Mallorca comienza a trazar otro mapa: el de los abrazos de gratitud

Foto: Pixabay.

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Lo que está sucediendo en Mallorca es una transformación silenciosa. Se llama ‘La mar de abrazos’ es una cadena de agradecimientos por acciones por el bien común y nació el mismo día en que la isla volvió a abrirse al turismo alemán. ¿En qué planeta crees que vives? Si tuvieras que representarlo, ¿cómo aparecería en tu mapa? ¿Plasmarías en él las rutas de las aves migratorias, las bases militares, los puntos en los que brotan manantiales, las identidades culturales, los lugares en los que fuiste feliz…? ¿En qué imagen del mundo te incluirías?

Tenía que suceder en Mallorca. En esta isla, durante la Edad Media existió una escuela cartográfica de referencia que representó la imagen del mundo para quienes comerciaban en el Mediterráneo. Los mapas de Abraham Cresques mostraban no solo de elementos tangibles de la geografía sino también historias sobre lugares peligrosos, simbologías comerciales y náuticas, relieves topográficos. En aquella época, los navegantes valoraban que se les contara la complejidad que podían encontrar detrás de la representación de los territorios.

El 15 de junio arrancó en la isla una iniciativa que está transformando el mapa de Mallorca. Sucedió el mismo día en que el gobierno autónomo abría la isla a los turistas alemanes como parte de un plan piloto que busca dar salida a la actividad hotelera. Mientras que los criterios económicos empezaban a dibujar corredores en Europa y Mallorca se ofrecía como lugar saludable y seguro (conceptos que hace un año ningún publicista hubiera utilizado), una particular cadena de gratitud empezó a transformar el mapa de la isla.

Comenzó así: una persona llamó a otras dos para agradecerles su labor por el bien común. Las consideraba seres inspiradores, de esos que hacen sentir que ese futuro en el que todas queremos vivir es posible porque ya está en marcha. Les pidió que continuaran la cadena de agradecimientos y que situaran una flor en el mapa de Mallorca para señalar el lugar en el que un colectivo de habitantes se reúne para cuidar el bien común, un lugar que para ellas fuera un referente, un espacio al que acudir si alguna vez alguien quisiera sumarse al buen hacer. La cadena de agradecimientos se puso en marcha y con ella empezaron a transformar el territorio.

La imagen que nos hacemos del territorio en el que habitamos modifica nuestro comportamiento y, por tanto, el rumbo de este planeta. Lo que está sucediendo en Mallorca es una transformación silenciosa, como rumorosas son las plantas. Con cada persona que se suma a la iniciativa nace una nueva pregunta: ¿En qué planeta crees que vives? Si tuvieras que representarlo, ¿cómo aparecería en tu mapa? ¿Plasmarías en él las rutas de las aves migratorias, las bases militares, los puntos en los que brotan manantiales, las identidades culturales, los lugares en los que fuiste feliz…? ¿En qué imagen del mundo te incluirías? ¿Crees que tu mapa individual podría ser el espejo en el que se miraran miles de personas? ¿Millones? ¿De qué mundo estaríamos hablando entonces?

Poco a poco van brotando flores en el mapa, que ya tiene nombre propio: La mar de abrazos. Quien se asome a él comprobará cómo cada flor cuenta una historia inspiradora relacionada con el cuidado de la vida. Unas crecen junto a iniciativas que buscan acabar con la pobreza en este planeta, otras señalan el lugar donde las personas se organizan para alcanzar una educación inclusiva y justa, las de más allá donde trabajan por la igualdad de género o por las ciudades habitables o el trabajo digno…

Cada una de ellas sostiene una afirmación: El amor es ese ingrediente que calma el hambre”. Cuando hago la compra para una vecina, gano un contacto humano y una comunidad que necesitaba en mi vida”. La coherencia te regala una profunda tranquilidad”. El amor entiende el lenguaje del cuerpo y con él conversa”. La escucha atenta facilita que este planeta sea económicamente más armónico”. “La educación es un acompañamiento en el que todos aprendemos de todos”. “Si algo no te llega al corazón no pierdas tu tiempo ni el de la persona que tienes delante”…

Una cartografía de emociones

Cada flor encarna la voz de un ser anónimo que cuenta cómo incorpora en su vida cotidiana la gratitud y el cuidado y hasta qué punto al hacerlo se multiplica la abundancia en su camino. Son pasos hacia delante que sumados hacen un camino, dejando constancia de que su cuerpo también es un territorio. Por eso retratan sus pies cruzando ese umbral que implica llevar a cabo una transformación. Puedes ver cómo se va haciendo el camino en el fotoblog abierto en instagram.

El mapa de La mar de abrazos se enlaza con la trayectoria de la psicogeografía y las cartografías emocionales, propuestas artísticas que vuelven a enlazar lo objetivo y lo subjetivo para confrontarlos y así hacer evidente que existe otra manera de entender el territorio y generar nuevas relaciones con el entorno. Esta iniciativa basada en el reconocimiento del camino, de la co-existencia y del compromiso con la vida va creando una topología visual que resignifica la isla visualmente. Esta cartografía es, como todos los mapas, un relato, pero es el resultado de una suma de voces vivas, un mapa que evoluciona cada día y cuyo protagonista es el cuidado de la vida entendida de forma amplia y generosa.

Un espejo común en el que sentirnos representados

Usar los símbolos y metáforas para crear un espejo en el que mirarnos es una de las funciones del arte y de la comunicación. Acercar estas acciones a valores vinculados con la regeneración de la vida es relevante porque los conflictos militares, las rutas de viaje, los itinerarios comerciales, las innovaciones tecnológicas… han ido modificado nuestra percepción del planeta hasta el punto de no sentirnos parte de él. En estos momentos en los que tantas personas imaginan y desean un horizonte mejor, más equilibrado, saludable, amable y justo, es necesaria la existencia de un espejo común en el que nos sintamos representadas/os. Cuando asumimos la representación del mundo lo convertimos en legado. Los habitantes de Mallorca se están reapropiando de la imagen de un planeta en el que ya existen redes de apoyo mutuo; al hacerlo, uno a uno, van reconociendo que forman parte de esos millones de seres que hacen del cuidado de la vida un modo de estar en él, de ahí el agradecimiento.

P.D. No es casualidad que esta cartografía que convierte a Mallorca en un jardín incluya el mar en su nombre porque nace en el extremo occidental de un Mediterráneo que también necesita nuevos relatos. Y no es casualidad que yo cuente esta historia.

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