‘Lucía’: las canciones de Serrat emocionan en una obra teatral
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Las canciones de Joan Manuel Serrat, recién nuevo premio Princesa de Asturias de las Artes, llegan al teatro. Un banco, una silla y un maletín. Poco más se utiliza en la escenografía de ‘Lucía’, la obra teatral que recorre algunos temas vitales e inmortales, como el amor, la soledad, la esperanza, el olvido y la muerte. En ella, dos actores conversan, se ríen y cantan, auspiciados por las melodías más conocidas de Serrat. La función estará todos los domingos en la acogedora sala Lola Membrives del Teatro Lara. Hasta el 2 de junio.
Toni Cairós ha sido el artífice de este proyecto ya estrenado en tierras catalanas pero que por primera vez arriba en la capital. “Esto es un viejo anhelo. Yo tenía una especie de tributo a Serrat y hubo un día que sentí la necesidad de darle un formato más teatral”. En el camino, encontró a Joaquín Daniel, el que pronto se encargaría de la dramaturgia y dirección de la propuesta escénica, a la que más tarde llegarían los dos actores que completan el cartel, Montse Campabadal y Martín Piragino.
No se trata de una pieza musical, ni mucho menos de un concierto. Sí camina por los designios del teatro, un teatro que hace que los personajes se encuentren con sus propios desencuentros internos, que reflexionen juntos. Como eje vertebrador, la banda sonora de más de una generación, el estribillo que acompaña a miles de familias en España: “Las canciones de Serrat tienen relación con el contenido de la obra, pero surgen de forma espontánea entre los personajes”, comenta Cairós.
Mientras Martín interpreta a Mateo, un músico de calle, el propio Cairós se introduce en la piel de Ángel, un ser algo pasado de vueltas, como relata el propio actor protagonista, que llega a trabar relación con una Lucía fortuita que aparece en escena. “Eso nos lleva a una situación en la que descubrimos que Ángel tiene unas razones y condicionantes en su vida que le llevan a ser quien es, a la vez que Lucía se encuentra con una situación familiar muy concreta y complicada en la que él puede hacer mucho para solucionarla”, introduce Cairós.
En la sala no hay escenario. Los tres intérpretes actúan al pie de las butacas. Cercanos, íntimos, alegóricos. En esta pieza, en la que todo funciona como si de un mecanismo de relojería se tratara, el espectador transita de emoción en emoción: “Las canciones de Serrat son una frecuencia emocional que ayuda mucho a abrir el corazón, abrir el alma y expandir nuestra visión del mundo”.
No es fácil versionar al maestro catalán. Sus letras y melodías tienen tal profundidad que cualquiera no puede enfrentarse a ellas. Cairós, a base de un arduo trabajo, ha conseguido conectar con su esencia. Así, los versos más conocidos de Serrat inundan la sala Lola Membrives del Teatro Lara de la mano de composiciones como Lucía, Mediterráneo, Hoy puede ser un gran día, Barquito de papel, Cantares y De vez en cuando la vida.
La propuesta que ahora se materializa en Madrid ha sido realizada con exquisita frescura y coordinación. Entre Cairós y Daniel, en momentos de fervor creativo, hilvanaban el recorrido no exento de giros dramáticos. “La construcción de la dramaturgia surge de forma muy orgánica en cuanto a que fue apareciendo a medida que íbamos ensayando”, apostilla el primero de ellos.
Tres días a la semana, dos meses antes de estrenar, comenzaron estos ensayos que toman cuerpo en el Teatro Lara de la capital. Fue en esos encuentros donde los actores realizaron sus calentamientos. En su caso, “un calentamiento totalmente mental y emocional”. Así, durante casi dos horas, unos y otros compartieron sus vivencias en torno a los temas que la obra aborda. Según Cairós, “el trabajo final impacta por esto, por todo el trabajo previo a nivel emocional, esa autenticidad en la fusión entre el intérprete y lo interpretado”.
Contento y orgulloso de llegar al Lara, uno de los teatros decanos de Madrid, Cairós se quedaría contento únicamente con que funcionara el boca-oreja, la mejor forma de recomendar un producto. Una sala de 100 personas se presenta como el espacio ideal para este tipo de dramaturgia. “El problema del aforo no es tanto llenarlo o no, sino que, desde el punto de vista económico, hace que sea muy difícil tirar para adelante con un espectáculo”, opina el mismo Cairós. En su caso, nadie del elenco vive en la capital, por lo que deben desplazarse los domingos desde Barcelona. “Las funciones son viables porque todas están programadas sobre las 18 horas, lo que nos permite desplazarnos, ir y volver, en el mismo día”, explica.
Sin saber las futuras plazas en las que se podrá escenificar Lucía, Cairós, a sus 64 años, continúa soñando con seguir dedicándose al teatro. Por el momento, la sala Lola Membrives del Teatro Lara se convertirá en hogar de un pedacito de Serrat, la historia cantada de España y nuestro nuevo premio Princesa de Asturias de las Artes.
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