Leiva: “El odio hacia mí mismo es lo que hace que escriba canciones”

Leiva

Leiva regresa con un nuevo disco titulado 'Nuclear'.

Leiva regresa con un nuevo disco titulado ‘Nuclear’.

Leiva regresa con Nuclear, su nuevo trabajo, que posee todos los ingredientes para convertirse en otro fenómeno musical tras el éxito de Monstruos y de un 2017 arrollador en el que, entre otras cosas, produjo el disco Lo niego todo, de Joaquín Sabina, y ganó un premio Goya por su canción para la banda sonora de la película La Llamada.

Nuclear son 12 poemas con música que le hablan directamente a esa parte de inadaptados que todos llevamos dentro. Dialogan de tú a tú con ese numerosísimo ejército de perdedores que jamás arrojan la toalla y están dispuestos, siempre, a encontrarse las esquinas del alma en las que se esconde la superación personal, pero también las emociones puras y el compromiso por la sencillez. Una sencillez y una franqueza capaces de desarmar a cualquiera en el primer asalto. Lo lógico para una persona que confiesa no tener WhatsApp ni cualquier otra red social en su teléfono. “Creo que perdería mucho tiempo y ese tiempo, por el momento, prefiero dedicarlo a pasear”. Si hubiera que hacer un resumen de Nuclear, tal vez esta decisión del músico sería la mejor de las metáforas.

Pero Nuclear es también una obra de arte y un desnudo integral. En la era en la que la gran mayoría del consumo musical se realiza a través de las plataformas digitales, Leiva intenta, como tantos otros artistas, ir más allá en lo que al disco físico se refiere. El doble cd se acompaña de una obra de arte realizada por el famoso colectivo de arte urbano Boa Mistura. Una serie de láminas en las que se troquela el corazón marca de la casa de los artistas y en las que se han impreso las letra de las canciones por detrás. Se completa todo con un segundo disco en el que el músico se desnuda sin pudor: publica las notas de voz que grabó en su móvil y que fueron el germen primero de cada una de las canciones del disco. Un regalo difícil para el músico y muy esclarecedor para el oyente.

Quedamos con Leiva en un café del barrio de Chueca de Madrid para charlar de las claves de este disco, pero sobre todo de música y, claro está, de la vida.

Ese disco con las notas de voz es una intimidad asombrosa. ¿Cómo te sientes poniéndote en pelotas delante de toda la gente que te admira y, sobre todo, de la que no?

Me sonroja. No soy capaz de oírlas. Me da mucho pudor. Quería hacer el ejercicio de enseñar todo aquello que me gustaría que nadie pudiera escuchar nunca. En esas notas muestro un montón de versos que luego han cambiado, un montón de giros que me aterran… Pero, a la vez, me parece que es una manera estupenda de explicarle a la gente dónde y cómo empiezan las cosas. Una parte del público, el que está más interesado en la música, conoce en cierto modo los procesos; pero el público en general piensa que una canción se concibe ya como la escucha en el disco. Y no. Esas notas son una forma de explicar que todo se concibe de maneras mucho más simples, y me parecía bonito enseñarlas.

Y son interesantísimas, desde luego, pero lo que ahí no está es tu disciplina de composición. Lo que no se explica es de dónde sale la chispa que enciende la primera célula de una canción de Leiva. ¿Tienes algún sistema o rutina de composición?

Mi disciplina es muy compulsiva. No me impongo una rutina en el calendario. Simplemente me levanto y compongo. En el sitio donde yo me siento siempre hay una guitarra a mi lado, en todo momento. Es imposible que yo me siente a ver una serie, por ejemplo, y no coja un rato la guitarra. Pero todo nace siempre de un verso escrito en un folio o en una nota de teléfono. Ese es el hilo del que tirar. Jamás me siento con un papel en blanco a ver qué sale. Eso no lo he hecho en mi vida. Siempre voy apuntando cosas, y en el principio de todos los temas hay un verso, una idea… Son cosas que, aunque parezcan muy cotidianas, yo sé que detrás esconden una canción. Este disco es el primero en el que he tenido textos antes que músicas. Para mí siempre ha sido al revés. Siempre he tenido primero músicas y luego textos. En este caso he escrito mucho primero.

¿Qué te ha llevado a escribir tanto?

Probablemente estar un año entero con Joaquín Sabina creando y escribiendo. Creo que ese año me enseñó muchísimas cosas. Aprendí el concepto de la rima interna, por ejemplo, y otras muchas cosas. Creo que ese ejercicio de trabajo con Sabina me llevó a escribir de una forma desaforada.

