Un camión reparte ópera por los pueblos de Valencia
Les Arts Volant es un camión de nueve metros de largo que sirve como escenario portátil para llevar la ópera ‘Bastián y Bastiana’ de Mozart a los pueblos de la provincia de Valencia. Una iniciativa del Palau de Les Arts inspirada en La Barraca, el grupo de teatro itinerante fundado por Federico García Lorca a principio de los años 30.
Son como titiriteros de feria con una importantísima misión: transmitir al ciudadano que eso de la ópera es un espectáculo para todos los públicos. Que ni es lejana, ni elitista, ni muerde, ni aburre a las vacas, ni es incomprensible. Desde el pasado 7 de julio su casa ha sido un camión de 9 metros de largo con el que han recorrido 10 pueblos de la provincia de Valencia y cuatro barrios de la capital con un mensaje cercano, al alcance de todos, divertido, directo y, en resumen, delicioso: una adictiva versión en valenciano de Bastián y Bastiana de Mozart con dirección de escena y escenografía del director artístico del Palau de Les Arts, Davide Livermore.
“Un camión es la mejor forma de ponerle ruedas a un escenario para llevarlo a todas partes. ¿No hay food-trucks para llevar la gastronomía a todas partes? ¿Por qué no la ópera?”, asegura Livermore. “Desde el primer día de mi nombramiento dije que quería llevar la ópera al barrio más periférico y al pueblo más alejado de la ciudad de Valencia”, concluye.
A las 22.30 de la noche del sábado 7 de octubre las luces de la plaza del Colegio del Patriarca se apagaron y por megafonía se lanzó un mensaje claro, contundente y cargado de una filosofía aperturista: “Utilicen sus móviles, hagan fotografías y vídeos, y compártanlas todo lo que quieran en sus redes sociales”. El telón estaba a punto de abrirse para dejar paso a 50 minutos de goce total y gratis. Es complicado ver a niños hipnotizados por algo que no sea una pantalla, pero en este espectáculo ocurre. Sobre el escenario del camión asistimos a una representación jovial, participativa y democrática, absolutamente para todos los públicos. Una propuesta de altísimo nivel tras la que hay meses de trabajo y sobre todo mucho talento.
El proyecto ha recibido el nombre de Les Arts Volant -algo así como Les Arts en gira, en referencia al coliseo operístico de la ciudad de Valencia- y es una idea que busca el contagio y la epidemia deliberadamente. Tras presenciar una de sus representaciones, no es difícil imaginar que haya vecinos y vecinas, niños y niñas que decidan acercarse al edificio diseñado por Santiago Calatrava, donde está la sede de la ópera de la Comunidad Valenciana, a por más de aquello que desde un camión les ofrecieron en la plaza una noche templada de octubre. El ideólogo de toda esta estrategia lo tiene claro: “Soy heredero de una política cultural que me permitió descubrir el arte y la belleza muy joven y encontrar un camino a través del cual desarrollarme como persona. Estoy en deuda con quienes apostaron por esa política cultural para todos y esa es mi filosofía para desarrollar acciones como esta”, explica Livermore.
El capital humano para realizar esta gira está compuesto por 17 personas –siete cantantes y actores, siete técnicos, dos pianistas y una regidora-, aunque para su puesta en marcha se involucró a distintos departamentos del Palau de Les Arts que se han ocupado de la escenografía, el vestuario o el attrezzo de esta producción. Hablamos con Bastiana, la genovesa Giorgia Rotolo de 24 años, una de los seis cantantes que intervienen en el proyecto y que proceden del Centro de Perfeccionamiento Plácido Domingo con sede en Valencia. “Les Arts Volant es uno de los mayores retos a los que me he enfrentado en mi carrera. Es un reto actuar con el público tan cerca y tener la responsabilidad de atraparlo, de interesarlo. Casi nos trasladamos a los tiempos de la Comedia del Arte, aquellos en los que se empezaban a profesionalizar los actores y aparecían las primeras compañías estables. Debían poner toda la carne en el asador en todas las representaciones, pues su deber era lograr envolver al público, ya que si la interpretación no gustaba, no comían esa noche”.
