Maurice Sendak, el lado salvaje del libro infantil

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Hace dos años moría en Danbury Connecticut a los 83 años el genio Maurice Sendak. Aprovechamos la reedición de gran parte de su obra, sobre todo de su gran libro ‘Donde viven los monstruos’, para realizar un perfil de uno de los grandes creadores de la literatura infantil del siglo XX.

El 8 de mayo de 2012 moría uno de los grandes creadores de la literatura infantil y juvenil. Maurice Sendak fallecía en Danbury (Connecticut, EE UU) con 83 años. Creo que deberíamos instaurar esta fecha como el día internacional de ‘El país donde viven los monstruos’ en homenaje a su pasión, su creatividad y su legado. Para recordar, sobre todo, ese lugar que él nos enseñó en su libro fundamental en el que habitan nuestros miedos y nuestras pesadillas; esa isla que visitamos con frecuencia para lidiar con nuestro lado salvaje y de la que luego deberíamos saber escapar triunfantes para decir adiós a ese ser horrible que se dedica a hacer faenas de todo tipo, como le ocurría a Max, el niño que todos hemos sido.

La obra más famosa de Sendak, Donde viven los monstruos, fue seña de identidad de la corriente contracultural de los años sesenta (se publicó en 1963) y se ha convertido en el cuento de varias generaciones, un álbum clave en la historia de la literatura infantil mundial. Es, sin duda, su obra más influyente. Y mi libro favorito de la biblioteca de mi colegio. Y el libro favorito de Barack Obama, que cada año, desde que es presidente, se lo lee a un grupo de niños en los jardines de la Casa Blanca, coincidiendo con el lunes de Pascua. Un libro que recientemente ha vuelto a publicar la editorial Kalandraka en cinco ediciones, una por cada lengua peninsular.

Sendak nació en 1928 en Brooklyn (Nueva York) y declaró en multitud de ocasiones que no había tenido una infancia fácil. Su niñez estuvo marcada por aterradores y difíciles acontecimientos históricos como la Gran Depresión, el Holocausto y la II Guerra Mundial. Fue un mal estudiante y un niño enfermizo que se crió bajo la estricta mirada de una muy conservadora familia judía -inmigrados desde Polonia a Estados Unidos-, a la que nunca pudo desvelar su condición homosexual. Tuvo que esperar a 2008 en una entrevista con el diario The New York Times para poder sincerarse con el mundo y con la legión de lectores que le han seguido. Sendak confesó, además, que lo que realmente le atemorizaba de niño eran sus parientes y en ellos se basó para la construcción de los monstruos de su libro más popular; venían de Europa y pasaban por su casa. Eran ruidosos, tenían caras locas y pellizcaban sus mejillas. “Si hubiera venido de un lugar feliz, nunca habría sido artista, o por lo menos el tipo de artista que soy”, aseguró el escritor e ilustrador.

El éxito de Donde viven los monstruos ha sido tan espectacular que se cree que existen más de 19 millones de ejemplares en circulación por todo el mundo. Y su mensaje sigue resultando tan actual que continúa siendo un éxito de ventas en todo el planeta.

Sendak, que dibujó a Max y a sus monstruos a cuatro tintas, en un intento de abaratar los costes de la edición, nos legó unas imágenes de gran poder narrativo, relegando el texto a la mínima expresión. Son las ilustraciones las que realmente llevan el hilo narrativo del libro, las que nos llevan de la realidad cotidiana a un territorio donde viven los monstruos de Max. Kalandraka presenta una nueva edición muy especial, ya que, antes de fallecer, el propio Sendak fue quien aprobó la nueva digitalización de su obra acercándose lo más fielmente a la edición primigenia. Un lujo, porque hasta ahora las ediciones de este libro en nuestro país dejaban bastante que desear.

“La noche en que Max se puso su traje de lobo y se dedicó a hacer faenas de una clase y de otra, su madre le llamó ¡Monstruo!”. Es un comienzo tan conocido ya como cualquier arranque de una obra clásica.

Spike Jonze llevó al cine Donde viven los monstruos en 2009 y logró sacar adelante un reto nada fácil: transformar las 40 páginas del libro y su escaso texto a una cinta de 101 minutos de duración. Logró recrear los monstruos gracias a la mezcla de cine de animación y muñecos reales, y lo aderezó todo con una exquisita banda sonora de Karen O And The Kids y Arcade Fire, que llegaron a convertir la canción Wake Up en todo un himno, ligando su música para siempre con el cuento de Sendak.

Donde viven los monstruos nació con polémica y no fue nada bien recibido por la sociedad conservadora de la época. No se adaptaba a los cánones de lo políticamente correcto de una sociedad que a principios de los 60 veía cómo comenzaba a tomar forma un movimiento libertario. Max no es un niño idílico, sino un experto en hacer travesuras y en mostrar su carácter desobedeciendo. Se enfada con su madre y tiene miedos e inseguridades. Pero, probablemente, lo más peligroso y lo más auténtico, lo que hace grandísima esta historia de Sendak es que se atreve a enfrentarse a ellos él solo, ayudado por el poder de su imaginación y de sus propios recursos.