En las letras de ‘Nuclear’ y, en general, en las letras de Leiva no se suelen colar temas sociales o actuales como el feminismo, la igualdad, la política, el cambio climático…

(Ríe). No, no. Eso no quiere decir que todo lo que ocurre socialmente a mi alrededor no me interese… No. En concreto, el feminismo es algo de lo que más presente tengo en estos momentos en mi vida.

¿Por qué el feminismo precisamente?

Porque es algo necesario. Creo que es una necesidad ciudadana. Debemos renovar el concepto de masculinidad y tenemos que despojarnos de las viejas formas. Todos, en ocasiones, tenemos actitudes machistas. Sin embargo, a la hora de escribir canciones -y me pasa igual con la política y con otras cosas que como ser humano me inquietan un montón- los intentos que he tenido de letras combativas no han pasado el filtro. Me han parecido impostadas. Me he visto señalando con el dedo, y he terminado mirando mi dedo a ver si estaba limpio. Trasladar una necesidad social a una canción hay que hacerlo muy bien y de una manera muy honesta y, por el momento, no he sido capaz.

¿Cuál es la posición de la mujer en el pop rock cantado en español?

Ahora mismo son las que están cambiando el ritmo de la música. Lo pienso de verdad. De hecho, tengo un proyecto para juntarme con ellas a hacer música. Creo que hay una generación de mujeres entre 20 y 35 años que están rompiendo esquemas. Me encantaría hacer un disco con colaboraciones solo de mujeres. Con unas en concreto. Daniela Spalla, Ely Guerra, Mon Laferte… Son mujeres que están investigando y que están encontrando lo moderno en el folclore. Son ellas las que nos están recordando de dónde vienen las cosas. Me parece que son ellas las que están sosteniendo la música en estos momentos. Es una fuente gigante de inspiración para mí.

El nuevo trabajo de Leiva incluye un disco con las notas de voz de su teléfono que sirvieron de germen a las 12 canciones.

El nuevo trabajo de Leiva incluye un disco con las notas de voz de su teléfono que sirvieron de germen a las 12 canciones.

En las letras de ‘Nuclear’ hay mucho espacio para los inadaptados, para esos que se revelan contra sí mismos. ¿Cuáles han sido los motivos de inspiración para este disco?  

Fundamentalmente ha pesado mucho el sentimiento de fragilidad que me produce estar siempre cuestionando mi identidad. Es esa bipolaridad que genera nuestro oficio de músicos que supone subirte a un escenario, que la gente te aplauda, aunque tú mismo estés pensando que no crees en ti. Es una locura. Esa fragilidad y esa soledad que te produce, muchas veces, estar rodeado de un montón de gente… Ese pequeño odio hacia mí mismo es lo que hace que escriba canciones. Gran parte de mi inspiración se basa en una gran insatisfacción conmigo mismo y en una búsqueda constante de mi propia identidad. Este disco nace de la búsqueda constante. De preguntarme constantemente quién soy. Con canciones, con terapias… Con muchas cosas.

¿A qué te refieres con terapia? ¿Componer es terapia?

No, no. Me refiero a hacer terapia con un psicólogo. Eso de llamar a un timbre, sentarte con una persona y contarle tus fantasmas. Esa búsqueda supongo que es una fuente inagotable de canciones.

Las letras de ‘Nuclear’ son realmente emocionantes. ¿Cuáles son tus referentes literarios en estos momentos?

Entiendo el inglés regular. Me ha conmovido la obra de Dylan, de los Kinks o de Tom Waits mucho antes de entender lo que querían decirme. Ahí había algo que me atrapaba, pero no sabía bien lo que era. Hace unos años compré una gran parte de la obra de Leonard Cohen traducida y no te puedo explicar lo que ha generado en mí. Para empezar, creo que ha sido la inspiración de casi todo lo que he escrito en los últimos dos años. Es tan brillante y tan sencillo de entender… Hay veces que es difícil, pero en el fondo es muy sencillo. Es mi mayor referencia en este momento. Ahora estoy haciendo lo mismo con Tom Waits y con Dylan, pero si tuviera que hablar de la mayor referencia ahora mismo, esa es Cohen.

