Dura lección contra el racismo en el MUSAC (Trump, Bolsonaro y Salvini están aquí)

Mujeres Creando. 'La Virgen Barbie', 2010. Cortesía de Mujeres Creando.

Mujeres Creando. ‘La Virgen Barbie’, 2010. Cortesía de Mujeres Creando.

«Los negros no hacen nada, creo que ni como reproductores sirven más». “No quiero nada con México más que construir un muro impenetrable y que dejen de estafarnos”. “Desgraciadamente, a los gitanos italianos te los tienes que quedar aquí”. No son citas históricas. Las han dicho en los últimos meses tres de los mandatarios más poderosos del mundo. Son frases de Bolsonaro (Brasil), Trump (EE UU) y Salvini (Italia), respectivamente. Por eso, en ‘El Asombrario’ hemos ido a León, al MUSAC, a visitar una exposición necesaria: ‘Todos los tonos de la rabia’. Una bofetada directa, sin rodeos, a menudo irreverente y bruta, necesaria, repetimos, contra el racismo.

Tintín en el Congo y Tintín en América, de Hergé. El libro de la selva, Aventuras de Mowgli, de Kipling. Viaje al fin de la noche, de Céline. La razón en la historia, de Hegel. Cartas de la conquista de México, de Hernán Cortés. Diario, Relaciones de viajes, de Colón. Ideología y aparatos ideológicos de Estado, de Althusser.

Al entrar en una de las salas del MUSAC, nos encontramos ejemplares de todos estos conocidísimos libros tirados y agujereados. Es la propuesta de Lucía Egaña para denunciar cómo se ha construido una historia manipulada desde la perspectiva blanca, occidental y heterosexual. Perforarlos con un taladro es vaciarlos de contenido, es devolverles tanto dolor como han causado, tanto sufrimiento como han infligido a tantas y tantos. Es parte de la exposición Todos los tonos de la rabia que presenta este otoño el MUSAC, Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León. Con el subtítulo: Poéticas y políticas antirracistas. Reúne y activa prácticas artísticas, poéticas y políticas que realizan una crítica radical a la dimensión histórica y contemporánea del racismo, a partir de 25 obras de 23 creadores actuales, sobre todo latinoamericanos. La muestra toma su título del poema Shades of Anger, de la autora libanesa-palestina Rafeef Ziadah; “asume la rabia como lugar de enunciación que responde al maltrato producido por el consciente e inconsciente colonial en sus diferentes formas de exclusión, violencia y muerte”, tal como señalan los comisarios de la muestra: la colombiana Carolina Bustamante Gutiérrez y el chileno Francisco Godoy Vega; ambos viven y trabajan en Madrid.

Y explican: “Frente a la genealogía de las instituciones museísticas que ha dado prevalencia a una visualidad blanca, masculina, heterosexual e históricamente racista, esta muestra pretende abrir un espacio a creaciones y relatos negros, árabes, del este y latinoamericanos que revelan, desde el antirracismo político, la pervivencia del orden colonial y ponen en evidencia la falsa neutralidad de la ideología euro-blanca. La exposición presenta así a las personas racializadas como sujetos activos que proponen formas disidentes a Occidente de entender la vida, la política, los afectos, la sexualidad, la ecología y la filosofía…”.

Todos los tonos de la rabia maneja lenguajes muy distintos, desde el dibujo y la fotografía al vídeo y la instalación, y presta especial atención a la relación con la palabra. Así, “recupera la potencia de la oralidad de las culturas no-escritas desde unas estéticas y políticas antirracistas, en las que una pluralidad de voces se rebelan sin tapujos o eufemismos ante los sistemas que perpetúan el racismo”.

No tenemos más que pensar en cómo crecen los tentáculos de esa irracionalidad xenófoba y racista en los discursos tan recientes de los mandatarios de EE UU, Brasil o Italia. “Pido el bloqueo completo y total a la entrada de musulmanes en EE UU” (Trump), “Sería incapaz de amar a un hijo homosexual. No voy a ser hipócrita aquí. Prefiero que un hijo mío muera en un accidente a que aparezca con un bigotudo por ahí» (Bolsonaro). “Los barcos de ONGs ya no pisarán Italia” (Salvini). Todos los tonos de la rabia se propone además como un proceso de contextualización partiendo de un punto concreto: el Estado español. De este contexto se incluyen trabajos de Daniela Ortiz, Will Yakome, Sandra Gamarra, Lucía Egaña Rojas, Rubén H. Bermúdez, Yos Piña, Fannie Sosa, Linda Porn e Ira Sudaka. Estas propuestas dialogan con otros trabajos desarrollados, principalmente en América Latina, por las artistas y pensadoras Ingrid Wildi Merino, Nadia Granados/ La Fulminante, Johan Mijail, Jota Mombaça, Mujeres Creando y Silvia Rivera Cusicanqui. Finalmente, la muestra genera un diálogo activo con la poesía, presentando textos de Rafeef Ziadah, Guillermo Gómez- Peña, Yeison F. García, Gloria Anzaldúa y Victoria Santa Cruz.

Angelo Moșuțan Zsurkis, Mi voz es ruido, 2016 (fotograma). Cortesía del artista

Angelo Moșuțan Zsurkis, Mi voz es ruido, 2016 (fotograma). Cortesía del artista.

Ingrid Wildi Merino. Arquitectura de las transferencias. La hybris del punto cero I, 2013. Vista de instalación, Württembergischer Kunstverein, Stuttgart. Cortesía de la artista.

Ingrid Wildi Merino. Arquitectura de las transferencias. La hybris del punto cero I, 2013. Vista de instalación, Württembergischer Kunstverein, Stuttgart.

