‘Mama’, corto ganador del Goya: mujeres violadas y chimpancés bebés
Pablo de la Chica ha ganado un Goya 2022 por su cortometraje documental ‘Mama’. Una historia de superación, amor y de complicidad con los chimpancés bebés de Mamá Zawadi, rodeados de selva en un ambiente de hostilidad en el Congo. De la Chica nos desvela las claves de su mirada audiovisual y de su corto premiado, que nos muestra unas cifras escalofriantes: dos mujeres son violadas cada hora en el Congo, del que dicen que es el peor país del mundo para ser mujer.
El director y productor Pablo de la Chica, responsable de la productora Salon Indien Films, representa a una nueva generación de cineastas que ha desarrollado un profundo sentido social del cine, con obras como su largometraje documental The Other Kids, sobre el valor del fútbol en Uganda, o su cortometraje documental Mama, que narra la dura vida de Mama Zawadi, violada por las milicias, y su papel de cuidadora en el Centro de Rehabilitación de Bebés Chimpancés de Lwiro, en el Congo. Mama recibió el sábado el Goya 2022 a Mejor Corto Documental.
Imagino que gracias a Lorena (directora de la ONG Coopera Congo) e Itsaso (directora técnica del Centro de Rehabilitación de Primates de Lwiro) conociste a Mama ¿De dónde surge la idea de ‘Mama’?
Conocí a Lorena allá por 2014, justo antes de rodar mi primer largometraje documental, The Other Kids. La conocí una noche en Kamapala, junto a otros grupos de extranjeros, se rio de mi acento madrileño al hablar en inglés… y nos hicimos muy amigos. Yo esa noche le prometí contar la historia de Mama Zawadi.
Esta historia tenía la necesidad de ser contada por todo lo que supone: visibilización de una cruda realidad, pero también por el aprendizaje que se desprende: cómo los animales ayudan y cómo el cuidado se revierte. ¿Es una lección de vida?
Bueno, más que lección de vida, es un claro ejemplo de amor, de amor incondicional y de la terapia que supone sentirse querido en el otro. Ese amor que los bebés tienen a Mama Zawadi es increíble, lo notas. Es un amor de madre puro, y ese amor puro sana.
Mama Zawadi tiene una magia especial y una naturalidad sorprendente ¿Cómo fue el rodaje con ella?
Maravilloso. Al inicio fue una introducción para empezar a rodar con ella y los bebés, y que poco a poco se olvidasen de las cámaras, porque realmente es molesto y es algo nuevo. Poco a poco, Mama Zawadi tomó mucha confianza con nosotros. Es increíble la energía que transmite esta mujer.
¿Tocar un tema tan traumático fue un asunto delicado?
Siempre lo es. Nunca sabes qué va a responder la otra parte, nunca sabes si vas a tocar en una fibra dolorosa y sensible, en un trauma no sanado o en un recuerdo que la otra parte quiere olvidar. Creo que siempre es vital que sea la otra parte la que diga lo que quiera, y como quiera.
¿Qué recursos dispone una mujer en Congo para superar ese trauma?
Pocos, por no decir nulos. Pocos, porque sé que Lorena está con el proyecto Mutima ayudando a niñas y mujeres. También está el hospital de Panzi y varias organizaciones, como Cité de la Joie. Pero si hacemos una escala del número de agresiones sexuales versus ayuda, nos daremos cuenta de que toda mujer agredida sexualmente está completamente olvidada.
¿Cómo tratar un tema tan doloroso sin caer en la moralina, ni en la lágrima fácil?
Creo que más que no intentar caer es marcar siempre una línea roja. Nada de porno-miseria. Creo que todo se basa en respetar e involucrarte con lo que estás contando. Que te toque, y desde ahí siempre se trata con más cariño.
Rodaste ‘The Other Kids’ en Uganda, ahora Mama. Tienes especial apego por África ¿Qué te llama de África?
No sé qué tiene, que me llama. Es algo animal, primitivo. Y de verdad, es como que allí siento que la gente aun está viviendo al 100% las cosas, y no está tan adormilada. Siempre digo que he visto más sonrisas de verdad en un campo de refugiados que en Disney.
Con las temáticas que abordas, ¿te gusta ir a la esencia de las cosas?