Me parece alucinante lo fácil que hace lo difícil. ¡Qué imágenes es capaz de generar! Estas cosas que él dice: “Así como la niebla pasa por el césped sin dejar huella, el amor de verdad no deja huella” o “Cuando todo se agrieta, en el fondo, se muestra también el único lugar por el que puede comenzar a penetrar la luz”. Me parece tan inspirador. He descubierto al Leonard Cohen de verdad.

¿Y musicalmente? Cuando escuché el disco me acordé de artistas como Ron Sexsmith, Ben Folds, The Beatles… ¿Qué otros referentes musicales ha habido en la composición y producción de ‘Nuclear’?

Carlos Raya (el productor del disco) y yo pusimos miles de cosas sobre la mesa. Estas tres referencias que citas sin duda están. Pero también un tipo que se llama Joe Henry, por ejemplo, que me encanta no solo como compositor, sino también como productor. Beck siempre está, porque a nivel de producción, es como una masterclass. Una chica muy joven que se llama Soak, de la que me flipa su manera de producir. Miles de cosas, pero al final también hemos intentado hacer un ejercicio de no sonar tan claros a nuestras referencias.

No tienes ningún problema en enseñar tus cartas…

A la hora de crear es inevitable copiar. Copiar en el buen sentido, claro. Tienes que escuchar a los buenos y analizar cómo han hecho las cosas. Me parece inconcebible sentarte a hacer un disco sin tener referencias. Hay que aprender, hay que buscar, escuchar y ver cómo se hacían las cosas. Y, curiosamente, las cosas como mejor se hacían era hace 40 años. En lo que a grabación se refiere, sin duda. Hay cosas modernas que me gustan mucho y que consumo, pero en lo que a grabación se refiere, no hemos ido mejorando.

Hay referencias y ecos clarísimos a los Beatles en casi todo lo que haces.

Indudablemente. Es mi banda favorita.

La pregunta del millón de dólares para un beatlemaníaco. ¿Lennon o McCartney?

Mi artista favorito de la música del mundo es John Lennon. Por lo que hizo con los Beatles, pero también después de los Beatles. Para mí está a la par. Su obra la he consumido compulsivamente. Plastic Ono Band es probablemente lo que más he escuchado en mi vida.

Creo que Lennon es un artista más completo porque proyectaba algo mucho más allá de la música. Era un tipo que podía haber generado una guerra o pararla. Mientras que McCartney es el músico perfecto. Cuando te preguntas si persigues la canción perfecta, has de saber que las canciones perfectas ya las ha hecho Paul. Sin embargo, es una persona que no me mueve, no me dice gran cosa como persona. Es tan perfecto lo que hace que en ocasiones me da rabia su perfección, y con Lennon me pasa lo contrario: es tan imperfecto que me conmueve profundamente. Así que creo que prefiero a Lennon. Pero también creo que he estudiado más a McCartney. (Ríe). Lo he estudiado como el que se va a estudiar una carrera. Creo que es el mejor compositor de canciones de la historia.

Hacer un LP de 12 canciones en la era de los singles que se degluten con una rapidez que asusta, ¿no es un poco presumir de prolífico?

Más que prolífico lo que ocurre es que sigo concibiendo las cosas de otra forma. Probablemente mi forma de pensar es ya de nicho, porque yo sigo comprando discos. Los compro y los escucho de principio a fin. No creo que lo haga mucha gente, incluso amantes de la música. Con esto no quiero decir que a mí me interese más la música que los que no lo hacen. Pero la cosa es que sigo concibiendo mi obra como un todo disco. Me parece que si se descontextualizara canción por canción, Nuclear no se entendería bien.

De ahí eso de convertirlo en un objeto de culto con obra de arte de Boa Mistura incluida. El valor añadido.

Sí, pero todo es un concepto muy loco. La obra de Boa Mistura supone tener una lámina por cada canción del disco. Si las coges una a una, no tienen ningún sentido, pero si las pones todas juntas es cuando obtienes el corazón troquelado. Me parecía bonito que el romántico o la romántica que sigue desplazándose a la tienda para comprar un disco, pese a tener miles y miles de maneras de acercarse a tu música, merezca tener un formato cuidado y con compromiso. Me parece bonito cuidar a esa gente que todavía queda.

Hay algo en tu música y tu poesía que me recuerda a músicos como Quique González, por ejemplo. Y es como si hubieras encontrado una piedra filosofal. Envías los mismos mensajes con una poesía elaborada pero siendo capaz de entrar en las radiofórmulas. Es como si hubieras encontrado el lugar perfecto entre el ‘indie’ y el ‘mainstream’.

