Marian Izaguirre: «Mis personajes son obreros de la palabra»
Las biografías de Marian Izaguirre dicen que nació en Bilbao (1951) y que ahora vive en Madrid, pero ha vivido varias vidas y ha habitado en varias épocas. Tantas como le han dejado los libros que han pasado por sus manos. De carácter generoso, ha tratado de devolver todo lo soñado a través de una larga carrera. Su último libro, “La vida cuando era nuestra”, ha saltado a los escaparates de las librerías y las estanterías de los superventas. Precisamente, un libro que homenajea al libro de papel, los libreros y los lectores.
Tu libro salió hace seis meses, ya tiene vida independiente. ¿Cómo le va?
El libro va estupendo. Hoy mismo me han dicho que se han vendido los derechos a Brasil. A pesar de que mis novelas se vendían en varios países europeos, antes incluso de salir en España, es la primera vez que salimos del continente y vendemos a ultramar. Me hace mucha ilusión.
¿Y buenas ventas?
Aún no tengo cifras, pero tengo el calor dulce de lo que me cuentan los libreros. Este libro ha conectado muy bien con la sensibilidad de la gente. La gente destaca que es una novela tierna. ¡Y yo no quería escribir una novela tierna! Se ve que en tiempos de crisis es algo que la gente necesitaba. Es una novela, que sin ahorrar ningún tipo de dureza en la vida de los personajes, ha conseguido un clima de sosiego. Será que nos vamos haciendo mayores.
Los personajes de tus novelas también son independientes. Cuando no les gustan las cartas de la vida, piden mus.
Esa capacidad es necesaria. Cuando eres joven sueñas que lo vas a hacer alguna vez; cuando estás en la madurez, construyes todo ladrillo sobre ladrillo para tener tu espacio; y cuando eres un poco más mayor, necesitas saber que llevas las riendas de tu vida. Cuando la situación social es como la posguerra en la novela, o en la crisis actual, tienes que haber conseguido tener suficiente rodaje para cuando se te cierra un camino poder abrir otro.
También en tus novelas, como en el mus, se necesita la complicidad de otro para jugar. En especial, hay solidaridad femenina. ¿Por algo en especial?
No es algo premeditado. Es algo que fluye como el agua de los ríos. Pero cuando empecé a escribir mis novelas me decían que escribía como un hombre.
¿Cómo escribe un hombre?
No sé, yo tampoco lo sé; ni como escriben los hombres, ni como escriben las mujeres. Pero también tengo protagonistas masculinos. Tengo novelas en las que el personaje del que emite toda la historia es un hombre, pero a veces aparece alguna mujer que, aunque esté en un papel secundario, le come el terreno. Yo soy una mujer y mi punto de vista también se dispersa a través de lo que escribo.
Tus personajes también tienen amor a la vida, ganas de futuro.
Sí, en “La Bolivia”, en “La parte de los ángeles”, en “El León Dormido”… Casi todos parten de un hito, un punto de inflexión trágico y doloroso. Pero es verdad, ese renacer es una constante.
Otra cosa que veo en tus personajes es que no tienen prejuicios respecto a cómo hay que vivir la vida.
Es que mis personajes son gente muy imaginativa. Son muy creativos. Mis personajes son obreros de la palabra.
¿Se te escapan?
Se me escapan mucho. Pero ya he conseguido vivir con esa sensación. Al principio era de estupefacción y sorpresa. Ahora, no es que se escapen; ahora actúan y yo actúo con ellos. Vivimos, vivimos en ese país o en esa patria mientras el tiempo que dura la escritura de esa novela. Y a veces viajamos juntos.
Otro de los juegos de tus historias es el de las muñecas rusas. ¿Lo haces con alguna intención?
Me gustan mucho las historias paralelas. El juego de las muñecas rusas suele ser que dentro de una hay otra más pequeña. Mi vicio secreto con la escritura empezó así, siempre con alguien contando otra historia que empezó atrás. Pero ahora he llegado a un nivel en el que las historias son paralelas. Cuando empecé esta novela, al contarle a mi hija como iba, me decía que siempre tomo partido por una de ellas. He intentado con “La vida…” que las historias tuvieran la misma intensidad. En cambio creo que no lo he conseguido. La gente me dice que vive con más intensidad el relato que pasa en el tiempo presente.
Tus novelas exigen un gran trabajo de investigación. ¿Cómo te tomas esa parte de la creación?
Es muy importante y soy incapaz de renunciar a ella. Tiene una parte de desafío y sin ese plus, la escritura perdería parte de su intensidad. Pero ahora es un punto más. Ahora diseño el sitio donde quiero vivir esa temporada. ¿Dónde quiero ir de vacaciones? Donde viven mis personajes. ¿Sobre qué quiero escribir? Sobre lo que me apetece pensar. Esto es como si un repostero hace la tarta que le apetece comer.
