Llamar a Don Juan Tenorio por su nombre: ¡Canalla!
El ‘Don Juan’ dirigido por Blanca Portillo que acaba de desembarcar en el Teatro Pavón de Madrid resalta la cara más malvada de un personaje que, sin embargo, se ha quedado en el subconsciente popular como sinónimo de seductor exitoso. Hablamos con el actor que le da vida: José Luis García Pérez, que se muestra perplejo por las reacciones machistas de la prensa conservadora a esta representación: «Creí que en estos aspectos habíamos avanzado más de lo que realmente hemos hecho».
No hay diván ni sofá ni nada que se le parezca. Habla Don Juan: “No es verdad ángel de amor que en esta apartada orilla…”, mientras lo que el público observa en escena es pura electricidad sexual. Un hombre que recién llegado de un encuentro amoroso y animal con otra mujer se asea, a duras penas, sin olvidar sus partes íntimas, preparándose para acometer la seducción de su segunda víctima de la noche, doña Inés.
Así es el Don Juan que dirige Blanca Portillo para la Compañía Nacional de Teatro Clásico y que protagoniza el actor sevillano José Luis García Pérez, que logra una arrolladora interpretación del personaje de José Zorrilla. Eso sí, desnudándolo de cualquier aroma de heroicidad y haciendo énfasis en los ingredientes que realmente lo definen: la maldad y la falta de escrúpulos.
Hablamos con la directora del montaje, con Juan Mayorga -responsable de esta nueva versión que se representa en el teatro Pavón de Madrid- y, sobre todo, con el actor que durante 2 horas y 20 minutos tiene la arriesgada empresa de meterse en la piel del burlador de Sevilla sin quedarse contaminado por una de las almas más oscuras y criminales del teatro español.
Siendo sevillano, habrás interpretado unas cuantas veces a Don Juan, ¿no?
Pues no. Es la primera vez que hago un Tenorio y además he visto pocos también. No he llegado muy contaminado al personaje.
¿Y qué tal la experiencia?
Yo me lo paso bien haciéndolo. Es un desgaste físico y emocional. El personaje pasa por muchos sitios, pero me divierto. Hacer de malo siempre mola, sobre todo porque acompañando al personaje terminas llegando a lugares a los que solo no llegarías ni soñando.
Una de las apuestas de este montaje consiste en llamar a las cosas por su nombre y despojar al personaje de todo ese halo de heroicidad del que normalmente se le envuelve. ¿Cómo es posible que todavía hoy la figura de Don Juan sea positiva?
Es curioso, pero estaba convencido de que habíamos avanzado más de lo que parece que hemos avanzado. Leyendo las críticas de estos días de los periódicos nacionales más vendidos, me sorprende que la mayoría de ellas quieran, de alguna forma, volver a ver al personaje desde la heroicidad. Me deja perplejo que los críticos o cronistas vean esta función y que les fastidie que Don Juan no sea un héroe romántico. Parece que la figura de Don Juan como mito está mucho más asentada de lo que parece. Yo creía que estábamos dando pasos en otra dirección, pero todo apunta a que no.
¿Cómo es el Don Juan en el que tú habitas cada noche?
Es malo malísimo. Un hijo de puta. Sobre todo porque es un mentiroso. Don Juan es un rebelde sin causa. Si por lo menos tuviera una causa por la que hacer lo que hace, todavía podría tener algo defendible. Pero no, es una persona que lo único que hace es destruir. No es capaz de crear nada. Sólo destruye lo que hay a su alrededor y a las personas por las que pasa. En la vida real hay más don juanes de los que parece: en la mesa de al lado puede haber uno o una. Don juanes y Doñas juanas… Mala gente hay siempre, aunque estemos rodeados en su mayoría de buena gente…
Hablando de hombres y mujeres, ¿crees que las mujeres que se sientan en el patio de butacas tienen otra sensibilidad a la hora de acercarse al personaje?
La obra está dirigida por una mujer y eso le ofrece un punto de vista diferente. Todas las pelis y obras de teatro que he hecho dirigidas por mujeres tienen un punto de vista inevitablemente diferente. Ellas han sufrido lo que nosotros ni siquiera podemos imaginar genéticamente. Creo que hay un sufrimiento acumulado de siglos y una subyugación tradicional al hombre que les ofrece un punto de vista diferente. Creo que quizá a las mujeres, cuando vean esta obra, se les pase por la cabeza aquellos hombres con los que se hayan tropezado en la vida y que hayan ido de don juanes; creo que las mujeres se acercarán a la función con un punto de vista mucho más sutil de por dónde empieza la mentira y el engaño. Tal vez la mayoría de los hombres se queden más con la peripecia, con la aventura que tiene la función. Obviamente me gustaría que todo el mundo la viera de la misma forma, teniendo claro en la cabeza que Don Juan no deja de ser un maldito canalla.