Las fronteras entre los estilos… ¿Quién puede decir si Helter Skelter es pop o rock? En este disco en concreto no estoy sonando mucho en la radio, pero es cierto que mi música ha entrado en radiofórmulas y la música de mis amigos Quique González o Iván Ferreiro, por ejemplo, no. ¿Eso quiere decir que unos sean indies y otros mainstream?

Bueno, parece ser una de las eternas diatribas de la industria musical.

No tengo ni idea de quién decide qué es digerible para todos los públicos y qué no. Yo lo que tengo claro es que es un error pensar que lo que se consume masivamente siempre tiene falta de profundidad. Es una cosa que se tiende a pensar. Obviamente, hay un montón de música en las radiofórmulas y en la televisión que me parecen una bazofia, pero hay canciones que han cambiado el mundo que son de los Beatles y que son la cosa más mainstream del planeta. Abandoné esa diatriba hace años. Cuando era chaval, me inquietaba en qué bando estaba. Ahora no. Yo no sé hasta dónde llegan mis canciones, es algo que no controlo.

Leiva asegura que las 12 canciones de Nuclear se grabaron prácticamente en directo.

Leiva asegura que las 12 canciones de ‘Nuclear’ se grabaron prácticamente en directo.

En el disco tampoco hay concesión alguna a modas musicales como el trap, el reggaetón, los ritmos latinos, la electrónica…

Pero prejuicio, ninguno, que quede claro. Ahora mismo escucho muchísimo a una banda francesa que se llama The Blaze y que hace electrónica. Prejuicios cero. Entiendo el movimiento del trap, me parece totalmente auténtico, pero no me conmueve. Consumo música de todo tipo. Pero apuntarme a carros, no. Me gustan más los discos atemporales. No me gusta pensar que dentro de 20 años voy a escuchar uno de mis discos y voy a pensar ‘joder, estábamos muy pillados con la onda que sea moda en el momento’.

Las canciones de ‘Nuclear’ hacen honor al título del disco. Son como si a una cebolla le hubieras quitado capas y solo te hubieras quedado con el corazón. Es una forma de presentar o producir que tampoco está muy de moda que digamos.

Totalmente. En este disco se trataba de restar, curiosamente. Carlos Raya y yo nos hemos centrado en qué se podía quitar en lugar de qué se podía añadir. Nos hemos ido desprendiendo de cosas, de referencias, de instrumentos, de producción y hemos ido a la mínima expresión de lo que te pide una canción.

Una canción es como una fuente inagotable. Es como un cocainómano: siempre te pide más y más y le puedes dar y dar hasta agotarte. Pero hay que saber parar. En este caso lo que hicimos fue decirnos: ‘vamos a esperar a que suene y cuando suene, paramos’. Eso es un ejercicio de contención que frustra mucho, porque piensas todo el rato que lo puedes mejorar. Sin embargo, en este caso se trataba de contenernos. Y hemos conseguido que el disco sean cuatro personas tocando en directo sin añadir nada.

¿Está tocado en directo?

Entero. Como mucho, en tres tomas. No solo es que esté tocado en directo, es que solo hemos añadido voces y metales en un tema. El resto es lo que fue.

Vamos, que la posproducción…

Es cero… Es un disco sin ningún tipo de fuegos artificiales.

Has conseguido agotar localidades para las plazas de mayor aforo, en Madrid y Barcelona. A nadie se le escapa que los músicos viven en este momento de los directos. Ahora comienza el buen tiempo y en breve la temporada de festivales. ¿Cuál es tu opinión respecto al enorme crecimiento de festivales por toda España?

Voy a hacer festivales este verano, eso está claro, pero también tengo claro que cuando de algo se hacen miles de versiones, por el camino se pierden cosas. Ahora mismo, en cada ciudad hay un festival y en algunas hasta dos o tres. Esto quiere decir que cada vez se cuidan menos. Esta proliferación creo que va en detrimento de la calidad de los carteles. Las bandas que te gustan están metidas en una maraña de carteles cada vez menos cuidados y menos interesantes, pese a que no paran de crecer en oferta. Creo que se están haciendo festivales muy buenos, pero también me parece que el concepto festival se está manoseando demasiado. Antes iba a más festivales que ahora, desde luego.

El disco ‘Nuclear’ (Sony) de Leiva sale a la venta este viernes, 22 de marzo. 

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