A la hora de escribir, ¿qué es lo que más te preocupa? El estilo, la estructura, la historia…
Ahora lo que más que me interesa son los personajes: esa gente, quiénes son, qué piensan, cómo se van a comportar… El tiempo histórico en el que se desarrolla, también me interesa, porque hay veces en las que tiene llamaradas que nos alcanzan. Por ejemplo en “La vida…”, la posguerra avanzada de los años 50 tiene alguna similitud con la crisis que estamos viviendo. De hecho hay quien me dice que el título “La vida cuando era nuestra” vale para el momento actual. En realidad parte de la actualidad, de una frase de una amiga que me dijo “echo de menos la vida cuando era nuestra” y la trasladamos a aquella época.
En las novelas eres corredora de fondo. Pero también eres corredora al sprint, también eres escritora de cuentos. ¿Piensas volver a esa disciplina?
Los cuentos me siguen pareciendo algo mágico y maravilloso. Cuentas una historia e insinúas veinte más. Si el escritor es un buen escritor de cuentos son una maravilla. Estamos celebrando todavía el Nobel a una autora que escribe exclusivamente cuentos, Alice Munro. La tradición anglosajona publicando en revistas de calidad, el cuento como libro, el cuento como trayectoria de un escritor en la cima de su carrera literaria, en España no ocurre. Aquí se considera el cuento como algo de principiantes. Parece que tienes que aprender a escribir cuentos y luego ya pasas a la novela. Realmente no tiene por qué ser así. Durante muchos años estuve escribiendo una novela y un libro de cuentos a la vez. Desgraciadamente ahora no tengo tiempo para todo. Una novela se lleva todas mis energías. Pero algún día volveré al cuento.
Has pasado a una de las grandes editoriales. ¿Has notado el cambio?
He notado un salto tremendo. Tengo la suerte de que mi editora, Silvia Querini, es a la antigua usanza, de las de olfato, talento y trabajo, y eso para el escritor es un auténtico placer.
Tu libro lleva un lema: “Un día sin leer es un día perdido”.
Es una frase brillante que se le ocurrió a una de las personas de la editorial, inspirada por el libro y me encanta. La propia editorial la ha extendido como frase corporativa. Para mí es una frase que me define.
“La vida cuando era nuestra” es un homenaje a los libros y a los libreros. ¿Qué suponen ambas cosas para ti?
Pues supone que no queremos una despedida, que no queremos que el mundo que conocemos y que nos ha hecho tan felices desaparezca. La sensación que tenía era que quería recordar y recordar a los demás que gracias a los libros somos las personas que somos. Soy la persona que soy gracias a la vida que he llevado, a los amigos que he tenido… pero mucho, mucho, mucho gracias a los libros que he leído. No tenía nada premeditado. No pretendía hacer un homenaje a los libros, pero me salía de la yema de los dedos y del teclado se iba a la pantalla del ordenador.
¿Y piensas que ese mundo va a desaparecer?
No me gustaría. Tengo una amiga que pone un libro de la mesa y dice: “Este objeto tiene muchos siglos de antigüedad resistiendo a guerras, censuras… ¿Por qué va a desaparecer?” Lo que pasa es que todo va a tal velocidad, que no controlamos. Y cuando no controlamos, tenemos miedo. No tengo nada en contra de lo electrónico, de los ibooks… Pero me gusta el tacto del libro, el olor, pasar las hojas, el color, las tapas duras y blandas…
¿Entonces tienes buena relación con las nuevas tecnologías?
Tengo muy buena relación. Por ejemplo, esta novela debe mucho a los blogueros que la han recomendado mucho. Las redes sociales me abren una ventana diferente al mundo, me parecen una espacio muy creativo. Hay mucho ingenio en algunas de ellas.
Agradeciemientos a la Librería Rafael Alberti de Madrid.
Últimos lanzamientos de Marian Izaguirre
La vida cuando era nuestra, ed. Lumen, 2013.
La Boliviana, ed. Debolsillo, 2013.
Comentarios
Por Cristina, el 12 noviembre 2013
Maravillosa escritora y por fin una entrevista a una mujer inteligente con preguntas interesantes .
Me ha gustado mucho
Por Flora Rodriguez Lopez, el 12 noviembre 2013
Enhorabuena por la entrevista el libro
«La vida cuando era nuestra» me encantò
Por Jorge, el 13 noviembre 2013
La pasión por la vida se traslada a la pasión literaria. Enhorabuena Marian. Magnífico trabajo.
Por victor, el 13 noviembre 2013
Me cayo en las manos el libro de Marian y lo lei casi de tirón. Lo recomiendo. Ahora ha sido un placer conocer a la autora gracias a està entrevista
Por Cristina, el 13 noviembre 2014
Maravillosa escritora y maravillosa entrevista