‘Matilda’, ese musical que todo niño (o no tan niño) debería ver

Una escena del musical ‘Matilda’ en Madrid.

Llega a España el musical ‘Matilda’, basado en la novela homónima de Roald Dahl. Un espectáculo perfecto para toda la familia con un mensaje muy necesario para los tiempos que corren. Un canto a la cultura y la honestidad que lleva una década enamorando al público del ‘west end’ londinense con más de 3.000 representaciones

Matilda, el musical, es un espectáculo necesario. Imprescindible para enseñar a las nuevas generaciones -y a las no tan nuevas- que existe una forma de afrontar el mundo que está, cada día que pasa más, en peligro de extinción. Matilda posee esa extraordinaria cualidad tan extraña que convierte en terriblemente atractivo algo que, aparentemente, no está de moda. Como cantaba Silvio Rodríguez: “Aunque no esté de moda, te pido una mano, mis entrañas no entienden de estética y cambios”. En la época de las fake news, del ruido de las redes sociales, de la omnipresencia de las pantallas, de la prisa, de los comisionistas, de la cultura del pelotazo… Matilda es un canto a la tranquilidad, a la pausa, la razón, la responsabilidad, la honestidad y, sobre todo, a la lectura, la cultura y la sabiduría. Y, además, un divertido y emocionante espectáculo que por fin llega a los escenarios en castellano por primera vez en el mundo, concretamente al Teatro Nuevo Alcalá de Madrid.

Cómo no va a ser necesario un musical cuya piedra angular es el magnífico, icónico y profético principio de Historia de dos ciudades, de Charles Dickens: “Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos. La edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos, pero nada teníamos, íbamos directamente al cielo y nos perdíamos en sentido opuesto. En una palabra, aquella época era tan parecida a la actual, que nuestras más notables autoridades insisten en que, tanto en lo que se refiere al bien como al mal, solo es aceptable la comparación en grado superlativo”. La propia Matilda recita estas líneas de carrerilla en un momento de la representación y en ese instante queda clara la universalidad del mensaje que se esconde tras un musical que, a simple vista, podría parecer una trivialidad infantil. Matilda es un canto a la revolución contra la injusticia, un verdadero órdago por la superación personal y una oda no al conformismo, sino a aquellos que son capaces de poner en la cúspide de la pirámide lo que de verdad importa.

Matilda se estrenó a finales de 2010 en el Courtyard Theatre de Stratford-upon-Avon, la localidad natal de William Shakespeare, al sur de Birmingham (Reino Unido), producido por la Royal Shakespeare Company. Tal fue el éxito que un año más tarde llegó al West End londinense, donde se han llevado a cabo más de 3.000 funciones y aún se representa. En 2013 aterrizó en el Shubert Theatre de Broadway, en Nueva York, donde se realizaron más de 1.500 representaciones en cuatro temporadas.

El musical está basado en la encantadora novela de Roald Dahl, padre también de Charlie y la fábrica de chocolate, James y el melocotón gigante y El gran gigante bonachón, entre otros. El libreto es de Dennis Kelly, que consiguió un premio Tony en 2013 por este trabajo. En él se cuenta la historia de Matilda, una niña adicta a la lectura, despreciada por su propia familia, instalada en la más absoluta zafiedad. Matilda descubre que, además de una gran inteligencia, posee poderes telequinésicos que utilizará fundamentalmente para vengarse de la tiránica directora de su internado, la señorita Trunchbull.

La música y letra de las canciones corre a cargo del actor y comediante Tim Minchin. El espectáculo se estrenó en 2010, por lo que ninguno de sus creadores pudo tener la tentación de sucumbir al bombardeo actual de fenómenos como Tik Tok o la tiranía de ritmos como el trap, el reguetón o el pop de consumo rápido. Matilda es un espectáculo en el que la música es tan importante como el mensaje. Su partitura tiene ecos de jazz, del mejor musical de la tradición de Broadway (sí, en este caso, los británicos supieron mirar sin complejos al Midtown neoyorquino), de pop y rock clásicos, en los que la mezcla de ritmos y atmósferas está realmente conseguida.

La producción española es de SOM Produce y ha contado con el equipo artístico que ya triunfó en España con la versión en castellano de Billy Elliot. Con la adaptación y la dirección de David Serrano. De hecho, aquella experiencia ha sido importantísima para afrontar la puesta en escena de un musical en el que casi la mitad de su elenco son niños y niñas. Ellos y ellas son el auténtico motor de esta producción; demuestran una profesionalidad altísima. Actúan, cantan y bailan muy bien, dejándose espacio unos a otros sin caer en ningún momento en la tentación de la sobreactuación o el individualismo. Para poner en pie este montaje hacen falta, por ejemplo, siete Matildas y seis niños y niñas diferentes para cada uno de los ocho personajes infantiles. En total, el espectáculo cuenta con más de 80 actores, bailarines o figurantes y 16 músicos.

Pese a que en algún momento se echen en falta algunas sorpresas en la escenografía, todo se olvida por el capital humano de este montaje. El día de la función en que acudió este periodista, el papel de la Señorita Trunchbull fue interpretado por el actor Daniel Orgaz. Después de los niños es, sin duda, uno de los mayores atractivos de esta historia. Se deja literalmente la piel en el escenario y hace gala de una capacidad encomiable para la comedia y el drama a partes iguales. En el papel de Matilda, la niña Julieta Cruz. Impresionante cómo alguien tan pequeño puede llevar sobre sus hombros el peso de un espectáculo de este calibre. Es de alabar la seguridad y el aplomo que ha logrado Serrano dirigiendo a toda esta chavalería. Lavender tiene el punto justo de picardía y descaro que le imprime Sofía Nieto. En el papel del glotón Bruce, David Herrero está impagable. El resto de la muchachada fue interpretado por Michelle González como Amanda, Irene Gallego como Susan, Lara Pierozzi como Alice, Adriana García como Hortensia, David Wentworth como Eric y Marina Ortiz como Chris. Pepa Lucas y Natxo Núñez se encargaron de los papeles de los padres de Matilda. Ambos saben manejar muy bien los límites de sus personajes, los zafios y corruptos progenitores de la protagonista. Ambos, dueños de algunos de los números más divertidamente patéticos de esta historia.

En los números musicales destacar Ruido, esa especie de mambo violento en el que se realiza un panegírico del postureo y la superficialidad. Si eres mayor, tal vez uno de los momentos más emocionantes del musical, con los niños entregados a unas preciosas armonías vocales en una canción que es el hit típico para coro en un musical. Mi casa, tema interpretado por Lucía Ambrosini en el papel de la profesora de Matilda Jennifer Honey. Y para rematar, Somos rebeldes, el gran número final.

En resumen, Matilda es un espectáculo absolutamente recomendable, perfecto para iniciar a niños y niñas en la magia del teatro y con un mensaje tan necesario y tan acertado que simplemente con que calara en un 10% de la audiencia tal vez garantizaría que no todo está perdido en este mundo desnortado que no sabe muy bien a dónde se dirige.

Aquí puedes consultar las funciones de ‘Matilda’ en Madrid. 

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