¿Cuándo llegaremos como sociedad al momento en el que no nos quepa ninguna duda a ninguno de que esta obra trata sobre un delincuente y un maltratador que no merece ninguna de nuestras simpatías?
Tal vez cuando se acaben comentarios tan machistas como alguno que he leído en la prensa, como decir que el auténtico morbo sería ver a Blanca Portillo haciendo de Don Juan Tenorio. Aparte de una falta de respeto, me parece tan radicalmente machista que casi lo tomo como una prueba clara de que hemos avanzado bastante poco. Tal vez llegue un día en que nos demos cuenta de que conseguir lo que queremos a costa de los demás significa ser un hijo de puta. El día en que nos demos cuenta de eso, empezaremos a acabar con este tipo de mitos. Y ojo, que lo digo eliminando el género. Me refiero a esas personas que buscan satisfacer sus deseos por encima de los demás y a cualquier precio. Pero, lamentablemente, de este tipo de gente estamos bastante rodeados. Por otra parte me sorprende que sigamos pensando que, por muy hijo de puta que seas, el hecho de enamorarte te va a salvar de algo. O que pueda existir una redención por el temor a Dios. De eso nada. Don Juan realmente tiene un miedo atroz a morir. A morir y a hacerlo solo.
En cierto modo y probablemente por la época, la obra es profundamente religiosa. Y religiosa en el sentido de que se puede exculpar cualquier actuación por tremenda que esta sea.
Mira, cuando la política y la religión se mezclan, pasan cosas. Cosas como lo que ha ocurrido en Francia, por ejemplo. Yo estudié historia y siempre me han parecido más interesantes los autores que defendían la religión en su vertiente más filosófica: como la búsqueda del ser humano para responder a una serie de cuestiones que tienen pocas respuestas. El problema viene cuando se convierte en algo material y en algo material y más importante que la vida del otro. Eso se llama poder. Y me recuerda lo que ha ocurrido con la representante de Podemos en Sevilla, que ha propuesto hacer un referéndum para ver si los sevillanos queremos Semana Santa o no. Te imaginas la que se ha podido formar, ¿verdad? Se ha montado una buena. Y yo me pregunto: ¿Por qué no? Si somos un país laico. No quiero decir que a mí no me guste la Semana Santa de mi tierra como hecho artístico. Pero, ¿por qué no se va a poder preguntar? La religión está asentada en España de una forma tan radical como el fútbol. Y yo lo que creo es que la libertad individual lleva a la libertad colectiva y esa libertad colectiva es lo más importante que tenemos. Todo lo que no sea eso me parece dar pasos atrás.
¿Qué te parece Podemos como alternativa política?
Me falta que hablen de cultura. Evidentemente, de todas las posibilidades que hay, ellos son una de las propuestas a las que más cercano me siento. Yo me he ido sintiendo traicionado por otros y veo que ahora mi cercanía es a las ideas que promueve este nuevo partido. Pero me falta que hablen de cultura. No han dicho ni pío. Mi opinión será entonces mucho más formada, cuando hablen respecto a la industria en la que yo trabajo. Pero lo que tengo claro es que el bipartidismo no lleva a ningún sitio. Tengo la libertad de equivocarme en lo que me dé la gana y nadie es mi padre para decirme lo que tengo o no tengo que hacer.
¿Cómo es Blanca Portillo como directora?
Muy exigente, trabajadora…
¿Se cabrea mucho?
No, no se cabrea mucho, pero sí es una persona con una capacidad de trabajo impresionante. En ese sentido es alucinante. Eso hace que cada día te ponga el listón un poquito más arriba y que te obligue a saltarlo. Por un lado te puede dar una pereza tremenda, pero te hace crecer muchísimo. Como actor y como ser humano.
‘Don Juan’ de Zorrilla. Dirección: Blanca Portillo. Versión: Juan Mayorga. Compañía Nacional de Teatro Clásico. Teatro Pavón. C/ Embajadores, 9. Madrid. Del 9 de enero al 15 de febrero.
Un Don Juan muy ‘Breaking Bad’
¿Por qué montar Don Juan Tenorio ahora? Contesta Blanca Portillo, la directora: “Burlar, según la Real Academia, tiene siete acepciones, las dos que más me gustan son inducir a tener por cierto lo que no es y hacer creer cosas que no son verdad. Ese es mi punto de partida para analizar el Tenorio: todo lo que dice es falso. La segunda es seducir con engaño a una mujer. Resulta que hay un verbo que califica cuando un hombre engaña a una mujer y la seduce.