El director del Musac, Manuel Oliveira, nos acompaña en el recorrido por la exposición. Y como base del recorrido nos explica que las obras han sido agrupadas en cuatro núcleos temáticos o secciones: En Crecer en un mundo blanco se aborda “la construcción colonial de la familia occidental y la imposición, desde la infancia, del modelo de discriminación que perpetúa los pilares básicos de la supremacía blanca y la construcción del racismo occidental”. Zoológicos de monstruos “presenta parodias y críticas a la animalización, erotización y exotización del cuerpo no-blanco, tomando como punto de partida los zoológicos humanos que se crearon en el siglo XIX”. En La vida erótica del racismo se señala cómo el racismo no sólo opera a nivel institución y público, sino también en la vida privada y las relaciones sexo-afectivas. “Esta sección aborda la construcción racista del deseo, así como una crítica al feminismo y los estudios queer blancos”. No esperaban que sobreviviéramos propone una reescritura de la historia, “una crítica a las formas hegemónicas del conocimiento occidental así como un rescate de otras formas de saber que se han generado en el Sur global”.

Nos detenemos especialmente en la revisión que la limeña Sandra Gamarra realiza de los cuadros de castas (un fenómeno artístico que existió principalmente en el siglo XVIII en lo que hoy es México y Perú; con espíritu ilustrado, las pinturas intentaban representar las muchas razas, y los resultados de la mezcla entre ellas); en el vídeo Me gritaron negra , realizado por la peruana Victoria Santa Cruz en 1974, y en la aproximación al fotolibro Y tú, ¿por qué eres negro?, de Rubén H. Bermúdez, con su recopilación de objetos que marcaron su infancia, como la hucha del Domund con el negrito, la canción del Cola Cao que aludía a un negrito del África tropical o el maravilloso detergente 3 Negritos que venía a sugerir que era capaz de devolver la máxima blancura a todo.

Rubén H. Bermúdez. Y tú ¿por qué eres negro?, 2017 (detalle de libro de artista). Cortesía del artistaFuente: Abel Hugo. Incendie de la Plaine du Cap. Massacre des blancs par les noirs, 1792.

Rubén H. Bermúdez. Y tú ¿por qué eres negro?, 2017 (detalle de libro de artista). Cortesía del artistaFuente: Abel Hugo. Incendie de la Plaine du Cap. Massacre des blancs par les noirs, 1792.

Entre las obras que más nos provocan está la desacralización de la heterosexualidad blanca de Simón Bolívar con una serie de caricaturas en que se le presenta muy reinona y abrazado a efebos de ambos sexos: Yo soy la revolución; lo realiza Yos Piña, que se presenta así: “Caracas, Venezuela, 1984. Vive y trabaja en Madrid, España. Migrante-nomádicx en proceso vivo de descolonización, disidente al régimen blanco-hetero-capitalista-colonial. Intensamente negrx. Sociólogx-activista egresadx de la Universidad Central de Venezuela”. En La Virgen Barbie, parte del mural Ave María, llena eres de rebeldía, de María Galindo, una de las tres fundadoras del movimiento feminista-anarquista boliviano Mujeres Creando, un gran cartel con una virgen muy blanca y muy inmaculada va encabezado por la frase: “No quiero ser la madre de Dios, de ese Dios blanco, civilizado y conquistador”. El escritor y activista dominicano Johan Mijail con Amor vegetal y la colombiana afincada en México Nadia Granados/La Fulminante con No basta un pedazo de tierra recuperan una sexualidad y erotismo con la naturaleza “que reverbera en las formas indígenas de lo que la antropología ha llamado animismo, en el que las relaciones de las personas con el mundo natural se establecen desde el diálogo y la horizontalidad”.

Subrayan los comisarios: “Retomando el libro de Sharon Patricia Holland, La vida erótica del racismo, se entiende que el racismo funciona a nivel institucional pero también en lo cotidiano y particularmente en los vínculos sexo-afectivos. Existen relaciones desiguales a la hora de activar el erotismo entre los cuerpos racializados y los cuerpos blancos. Se propugna el canon de belleza universal blanco, mientras los cuerpos negros, moros, asiáticos e indios viven un proceso de ero-exotización”. Como indican Yos Piña y Jess Oliveira, citando al pensador humanista caribeño Frantz Fanon (Los condenados de la tierra), “¿Cómo tejer redes afectivas cuando los deseos blancos-coloniales ero-exotizan nuestros cuerpos?”. Quizá por eso, desde la rabia y la bofetada radical que nos lanza esta exposición, Johan Mijail nos ofrece una descarada foto del artista con un ramo de flores amarillas en el culo.

‘Todos los tonos de la rabia’ se muestra en el MUSAC de León hasta el próximo 13 de enero.

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Comentarios

  • c

    Por c, el 28 noviembre 2018

    el racismo es un invento d las multinacionales
    al provocarlo y airearlo des sus partidos de derecha,
    para esclavizar 1º a los distintos y luego a los
    nativos
    pero echando la culpa a los 1º
    para beneficio solo d las multinacionales
    que se quedan con toda la tierra e industrias
    dirigidas por una minoria

  • jose

    Por jose, el 03 diciembre 2018

    Sí, pero hay que desenmascarar a esos otros que critican a los mencionados por Vd. siendo ellos exactamente iguales. Obama es de la CIA, y expulsó a 3 millones y pico de emigrantes. Clinton construyó 1.300 kms. de muro de alambre, y cometió genocidio en Yugoslavia y otros lugares. La Clinton proseguiría con lo que su equipo impuso a Obama, 7 guerras durante dos mandatos. El maravilloso Kennedy inició el bloqueo de Cuba y la guerra de Vietnam. El partido demócrata era la táctica blanda; hoy es ya la estrategia de la guerra. Iceta, muy mal tu Go Hilary.

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