Fue un libro tachado de incorrección política como le pasó también a su obra La cocina de noche -también reeditado por Kalandraka-, un volumen que llegó a estar censurado en las bibliotecas públicas y escolares por un sector conservador de la sociedad norteamericana, que consideraba escandalosas las páginas en las que el protagonista aparecía desnudo.

En este otro clásico de 1970, Maurice Sendak evoca recuerdos de su niñez. A los 11 años, durante una visita a la Feria de Nueva York, quedó maravillado delante del escaparate de la pastelería Sunshine Bakers, cuyo lema era “Nosotros horneamos para ti mientras tú duermes”. Años después, Sendak contaría que este libro fue una especie de venganza: “Ahora soy lo bastante mayor para quedarme despierto por la noche y saber qué pasa en La cocina de Noche”.

La cocina de noche nos presenta una historia divertida y que transmite grandes dosis de energía. Se trata de un relato onírico, con texto en rima, y está protagonizado por un niño y tres pasteleros caracterizados como Oliver Hardy; el gordo de El gordo y el flaco. Las ilustraciones son un homenaje al Little Nemo in Slumberland, de Winsor McCay, del que reconoce su influencia artística. Pese a la censura, Sendak recibió por este libro numerosos galardones, entre ellos el Caldecott Honor Book en 1971 y el New York Times Best Ilustrated Book.

Maurice Sendak siempre contestaba las cartas de los niños. Realizó más de 90 libros ilustrados, una amplia trayectoria que fue recompensada en 1971 con el Premio Andersen, el máximo galardón de la literatura infantil. Una de sus mayores influencias fue el ilustrador Randolph Caldecott, pero contó que fue tras ver esa obra maestra que es Fantasía de Disney cuando decidió hacerse ilustrador.

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Los detalles principales de su vida quedaron recogidos en una exposición que se realizó en la Sociedad de Ilustradores de Nueva York (2013). El catálogo Maurice Sendak. A celebration of the artist and his work (Abrams Books), editado por Leonard S. Marcus, es una parada obligatoria para los fans de Sendak. Aunque no está traducido al castellano, resulta relativamente fácil de encontrar en las librerías.

Buscando, buscando también podemos encontrar ¿Mamá?, el único Pop-Up en el que Sendak participó activamente en el trabajo artístico; el argumento corrió a cargo de Arthur Yorinks, y Matthew Reinhart se encargó de realizar y diseñar la mecánica del papel. ¿Qué podemos encontrar en ¿Mamá? A los monstruos más famosos del mundo, que descubren que un niño muy atrevido se ha colado en su casa en busca de su madre. Cada página desvela unas sorprendentes escenas desarrolladas con mucho ingenio, donde los monstruos son finalmente mucho más cobardes que el pequeño protagonista.

Tras 30 años sin publicar un nuevo libro, Sendak decidió sacar a la luz Bumble-Ardy, la historia de un cerdito que tuvo su origen en 1979, cuando Sendak y Jim Henson (creador de los Teleñecos) montaron un pequeño corto de animación para Barrio Sésamo.

Es la historia de un cerdito huérfano que ha cumplido nueve años y al que nunca le han hecho una fiesta de cumpleaños. Y aunque su tía le prepara una tarta y algunos regalos, al pequeño cerdito le parece poco y decide organizar su propia celebración invitando a todos sus amigos. La cosa termina en caos y en desorden, como no podía ser de otra manera. En nuestras librerías, de momento, tendremos que conformarnos con la versión en inglés.

Sendak pensaba que a la infancia se la protegía en exceso como norma, que a los niños no se les exponía a ninguna dificultad y, por extensión, creía que la literatura infantil y juvenil adolecía de cierto buenismoLos libros infantiles de la actualidad no son los suficientemente salvajes”, aseguraba el artista. A él le gustaba enfrentar en sus libros a los niños con sus miedos. Llegó a reconocer con orgullo que jamás un niño le mandó al infierno por su atrevimiento a la hora de plantear determinados temas, pero sí que muchos de ellos le dieron las gracias por abrir esas puertas complicadas que otros no mostraban.

Kalandraka tirará la casa por la ventana con Sendak durante todo este año. Reeditará más títulos suyos como Outside over there, que Sendak consideraba su obra más personal. También su Mini-biblioteca, compuesta de cuatro libros de pequeño formato sobre las letras del alfabeto, los meses del año, los números y un cuento con moraleja. Además, dará a conocer su faceta como ilustrador al recuperar la colección Osito, de la escritora norteamericana de origen danés Else Holmelund Minarik de los años 50/60.

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Comentarios

  • anferlopez20

    Por anferlopez20, el 09 mayo 2014

    Los libros infantiles encierran las cargas culturales más profundas que nos transmitimos las personas. Reflejan mejor que ningún otro medio los demonios con los que convivimos y las crueldades culturales que nos transmitimos de generación en generación, muy lejos, por tanto de los mensajes edulcorados y suavones que algunas veces desearíamos.

  • anferlopez20

    Por anferlopez20, el 09 mayo 2014

    Hace cuarenta años que vengo leyéndole la aventura de Max a los niños de cuatro y cinco años y que ellos viven la escena de Max bailando con todos los monstruos y, cuando ya están muertos de cansancio, vuelven a la noche misma de su propia habitación, donde su cena les está esperando y está todavía caliente

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