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El escritor Joaquín Araújo, el divulgador de la naturaleza más conocido ahora en España, autor de un centenar de libros, lleva siempre consigo unos cuadernos grandotes y artesanales en los que va escribiendo -generalmente a pluma- cuantos pensamientos y sentimientos se le pasan por cabeza, pies, manos, ojos y corazón. Esta es la primera vez que enseña parte de ellos.
En Madrid, Joaquín Araújo escribe de pie, en una mesa grande llena de tinteros, mirando hacia la pared (bueno, hacia unas reproducciones de lienzos de Cezanne, para ser más exactos). «En la ciudad me causa dolor mirar por la ventana, prácticamente ni me asomo». Cuando está en Madrid, se queda en casa de su suegra, en plena Avenida de América, con vistas a las obras casi permanentes del intercambiador de transportes.
En su finca extremeña, en Las Villuercas, todo lo contrario: mira por un gran ventanal hacia el bosque, la montaña, el cielo y el horizonte, sin casas… Así, en la capital o en el campo, donde pasa ya la mayor parte de su tiempo, Araújo construye preciosas páginas de versos, que conviven con notas periodísticas y datos, garabatos y dibujos geométricos, abstractos o naif, últimamente también muchos pictogramas chinos; originales que apenas nadie ha visto y que dicen mucho de toda su destreza para componer ideas y rimas.
Y es precisamente una selección de esas páginas originales de sus cuadernos, cuadernos de campo y de pensamientos, germen de su prolífica escritura a favor de la naturaleza y sus ritmos, el regalo que quiere hacer a los lectores de ‘El Asombrario’. Una nueva cara de un hombre entregado desde hace cuatro décadas a hablarnos de lo verde y al que le irrita la poca importancia que se da al medio ambiente en los medios de comunicación. Como dijo recientemente, elevando el tono de voz, en la presentación en un cine del centro de Madrid del documental Guadalquivir: «¿¡Pero quién ha convencido a los rectores de los medios de comunicación de que la naturaleza es un tema menor?! ¿¡Cómo han llegado a una conclusión tan disparatada?!».
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