Médicos poetas, tan cercanos a diario a la condición humana  

Orlando Mondragón, ganador del premio Loewe de poesía.

Orlando Mondragón, médico cirujano especializado en psiquiatría, ha sido el último ganador del Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe que se convoca anualmente. Mondragón es el galardonado más joven hasta la fecha, en una distinción que supera las tres décadas de convocatorias y que recibe a concurso poemarios de todo el mundo. Casualidad o no, en 2018 el Premio Loewe de Poesía  fue a parar al también médico Basilio Sánchez por un poemario de título bellísimo, ‘He heredado un nogal sobre la tumba de los reyes’. No son caos excepcionales. Su trabajo les enfrenta a partos y fallecimientos, al dolor y a la agonía, a duros diagnósticos, a la condición humana. Qué mejor material para un escritor… Además, un poema sería una llamada a revindicar lo humano en una práctica clínica cada vez más dependiente de cifras y máquinas.

La obra de Orlando Mondragón se tituló Cuadernos de patología humana y con él, este psiquiatra mexicano pasó a formar parte del colectivo de médicos escritores, aunque más específicamente, de médicos que escriben poesía.

“Si hay dos grupos profesionales que escriben son los médicos y los militares”, explicaba José María Arévalo, de la editorial Almuzara, que el pasado mes de junio realizó un taller literario de apoyo a los profesionales de la medicina que no saben cómo empezar a escribir.

Almuzara es la editorial que publica el Premio de Novela Albert Jovell que cada año convoca la Fundación para la Protección Social de la Organización Médica Colegial (FPSOMC); el taller se organizó en Madrid con la colaboración de esta Fundación y La Asociación de Médicos Escritores y Artistas (ASEMEYA).

Los médicos por tanto, escriben, premian escribir y promueven aprender a hacerlo.

“La mayoría de su escritura es narrativa de ficción”, reflexionaba Arévalo, “al igual que los militares se centran en la novela histórica”. Los médicos que escriben son una minoría dentro de su profesión, pero los que escriben poemas son aún más minoritarios, aunque sean los que más atención suscitan. Esto se debe a que la poesía es el género literario más difícil de toda la escritura creativa.

En la web de ASEMEYA pueden encontrarse decenas de artículos, poemas y ensayos de libre acceso para público en general, desde un estudio lingüístico sobre los carteles de los mendigos en Madrid a los problemas de piel de algunas modelos de obras pictóricas, las epidemias de cólera o de tifus, y también poesía lírica e intimista que no refleja patologías ni enfermedades, ya sean individuales o sociales.

“La poesía es anterior a mi profesión”, afirma Aurora Guerra, dermatóloga, profesora titular de Dermatología de la Universidad Complutense, jefa de Sección de Dermatología del Hospital Universitario 12 de octubre de Madrid y vicepresidenta de ASEMEYA. “Estaba en mis emociones, en mis sentimientos, en mi amor a las palabras”.

Aurora Guerra ha obtenido numerosos galardones y distinciones por su labor poética y también por sus relatos. En ensayo, este mismo año, acaba de publicar Las calvas ilustres. La alopecia de la mujer en el arte, en la editorial AEFLA.

En Cuadernos de Patología humana, el poemario ganador del Premio Loewe de Poesía 2021, el doctor Mondragón escribe: “Toda la vida que tiene mi enfermo / se cuenta en dieciséis / respiraciones por minuto”.

“No creo que tenga algo que ver”, discrepaba Carlos Doñamayor Hernández, doctor especialista en otorrinolaringología, autor de una docena de poemarios y toda una vida dedicada a su profesión, acompañada de una larga necesidad de expresarse a través de la poesía. Doñamayor, que se define a sí mismo como humanista y conversador infatigable, escribe en su último poemario, Soledad sin cielo (Editorial Manuscritos), un poema singular cuando ingresó de urgencias en Oviedo y en lugar de médico le tocó ser paciente: “Me han traído en mitad de la noche / a toda prisa, lloviendo (…)”.

