la cámara. Intentan promover la integración a través de grupos de trabajo mixtos, favorecer la igualdad y, en definitiva, utilizar la fotografía como herramienta de transformación personal y social a través de lo lúdico.

¿De dónde os surge esta inquietud por la fotografía social?

Almudena: Surge de una crisis creativa, pero no con el mundo del arte sino del fotoperiodismo o del reportaje, tras estudiar fotografía desde los 18 a los 25. Un conflicto personal que me lleva a preguntarme cómo puedo ir yo a contar la historia de una persona en un lugar si me son extraños, si tengo una visión muy sesgada de lo que está pasando. Desde que la fotografía nace, la visión que tenemos del mundo viene condicionada por la imagen. Y esta visión es etnocentrista (Europa) y antropocentrista (el hombre blanco). De ahí la fotografía sobre circos humanos, o las curiosidades sobre pigmeos… Eso genera un discurso. Yo me planteaba que, si hacía un reportaje, estaría colaborando con esa visión del mundo. Como experiencia personal, puede ser maravilloso ir a hacer un reportaje a Serbia o a Tudela. Pero mi visión siempre sería muy sesgada, especialmente en temas delicados. Entonces, empecé a pensar que era más interesante dar las cámaras a las personas. Y descubrí que había un trabajo en esta dirección y una metodología que la sustenta desde las ciencias sociales, no desde la fotografía… Después, tuve la oportunidad de trabajar con una antropóloga en Nicaragua. y me planteé muchas cosas. Si yo voy allí, voy a ver pobreza. Pero si le doy la cámara a los niños, ellos nos enseñarán otra cosa, nos enseñarán su cotidiano. Y les daremos voz.

¿Y en tu caso?

Eva: Yo había estado en Nophoto como fotógrafa freelance de todo lo que se mueve. También había hecho proyectos de fotografía por encargo sobre estos temas, pero me quedaba vacía. Por ejemplo, la Fundación Adecco te mandaba a hacer una fotografía de un empleado con sindrome de Down, y yo iba y contaba una historia basada en cinco minutos del tío haciendo fotocopias, no le escuchaba, ni le conocía de nada. Y se publicaba como un estupendo reportaje porque las fotos eran majas. Y no, no es eso.

¿Cuándo unís vuestras fuerzas?

Eva: Nos encontramos en el festival de Albarracín que organiza Gervasio Sánchez, donde Almudena presentó ese proyecto en Nicaragua, en el que daba la cámara a los niños. Vi que coincidía con mis inquietudes y le eché los tejos. Desde entonces comenzamos a colaborar puntualmente. Pero ahora tenemos una relación formal.

¿Cuáles son vuestros objetivos?

Almudena: Buscamos hacer accesible la creación artística a todas las personas. Cuando decimos creación, nos referimos primordialmente a la fotográfica, aunque no descartamos en absoluto otras disciplinas. Buscamos crear espacios de encuentro en los que la sociedad se reconozca, las personas se acerquen y se rompan tabúes y se borren estigmas. Por ejemplo, trabajamos con grupos mixtos de personas con y sin discapacidad visual, o con diversa capacidad intelectual. Creemos que es importante ponderar a las personas. Conseguir con la fotografía que las personas mejoren su autoestima y su autoconcepto. Y luego damos visibilidad a todos los procesos.

Eva: Otro de nuestros objetivos es poder exponer en centros de arte en iguales condiciones que cualquier otro artista. Y nos gustaría que las propias instituciones que convocan y subvencionan estos proyectos den importancia al resultado.

¿Entonces esos trabajos no llegan al gran público?

Eva: No siempre es así y es una pena. Falta que las instituciones se crean estos trabajos. La pena es que es muy fácil hacer buenísimo. ¡Qué bien, vamos a hacer un taller! Pero luego no hay dinero para mostrar sus resultados. Por ejemplo, las campañas de sensibilización sobre violencia de género se podrían hacer no tanto basadas en el ojo morado, sino en las imágenes que generan las mujeres sobrevivientes. Ellas podrían hablar desde otro punto de vista y contar su visión, una vez recuperadas. Pasa lo mismo con los medios de comunicación y el tratamiento de las noticias. En la exposición de Kamikazes de la Imagen, un proyecto hecho por personas con síndrome de Down y que se exhibía en CentroCentro en Madrid, algunos medios los trataban desde una visión muy paternalista. Así es muy difícil cambiar ciertas visiones.

Está muy de moda hablar de la democratización de la fotografía gracias a las nuevas tecnologías. ¿Son vuestros talleres otra forma de democratizar?

Eva: Sí, sin duda. Por ejemplo, mucha gente nos pregunta por qué los ciegos quieren hacer fotos. Y muchas veces es porque los ciegos también tienen redes sociales e interactúan con los demás, y la foto es una parte importante de esa interacción en redes. O porque antes tenían visión y les gustaba hacer fotos.

Pero también trabajamos con gente que no tiene ninguna discapacidad, por ejemplo, con gente joven. Realizamos encuentros en los que tienen que solventar una situación que les viene dada en un contexto que les exageramos. En el último que hicimos, los llevamos a una residencia de la tercera edad. Ellos allí se han marcado unos objetivos, han reflexionado sobre qué es ser mayor y tienen que realizar un encargo fotográfico. El encargo es más o menos importante, pero ellos son los que tienen que desarrollar sus habilidades sociales, el respeto, la empatía, la capacidad de conseguir lo que quieren contar… Utilizando la fotografía como excusa buscamos una práctica profesional. Y les preguntamos también qué es ser joven.