“Es una escuela impagable”, cuenta el venezolano de 26 años Andrés Sulbarán, que interpreta el papel de Bastián. “La representación es muy rápida y el espacio en el que nos tenemos que mover muy pequeño, así que este espectáculo te obliga a aprender a improvisar. Hay que tener los cinco sentidos al mismo tiempo en la partitura, el personaje y el entorno. Tener muy presente el texto, pues nosotros debemos poner la armonía al servicio de la poesía”.
Nadie diría que ese escenario con un telón que simula un precioso terciopelo rojo enmarcado por barrocas guirnaldas de flores y columnas, presidido por el apellido Mozart y un perfil del compositor simulando un medallón de piedra, formara parte de un camión moderno. Un vehículo que normalmente Jose y Edu, sus dueños, alquilan a orquestas, fundamentalmente en verano, para hacer giras interpretando los grandes éxitos de la radio fórmula en las fiestas de los pueblos. Nos lo cuenta Joan Falcó, el coordinador técnico de Les Arts Volant: “Eso es lo que más sorprende a la gente. Cuando está todo montado nadie diría que esto es un camión y sí, sí lo es”.
En la parte trasera del vehículo es donde se sitúa el escenario. Los nueve metros del camión pueden ampliarse a 11 y sus cuatro metros de alto hasta los seis para que quepa un pequeño peine del que cuelgan telas y telones que, superpuestos, den profundidad a la escenografía. El escenario tiene 4,5 metros de fondo. Montar la escenografía lleva 5 horas y desmontarla 2, y se necesita una furgoneta supletoria para guardar todo el material y un minibús que hace las veces de camerino.
¿Es necesario que la ópera sea un espectáculo que esté al alcance de todas las personas? Livermore lo tiene claro: “Desde luego que sí. Es nuestro patrimonio, es parte de la historia de Europa. La ópera habla de la vida, de las pasiones del amor y del desamor, del rencor y los celos, de las relaciones entre padres e hijos, de los enfrentamientos entre culturas y naciones. Es historia, música, teatro, palabra, poesía, canto… Es el arte total, la disciplina más completa y nos habla a nosotros sobre nosotros mismos. Es la educación del alma”.
Todo como si fueran una moderna La Barraca, aquella compañía de titiriteros encabezada por Federico García Lorca que, con ayuda gubernamental a comienzos de la Segunda República, recorrieron más de 70 pueblos de España acercando el teatro clásico español a zonas de poca actividad cultural de la península. “Hemos querido recuperar ese espíritu”, asegura Livermore. “Ahora, Les Arts Volant, gracias a nuestros acuerdos con la Diputación de Valencia y el Ayuntamiento de Valencia, permitirá que la ópera que se hace en Les Arts, que es el teatro de la Comunidad Valenciana, llegue a todos los rincones de este territorio».
El pasado 7 de julio en la localidad de Cárcer, un pequeño pueblo de apenas 2.000 habitantes al sur de la provincia de Valencia, justo antes de comenzar la representación el cielo se abrió y cayó uno de los ya míticos diluvios que ocurren en la Comunidad Valenciana. Caía agua de tal manera que pensaron que tendrían que suspender la función. Pero cuando el público quiere algo, no hay quien lo pare. De pie, bajo paraguas o resguardados bajo toldos o en zaguanes, los que habían ido a presenciar las cuitas amorosas de los dos pastorcillos no se rindieron y exigieron su representación. La tuvieron. Fue el comienzo de una aventura que, a buen seguro, tendrá segunda parte; solo tenemos que esperar al verano que viene para ver con qué nos sorprende la ópera portátil del Palau de Les Arts.
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