“Quizá escriben por su espíritu humanista, al fin y al cabo es un colectivo muy lector y culto”, señala José María Arévalo, de la Editorial Almuzara.

“La profesión hace que surjan nuevos sentimientos, distintos, pero sólo en apariencia. La esencia es la misma”, añade la doctora Aurora Guerra.

Doñamayor, que firmaba sus primeros poemarios con seudónimo para que no interfiriera en su desempeño profesional, continúa describiendo cómo es ingresado en una sala que en el hospital llaman albero: “qué humorada del arquitecto, / al fin y al cabo aquí se viene, o te traen, / a lidiar la vida”. En una mezcla de razón y emoción, los versos surgen del médico que sabe de técnicas y medicamentos y del hombre que sufre al pensar en sus hijas y en su esposa.

En las prácticas, explicaba Mondragón en una entrevista, veía morir pacientes todos los días, pero la facultad de Medicina no le había preparado para estas experiencias, y la filosofía, la literatura, las humanidades en general, que tendrían, según él, un papel importante para afrontar momentos tan duros, están reduciéndose cada vez más en los sistemas educativos.

En un artículo reciente sobre medicina y poesía, el Journal of the American Medical Association (Revista de la Asociación Médica Estadounidense), JAMA detallaba que se reciben mensualmente unos 200 poemas para ser publicados, pero sólo uno es seleccionado. La cifra de envíos continúa incrementándose. JAMA cuenta con un editor de poesía, Rafael Campo, que sintetiza el motivo por el que cada vez más médicos escriben poemas: Su trabajo les enfrenta a partos y fallecimientos, al dolor y a la agonía, a duros diagnósticos. Para capturar estos momentos que iluminan la condición humana, algunos doctores escriben poesía, porque quieren ofrecer algo más que un diagnóstico, quieren ofrecer palabras que ayuden, que consuelen al paciente.

Un poema sería una respuesta a mantener la humanidad, a revindicar lo humano en una práctica clínica cada vez más dependiente de cifras y máquinas, y a que el contacto diario con la enfermedad y la muerte no hagan a los médicos insensibles ante las personas.

“Un poema no cura”, explicaba el psiquiatra José Li Ning en la presentación de su libro Síntomas y metáforas. La poética de José Watanabe desde la psicología médica, “pero afina la sensibilidad del médico”.

Para Antonio Bascontes, médico y poeta, además de traductor y profesor de poesía en el Instituto de Ciencias biomédicas Abel Salazar  de Portugal , un bolígrafo tiene paralelismos con un bisturí, ya que ambos trabajan en los sustancial, y cree que la inteligencia debe ir acompañada de un alma, es decir, de compasión y empatía. Ésta sería la aportación de la poesía según Bascontes, la de ayudar a desarrollar en el médico su lado humanista. Por su parte y en Argentina, Jorge Janson, médico del Servicio de Clínica Médica del Hospital Italiano de Buenos Aires, imparte el curso de posgrado Habilidades narrativas para los profesionales de la salud.

Mientras, y desde hace más de una década, en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid, los estudiantes han formado un Grupo de Poesía que edita un Recetario poético y celebra un concurso anual de poesía. Esta agrupación fue creada bajo la coordinación del médico y catedrático emérito de la Universidad Autónoma, el profesor Antonio García García, cuyo ideario se resume en pocas palabras, poesía para una medicina humanista.

Antonio García García, que es además presidente y fundador del Instituto Fundación Teófilo Hernando IFTH, escribió a modo de prólogo en el I Recetario poético: “Poesía para que esos médicos, durante su ejercicio profesional, recuerden que sus pacientes no son sólo máquinas rotas que hay que reparar; son mucho más que eso, son personas”.

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Comentarios

  • Vanesa

    Por Vanesa, el 18 agosto 2022

    Qué excelentes noticias saber que se premia el encuentro de la ciencia y el arte!

  • Martha Lilia Sandoval

    Por Martha Lilia Sandoval, el 18 agosto 2022

    Excelente artículo. Mis felicitaciones a los médicos que escriben poesía.

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