María del Carmen García, directora del IEO: “La clave son las alianzas”

La directora del Instituto Español Oceanógrafico (IEO), María del Carmen García.

La directora del Instituto Español Oceanógrafico (IEO), María del Carmen García, reconoce que echa de menos estar en una expedición por el Mediterráneo, disfrutando del aire libre, las olas, el trabajo de campo, pero el reto que tiene delante no es pequeño. Está al frente del que es el mayor centro de investigación del país, y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), con más de 900 personas, que son fundamentales en innumerables decisiones económicas y ambientales que se toman en este país. Es especialista en impactos del cambio climático en la cadena trófica y las poblaciones de peces, pero el tema lo tiene aparcado mientras lleva el timón de  IEO. Es nuestra nueva invitada de la ‘Entrevista circular’.

Supongo que no se aburre con tantas competencias como tiene el IEO. ¿Qué destacaría de todo su trabajo científico?

No, aunque de cuando en cuando viene bien salir de los despachos. El IEO asesora a muchos ministerios a la hora de tomar decisiones. Por ejemplo, tenemos mucho personal que recaba datos científicos de los recursos marinos vivos en apoyo del Ministerio de Pesca y también unas 200 personas que trabajan en el área de reservas marinas protegidas con el Miteco, o con el sistema de observación de los mares que se puso en marcha en 1987, siendo pioneros en ello. También se investiga mucho en la acuicultura: recientemente, logramos la primera puesta de atún rojo en cautividad, algo que no había conseguido nadie en el mundo.

¿Cuál diría que es hoy el principal problema al que se enfrenta el océano?

El principal es el ser humano, que actúa sobre él de forma negativa. Nos enfrentamos a una crisis climática global que si no es peor es, precisamente, por la acción del océano, que absorbe gran parte del calor que se genera. Sin eso, no sería posible la vida en este planeta. Pero a cambio le damos contaminación, un gran tráfico marítimo, especies invasoras, plásticos…

¿Hay forma de girar el rumbo hacia otro horizonte más benigno que el que asoma?

A mí me gusta mucho el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 17. El 14 también, porque se dedica en concreto al mar, pero este otro habla de alianzas para cumplir objetivos y soy una convencida de que ese es el camino a seguir. Aliarse.

Hablando de alianzas, se inician ahora las ratificaciones nacionales del Tratado de Alta Mar firmado hace un año ¿Puede cambiar algo la situación?

Se trata de proteger el 30% a nivel global, algo que la UE en general ya cumple, mientras que España está cerca de esa meta. Todos los firmantes estuvieron de acuerdo, lo que es un reflejo de la importancia de esas alianzas, pero es verdad que no todos los países tienen igual situación, con medidas de protección real.

¿Y qué pasa cuando empresas pesqueras faenan donde la legislación es más laxa?

Las pesquerías donde los barcos españoles trabajan tienen todas una regulación que hay que cumplir. La pesca en España está muy controlada y es sostenible. Otra cosa es lo que ocurre en países de fuera de la UE, donde no hay una regulación tan exigente.

Uno de los asuntos que más preocupan en determinados ámbitos científicos es la minería submarina ¿qué puede pasar si sale adelante y se autoriza en zonas profundas?

A esta posibilidad hay que darle una vuelta. No es nuevo que la economía humana mire al mar, porque es algo que siempre se ha hecho para sobrevivir, desde hace cientos de miles de años. Pero debe basarse siempre en el mejor conocimiento científico posible. Si se puede hacer un estudio científico que avale esta minería submarina para conseguir minerales raros y avalar que es sostenible, vale; lo que no se puede es abrir un nuevo sector en el océano sin protegerlo. La llamada economía azul existe desde siempre, pero hagámosla con sostenibilidad y teniendo en cuenta su preservación. Si no, no tiene sentido.

¿Cuál cree que es el principal reto al que se enfrenta la Humanidad?

La crisis climática, porque en si misma abarca el resto de los problemas: el consumo excesivo, la contaminación, la pérdida de biodiversidad…

¿Qué diría a los negacionistas climáticos?

Que no les entiendo. Los negacionistas no están negando un mensaje político, sino a miles de científicos de todo el mundo. No logro comprender que haya partidos políticos que colaboren en ese discurso que genera tanta irresponsabilidad. El mensaje adecuado es el que hace entender que los ecosistemas son nuestra casa y debemos cuidarlos.

¿Diría que vivimos tiempos en los que aumenta la conciencia ambiental?

Si atendemos a muchos medios y redes sociales, parece que el catastrofismo y el negacionismo ocupan mucho espacio, pero creo que sí se está creando una mayor conciencia ambiental. Hoy entre los niños es mucho mayor que cuando yo era pequeña. Pero, además de educación, hacen falta más procesos participativos abiertos a la sociedad a la hora de mejorar esa conciencia. En la ciencia creo que ahora somos más abiertos a la sociedad, que la implicamos mejor en nuestro trabajo, y confío en que esto ayude.

¿Qué es para usted la economía circular?

No podemos seguir extrayendo recursos de forma insostenible, pero la realidad es que el consumo es cada día mayor, así que debemos optimizar al máximo lo que tenemos, hacer un uso razonado. Para ello es fundamental un cambio de mentalidad social. Por ello hay que reciclar y reutilizar. Y ahí vamos.

¿Podremos acabar algún día con los flujos de plásticos al océano?

Esa contaminación es terrible. De grandes y de microplásticos. La UE ha sacado una ley que trata de impedirla, pero es preciso un cambio de modelo productivo. En el IEO hemos encontrado microplásticos hasta en una larva de atún. Y no se trata solo de envases, sino también de la industria textil.

En su día a día ¿qué prácticas ambientales forman parte de su vida?

Desde luego, el reciclaje. En mi casa se recicla todo. También utilizamos bombillas de bajo consumo y procuramos mantener la temperatura sin recurrir ni a calefacción ni aire acondicionado. También usamos todos el transporte público. Mis hijos están muy concienciados. Siempre heredan la ropa de uno a otro.

¿Un lugar al que regresar?

Echo de menos las campañas oceanográficas, especialmente por el Mediterráneo. Un lugar que siempre me ha encantado es ver la Sierra de Tramuntana, en Mallorca, desde el mar, porque no ves ninguna intervención humana. Allí siento la sensación de estar en la naturaleza absoluta.

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