Estos jóvenes, ¿tienen formación sobre lenguaje audiovisual?

Almudena: Al margen de la formación reglada, saben muchísimo de imagen. Saben crear. Se relacionan mucho con la imagen, la saben leer, pero no la analizan. Lo que no tienen es espíritu crítico, de análisis, pero ni de imagen ni en otras áreas. Pero es muy fácil enseñarles.

Eva: También hacemos talleres de estimulación de la creatividad. Han sido muy breves y los jóvenes se quejan de que les hacemos pensar cosas todo el rato. Utilizamos la estimulación sensorial. Tomar conciencia del resto de los sentidos al margen de la vista y cómo nos influyen para fotografiar. En ocasiones, podemos poner a trabajar a personas con discapacidad visual y sin ella y es un gran aporte creativo.

Sois dos mujeres, ¿eso marca de alguna manera?

Eva: Sí, en la temática de algunos proyectos influye considerablemente y en otros intentamos que el componente de visión desde el punto de vista de género esté presente. Por ejemplo, Almudena está haciendo un proyecto en un barrio de Valencia con mujeres de muy distintas etnias, con situaciones muy variadas… O el año pasado yo hice un proyecto sobre violencia de género de muy largo recorrido, en colaboración con la psicóloga y fotógrafa Marcela Lockett, para darle también un componente terapéutico. Estoy muy satisfecha porque se han conseguido, además de proyectos artísticos que nadie puede hacer con más autenticidad que las mujeres que han pasado por ello, un cambio en su integración del trauma.

Seguimos hablando de mujeres. ¿Dónde están las fotógrafas?

Almudena: El mundo de la fotografía está totalmente masculinizado y atiende a lógicas totalmente masculinas, y eso se ve en las temáticas de los trabajos, en cómo se comunican los fotógrafos y en cómo funciona el sector. Veo muy pocos trabajos que me muevan desde la emoción. Y se ven muchas tendencias estéticas. Hay mucho yo-mí-me-conmigo. Hay mucho mundo subjetivo. Hay pocas historias de verdad. Y luego mucho arte conceptual. Si no leo el texto no entiendo lo que me quieres decir, y he estudiado en la universidad, pero no queréis que se entienda.

¿Qué fotógrafas os gustan?

Almudena: Nan GoldinSophie CallJo Spence y su reivindicación del cuerpo de la mujer, Graciel Iturbide

Eva: También admiramos mucho el activismo de Yolanda Domínguez.

A veces, parece que en la fotografía hay muchas islas que no se comunican, islas geográficas, por áreas de creación, documentalismo, periodismo, moda, social, conceptual…. ¿Falta retroalimentación?

Eva: Sí, el mundo de la fotografía está muy desconectado. Por ejemplo, llevamos meses convenciendo a gente del fotoperiodismo de que lo que nosotros hacemos también lo es. Respetamos mucho la fotografía documental y creemos que es muy necesaria, pero también hay que contar las cosas desde dentro.

Almudena: Es que yo misma estoy muy desconectada. Pero es que no nos movemos en términos de fotografías buenas o malas, o si está bien contado… Nosotras hablamos de cómo son los procesos, desde la emoción, de que todos somos creativos, del potencial humano…, y en esos elementos que no se tienen en cuenta cuando se habla de fotografía. Nuestro acercamiento es distinto. Para empezar, la fotografía es individual. Hay que tener una voluntad de que tu nombre suene y resuene, o si no, no comes. Tu visión, tu línea de trabajo… tu personaje y tu firma. Pero nosotras generamos procesos de trabajo. Nosotras nos hacemos transparentes para que sean los otros los que hablen y muestren su trabajo.

¿Habéis pasado de la fotografía conceptual a la fotografía de acción? 

Almudena: Sí, creo que nuestro trabajo es activismo. Trabajamos para conseguir la transformación social e individual en positivo, pero desde la creatividad. La gente viene a un taller y lo primero que dice es “yo no soy creativa”. Intentamos que la gente entienda que no se trata de ser Picasso, sino de liberarse a través de la fotografía, como pueden hacer otros bailando sin ser bailarines, por ejemplo. Si nosotras en lugar de acompañar propusiéramos proyectos más dirigidos, haríamos arte colaborativo. Pero nosotras hacemos arte participativo. Nosotras generamos una estructura que las personas rellenan y la obra es de todos.

Si pudierais pedir un deseo para Las Cientovolando, ¿qué pediríais?

Eva: Yo crearía un centro de Creatividad desde la Igualdad de Género.

Almudena: Y hacer proyectos de mayor duración y  repercusión.

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Comentarios

  • miguel angel gutierrez

    Por miguel angel gutierrez, el 05 marzo 2014

    El nombre que utilizan estas chicas,esta copiado del proyecto de fotografia «Prefiero cientovolando» que comenzo en 2011,habiendose realizado alguna exposicion con dicho proyecto.
    Creo que deberian ser mas originales.

  • anika

    Por anika, el 25 marzo 2014

    me parece muy interesante este articulo. me siento identificada con las inquietudes de las ciento volando. es importante lo q hacen y no si son originales o no.

    animo y adelante!!!

  • Pilar

    Por Pilar, el 28 febrero 2016

    Nunca entenderé esa necesidad en las entrevistas de echar mierda sobre el trabajo de otrxs fotógrafxs, sobre todo de lxs que trabajamos temas personales, subjetivos, etc…

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