Desgraciadamente el Tenorio sigue siendo un extraño héroe en nuestro país. No sólo engaña y miente, sino que también mata y compite. No respeta nada. Es un personaje que sigue estando en la calle. Ser un don Juan se considera divertido, pero yo no lo quiero de modelo a imitar; para mí es un destructor social y se le ha teñido de un romanticismo mal entendido. Se convierte en un personaje casi trágico cuando le condenamos, yo no estoy de acuerdo con Zorrilla en salvarlo. Es alguien que busca su propia destrucción, un psicópata que busca alguien que lo pare y que piensa: voy a seguir matando hasta que me digáis basta ya, y eso le convierte en un personaje más trágico que dramático. Le hemos quitado la pátina de hombre brillante, analizamos lo que dice y lo que queda es que es un destructor, y yo como persona no lo quiero cerca».
Y continúa: «Don Juan no destruye para construir, es uno de los primeros trampolines que investigué. Un ser humano se genera en la infancia, la educación tiene mucho que ver en cómo es uno; y de alguna manera él ha sido educado para ser así. Creo que nunca se ha planteado por qué es así».
En este Don Juan de Blanca Portillo y Juan Mayorga los personajes parecen sacados de una película, tatuajes, crestas, pelos de colores, cazadoras negras, botas de motero: “Es un montaje contemporáneo, van vestidos como hoy. Hay gente que cree que el Tenorio tiene que ir vestido como en el siglo XIX y con espada, porque parece que en esa época se mataba más, pero yo creo que hoy se mata igual, aunque se vaya vestido de otra forma”, comenta Portillo.
Es una obra en la que no hay madres y en la que se quiere dar al papel de Inés un aire distinto: “Siempre se ha pintado a Inés como un objeto utilizable, una tonta, una mujer a la que se le ha hurtado el derecho a pensar. Por azar se cruza con el Tenorio y a partir de ese momento empieza a tomar decisiones. Su inmensa generosidad emocional y su pureza es de lo que se enamora Don Juan, e Inés sale hacia la libertad y elige quedarse con él”.
En esta versión, se ha respetado el texto original escrito en el siglo XIX, pero analizando las palabras del autor con una mirada de hoy que pone de relieve los defectos del personaje. Juan Mayorga, autor de la versión, afirma que ha realizado una aportación modesta: “Creo que los clásicos no han de ser reescritos sino releídos. El adaptador ha de tener una doble fidelidad: al texto y al espectador contemporáneo. Teníamos claro que estábamos antes un texto imperfecto. Se trataba de trabajar a favor de la teatralidad del Tenorio, que se basa en ese carácter conflictivo del protagonista, que pone en peligro todo lo que está a su lado. Lo que sabemos del Tenorio es que seduce a una mujer haciéndose pasar por otro, asesina al padre. Se trata de un agresor que parece un psicópata o un violador en serie. Su placer no está en la conquista sino en la violación del otro, en cuántas personas ha arrasado, y resulta que este personaje se ha convertido en una de las figuras más exitosas del teatro español. Don Juan es un hombre áspero, sucio, violento, pero fascinante en un mundo áspero y violento donde la compasión es rara. Hay momentos en los que el texto, tal y como ha sido puesto en escena, nos sitúa en una película de serie B o incluso en la serie Breaking Bad, pero también aparece lo sublime, por la forma en que se ha servido el texto”.
Comentarios
Por Ramón, el 15 enero 2015
En justa correspondencia, Doña Inés es una tonta del culo que se deja camelar por semejante desecho de hombre. Digo yo… o es que sólo se ha de desmitificar a los estereotipos de varón?
Por Fernando, el 15 enero 2015
La obra de Zorrilla no presenta a Don Juan como un héroe romántico, al contrario, lo presenta como el peor de los canallas y como un delincuente, por lo que la versión del Tenorio de Mayorga-Portillo no aporta ninguna novedad en este aspecto, no entiendo por qué se promociona así.
La única novedad de esta versión es depojar a la obra de su contenido religioso, al que haces referencia en la entrevista. Este contenido aparece íntegramente en los minutos finales de la obra y José Luis García Pérez lo recita rápido, en voz baja, con la cabeza muy cerca del suelo y con sonido de fondo que no permite entenderlo bien.
A mi entender, a la hora de montar una obra tan antigua hoy en día se pueden, incluso se deben hacer todas las innovaciones que marque el momento en que vivimos, pero el espíritu y el mensaje de la obra se debe preservar. Esto es lo único que no me gustó del Tenorio de Mayorga-Portillo, lo demás me encantó.
Por Nely García, el 15 enero 2015
Cuando Zorrilla escribió la obra la cultura vigente era machista, y ese mito todavía encanta a muchos hombres que les gustaría ser un Don Juan.
Esta nueva versión indica una evolución en todos los ámbitos. Podemos representa algo diferente que puede, o no, satisfacer nuestros anhelos, pero es un primer paso para salir del estancamiento político.
Felicito a Blanca Portillo por desenmascarar el personaje, y darle el nombre que le corresponde.
Por Carlos, el 23 enero 2015
Muy buen artículo. Blanca Portillo dirigiendo y de qué manera. Este actor cada vez se «sale más», magnífico.