Más de dos siglos de libros “malos”, prohibidos en España

Expurgación con pinceles de una obra de León Hebreo incluida en los índices portugueses y romanos: Dialoghi di amore, In Venetia: appresso Giouanni Alberti, 1586. BNE R/4221

Puedes seguir a autor GUILLERMO MARTÍNEZ  en x aquí. @Guille8Martinez 

La Biblioteca Nacional (BNE) ha preparado una muestra de excepción: es la primera vez que se exponen todos los índices de libros prohibidos que han existido en España. Algunos fueron tirados a los pozos, quemados, censurados, y hasta emparedados. Todos ellos, perseguidos sorprendentemente por la que ahora es la principal institución y casa del conocimiento intelectual: las universidades. La muestra, denominada ‘Malos libros, la censura en la España moderna’, puede visitarse hasta el 11 de febrero. Expone 94 obras originales, de las cuales 87 pertenecen a la BNE.

La exhibición está acertadamente estructurada como si de un libro se tratase: preámbulo, dos capítulos, un intermedio y un epílogo. El Asombrario se cuela en estas salas de la Biblioteca Nacional para hacer un repaso de aquellas obras vilipendiadas por la férrea moral de la época estancada en una ortodoxia irracional. De la mano de María José Vega, directora del Seminario de Estudios sobre el Renacimiento de la Universidad Autónoma de Barcelona y comisaria de la exposición, conocemos el intríngulis que hay detrás de algunos de los títulos más paradigmáticos.

“Muchas veces hablamos de los libros prohibidos, pero nadie se ha fijado en cómo se hace; es decir, quién decide qué libros se prohíben, cómo los lista. Aquí, por primera vez, enseñamos todos los índices de libros prohibidos españoles desde 1551 hasta 1790”, adelanta la experta. La cosa es curiosa, porque la censura romana prohíbe libros que en España nunca se llegaron a prohibir, por ejemplo, ya que la Inquisición española respondía ante la corona y no otros intereses. De esta forma, Galileo nunca se prohibió en el país.

Según relata Vega, “la censura española tiende a expurgar, dejar que el libro circule pero con tachaduras, también por la presión de libreros, universidades y colectivos profesionales como juristas y médicos”. Pero si entrabas en uno de estos índices, nunca salías de él, y los primeros fueron confeccionados por universidades ya que ellas tenían la función de censura y de control de la predicación y la enseñanza. “En los inicios del siglo XVI se conjugan dos temores: que la imprenta haga que se multipliquen las publicaciones y que el libro malo no sea solo un manuscrito, y el impacto del luteranismo”, subraya la comisaria.

Es frecuente, sobre todo en las bibliotecas colegiales o universitarias, que el censor proceda a la mutilación completa de los lugares notados en el índice, o que realice un encolado o un tachado riguroso que deja cicatrices evidentes en la página. Estos libros castigados llenan las bibliotecas históricas españolas, tal como comenta la propia experta.

“Más difícil de identificar es el expurgo oculto, consecuencia indirecta de la actividad censoria oficial: sucede cuando la expurgación sirve de guía a nuevas ediciones, que aparecen ya sin los lugares reprobados y a menudo sin que en la página o en el libro haya indicación alguna que advierta al lector de los recortes, salvo quizá por un genérico corregido o expurgado en cubierta”, desarrolla Vega.

Index librorum prohibitorum Sanctissimi Domini Nostri Gregorii XVI Pontificis Maximi Romae: Ex Typog. Reverendae Camerae Apostolicae, 1841 BNE, U/2611

Prohibido leer, prohibido pensar

La segunda parte de la exposición ahonda en esos libros castigados que tanto interés suscitan, aderezados con otros objetos señalados por la Inquisición, como un abanico de propaganda de la Revolución Francesa. Desde luego, el autor más prohibido en Europa fue Martin Lutero. Tampoco se le quedaba atrás Erasmo de Rotterdam. Sea como fuere, acá algunos de esos títulos que un día, en nombre de Dios, estuvieron perseguidos en España.

Martin Lutero (1483-1546): Se prohibió su obra completa en Europa, sin posibilidad de expurgo. “Dado que esto es así, no hemos seleccionado ningún título, pero puede ser una buena muestra la imagen de ‘el Papa precipitándose en el infierno’, que reproducimos y procede de una de sus obras”, comenta al respecto Vega.

Le sigue Charles du Moulin (o Carolus Molinaeus, Carlos Molineo, 1500-1556): Fue considerado la “bestia negra” de la censura romana. Con simpatías luteranas y luego calvinistas, fue razonablemente tolerado en España, donde se expurga. “Roma decretó la absoluta prohibición de todas sus obras, el tachado de su nombre y la condena de su memoria, especialmente por su defensa jurídica de las prerrogativas del poder secular (y real) sobre el papal”, añade la experta. En territorio hispánico fue expurgado, pero podía leerse, para disgusto de la Curia. La exposición muestra uno de sus retratos y un ejemplar tachado del tratado De eo quod interest (Colonia, 1598).

Fernando de Rojas, Libro de Calixto y Melibea y de la puta vieja Celestina, Sevilla: [Jacobo Cromberger], [entre 1518 y 1520?] BNE R/26575

La obra coral Los dieciséis modos es otra de las protagonistas en este curioso recorrido por los libros prohibidos de España. Se trata de una obra realizada con dibujos de Giulio Romano, calcografías de Marcantonio Raimondi y sonetos de Pietro Aretino, con gran fama de pornógrafo. “De todas las ediciones que pudieron ver la luz en el siglo de su escritura, se conserva un impreso mutilado y sin identificación tipográfica”, especifica Vega. Este ejemplar pertenece a una colección privada y se conoce como Opúsculo Toscanini, del que se expone una copia en la BNE sin posibilidad de reproducción en el completo catálogo ideado para la ocasión por dicha institución. Se ignora la fecha de publicación del original.

Los índices españoles, ante lo que en un primer momento se pudiera pensar, también prohibieron radicalmente muchas oraciones. “Muchos ejemplares impresos desaparecieron, aunque otras tantas plegarias sobrevivieron gracias a la difusión manuscrita”, concede Vega. Dos buenos ejemplos de ello son la Oración de la Emparedada, descubierta en circunstancias excepcionales en Barcarrota, y la Oración de San León papa, en el sepulcro de doña Isabel de Zuazo en Cuéllar, del que se muestra el ejemplar sin pie de imprenta hallado en Barcarrota.

Por último, cabe destacar la Guía espiritual de Miguel de Molinos. Esta publicación se prohibió en un contexto de vigilancia de la mística, de la oración mental y de la contemplación. Según señala la experta, “Molinos fue perseguido y procesado en Francia e Italia, y condenado en Roma por Inocencio XI”. La Guía espiritual, que elabora los conceptos de recogimiento, aniquilación y quietud, y continúa la tradición mística española del siglo XVI, se publicó en 1675 y se tradujo a varios idiomas de inmediato. En la muestra de la BNE se puede apreciar la edición de Madrid de 1676.

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