Los árboles, eficaces ‘esponjas’ del metano que cambia el clima
Los árboles no solo son capaces de captar CO2 de la atmósfera, sino también grandes cantidades de gas metano, multiplicando así su fundamental protagonismo contra los gases de efecto invernadero que, fruto de la acción humana, calientan el clima en la Tierra. Este hallazgo, publicado hace unos meses en la revista ‘Nature’ por científicos de un equipo internacional, entre ellos un español, ha puesto de manifiesto la importancia no solo de preservar y gestionar bien los bosques, sino también de potenciar la reforestación en zonas degradadas. Son asuntos que han sido obviados en las últimas dos cumbres mundiales: la de la biodiversidad en Cali, donde en octubre no se llegó a un acuerdo para financiar la conservación de la naturaleza; y la del clima en Bakú (Azerbaiyán), en noviembre, en la que el tema de la reforestación prácticamente no se mencionó en las negociaciones, pese a que se hizo una de esas reforestaciones simbólicas en torno a la ciudad.
Hace mucho tiempo que la ciencia tiene claro que a más bosques, menos carbono en la atmósfera que respiramos, pero la sorpresa ha sido descubrir hasta qué punto estos lugares son capaces de absorber un metano que es responsable de casi el 30% del calentamiento global. Es un gas que, debido a su estructura, se sabe que atrapa más calor que el dióxido de carbono, lo que lo hace 80 veces más dañino, y además durante décadas. Los autores señalan que esta nueva función hace a los árboles hasta un 10% más beneficiosos para el clima de lo que se creía, tal como publicaron hace unos meses en la revista científica Nature.
Como explican en su artículo, hasta ahora la mayoría de estudios solían medir los flujos de metano en el primer metro del tronco, pero resulta que ahí se detecta la emisión que proviene del suelo, así que en esta investigación, liderada por la Universidad de Birmingham y que cuenta con la participación del centro de investigación CREAF, optaron por hacer las mediciones a más altura, aproximadamente a partir de dos metros. Y ahí descubrieron que las bacterias que viven en la corteza absorben mucho más metano del aire del que se libera, convirtiéndolos en lo que se conoce como “sumideros” de este contaminante gas.
En concreto, cuantifican que el potencial de absorber metano de los bosques estaría entre unos 25 y 50 millones de toneladas, una horquilla amplia porque faltan datos precisos, pero que da idea del volumen. Y conviene recordar que, según el Global Carbon Project, las emisiones anuales totales de metano han aumentado en el mundo en 61 millones de toneladas al año, lo que supone casi un 20% en las últimas dos décadas. Entre las causas, la minería del carbón, el uso de petróleo y gas, la ganadería y los desechos orgánicos de alimentos. Los científicos estiman que los árboles absorben casi tanto metano como todos los suelos del mundo y, dadas esas cifras, palían en buena medida el impacto de estas actividades. “Esta investigación es importante porque por primera vez se sabe de esta capacidad de los bosques y porque abre muchas posibilidades de investigación para averiguar cuestiones que no conocemos aún, como el efecto de la humedad en esa captación, el análisis por especies, etcétera”, asegura Josep Barba, investigador del CREAF y uno de los coautores del artículo.
Barba llegó a este trabajo por casualidad. Cuenta que le habló del tema un compañero durante una estancia en Estados Unidos y que luego continuó investigando en ello en la Universidad de Birmingham (Inglaterra), en el equipo de Vicent Gauci, el primer firmante. Para este trabajo, recogieron mediciones en un centenar árboles de regiones tropicales y boreales (Brasil, Panamá, Suecia o Inglaterra) encontrando que los responsables de esta absorción de metano eran unas bacterias que se encuentran en la corteza de los troncos y que usan el metano como fuente de energía. Comprobaron que son más activas en climas cálidos y húmedos que en los fríos. En estos momentos, Barba continúa con este trabajo, con un proyecto nacional, en tres zonas boscosas de Cataluña, con hayas, robles, encinas o alcornoques para ver cómo es la respuesta en bosques mediterráneos, donde hace mediciones mensuales a diferentes alturas.
El científico del CREAF explica: “Los troncos funcionan como chimeneas que canalizan el metano de las capas profundas del suelo hacia arriba y que lo liberan por la corteza, así que, a más altura, queda menos dentro y los microorganismos consumen el de fuera”. Y añade: “Hemos comprobado que los bosques tropicales captan más metano, seguidos de los templados y, por último, los boreales. En concreto, los primeros captan unas 10 veces más que los templados y unas 20 veces más que los boreales”. Destaca también que esta función depende de la cantidad de superficie de corteza que presenta cada árbol; cuánta más tienen, más absorben. “Datos por especies no tenemos, pero sí parece que las coníferas, en general, son menos activas, aunque nos faltan investigaciones al respecto. Lo interesante es haber comprobado que para captar metano no es tan importante la biomasa, como ocurre con el CO2, como la superficie de corteza; es decir, que árboles jóvenes también pueden captar mucho metano si tienen muchas ramas”, asegura el científico.
El valor de los bosques, en alza
Lo que está claro para la ciencia es que los bosques tienen ahora un nuevo papel en lo que se refiere a la mitigación del cambio climático. No sólo almacenan CO2 de la atmósfera, mediante la fotosíntesis, sino que contribuyen a eliminar un gas que en los últimos años está tomando relevancia por su papel protagonista en el calentamiento global, que ya se sitúa en un aumento de 1,5ºC este año, según los últimos datos. Y éste era el límite que se había considerado en el Acuerdo de París.
También se pone de relieve que la reforestación con ejemplares que captan poco dióxido de carbono porque son jóvenes sí tiene una gran relevancia por su función para captar metano. “El Compromiso Mundial contra el Metano, lanzado en 2021 en la cumbre sobre cambio climático COP26, tiene como objetivo reducir sus emisiones en un 30% para finales de esta década. Nuestros resultados sugieren que plantar más árboles y reducir la deforestación deben ser una parte importante para conseguir este objetivo”, añadía Vincent Gauci, investigador de la Universidad de Birmingham y autor principal del estudio, en un comunicado.
Por su parte, Josep Barba, desde el centro de investigación forestal CREAF, confía en que este tipo de trabajos sirvan para tomar decisiones políticas adecuadas. “Los científicos intentamos aportar datos. Ya tenemos información científica suficiente para saber lo que hay que hacer; ahora necesitamos decisiones políticas valientes”, explica. De momento, gracias a su participación en este trabajo, se ha descubierto que los bosques son “esponjas” que absorben ese gas dañino que, al menos en dos terceras partes, generamos con nuestras actividades humanas.
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