Me gusta contar historias sociales y que esas historias lleguen a un gran público. Sé que en muchas ocasiones tardo en contarlas, pues siempre intento estar seguro de que esa esencia, ese tema, esa sensación que quiero buscar pueda verlo mi madre, un señor en Japón o un adolescente en América.
¿Crees que mostrar realidades dolorosas, pero con un viso de luz, ayuda?
Creo en el compromiso de contar la verdad y visibilizar lo que pasa en el mundo. La verdad, y la realidad, asustan demasiado a la gente, pero debemos conocerla. No podemos ser indiferentes con el dolor humano o animal, pues seríamos más parte del problema.
¿Sirve el cine como instrumento de reflexión?
Sirve como instrumento de reflexión y, si está bien trabajado, puede ser un elemento educativo y social vital para las nuevas generaciones.
Contar con un entorno tan salvaje como el de Lwiro imagino que es un reto porque te puedes perder en esa belleza, ¿no?
Sí. Era fácil poner la vista en otro sitio, porque siempre encuentras una historia, un plano bello o una idea a desarrollar. Por eso siempre ruedo demasiado (y se lo agradezco a mi equipo eternamente), porque intento no perder nada que pueda ser contado.
Rodar en un país tan inseguro como Congo supone un desafío indiscutible ¿Cuáles fueron los principales obstáculos del rodaje?
La prohibición de rodar, tema guerrilla, los brotes de ébola, etcétera…, pero creo que teníamos claro que buscaríamos una solución a cualquier problema que se nos pusiera delante.
El estilo De la Chica reside en la potencia de las imágenes y en las historias. Pero también en la música, ¿no?
Sí. Para mí, es vital. Creo que la música también es un elemento tan vivo y único que ayuda a la historia, y nos transporta a lugares donde no podemos oler, pero un acorde sí nos hace viajar. El trabajo de Alberto Torres ha sido increíble: ha cuidado muchísimo cada nota y personaje, multiplicando el valor de cada plano.
¿Crees en los animales como elementos importantes en el proceso de sanación?
Sí. Cuando adopté a mi galgo Aquilus, me salvó la vida, me salvo él a mí y me ha dotado de momentos únicos e irrepetibles. Creo firmemente que tenemos una deuda con todos los animales de este planeta y con la naturaleza.
La ventaja del documental es que no es necesario un presupuesto tan elevado como en la ficción y el equipo técnico puede ser más reducido. Pero ¿son los problemas de financiación en el documental el gran lastre?
Son horribles, nosotros tenemos un presupuesto elevado para ser un cortometraje documental, pero llevamos casi cuatro años metidos e invertidos en él. La gente ve el resultado, pero no ve el tema del desarrollo, rodaje, postproducción, marketing, festivales y campaña. El cortometraje es una película más pequeña en minutos, pero las mecánicas son muy parecidas. A nosotros sólo nos apoyó al 100% la Comunidad de Madrid, y nos acompañó en todo momento; por ello le estamos muy agradecidos.
¿Qué necesita España para que crezca el tejido en la industria audiovisual y se valore más el cine de aquí?
Presupuesto y firmeza en apostar por la gente joven. Necesitamos tener un apoyo similar a nuestros países vecinos. Porque tenemos que dirigirnos al público jugando en desventaja: se nos exige ser Hollywood, y eso es imposible. Debemos mejorar muchos aspectos y recuperar pronto a mucha gente que no quiere ver nuestro cine, el cual es excelente.
¿Crees que el género documental está ganando la atención que se merece?
Poco a poco se le toma más en cuenta. Especialmente gracias a su fuerza en muchas plataformas, las series americanas y cómo han irrumpido trayendo ese contenido a nuestras casas. Ahora el público se acerca desde una mirada curiosa y lo disfruta, y deja de pensar que la palabra documental es lo que ponen a la hora de la siesta en La 2. ¡Y eso que lo que ponen en La 2 también son joyas!
Estás finalizando un proyecto de animación y un largo de ficción. Lo tuyo es no parar. ¿Qué será lo siguiente?
Ahora mismo tengo varios frentes abiertos, en diferentes etapas. Como director, estoy centrado en mi debut en ficción con el proyecto Elefante y en el largometraje de animación El viaje de Samia, que estoy desarrollando en la Academia de Cine. Tengo otro proyecto del que no puedo decir nada. Y como productor tengo como 15 frentes. No paro, no, pero me gusta lo que estamos haciendo, y cuento con un equipo que es increíble.
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